ucho se da inmediata, y cabal cuenta
del inmenso peligro que ofrece la travesía; mas no se inmuta por ello:
es necesario pasar, se pasará... Echa pie a tierra, se quita el poncho y
“compone” el recado, apretando bien la cincha en los sobacos; acorta
los estribos; da cuatro dobleces al poncho y lo pone sobre los
cojinillos, apretándolo con la sobrecincha; luego se quita las botas,
que acollara y amarra a los tientos. En seguida monta, se persigna y
penetra lenta y serenamente en la inmensa sábana de agua... El tordillo,
valiente y dócil, avanza, hundiéndose cada vez que el agua le baña el
lomo; hay más... De pronto, pierde pie, levanta la cabeza, dilata las
narices y resopla con fuerza... El jinete afloja las riendas, se coge de
las crines del bruto con la mano izquierda, desmonta y acostándose
sobre el agua, se dispone a la lucha titánica. Por unas brazas, el
tordillo nada en línea recta, mas, de pronto, lo embiste la corriente,
obligándolo a virar río abajo. El gaucho lo guía palmeándole las
quijadas con la mano libre... Hay momentos en que parece que el bote
viviente va a zozobrar; pero álzase de nuevo, resuella fuerte y sigue
avanzando en la larga terrible diagonal que ha de conducirlo a la otra
orilla... o a la muerte... Se ha llegado a lo más recio de la
correntada; las ancas del animal se han sumergido; luego, el agua le
baña el lomo, y ya sólo emergen la cabeza y el cuello... Momento de
suprema angustia. Un esfuerzo más y el noble bruto afirma los remos
delanteros en el fondo del río, hipa, se encoge y reuniendo sus últimas
fuerzas, da un brinco y queda plantado y temblando en tierra firme...
1 pág. / 1 minuto.
23 visitas.
Publicado el 12 de octubre de 2022 por Edu Robsy.
Valoraciones
Este texto no ha recibido aún ninguna valoración.
Para valorar «El Bote Gaucho» es necesario identificarse en textos.info.