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—¿Por qué, señor?
—Porque es una locura; porque la tal marquesa es tan invisible en sus camarines de Brimborion como el Gran Turco en su serrallo; porque os darán pon todas las puertas en las narices. ¿Qué intentáis hacer? ¿Conseguir lo imposible? ¿Buscar fortuna como un aventurero?
—No, como un enamorado. No pretendo suplicar, señor, sino reclamar contra una injusticia. Tenía una esperanza fundamentada, casi una promesa de monsieur de Biron; estaba en víspera de poseer lo que más amo, y mi amor no era ninguna insensatez; vos no lo desaprobasteis. Permitid, pues, que trate de defender mi causa. Ignoro si tendré que entenderme con el rey o con madame de Pompadour, pero quiero partir.
—¡No sabéis lo que es la Corte, y queréis presentaros en ella!
—¡Bah! Acaso por lo mismo que soy un desconocido se me reciba con mayor facilidad.
—¡Vos desconocido! ¡Un antiguo noble! ¿Así pensáis? ¡Con un nombre como el vuestro...! Somos antiguos gentilhombres, señor mío; no podréis pasar inadvertido.
35 págs. / 1 hora, 2 minutos.
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Publicado el 9 de marzo de 2019 por Edu Robsy.
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