Si es cierto que en el recuerdo quedan algunas cosas, por la
intensidad con que el pensamiento ha hecho jugar a los sentimientos,
también es cierto que quedan otras cosas en las cuales el pensamiento ha
tenido poca intervención. Eso ocurre con recuerdos de la niñez; y
precisamente, porque yo creo que en mí algo se quedó niño, es que busco
con una sencillez especial; por eso encontré esa onda de lo desconocido
que me interesa. También me alegran y me gustan los recuerdos de los
momentos en que he sentido la vida con tan poco significado y en ese
estado tan sin tensión del espíritu y del pensamiento.
Todavía un poco más; no crea que cuando nos toma el pensamiento, nos
suelta tan pronto. Aún quiero epilogar explicándole más ampliamente el
objeto de todo cuanto he dicho del pensamiento —precisamente, el tener
objeto es cosa del pensamiento. Además quiero librar nuestras cartas en
todo lo posible de cosas del pensamiento. Con respecto a mí mismo y con
esa esperanza, es que quise dejar todo eso como medio de que no me
atacara tanto en adelante; con respecto a lo desconocido, hacer más
nítida la onda al especificar que en ella hay poco pensamiento; con
respecto al recuerdo de hechos, pintar los que hayan tenido poca
intervención de pensamientos; con respecto a lo que copié, defender
—precisamente el pensamiento es una cosa de atacar y defender— la
simplicidad de las cosas copiadas; para defenderme también de la falta
de ilación —precisamente es el pensamiento el que hila— y por último,
saber si a usted le interesa esa onda en que le propongo que escriba,
porque jamás le pediría que lo hiciera sobre un tema impuesto, aunque
tuviera la esperanza de que sufriera como ahora, la misma curiosidad que
yo.
62 págs. / 1 hora, 48 minutos.
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Publicado el 19 de febrero de 2025 por Edu Robsy.
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