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—Ni lo imagines —gritó el rey con violencia amante—. Nada remediarías, y sufrirías en cambio infinito dolor. Cree en mi experiencia, y vive por encima de la muchedumbre miserable: vive alta, vive lejos; ni la mires ni la oigas. ¿No tienes fe en tu padre? Pues ahora mismo van a venir los sabios para que les consultes. ¡Ya verás si su consejo está de acuerdo con el mío!
Llegaron, en efecto, los sabios, y se formaron en semicírculo ante la princesita, que contemplaba con cierto asombro sus caras marchitas por el estudio, sus barbas desaliñadas y grises, sus ojos hundidos, de párpados abolsados protegidos por las gafas de plata, y sus frentes rugosas, que la calvicie hacía vastas y claras como lunas.
—El hombre —opinó el profesor de Antropología— no merece que nadie se moleste por él. Al hombre le quedan múltiples rastros y estigmas de su primitiva animalidad, el hombre es un lobo para el hombre, y su instinto y ley es la guerra de todos contra todos por la existencia. El hombre natural y verdadero es el salvaje, una fiera criminal.
3 págs. / 5 minutos.
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Publicado el 27 de febrero de 2021 por Edu Robsy.
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