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Edición física «Aurore y Aimée»
—Entonces tenía muchas cosas que hacer —dijo la pastora.
—Sí, madre, —contestó Aurore—. Todas las mañanas iba a pasear con mis amigas; después del almuerzo me peinaba; por la tarde asistía a reuniones, iba a la ópera, al teatro, y por la noche al baile.
—Sí, realmente tenía muchas ocupaciones, —dijo la pastora— y sin duda no se aburría.
—Le pido perdón, madre, —contestó Aurore—. Cuando estaba un cuarto de hora sola, lo que me ocurría a veces, me aburría soberanamente; pero cuando íbamos al campo era aún peor y pasaba el día peinándome y despeinándome para distraerme.
—Entonces, ¿no se sentía feliz en el campo? —dijo la pastora.
—Tampoco lo era en la ciudad, —contestó Aurore—. Si jugaba, perdía mi dinero; si estaba en una reunión, veía a mis compañeras mejor vestidas que yo y eso me disgustaba mucho; si iba al baile, sólo me preocupaba de buscarle defectos a las que bailaban mejor que yo; en fin, que no he pasado ni un solo día sin tener disgustos.
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Publicado el 29 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.
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