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—Papá…, dijo Tata que tú no querías… que tú no querías… que tú no querías… comprarme un carro… y que el carnero… y que el carnero no era mío…, que era de Carmita (la hermana), y no me deja cogerlo por los cuernos, y me pegó en la mano.
El chiquitín, al pronunciar este discurso con su graciosa media lengua, deteniéndose a cada momento, mostraba en sus ojos negros y profundos la indignación vivísima y mucha sed de justicia. Por un instante pareció que iba a romper en llanto; pero su temperamento enérgico se sobrepuso, y después de hacer una pausa cerró su perorata con una interjección de carretero. El padre le había estado escuchando embelesado, animándole con sus gestos a proseguir, lo mismo que si una música celeste le regalase los oídos. Al oir la interjección, estalló en una sonora y alegre carcajada. El niño le miró con asombro, no pudiendo comprender que lo que a él le ponía tan fuera de sí causase el regocijo de su papá. Este hubiera estado escuchándole horas y horas sin pestañear. Y eso que, según contaba su suegra a las visitas, cuando quería dar el golpe de gracia a su yerno y perderle completamente ante la conciencia pública, ¡¡¡se había dormido oyendo La Favorita a Gayarre!!!
15 págs. / 27 minutos.
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Publicado el 12 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.
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