No hay más información sobre el texto «Las Hadas de Francia».
No hay más información sobre el texto «Las Hadas de Francia».
Edición física «Las Hadas de Francia»
“Nuestras frentes, coronadas de perlas; nuestras varitas mágicas, nuestras ruecas encantadas, suscitaban en las ingenuas imaginaciones temor y admiración. Por eso nuestras fuentes permanecían cristalinas, y los arados se detenían en los caminos que protegíamos, y como —al ser más viejas que nadie— infundíamos respeto hacia lo que es viejo, de un extremo a otro de Francia se dejaban crecer los bosques y las piedras derrumbarse por sí mismas.
“Pero el siglo ha avanzado mucho. Se han inventado los ferrocarriles. Se han perforado túneles, cegado estanques, y se ha hecho tal tala de árboles, que al poco tiempo nos encontramos sin saber dónde guarecernos. Y los aldeanos han dejado poco a poco de creer en nosotras. Por la noche, cuando golpeábamos en los postigos, Robin decía: «Es el viento», y se volvía a dormir. Las mujeres hacían la colada en nuestros estanques. A partir de entonces, todo acabó para nosotras. Como vivíamos sólo de la creencia popular, al faltar ella, nos faltó todo. La magia de nuestras varitas se esfumó, y de poderosas reinas nos convertimos en viejas arrugadas y malévolas, como las hadas olvidadas, e incluso tuvimos que ganarnos el pan con nuestras manos, que no sabían hacer gran cosa. Durante algún tiempo pudieron vernos en los bosques arrastrando haces de leña seca, o cogiendo bellotas por las orillas de los caminos. Pero los guardabosques nos perseguían y los aldeanos nos lanzaban piedras. Y entonces, como todos los pobres que no pueden ganarse la vida en el lugar donde nacieron, nos fuimos a las ciudades buscando trabajo.
3 págs. / 6 minutos.
76 visitas.
Publicado el 14 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.
Este texto no ha recibido aún ninguna valoración.
Para valorar «Las Hadas de Francia» es necesario identificarse en textos.info.
31 libros publicados.