Este ebook gratuito del libro de Juan Díaz Covarrubias «El Diablo en México» en formato ePub es perfecto para ser leído en un lector de ebooks o en tablets y smartphones con las apps adecuadas. ePub es un formato abierto, compacto y compatible, por lo que es el que se recomienda desde textos.info a todos los lectores.
Este texto, publicado en 1858, está etiquetado como Novela corta.
Novela corta.
57 págs. / 1 hora, 40 minutos / 214 KB.
18 de junio de 2019.
Quién sabe qué tiempo hacía que duraba aquel cambio de miradas, cuando la misa concluyó. La multitud comenzó a agitarse en todos sentidos como el oleaje del mar enfurecido, y la hermosa niña lanzando una última mirada al elegante joven, hizo una seña a otra persona que detrás de ella oraba de rodillas. Era una de esas que en la antigüedad se llamaron dueñas, más tarde, ayas, y hoy reciben de las jóvenes un nombre un poco más grosero, las llaman simplemente viejas. Iba vestida con la clásica saya negra y la correspondiente mantilla con centro de tafetán. El joven había andado algunos pasos en dirección a la puerta; pero al volver el rostro vio a la bella desconocida que se dirigía a la fuentecilla del agua bendita que a sus espaldas quedaba. Un pensamiento iluminó súbitamente su imaginación, calculó su tiempo, se volvió lentamente, introdujo la punta de sus dedos en el agua y los presentó a la señorita que se acercaba. Los dedos se tocaron al través de los guantes. La doncella se ruborizó hasta en lo blanco de los ojos e inclinó la cabeza. El joven se puso pálido hasta en el sonrosado de los labios, y se llevó las manos al corazón como si el exceso de la emoción amenazase reventarle dentro del pecho. Tal vez esto parecerá exagerado a las naturalezas poco impresionables que dudan de todo; pero no hay duda para las almas ardientes, que media hora es tiempo bastante para hacer nacer una pasión, y aquel que ama se estremece al sentir aunque sea al través de un guante el contacto de la mano de la persona amada. Las almas gastadas necesitan el tiempo o una viva excitación para conmoverse; pero las almas juveniles se entusiasman pronto y fácilmente. La joven había salido ya del templo, y todavía su conmovido amador permanecía inerme y soñando. Fue sacado de su éxtasis por un brusco sacudimiento en su brazo, y por una voz alegre y franca que le dijo: