Relato finalista de la edición XXVI del Concurso Hucha de Oro de 1991, convocado por la Confederación Española de Cajas de Ahorro, premiado con el premio Hucha de Plata.
La azarosa vida de Pepe, un delincuente de poca monta, se enfrenta a su último capítulo. Una relato ácido, con un innegable sentido del humor, sobre la soledad, la vida en la ciudad y el funcionamiento de nuestro mundo moderno.
Ajena a los
problemas del caído Pepe, Madrid se desperezaba y, en forma ya,
ponía en marcha sus grandes motores para bombear miles de gentes por
las calles. José Álvarez Alto, una mano en el pecho y otra sobre
los gunguis, las contemplaba con sus ojos ciegos, amorugado en un
silencio que ya no rompería y envuelto por los ruidos de la
humanidad con prisa.
Un joven
estudiante, que venía de su pensión de la calle de La Luna y se
disponía a dar una metida a su asignación recién llegada de
provincias, miró la mano abierta sobre los gunguis del caído Pepe y
pensó fugazmente en los marginados feísimos que fabricaba el
capitalismo. Para librarse de la visión le puso veinte duros
relucientes en la palma y corrió en busca del blanco con limón que
le quitara el sabor triste de la boca.
—¿Quiere
tirarme? —le gritó un apresurado, después de tropezar en las
piernas recogidas, ya del todo inútiles para José Álvarez Alto. En
vida hubiera respondido a eso con un puntazo de navaja.
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Publicado el 21 de abril de 2016 por Edu Robsy.
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