Cuento rural
Un hombre solitario tiene un perro también solitario. Viven la vida a su manera, fuera de lo ordinario, y la gente no entiende ni al amo ni al animal.
Cuento rural
Un hombre solitario tiene un perro también solitario. Viven la vida a su manera, fuera de lo ordinario, y la gente no entiende ni al amo ni al animal.
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Fue en uno de esos encuentros que un carrero mirando el perro dijo esto:
—¡Mire que el perro es animal de buen aprender!... ¡Este parece hecho pa usté...!
Martiniano calló un segundo y respondió:
—¡Psss!... El perro es sin fin...
Hizo otra pausa y agregó:
—Al cristiano lo entiende aunque no hable...
El otro preguntó:
—¿Será verdad que es al único animal que no lo come ningún bicho?
—Es. Esté seguro que no lo come... Cuervadas muertas de hambre le vuelan y no se le arriman... Las trae el olor y las corre el reconocer que es perro.
—Respeto, tal vez.
No. Según Martiniano era un misterio. ¿No sabía cómo moría el perro? ¡Solo!
—¡Busca un echadero escondido y ya está!
—¡Fijesé!
Sí. Era así. El perro y el hombre eran los únicos que devolvían a la tierra todo el cuerpo.
El perro de tanto oírse nombrar estaba atento a la conversación. Y esto tenía asombrado al carrero.
3 págs. / 6 minutos.
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Publicado el 25 de febrero de 2025 por Edu Robsy.
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