No hay más información sobre el texto «La Mendiga de Locarno».
No hay más información sobre el texto «La Mendiga de Locarno».
Edición física «La Mendiga de Locarno»
El marqués quedó aterrado; sin saber por qué, se echó a reír con una risa forzada y dijo al caballero que, para mayor tranquilidad, pasaría la noche con él en la habitación. Pero el caballero suplicó que le permitiese dormir en un sillón en su alcoba, y cuando amaneció mandó ensillar, se despidió y emprendió el viaje.
Este suceso, que causó sensación, asustó mucho a los compradores, lo que incomodó extraordinariamente al marqués, tanto así que incluso entre los moradores del castillo se propagó el absurdo e incomprensible rumor de que eso sucedía en la estancia a las doce de la noche, por lo cual decidió él mismo terminar con la situación e investigar en persona la próxima noche. Así, pues, nada más empezar a atardecer, ordenó que le pusieran la cama en la susodicha estancia y permaneció sin dormir hasta la media noche. Pero cuál no sería su impresión cuando al sonar las campanadas de medianoche percibió el extraño murmullo; era como si un ser humano se levantase de la paja, que crujía, y atravesase la habitación, para desaparecer tras la estufa entre suspiros y gemidos.
3 págs. / 5 minutos.
142 visitas.
Publicado el 29 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.
Este texto no ha recibido aún ninguna valoración.
Para valorar «La Mendiga de Locarno» es necesario identificarse en textos.info.
2 libros publicados.