Clemente Colling fue maestro de piano de un jovencísimo Felisberto Hernández. En esta obra que huye de clasficaciones fáciles, el autor nos acerca a la figura de su antiguo maestro pero hablando desde su propio punto de vista, aportando un relato autobiográfico de su infancia y juventud que tiene además un fuerte valor literario. Para Juan Carlos Onetti, uno de los más grandes escritores uruguayos y gran admirador del autor, ésta es su obra más lograda, en la que se muestra más auténtico.
Fragmento de «Por los Tiempos de Clemente Colling»
En aquel entonces yo tenía de doce a trece años. Una prima mía
—también lejana— tocaba el piano. (Plegaria de Moisés, La Argentina te
llora —nocturno dedicado a un aviador venido abajo— etc.) Era muy linda y
por lo menos me doblaba la edad. (Otro amor secreto, pero con el
agravante de que teníamos demasiada confianza y después mi timidez y que
ella pensaría que yo había interpretado mal la confianza. Además era
muy burlona.)
Una tarde que había hecho mucho sol y era carnaval, aparecieron
disfrazadas, en casa, cuatro mujeres altas; y enseguida descubrimos a
las longevas. Pero como ellas eran tres, teníamos que descubrir la
cuarta, que no hablaba ni una palabra. Bueno, resultó que era el
cieguito, Elnene. Vino después muchas veces a casa y allí conoció a mi
prima. (Fatal coincidencia: él también se había enamorado de ella.) Una
de las veces que bailó con ella le dejó un papel en la mano. Era la
letra de un estilo que había compuesto para ella. ¡Cuánto lo envidiaba
yo! Él había tocado antes el estilo; pero claro, sin decir a quién lo
dedicaba. La letra era de este tenor: (también lo había cantado).
63 págs. / 1 hora, 51 minutos.
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Publicado el 13 de febrero de 2025 por Edu Robsy.
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