Desojando la margarita

Cristóbal Miró Fernández


Reflexión


El hecho de desojar una margarita es equivalente a sobrevivir en el limbo de lo posible-imposible, en la duda que mata y cura del veneno de una bomba de relojería que no cesa de amenazar con cesar su cuenta atrás en cualquier momento, en el segundo menos pensado. Al mismo tiempo es contener la respiración en una pesadilla de amores imposibles, de éxitos improbables, de esperanzas al borde del abismo, de la vida en la frontera de la existencia eterna. Ambas son vida, sí, pero a ambos lados del espejo, siendo el espejo agua que corre su curso continuo entre un reflejo y otro de la misma muerte joven-anciana.

Desojar una margarita implica también el hecho de elegir un camino entre muchos, algo que tarde o temprano hemos de hacer en la vida, en nuestras sendas cotidianas. Es inevitable desojar margaritas para esto o aquello, y requiere valor el lanzarse al vacío de lo que vendrá después de este primer paso a gatas de bastón. Sucede cuando nos vemos capaces de elegir por nosotros mismos lo que deseamos, cuando crecemos y nos independizamos de nuestros antiguos apoyos, al menos en parte y es un riesgo, el de triunfar o caer, el de aprender en cualquier caso de nuestros triunfos o nuestras catástrofes.

Desojar una margarita implica madurar, implicar desear llevar a cabo una vida futura con otra persona, un nuevo inicio, una evolución constante, pues nunca dejamos de desojar margaritas hacia este u otro destino, todos campos de niebla por mucho preveamos más o menos lo que nos espera. Nunca, nunca, dejaremos de desojar margaritas en ningún aspecto, pues la Vida es Elección queramos  o no, voluntaria o involuntaria, común o propia, pero el hombre es una animal condenado a ser libre, es preso, pues, de una margarita de un corazón de latidos de tic-tac, y de tropezar con la misma piedra de sus errores en infinitas ocasiones, y quizá uno de sus errores pretenda ser el no querer concebir que la vida, como sufrimiento, superación, supervivencia y evolución, es un continuo proceso de desojar margaritas, pues lo hace padecer en el tormento de la duda del antes, del ahora y del después de la elección de una margarita, el contar sus pétalos, el arrancarlos uno a uno, y el comprobar el resultado de su elección, en la que, a pesar de las apariencias, nunca hay caballo perdedor en esta carrera adelante…


Publicado el 20 de marzo de 2022 por Cristóbal Miró Fernández .
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