Voltiando Palos

Javier de Viana


Cuento


A Julio María Sosa.


Iba acabándose el día. Metido hasta media pierna en el bañado, Elviro meneaba facón á la paja brava con valentía apasionada.

Y mientras metía facón, decía:

—Dos mazos más, y dispués á voltiar los cuatro coronillas que m’encargó el patrón pa postes del rancho de l’agregada... ¡Dale facón, Elviro, y dispués, dale hacha!...

Y al rato:

—Güeno; esto y’astá. Aura vamos á los palos.

Caminó unos cincuenta metros, penetró en el monte, observó un árbol, le pareció bueno, y empezó á herirlo á golpes de hacha.

Y cantaba:


Para mí todo es lo mesmo.
invierno que primavera:
yuyos cuando cai l’escarcha:
y al beso del sol yuyera!...


—Pucha que lo tiró de las cuatro raíces al coronilla éste!... Había sido más duro qu’aspa de güey barcino.. L’encajé con fuerza y rebotó no más. ¡Ah toro! Pero á la larga no hay cotejo, m’hijito: yo te volteo ó el diablo carga con los dos, con vos pa leña, conmigo pa sebo p’hacerte arder... No... no te defendás porq’es al cuete: lo mesmo te vía dar contra el suelo, porqu’entre pístola’e chispa y remitón, no es ni carrera!...

Pegó otro hachazo. Hizo saltar astillas, rojas y mojadas. Y cantó:


Para mí todo es lo mesmo.
para mí todo es igual:
que me maten de un balazo.
que me achuren con puñal.


El gauchito reposó un momento. Miró el cielo, miró el árbol, miró el hacha y dijo:

—Sos duro, pero yo te bajo d’esta hecha!... Resistite no más, qu’es pa pior!...

Dio un hachazo feroz y la herramienta rebotó.

—¡Ah! ¿Conque no?... ¿un ñudo?... ¡Siempre he de encontrar ñudos en mí vida!... Pero esperate: allá va esto!...

Y enarbolando la herramienta, afirmándose en los garrones, blandió el hacha y descargó un golpe tremendo, que hizo temblar la copiosa ramazón del coronilla.

—¿Qué te parece?... ¿Tenes miedo que t’echen al fuego ó que te claven de horcón pa presenciar miserias?... Y tendrás que aguantar, m’hijito, tendrás que aguantar no más... ¡Disculpa si te lastimo!...

El fierro había quedado clavado en el tronco del árbol, Elviro se escupió las manos, arrancólo y mientras lo levantaba con bríos, exclamó:

—Si no cais d’esta vez, viejo coronilla orgulloso, no cais nunca!... Pero tenés que cair!...

Y al golpe formidable el árbol exhaló un quejido y se desplomó con majestuosa lentitud.

Elviro resolló fuerte. Sacó la tabaquera y el librillo de papel Duc; lió un cigarrillo, lo encendió, chupó, echó una boconada de humo, y dijo, mirando al coronilla abatido.

—Permítame que te ponga la pata encima... ¿Te duele?... ¡Ya sé!... En un tiempo yo también fui coronilla y me metieron hacha y me voltiaron y me pisaron... Aguanté como varón... ¿Te duele che?... Diculpá, hermanito, no quise hacerte daño, pero me mandaron cortar, y corté... Si no corto, me cortan... ¿Es razón?.. A mí me da pena por vos y por los pájaros que hacían nido en tus ramas... ¡La pucha, cuánto nido!... Vos has sido un árbol güeno... pero estás grueso, grandote, y había qu’echarte abajo... ¡Disculpa, hermano!... Vos sabés que si no hubiesen cuchillos, las vainas estarían demás. Te mato porq’es preciso matar pa darle vida á otros... Sin leña no se hace asao!... ¿Es bruto, che, coronilla?... Sí; pero es asina.

Calló de pronto el gaucho. Arrojó el cigarrillo. Oprimióse las sienes y dijo:

—¡Cuánta charla al ñudo!... ¡Pucha! ¡y cuánto trabajo al cuete!... ¡Con el facón y con el hacha yo hubiera podido hacer muchas otras cosas mejores y más de provecho pa mí!... Un pescuezo de cristiano es menos duro que un cerno de coronilla... Pero...


Para mí todo es lo mesmo.
invierno que primavera...
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«Y dispués, al fin y al cabo, entre matar á un hombre ó á una mujer,—una mujer y un hombre, es casal,—pa ser justo, vale más matar un árbol... Y sin, embargo, á las veces un árbol vale más que un hombre y que una mujer... solos ó en yunta!...


Publicado el 24 de agosto de 2022 por Edu Robsy.
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