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Enviar a Pocketbook «Insolación»
Nadie imagine maliciosamente que se me había pasado lo de oír misa. Tratamos de romper por entre el gentío y de deslizarnos en la ermita, abierta de par en par a los devotos; pero estos eran tantos, y tan apiñados, y tan groseros, y tan mal olientes, que si porfío en llegar a la nave, me sacan de allí desmayada o difunta. Pacheco jugaba los brazos y los puños, según podía, para defenderme; sólo lograba que nos apretasen más y que oyésemos juramentos y blasfemias atroces. Le tiré de la manga.
—Vámonos, vámonos de aquí… Renuncio… No se puede.
Cuando ya salimos a atmósfera respirable, suspiré muy compungida:
—¡Ay, Dios mío!… Sin misa hoy…
—No se apure —me contestó mi acompañante—, que yo oiré por usted aunque sea todas las gregorianas… Ya ajustaremos esa cuenta.
—A mí sí que me la ajustará el padre Urdax tan pronto me eche la vista encima —pensé para mis adentros, mientras me tentaba el hombro, donde había recibido un codazo feroz de uno de aquellos cafres.
139 págs. / 4 horas, 4 minutos.
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Publicado el 8 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.
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