El Juguete Veneciano

José Fernández Bremón


Cuento


—¿Les parece a usías conveniente —decía el preceptor a los hijos de un magnate de la corte de Felipe III— hacer esperar tanto a su maestro, que viene del otro extremo de Madrid a darles su lección de cosmografía y matemáticas?...

—Es que...

—¡Silencio! —dijo el maestro, interrumpiendo a Fernandito, lindo y travieso muchachuelo de diez años—; que hable el hermano mayor: don Juan es el mayorazgo y le corresponde la preferencia.

Don Juan tendría dos años más que su hermano, y en su aire de superioridad se comprendía que estaba acostumbrado a las adulaciones de su rango y títulos futuros.

—Nos ha entretenido un juguete que me han traído de Venecia —respondió con cierta altanería—; es muy bonito y lo hemos estado ensayando en el jardín.

—¿Y creen usías que el juego es preferible a los estudios?

—Es que nos han dicho que este juguete es científico.

—¿Cómo y cuándo puede ser la Ciencia objeto y ocasión de juego? —dijo indignado el profesor.

—Aquí está —replicó Fernandito sin poder contenerse, y sacando un tubo de latón, por el cual se puso a mirar a la ventana.

—Venga ese juguete —repuso el maestro arrebatándoselo al niño y examinándolo con atención—. ¿Cómo se llama esto?

—Dicen que se llama telescopio. Se ven con él más grandes y más cerca las personas y los árboles que están lejos —repuso el mayorazgo.

—Ésas son ilusiones ópticas —replicó el maestro—; aberraciones de la vista.

—No, señor profesor; mire su merced por los cristales de ese tubo —decían los niños, invitándole a mirar.

—¿Creen usías que he de convertir la clase en juego? Además, ya conozco este instrumento y les advierto que es muy peligroso. Sobre todo, les prohíbo mirar con él al cielo. Sepan usías que sus aberraciones y las visiones que produce han vuelto el juicio a algunos en Italia. Mirando por ese tubo se ha atrevido un mentecato a negar el movimiento del Sol en torno de la Tierra.

—¿Es posible negar eso? —decían sonriendo los alumnos de cosmografía.

—Eso es posible con el engaño de esos tubos.

—¿Y quién es ese loco?

—Un embaucador que se ha empeñado en defender los mayores absurdos: un tal Galileo.


Publicado el 12 de julio de 2024 por Edu Robsy.
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