Libro gratis: Corbacho, Reprobación del amor mundano
de Alfonso Martínez de Toledo, Arcipreste de Talavera


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Tratado, Religión, Ética


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Corbacho

Invectiva contra el amor mundano

Esta obra pretende prevenir contra las tentaciones del mundo y recomienda el ascetismo, empleando recursos que generalmente se utilizaban desde el púlpito. La historia en su conjunto es considerada como una ilustración de las verdades que el autor desea comunicar. Relacionado con la literatura misógina medieval, el Corbacho se detiene a analizar los defectos de las mujeres y establece conexiones entre la astrología y la medicina de la época (presidida por la teoría de los cuatro humores) y el pecado capital de la lujuria.

La discusión sobre la condición femenina es un lugar común en la religión, la filosofía y la literatura medievales, y por ello aparecen escritos voluminosos y particulares, además de numerosas obras de todo género, desde sermonarios y colecciones de cuentos a la poesía de cancioneros.

Existen antecedentes literarios muy antiguos como los conocidos en la Biblia en el Ars amatoria y en las Sátiras de Juvenal, en las obras contrapuestas de Bocaccio o en los escritos profeministas de Christine de Pisan. La controversia que se tiene en la España del siglo XV fue fruto de un amplio tratamiento literario.

La dura reprobación misógina de Alfonso Martínez de Toledo en el Corbacho produjo una oleada de réplicas en defensa de las mujeres, sobre todo en torno a la reina doña María, la esposa de Juan II, a quien los escritores rinden sus elogios. Entre otros autores se encontraron Juan de Mena quien alaba a otras reinas en su Laberinto de Fortuna en “la orden de Diana” y Diego Valera, quien le dedica a doña María su Tratado en defensa de las virtuosas mujeres.

El debate continuaría a lo largo del siglo XV en densos tratados, penetrando incluso en obras de ficción como Cárcel de amor de Diego de San Pedro o la misma Celestina.


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Fragmento de «Corbacho»

Del tercero mandamiento


El tercero mandamiento es: «Guardarás los días santos de los domingos y santas fiestas por la universal iglesia mandadas guardar». Pues dime, tú que amas, ¿cuántos domingos y fiestas quebrantaste en este mundo andando caminos y calles y carreras, no yendo a misa ni a la iglesia, como eras tenido de ir a orar, que Dios te hubiese merced? ¿Diste algún domingo o día de fiesta algunos pasos por ir ver la que más amabas? Caballero o escudero, ¿hicistes justas, torneos y otros hechos de armas en pascuas, domingos y fiestas dedicadas de reposo y para Dios rogar y alabar? ¿Anduviste caminos o carreras de fuera de la ciudad o lugar donde moras por ver la que amabas antes que por servir a Dios? ¿Fuiste a bodas, solaces y ananceas por ver tu coamante primero que no fueses a visitar a pobre o dolientes? ¿Anduviste algunas leguas en días, como dicho he, vedados por ir ver tu amada, y otras muchas cosas que largamente decir se podrían? Dime, pues, si este mandamiento por tu amor loco locamente fue quebrantado: si lo hiciste, no dudes que sí. Y ¿cuál es que se abstenga, que enamorado sea, de no así hacerlo en todo o en parte? Por cuanto regla es cierta, y demás experiencia que lo demuestra, que el enamorado por cosa al mundo no traspasaría el mandamiento de su dolor de su enamorada, y con gran estudio y diligencia piensa de no traspasarlo ni quebrarlo; que bien sabe que luego habrá mala cara, repelón o bofetada; y treme y teme mucho de lo contrario hacer, y busca todas buenas vías y maneras, y todas lisonjas y halaguerías, composturas y hermosuras para mejor cumplirlo que ella no lo mandó, dijo ni ordenó: cómo, en qué lugar, qué hora, qué día, qué mes y año, que no se ha de faltar un punto ni momento. Mas al mandamiento de Dios, enánchale, extiéndele, estírale como pellejo remojado, falsándole, menguándole, menospreciándole, haciendo de él lo que no osarías hacer de mandamiento de uno tu igual. Esto procura la gran largueza e infinita bondad y misericordia de Aquel que siempre fue presto a perdonar, y vagaroso a ejecutar, empero que su piadosa justicia a la fin nunca se pierde. Concluye, pues, que el que locamente ama, amando quebranta los días de reposo por Dios mandados, a su servicio dedicados, que es el tercero mandamiento.


233 págs. / 6 horas, 48 minutos.
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Publicado el 19 de diciembre de 2021 por Edu Robsy.


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