Tres libro publicado por el autor, en el que adopta una perspectiva mucho más personal e íntima, incorporando elementos autobiográficos de su niñez y juventud, con el estilo impredecible que le caracteriza. Ganan en contenido y tienen un fondo metaliterario sorprendente.
Incluye los cinco relatos siguientes:
— La cara de Ana
— Amalia
— La suma
— El convento
— El vapor
A veces yo hacía algunas cosas bien; entonces las personas mayores me
elogiaban para estimularme: ese jueguito me era antipático y yo dejaba
de hacer aquello bien. Me ocurría algo parecido cuando me querían
injertar una idea o un sentimiento y tal vez ésa fue una de las causas
de que se me hubiera cerrado subconscientemente la razón, para darme
cuenta que se me había muerto mi abuelo.
En los primeros días del duelo en mi casa había una vida nueva,
agitada, incómoda, y la violencia de ese presente me seguía anestesiando
la percepción de lo que había pasado. Pero a los muchos días, cuando
todo estaba más tranquilo y más parecido a antes, tuve una gran tristeza
por mi abuelo: me empecé a dar cuenta tranquilamente de que no estaba y
que no estaría más; se empezaba a dar cuenta una parte de mí, que me
parecía que no era el pensamiento pero que a la vez me hacía pensar.
Cuando fue un poco al atardecer me aumentó mucho la angustia y me puse a
llorar; Ana me preguntó por qué lloraba y yo caí en la tontería de
decírselo: entonces ella se rió muchos días. Pero otro día a ella se le
atrasó el comentario: estábamos jugando en un terreno baldío; aproveché
que ella estaba de espaldas y con un palo inmenso le pegué despacito en
la cabeza; ella se quejó sin darse vuelta, pero cuando se dio vuelta y
vio el palo con que le había pegado se echó a llorar: entonces me reí
yo.
16 págs. / 28 minutos.
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Publicado el 10 de febrero de 2025 por Edu Robsy.
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