Libro gratis: De la Naturaleza de las Cosas, De rerum natura
de Lucrecio


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Poesía, tratado, filosofía


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De la Naturaleza de las Cosas

Traducción en prosa de la obra "de rerum natura"

Poema didáctico, dentro del género de los periphyseos cultivado por los filósofos atomistas griegos, escrito en el siglo I a. C. por Tito Lucrecio Caro; dividido en seis libros, proclama la realidad del hombre en un universo sin dioses e intenta liberarlo de su temor a la muerte. Expone la física atomista de Demócrito y la filosofía moral de Epicuro. Constituye posiblemente la mayor obra de la poesía de Roma y, sin duda, uno de los mayores intentos destinados a la comprensión de la realidad del mundo y de lo humano.

Literalmente el título se traduce del latín como Sobre la naturaleza de las cosas, aunque a veces se llega a traducir como la Sobre la naturaleza del Universo, quizás para reflejar la escala real que se trata en el libro, o La naturaleza simplemente. La visión de Lucrecio es bastante austera, sin embargo incita a unos cuantos puntos importantes que permiten a los individuos un escape periódico de sus propios deseos y pasiones para observar con compasión a la pobre humanidad en su conjunto, incluyéndose a sí mismo, pudiendo observar la ignorancia promediada, la infelicidad reinante, e incita a mejorar aunque sólo sea un poco más todo aquello que nos rodea. La responsabilidad personal consiste en hablar sobre la verdad personal que se vive. De acuerdo con Sobre la naturaleza de las cosas la proposición de verdad de Lucrecio está dirigida a una audiencia ignorante, esperando que alguien le escuche, le comprenda y de esta forma le pase la semilla de la verdad capaz de mejorar al mundo.


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Fragmento de «De la Naturaleza de las Cosas»

Necesario es repetir una y mil veces que los cuerpos simples en su caída tienen una mínima declinación. No trato de inventar movimientos oblicuos que la observación no haya revelado; es patente, y de ello la vista nos da testimonio, que los cuerpos no siguen en su caída una dirección oblicua; pero ¿quién puede afirmar sólo por la autoridad de sus imperfectos sentidos, que los cuerpos al caer no se aparten algo de la línea recta?

Si es cierto que entre todos los movimientos ó manifestaciones de la vida hay una regular perpetua conexión, y que todas las cosas en el mundo se producen dentro de un orden inquebrantable, cierto ha de ser también que la declinación de los cuerpos simples no puede originar combinación alguna que rompa los lazos del destino y perturbe la ley que á cada hecho convierte en causa de lo infinito, pero engendra la libertad de que gozan los seres animados para dirigirse hacia donde el deseo los incita, aunque en nuestras acciones domine un agente motriz, que es origen de los movimientos voluntarios, en cuya virtud nos determinamos, no por las atracciones de tiempo fijo ó de lugar cierto, sino por los impulsos de nuestra alma. Es indiscutible que la voluntad es la fuerza propulsora del movimiento, cuyos estímulos se extienden por todo el cuerpo. ¿No has tenido ocasión de observar que los caballos dispuestos para la carrera, en el instante en que se abren las puertas del circo, se inquietan y se estremecen, porque no pueden lanzarse desde luego hacia donde los empuja su ardoroso instinto? Extendidas por todo el cuerpo las energías de la vida, han de auxiliarse recíprocamente para realizar, en conexión estrecha, las determinaciones de la voluntad. Por tanto, en el corazón surge el principio del movimiento, la voluntad imprime á éste la dirección, y seguidamente se comunica á todo el organismo.


209 págs. / 6 horas, 6 minutos.
1.644 visitas.
Publicado el 5 de agosto de 2020 por Edu Robsy.


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