¡Que se vayan todos al diablo! Con eso me basta. Necesito tranquilidad. Vendería el universo entero por un peso, con tal que me dejaran tranquilo. Si me dicen que el mundo entero se hundirá a menos que yo deje de tomar mi té, mi respuesta será: «¡Digo que el mundo se vaya al infierno, pero siempre debo tomar mi té!»
¿Sabías todo esto?
Pues yo sé que soy un canalla, un miserable, un holgazán, un egoísta. Desde ayer estoy temblando ante el temor de que vinieras. Pero ¿sabes lo que más me preocupaba estos últimos días? El hecho de que aparecí ante ti como un héroe, y pronto me verías sucio y mísero.