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Este texto, publicado en 1839, está etiquetado como Crónica, Artículo.
Crónica, Artículo.
13 págs. / 23 minutos / 118 KB.
14 de mayo de 2019.
En un santiamén se hizo la cena, y en un santiamén se engulló por mi amigo, su conductor, el tío Trabuco y la, tía Veneno, echando, sin embargo, sopas para una comunidad. El vino de la venta, que era una verdadera zupia, y el aguardiente de pita de la misma, que era una verdadera ponzoña, se expendieron en abundancia; y sin dejar a mi amigo más tiempo que el de encender su cigarro y el de tirar un zoquete al mastín, con quien había simpatizado, le dijeron los tres a coro: «¡Ea! A dormir, a descansar, y Dios dé a su merced buena noche.» Y mientras la Veneno subía a rastra al sobrado un colchón miserable, y el contrabandista la alumbraba con el candil, llevándose también las jalmas y manta de su caballería, el ventero, picando un cigarro y balbuciendo un poco, porque el aguardiente le trababa la lengua, y queriendo dar a su fisonomía de suela una expresión de bondad y de sencillez, que le daban un aire muy grotesco, dijo a mi amigo: «Aquí, su mercé, con toa confianza. No estará como merece, pero yo y mi pobreza estamos pa lo que guste mandá; a dormir, a dormir; no tenga su mercé cudiao.» En esto volvió el contrabandista, diciendo: « ¡Ea!, al avío, al avío tiene su mercé una cama como la de un obispo; a dormir, a dormir.»