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Hacia las ruinas de la gran aldea encaminó sus pasos el joven desconsolado y una noche, después de muchas, cuando las adormideras florecían, Chin-Fú llegó a las puertas de la muerta ciudad, donde todo lo que fuera algún día magnificencia, poderío y cortesanas galas, había desaparecido. Chin-Fú, que tenía ánima sensible, se interesó por las minas, y, llegado que hubo a la ermita de Fan-Sa, el sabio, conversó con él de esta manera:
–Dime, señor de la sabiduría y austera flor de estas comarcas, ¿qué es esto y cuál fue la ciudad entre cuyos restos anidas?
–Esto que ves, Chin-Fú, desmoronado y polvoriento; este desolado rincón, entre los muros rotos de cuyos palacios anidan los búhos y crece la yerba, fue la gran aldea de Siké, la sentimental. Siké era antigua, tenía noble pasado, abundante riqueza, fina y culta sociedad, academias y templos, hermosas mujeres y hombres de bien. Estaba germinando entre sus muros una civilización maravillosa. El porvenir le sonreía, y, sin embargo, en sus entrañas un mal indefinible y recóndito roía su organismo, de igual manera que el chísick, el conejo negro, roe las raíces dulces del cerezo blanco florecido. Siké había sido primitivamente un patriarcado ideal hasta que llegó la conquista de los manchúes, que la transformaron en la más rica y magnífica de sus colonias. Les inculcaron su religión, sus costumbres, los dominaron y los tornaron fantásticos, amanerados y serviles. Después de tres siglos de dominación, los de Siké, por influencias extrañas y por uno que otro arranque de altivez, se libertaron, gracias a la espada invencible de un gran guerrero, Si-Mo-Hon, el Libertador, que fue la causa única de la actual ruina de Siké. Si-Mo-Hon trató con inteligencia los asuntos de la gran aldea liberta, mas su política preparó la ruina; y sacrificó a su patria lejana, la joven patria de Siké. Después vinieron los mandarines tiranos, las revoluciones, las guerras oprobiosas y lo esencial: el sentimentalismo, que fue el enemigo de la gran aldea. Porque los de Siké eran desvergonzados, abyectos, chismosos, desleales, intrigantes, egoístas, interesados, lascivos, inmorales, golosos y desdentados, pero antes que todo eran sentimentales.
3 págs. / 5 minutos.
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Publicado el 3 de mayo de 2020 por Edu Robsy.
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