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La llamaban madre Zanca por abreviar su mote verdadero de tía Zancadilla, que obtuvo sin duda por haber hecho tropezar a las mejores mozas de Toledo. Al acercarse el mediodía hablaba de este modo a sus discípulas:
—¿Cómo ha de ser? Comeremos sin galán, pero muy bien. Vengo de pasar revista a los guisos y la esclava se ha lucido: tenemos sopa de perdices, pastel de olla podrida, artaletes de ternera, madrecillas de gallina, platillo de puntas de cuernos de venado, jalea de hinojos, ¿qué sé yo? Hay que estar alegre. No todos los días se cumplen cien años; y nosotras reunimos dos siglos entre todas: entre las seis tenéis cien años; yo cumplo el otro siglo, hoy 15 de abril de 1579...
—¡Cuánto habréis visto, madre Zanca! —dijo Estrella.
—Visto y pasado. Como que conocí a Cristóbal Colón, el que descubrió la India o lo que sea. Tenía yo trece años, y me dio un pellizco estando en el Real de Santa Fe; entonces no hice caso, pero luego que fue tan renombrado, sentí que no me hubiera sacado la tajada.
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Publicado el 18 de julio de 2024 por Edu Robsy.
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