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Edición física «El Molino Silencioso»
Los negocios florecen. Todas las ruedas trabajan, y los mozos del molino tienen bastante que hacer allá arriba, en la galería, echando el grano en los vertederos, y abajo, vigilando la caída de la harina y del salvado.
—Ahora tengo tres—dice Martín, señalando a los compañeros, blancos como la nieve, que tan pronto suben como bajan por la escalera.
—¿Y tienes todavía a David?—pregunta Juan.
—Naturalmente—responde Martín haciendo una mueca.
Se diría que la sola idea de que David pudiese faltar del molino lo ha llenado de terror. Juan se echa a reír:
—¿Dónde está, pues, ese pícaro viejo?
—¡David! ¡David!
Y la voz potente de Martín resuena a través de la sala, dominando el ruido de las ruedas.
Entonces, del rincón obscuro de las máquinas, cuya masa gigantesca surge del suelo detrás del armazón de las ruedas, se adelanta pausadamente una larga figura vacilante, cubierta de harina de pies a cabeza; aparece un rostro pálido, en el cual sólo se lee esa especie de estupidez que producen los años; una nariz ligeramente colorada que baja hasta la barbilla, unos ojos enfurruñados que se ocultan bajo gruesas cejas, y una boca que parece agitada por un movimiento eterno de masticación.
96 págs. / 2 horas, 49 minutos.
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Publicado el 14 de agosto de 2017 por Edu Robsy.
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