Con su estilo característico, rico e íntimo, Gabriel Miró vuelve a introducirnos en su peculiar y atenta visión del mundo, recuperando también en algún cuento a su alter ego literario, Sigüenza.
Incluye los 19 cuentos siguientes:
- El reloj
- Día campesino
- La fiesta de Nuestro Señor
- Plática de amigos
- La doncellona de oro
- Las águilas
- El señor Augusto
- Dos lágrimas
- El beso del esposo
- El señor maestro
- La llegada
- Crónica de festejos
- El final de mi cuento
- Parábola del pino
- La compasión
- El presagio1
- La mirada
- Un vagar de Sigüenza
- Notas del mismo
El sobrinico estuvo atendiendo y sus ojos se regocijaron y pensó:
«¿Será Gregorico?... Gregorico es, que dijo que helaría limón para
Corpus». Y guardose en sus bolsillos los zoquetes que le quedaban de su
yantar, y tornó al pueblo.
Ya estaban empaliados los principales balcones y las calles rociadas.
En un cantón de la plaza estaba Gregorico cercado de muchachos que lamían la garrafa con la mirada.
Llegó Ramonete al grupo y saludó risueño y humilde al vendedor; pero
los ojos claros y fríos de Gregorico no le acogieron amigos. ¡Oh!
Gregorico no tenía cara de chico, sino de hombre abobado y cermeño.
Miraba desdeñoso la rapacería anhelante; destapaba la heladora; con el
largo cazo arrancaba de las paredes del cañón los grumos de dulce nieve y
alzando la mano caía estrepitoso el rico y codiciado suco de oro... Y
cuando algún labriego o lugareño pedía de su refresco, le servía
solemnemente con hazañería y melindre de poner, en apariencia, más de lo
que cabía en el vaso de vidrio recio y nublado. Y luego preguntaba
chancero: «¿Va otro? ¡Vaya otro!».
84 págs. / 2 horas, 27 minutos.
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Publicado el 29 de julio de 2020 por Edu Robsy.
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