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Llevaba en la cabeza
Una Lechera el cántaro al mercado,
Con aquella presteza,
Aquel aire sencillo, aquel agrado,
Que va diciendo á todo el que lo advierte:
¡Yo si que estoy contenta con mi suerte!
Porque no apetecía
Más compañía que su pensamiento,
Que alegre la ofrecía
Inocentes ideas de contento.
Marchaba sola la feliz Lechera,
Y decía entre sí de esta manera:
—Esta leche vendida,
En limpio me dará tanto dinero;
Y con esta partida
Un canasto de huevos comprar quiero,
Para sacar cien pollos, que al estío
Me rodeen cantando el pío, pío.
Del importe logrado
De tanto pollo, mercaré un cochino;
Con bellota, salvado,
Berza, castaña engordará sin tino,
Tanto que puede ser que yo consiga
Ver como se le arrastra la barriga.
Llevaréle al mercado,
Sacaré de él sin duda buen dinero
Compraré de contado
Una robusta vaca y un ternero
Que salte y corra toda la compaña
Hasta el monte cercano á la cabaña.
Con este pensamiento
Enajenada brinca de manera,
Que á su salto violento
El cántaro cayó. ¡Pobre Lechera!
¡Qué compasión! Á Dios leche, dinero,
Huevos, pollos, lechón, vaca y ternero.
¡Oh loca fantasía,
Qué palacios fabricas en el viento!
Modera tu alegría,
No sea que, saltando de contento,
Al contemplar dichosa tu mudanza,
Quiebre su cantarillo la esperanza.
No seas ambiciosa
De mejor ó más próspera fortuna,
Que vivirás ansiosa,
Sin que pueda saciarte cosa alguna.
No anheles impaciente el bien futuro,
Mira que ni el presente está seguro.
90 págs. / 2 horas, 38 minutos.
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Publicado el 4 de agosto de 2017 por Edu Robsy.
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