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Y era cual medrosa imploración de un niño sorprendido por la
noche en desconocida vereda de la montaña; imploración ténue y
tristísima, pues que se sabe la ineficacia del ruego y la imposibilidad
del auxilio...
Mi amor’se muere de frío...
¡ay¡ ¡ay! ¡ay!...
porque tu pecho de roca
no le quiere dar asilo...
Porque tu pecho de roca,
¡ay! ¡ay! ¡ay!
no le quiere dar asilo! ...
Rápidamente iban intensificándose las sombras y Eva, lejos de
apresurar la marcha, atardaba el regreso ai hogar. Las montañas que
tapiaban el valle parecían unir sus cumbres, formando colosal bóveda
granítica. Y el valle, ya en tinieblas, semejaba una cripta fabulosa,
soberbio mausoleo de titanes, grandes y fuertes como las moles roqueñas
que forman las vértebras del espinazo de América. Un sepulcro demasiado
amplio para el pequeño cuerpo endeble de la pastora!... Sin embargo, a
ella le atraía, imaginándose llenarlo con su espíritu, con sus
recuerdos, con su amor.
2 págs. / 5 minutos.
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Publicado el 8 de octubre de 2022 por Edu Robsy.
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