No hay más información sobre el texto «La Sordica».
No hay más información sobre el texto «La Sordica».
Enviar a Pocketbook «La Sordica»
Maquinalmente, el brazo derecho de Anselmo baja y sube; reluce la hoz, aplomando mies, descubriendo la tierra negra y requemada, sobre la cual, al desaparecer el trigo que las amparaba, languidecen y se agostan aprisa las amapolas sangrientas y la manzanilla de acre perfume. La terca voluntad del segadorcillo mueve el brazo; pero un sufrimiento cada vez mayor hace doloroso el esfuerzo.
Se asfixia; lo que respira es fuego, lluvia de brasas que le calcina la boca y le retuesta los pulmones. ¿A que se deja caer? ¿A que rompe a llorar?
Tímidamente, a hurtadas, como el que comete un delito, se dirige al segador más próximo:
—¿No trairán agua? Tú, di, ¿no trairán?
—¡Suerte has tenido, borrego! Ahí viene justo con ella La Sordica…
Anselmo alza la cabeza, y, a lo lejos sobre un horizonte de un amarillo anaranjado, cegador, ve recortarse la figura airosa de la mozuela, portadora del odre, cuya sola vista le refrigera el alma.
De la fuente de los Almendrucos es el agua cristalina que La Sordica trae; agua más helada cuanto más ardorosa es la temperatura; sorbete que la Naturaleza preparó allá en sus misteriosos laboratorios, para consolar al trabajador en los crueles días caniculares.
1 pág. / 2 minutos.
148 visitas.
Publicado el 10 de mayo de 2021 por Edu Robsy.
Este texto no ha recibido aún ninguna valoración.
Para valorar «La Sordica» es necesario identificarse en textos.info.
608 libros publicados.