De verdad.
Sin ambages, ni rodeos. Absoluta y tristemente solo.
No hay futuro, sólo fue el brillo imaginario
de un cometa de la alta noche.
Y el pasado parece que no existió nunca; que
sólo mañana es su tiempo posible.
Los proyectos no más que meras ilusiones.
Los temores sí, esos si eran ciertos.
Y el llanto amargo, también.
III
No hay otra cosa en el mundo que los números
congelados de mi reloj digital y mi teléfono sin voz.
El resto se funde en la esfera de música
donde te invoco.
Donde te evoco
Esperando a las diez, como tantas veces, aun
me cabe la esperanza de tu despertar...
¿Quizás a las diez y media?
¿Podría ser a las once?...
Pero no, las horas pasan unas detrás de otras
y el límite de las tres marca la primera cesura de un día vacío.
Este texto no ha recibido aún ninguna valoración.
2 libros publicados.