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Teatro, Tragedia, Tragedia griega


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  Teatro, Tragedia, Tragedia griega.
20 págs. / 36 minutos / 231 KB.
4 de marzo de 2018.


Fragmento de Los Siete Contra Tebas

EL CORO:
¡Oh rey! Te obedecemos;
¡Mas nuestro pecho de temor se agita,
Y un punto no sosiega,
Ni cesan los cuidados veladores
De presentarnos la tremenda imagen
De la hueste enemiga
Que nuestros muros cerca!
Temblamos como tiembla la paloma
En el caliente nido, por su prole,
Cuando el dragón insidias le prepara.
¿Qué suerte nos espera?
Unos atacan las erguidas torres
En escuadrón cerrado;
Otros, de piedras áspero granizo
A la ciudad arrojan.
¡Dioses nacidos de Saturnia estirpe,
El pueblo proteged de los Cadmeos!
¿Qué suelo encontraréis como el de Tebas,
Si abandonáis a los hostiles dioses
Esta región frugífera,
Y de Dircea las salubres ondas,
Cuales nunca Poseidón,
El que la tierra abraza,
Ni las hijas sin número de Tetis,
Arrojan de sus urnas,
Para calmar la sed de los mortales?
¡Oh tutelares númenes!
¡Al enemigo bando
Lanzad la destrucción: Ate funesta,
La lanza matadora de varones,
La que sus armas rompe y desbarata!
De gloria coronad a los tebanos,
Presidio sed de vuestros templos y aras,
Inmóviles en ellos.
¡Cuán triste es ver a la ciudad Ogigia,
Despojo de la lanza,
Sepultada en el Orco,
O a triste servidumbre reducida;
Sin gloria devastada
Por el furor aqueo;
Aventadas las sórdidas cenizas,
Y madres y doncellas,
Rotas las vestes, los cabellos sueltos,
Cual yegua por las crines arrastrada!
¡Moribundos cautivos
Llenan con su clamor los anchos foros
De la ciudad saqueada!
¡Cuán triste es ver a la violada virgen,
Que aún no probó de Himene los halagos,
Apenas de los brazos
Sale de sus injustos forzadores,
Que el fruto sin sazón arrebataron,
Dejar la tierra y la paterna casa!
¡Oh mil veces feliz la que antes muera
De ver miseria tanta!
Rapiña y destrucción, muerte e incendio,
Humo que el aire turba y ennegrece;
Y Ares en tanto, de piedad desnudo,
De pueblos domador, la llama atiza.
Clamor confuso en la ciudad resuena;
Fuera de la ciudad, los enemigos
Forman vallado cual de fuertes torres,
Lanza con lanza, escudo con escudo;
Sucumben los varones,
Y los lactantes niños
Lanzan vagidos de su sangre llenos.
En medio a la rapiña,
Los fieros vencedores
Se estorban mutuamente y se sofocan,
O se juntan tal vez por ayudarse;
Mas luego se dividen,
Cada cual mayor presa ambicionando.
Yacen en el camino
Las esperanzas de la mies perdidas,
Los frutos arrancados,
Y acerbo llanto el labrador derrama.
Van en turbios raudales
De la tierra los dones más preciosos,
Y las dorias esclavas,
Con llantos y gemidos,
El tálamo nefando
A voluntad del vencedor, esperan.
¡Sólo la eterna noche
Podrá acabar su poderosa vida!


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