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"Así, pues, sintiéndome seguro de mi sitio, regresaba cada semana y lo consideraba de mi propiedad. Apenas llegaba, el sábado por la tarde, nos embarcábamos, mi señora y yo, en la Dalila. Bueno: Dalila es mi lancha, que ordené me construyera Fournaise, y es cierto que pocos le ganan en ligereza y seguridad. Le decía, pues, que embarcábamos en la Dalila, y llegábamos hasta el pozo para echar el cebo. Nadie me gana en poner el cebo: lo dicen todos los amigos. ¿Se preguntará usted qué cebo uso? No puedo contestarle. No es asunto que se relacione con el accidente. No puedo contestarle: es mi secreto. Hay más de doscientas personas que me lo han preguntado. ¡Los vasos de vino, las fritangas, los caldillos que me ofrecen para que lo diga! ¡Las zalamerías que me hacen para que les dé mi receta! ¡Mi mujer es la única que lo sabe...!, ¡pero ella tampoco lo dirá, menos que yo! ¿Verdad que no, Melie?
El juez le interrumpió para advertirle:
—Al grano, al grano. Evite las divagaciones...
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Publicado el 8 de junio de 2016 por Edu Robsy.
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