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—¿Le parece a usted que es de gusto el que yo tengo ahora? ¡Virgen del Tremedal! —exclamó sudando el quilo y echando todo el cuerpo sobre el brazo izquierdo del joven—. ¡Ha sido mucha ocurrencia la de estas niñas! Lo que estas criaturas no inventan... traerme a mí a estas fiestas de campo...
—Ya están allí Susana y Pepita —dijo Engracia impaciente porque había visto a sus amigas al extremo del paseo.
—¿Ya quieres echar a correr? ¡Tal criatura! Y yo que no puedo dar un paso. Por Dios, Pluma, no ande usted tan aprisa.
En el mismo momento Engracia desasió su brazo del de D. Narciso y se dirigió con paso muy ligero al encuentro de sus amigas, que se habían anticipado un poco y no llevaban en su compañía a una doña Bernarda que necesitara ser arrastrada.
—¿Ve usted qué retozona? —dijo ésta con mal humor—. ¡Oh!, no se la puede contener.
Pluma miró al cielo. Tenía el corazón lacerado por aquella violenta emancipación de la arisca y linda viuda. Resignose con su cruel destino y continuó tirando de doña Bernarda, que parecía haberse convertido en plomo.
383 págs. / 11 horas, 11 minutos.
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Publicado el 14 de febrero de 2018 por Edu Robsy.
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