Novela corta escrita en el año 1910 y publicada en Lima, en cinco entregas de la revista La Ilustración Peruana, entre abril y mayo de 1911. El autor la dedicó a su amigo Don Juan Bautista de Lavalle. Se considera una obra decisiva en la consolidación de la fama literaria de Valdelomar.
La novela está concebida en forma de epístola o carta, que el narrador dirige a su novia francesa de nombre Francinette o Francy, explicándole las razones que tuvo para abandonarla un día antes de la boda. El autor intercala además arbitrariamente un Tríptico de poemas modernistas.
El núcleo del relato está ambientado en las ruinas de una ciudad colonial, situada a unos tres kilómetros del mar, cerca a un puerto (llamado puerto de C””) donde trabaja como médico el narrador y personaje principal de la novela. Dichas ruinas son presentadas como el atractivo turístico de la región, y según lo aseveró el mismo Valdelomar, estarían inspiradas en las ruinas de la antigua Villa de Santiago de Almagro, fundada por el conquistador Diego de Almagro en 1537, y que fue el antecedente de la actual Chincha Baja (departamento de Ica, costa central del Perú).
—¿Luego es una ciudad que murió íntegramente colonial?…
—Sí. El hálito de la república, que estallaba como un fermento, no
logró invadirla. Tal es hoy, como fue con el último virrey y con el
último prelado que visaron las armas reales. Verdad que hoy sólo queda
de tanta gloria el cadáver de la ciudad y uno que otro apellido ilustre
rodando por el mundo…
Entre esos muros terrosos y caídos, entre esas palideces de polvo,
bajo esos techos derruidos, se dieron un día las fiestas más
espléndidas. Por esas escalas que hoy nadie transita, ascendieron cortes
de virreyes con capas bermejas, espadas de oro y damas blancas como
lirios. Por sus calles silenciosas y despedradas hoy, pasaron los
caballeros y las calesas; éstas con su tren dorado, sus caballos
forzosos y sus portezuelas selladas, aquéllos con sus sombreros de
picos, sus enredadas largas piernas y su trenzada cabellera rubia,
mientras a través de los biseles transparentes se esfuma el rosa de las
mejillas empolvadas sobre el terciopelo, como un desmayo de colores.
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Publicado el 7 de septiembre de 2021 por Edu Robsy.
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