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¡Halalí!
Ya es inútil, viejos lobos de mar; asoleados, ennegrecidos nautas: nunca más vuestros pies se asentarán en tierra firme. Para vosotros –como para mí– el grito del cuervo trágico: Never more!
¿A qué luchar? Esperad –como yo lo hago– que la hora llegue, escrutando en el recuerdo, en la honda sima, del recuerdo, las huellas de la vida mala. Y entretanto, elevaos a Dios con el pensamiento.
…Jamás ojos algunos lloraron por mi culpa.
¡Halalí!
Os pido, mujeres que me quisisteis, perdón si alguna vez hubo en mi vida un acto que os disgustó: madre mía, ancianita linda, vieja canosita y risueña en tu hamaca, de mecida corta; ñaña Felipa, de bravo nombre historiado, altota como eras, fea y sentimental; ñaña María Teresa, agria y bonita, cabecita loca y corazón de oro, que te fuiste al misterio en aquellas memorables “salidas de aguas” del 23… Digo adiós a vosotras dos que vivís, y a la difuntita digo, desentendido de mí mismo: “¡Ahí va eso!”
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Publicado el 6 de septiembre de 2021 por Edu Robsy.
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