No hay más información sobre el texto «Soledad».
Este texto forma parte del libro «Macachines».
No hay más información sobre el texto «Soledad».
Este texto forma parte del libro «Macachines».
No cantaban los chajaes en el pajonal vecino, ni gritaban los teros a la vera del cañadón menguado, ni silbaban, volando al ras del suelo, sobre las masiegas de paja mansa, las tímidas perdices. La naturaleza allí, no tiene lengua; el corazón de la tierra no palpita allí. El sol abrasador del mes de enero, calcina las rocas, agrieta el suelo, achicharra las yerbas, seca los regatos, y sin embargo, se siente frío en aquel sitio.
Yo me acerqué al rancho, golpié las manos y pronuncié el obligado:
—¡Ave María!
Y una voz cavernosa respondió:
—¡Sin pecado concebida!... ¡Abajesé!...
Desmonté. Ante mí, sentado sobre un cráneo de vacuno, estaba un hombre viejo; viejo como esos caballos del piquete, que tienen la carretilla mora y los dientes en horqueta y que a pesar de eso trotan leguas y endurecen el garrón en los barriales.
—Paisano —dije,— vengo muerto de sed, y en la cañada...
—En la cañada —interrumpió,— el agua es fiera; pero es la única que tenemos pa beber nosotros.
2 págs. / 4 minutos.
38 visitas.
Publicado el 30 de octubre de 2022 por Edu Robsy.
Este texto no ha recibido aún ninguna valoración.
Para valorar «Soledad» es necesario identificarse en textos.info.
306 libros publicados.