«Uno de los argumentos más poderosos e influyentes en favor del gobierno limitado, el laissez faire y el individualismo jamás escrito» Henry Hazlitt
Críticas«Uno de los argumentos más poderosos e influyentes en favor del gobierno limitado, el laissez faire y el individualismo jamás escrito» Henry Hazlitt «Spencer ha sido el filósofo que ha ejercido un influjo más poderoso en la segunda mitad del S. XIX y su doctrina una de las más controvertidas por los filósofos, sociólogos, moralistas y políticos.» Santiago Valentí Camp «Spencer muestra que el liberal primitivo era partidario de la reducción sistemática del poder coercitivo del Estado sobre el ciudadano, siempre que fuera posible. Era partidario de la reducción al mínimo de los momentos en los que el Estado pudiera intervenir coercitivamente sobre el individuo. Era partidario de ampliar continuamente el margen de existencia dentro del cual el ciudadano pudiera ejercer y regular sus propias actividades tal y como él creyera adecuado, libre de control o supervisión Estatal.» Albert Jay NockDescripción del producto"El Hombre contra el Estado es sin duda la obra más conocida de Herbert Spencer. Esta compilación de cuatro ensayos es una defensa del individualismo contra el mayor de sus agresores, el Estado y la clase política.
Spencer (1820 — 1903) fue un autodidacta que se opuso siempre a la autoridad coercitiva del Estado. Estuvo muy influenciado por su padre —profesor de matemáticas— y su tío Thomas Spencer, pastor metodista que menciona en este libro. Ambos contribuyeron poderosamente a su formación liberal y revolucionaria. Escribió en el periódico radical The Nonconformist y posteriormente, y dejando ya su carrera como ingeniero, en The Economist, en aquel entonces, y no como ahora, una publicación radical que defendía a ultranza las ideas del libre mercado y el individualismo.
En el presente libro Spencer nos muestra dos principios ligados, a saber: que las personas han de actuar en su propio interés sin interferencia del Estado, y que los políticos y gestores públicos son capaces de generar más daños a la sociedad que beneficios."
Quizá una analogía le enseñará a comprender su validez. Si, en el Lejano Oriente, donde el
gobierno personal es la única forma de gobierno conocida, oye a los habitantes
el relato de una lucha mediante la que depusieron a un déspota vicioso y cruel
y lo reemplazaron por otro cuyos actos demostraron su afán por el bienestar
común; si después de oírlos les dijera que no habían cambiado esencialmente la
naturaleza de su gobierno, los asombraría grandemente, y con toda probabilidad
tendría dificultad en hacerles comprender que la sustitución de un déspota
benévolo por otro malévolo, no altera la forma despótica del gobierno. Ocurre
igual con la doctrina conservadora rectamente concebida. Representando la
doctrina
conservadora la coacción del Estado contra la libertad del individuo, su
esencia no varía sean sus móviles interesados o desinteresados. Tan ciertamente
como un déspota es siempre un déspota, sean sus motivos para gobernar
arbitrariamente buenos o malos, de igual forma es el conservador siempre un
conservador, tenga motivos egoístas o
altruistas al usar el poder del Estado para restringir la libertad del
ciudadano más de lo que se requiere para mantener las libertades de los demás. El conservador egoísta y el altruista
pertenecen al mismo género conservador; aunque forma una nueva especie del
género el primero. Ambos están en marcado contraste con el liberal, tal como se
le definía en los días en que los liberales merecían ese nombre, cuando la
definición era: una persona que aboga por
una mayor libertad, sobre todo en cuestiones políticas.
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Publicado el 23 de enero de 2022 por An0nym0z II.
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