Descargar edición dislexia del libro «Una Interviú con Prometeo», de Armando Palacio Valdés

Cuento


Descargar gratis el libro «Una Interviú con Prometeo» de Armando Palacio Valdés en una edición especial que facilita la lectura a personas con dislexia.

Esta edición especial del ebook gratuito del libro de Armando Palacio Valdés «Una Interviú con Prometeo» utiliza la fuente OpenDyslexic, que mejora la experiencia de lectura por parte de personas que padecen de dislexia. Esta edición se puede leer desde cualquier dispositivo: ordenadores, tablets y smartphones. También permite su impresión en papel para disponer de una edición física.

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10 págs. / 19 minutos / 152 KB.
26 de octubre de 2020.


Fragmento de Una Interviú con Prometeo

»Prometeo guardó silencio unos instantes, y al cabo exclamó, con voz aún más temerosa:

—¡Las artes industriales!... Sí; señaladas estaban en mi pensamiento para emanciparos del yugo cruel de las fuerzas, que Plutón y Neptuno manejaban en vuestro daño. Desde esta roca desolada seguí con ansiedad y alegría vuestros primeros esfuerzos, coronados, como siempre, de éxito feliz. Fuisteis señores de los mares; pusisteis riendas a los vientos, dirigiéndolos dócilmente; arrancasteis a Plutón parte de sus tesoros y calentasteis vuestros días ateridos; aprisionasteis los vapores de la atmósfera y los hicisteis servir a vuestros menesteres como esclavos de brazos poderosos; llegasteis a evocar esa otra fuerza indómita y misteriosa, creadora y destructora de los mundos, y esa fuerza, cediendo a vuestra ardiente súplica, consintió en iluminar vuestras viviendas con la clara luz del sol, en transportar vuestro pensamiento y vuestra voz al través de las montañas y los mares... Por último, llegasteis a lo que nosotros, los inmortales, jamás logramos conseguir, a burlar la cólera de Júpiter, desviando de vosotros su rayo abrasador... ¡Cuán orgulloso estaba yo de vuestros progresos! ¡Qué risa inextinguible me acometía contemplando la inquietud de Júpiter y los celos de los dioses! Mas, ¡ay!, que no es de vuestra condición el detenerse en la hora que el tiempo ha señalado, ni tampoco fijar un límite al insaciable deseo. Yo os había iniciado en la alta ciencia de los números, la que engendra la armonía entre las cosas creadas, pero vosotros muy pronto la olvidasteis. Arrastrados por ciego frenesí, no comprendisteis que de esas artes yo os había hecho el don para elevaros cada día más alto. Rompisteis las cadenas que os sujetaban a la tierra, pero en vez de remontar el vuelo, os revolcáis groseramente en ella. Vuestras prodigiosas invenciones no las utilizáis para penetrar el misterio que os rodea, para depurar y fortificar vuestro espíritu con la belleza y la verdad, para gozar la gran felicidad que en mis sueños os tenía reservada, la de amar y vivir los unos para los otros... No; si arrancáis a la Naturaleza sus secretos, es para aumentar y refinar vuestro deleite, es para dar gusto a ese vientre, que amenaza tragaros el cerebro. ¡Ah, las artes industriales sirven para embruteceros, no para deificaros!... ¿Sois felices? Decídmelo. No; la molicie jamás hará dichosos a los efímeros. Sedientos de goces y blanduras, erráis al través de la tierra como la triste Io, la virgen calenturienta y encornada, que, picada del tábano, salvaba los ríos y las montañas, sin reposarse jamás...


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