Las visitas y las Machucas se encargaban de establecer las demás libertades.
Una vez establecido este sistema democrático, a las Machucas no les
faltaba a la semana tamalada, baile o excursión en que divertirse;
porque así estaban listas para ir a un día de campo, como a un
casamiento, sin pararse en quién era el anfitrión, ni en quiénes eran
los novios.
Visitaban a las Machucas muchos hombres y casi ninguna señora.
Confesaban ellas mismas que, para tratar con señoras, se necesita mucho
cuidado y muchos cumplimientos, a que ellas no estaban acostumbradas.
Machuca estaba en este punto de acuerdo con sus hermanas.
Una de las visitas de las Machucas era un señor un poco entrado en
años, de bigote y pelo gris claro, ojos claros y aspecto inofensivo; era
un señor rico, según fama, que sabía hacer negocios sin ser abogado;
vivía de corretajes, de cambalaches y combinaciones, y era afortunado.
Tenía una cosa, y casi no se puede decir en castellano, porque no
daría una idea exacta de lo que tenía aquel señor, y se necesita decirlo
en latín. Tenía, en fin, coram vobis, que es una de las cosas muy útiles de tener en México para hacer letra.
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