No hay más información sobre el texto «A Contrapelo».
No hay más información sobre el texto «A Contrapelo».
Su predilección por la literatura latina se hacía más débil al acercarse al final de esos dos siglos y poco entusiasmo conseguía sentir por la prosa ampulosa de los latinistas carolingios, los Alcuinos y los Eginhardos. Como muestras del lenguaje del siglo IX, se contentaba con las crónicas de Freculf, Reginon y el autor anónimo de Saint-Gall, con el poema sobre el sitio de París ideado por Abbo le Coubé, y con el Hortulus, el poema didáctico del benedictino Walafrid Strabón, cuyo canto consagrado a la glorificación de la calabaza como símbolo de la fecundidad hacía cosquillas a su sentido del humor… Otra obra que apreciaba era el poema de Ermond le Noir que celebraba las hazañas de Louis le Débonnaire, poema escrito en hexámetros regulares, en un estila austero y hasta sombrío, una lengua férrea enfriada en aguas monacales pero con fallas en el duro metal, donde se mostraba el sentimiento y otro, un poema de Macer Floridus, De viribus herbarum, del cual gozaba especialmente por sus recetas poéticas y las notables virtudes que atribuía a determinadas plantas y flores, la aristoloquia, por ejemplo, la cual, mezclada con carne de vaca y puesta sobre el abdomen de una embarazada determinaba infaliblemente el nacimiento de un hijo varón, o la borraja, la cual servida como cordial alegra al huésped más sombrío, o bien la peonía, cuya raíz en polvo constituye una cura duradera para la epilepsia, o bien el hinojo, que aplicado al pecho de una mujer aclara su orina y estimula sus períodos inactivos.
232 págs. / 6 horas, 46 minutos.
1.705 visitas.
Publicado el 13 de febrero de 2017 por Edu Robsy.
Este texto no ha recibido aún ninguna valoración.
Para valorar «A Contrapelo» es necesario identificarse en textos.info.
2 libros publicados.