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—¿Si quiere ir a voltear unos palos?... ¿Sabe?
—Yo sé hacer todo lo que saben hacer los gauchos,—respondió con altanería. Y después, sonriendo enigmáticamente:
—Y hoy por hoy, pa la salú, prefiero trabajo e'monte.
El capataz había comprendido perfectamente y sin entrar en averiguaciones indiscretas, lo tomó.
Como resultara excelente, al concluirse el trabajo de monte le ofreció tomarlo como peón de campo, y él aceptó, haciendo la advertencia de que era posible alzara el vuelo el día menos pensado.
Buen compañero, siempre servicial, Setembrino no intimaba con nadie, sin embargo. Sin ser huraño, su reserva era extrema y sólo cuando las circunstancias lo exigían, tomaba parte en las conversaciones de los camaradas, ni tampoco en sus diversiones..
Pedro Lemos, que sentía por él una gran simpatía, tentó muchas veces, inútilmente, arrancarle el secreto de su taciturnidad o arrastrarlo a bailes y jaranas.
Nunca solicitaba nada. Si se encontraba sin tabaco era capaz de pasarse el día sin fumar, antes de pedir un cigarrillo.
2 págs. / 4 minutos.
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Publicado el 7 de septiembre de 2022 por Edu Robsy.
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