y truenos agigantados,
no deja sitio a la luz.
Los rectángulos de mis ventanas
empapados de agua
no me dejan ver la calle.
No, esta mañana tampoco acompañaré a los caminantes.
El silencio y su volumen
engrandece el espacio,
los balcones se tienden
a su sol aún de estío
y de los tejados resbalan
brazos de sol cegando
las miradas.
No, esta mañana tampoco acompañaré a los caminantes…