03-10-2020
22:34H
Inevitable era el nudo en la garganta, la paciencia nunca ha sido mi virtud y por desgracia absolutamente nadie escapa de la causalidad, el tiempo o de la muerte.
Implacable fue cada palabra. La lógica gano esa batalla, arraso con todo a su paso, no había nada en su camino que la detuviera. Eran palabras con reactores supersónicos capaces de propulsar la materia más rígida.
Palabras que veían el lado más noble del tiempo, palabras que reclamaban entereza y la convicción para escapar de la entropía. ¡Ay, señor!, existen palabras que son como medallas, pero no para colgar en el cuello, sino en el alma.
Palabras que son anclas y palabras que son alas.
Palabras que son fuego y palabras que son agua.
Palabras que son muerte y palabras que son vida.
Palabras que atormentan y palabras que liberan.
Palabras que condenan y palabras que salvan.
Quiero palabras que curven el espacio-tiempo y viajen sin remordimiento, palabras que superen la física, la magia, la religión, palabras con reactores supersónicos que muevan las fibras más ínfimas.