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—No hay pa tanto, hombre; no hay pa tanto.
—Claro que sí. Como anda la soga…
—A voh no te bian de garrar. Ti'a juyes de'erbarde.
A tu’hijo Ramón si tarveh lo aprienderían.
—¿A mi'hijo?
—Digo. Como eh mozo y sirve pa sordao…
El viejo Pancho palideció de nuevo. Instintivamente miró hacia arriba, a lo alto de la casa, donde estaba su hijo, y suspiró:
—A mi hijo —repitió en un gagueo—. Y parece que a voh te gusta eso, Mario. Hay una razón.
Como lah tuya no mah son hijah mujeres, y lah mujeres sólo valen pa…
Se contuvo al advertir que su compadre habíase arrancado bruscamente el cigarro de la boca, gesto que en él significaba rabia. Pancho tenía motivos para temer el coraje de su compadre, quien, aunque tan viejo como él mismo, se las traía fuertes aún en lo de puñetazos y machetadas. Como que fue en su hora el mejor "jugador de jierro" de esas orillas. Así pues, variando su última frase, Pancho concluyó:
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Publicado el 25 de abril de 2021 por Edu Robsy.
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