No hay más información sobre el texto «Heredero Universal».
No hay más información sobre el texto «Heredero Universal».
Leer en línea «Heredero Universal»
Descargar PDF «Heredero Universal»
Descargar ePub «Heredero Universal»
Descargar Kindle «Heredero Universal»
Edición dislexia «Heredero Universal»
Enviar a Kindle «Heredero Universal»
Enviar a Pocketbook «Heredero Universal»
Regalar ebook «Heredero Universal»
Edición física «Heredero Universal»
Denunciar libro «Heredero Universal»
Aquel cúmulo de riquezas no era nada. Todas las casas de Madrid y su contenido me pertenecían: mis cuadros eran las galerías del Museo: San Francisco el Grande uno de mis oratorios: el trono era uno de mis asientos y mi librería la Biblioteca Nacional, podía jugar a las aleluyas con billetes de banco y quemar en mis chimeneas muebles góticos.
Pero ¿de qué me servía tanta abundancia de todo, si sólo podía utilizar lo indispensable? ¿Para qué tantas pipas de vino y de licor, si sólo cabían en mi estómago algunos sorbos? Los museos eran míos, pero ¿qué diferencia existía entre aquella posesión y la facultad que antes tenía de ver y de admirar sus obras maestras? ¿A qué tantos palacios, si sólo podía ocupar una habitación? ¿De qué me servían tantas riquezas, si no podía utilizarlas en suscitar envidias y enemistades, único resultado positivo que obtiene quien las posee?
En la silenciosa villa, sólo se oía un rumor triste y monótono: el de los caños de las fuentes. Esos surtidores, que no suenan jamás, ahogado su rumor por el estruendo de la población viva, se oían desde lejos en aquella soledad.
2 págs. / 3 minutos.
9 visitas.
Publicado el 13 de julio de 2024 por Edu Robsy.
Este texto no ha recibido aún ninguna valoración.
Para valorar «Heredero Universal» es necesario identificarse en textos.info.
156 libros publicados.