Fría Venganza

Manel Martin's


Novela



No es más ciego quien no ve, que quien que se empeña en no mirar.

Prologo

La historia empieza en el año dos mil siete, cuando el presidente del gobierno se percató, que la economía del país podía estallar en cualquier momento y empezó a sacar leyes que se pondrían en funcionamiento, entre el dos mil once y dos mil trece.

Zapatero venció en las elecciones del año siguiente, e intentó tapar el desaguisado del que había sido indiscutiblemente culpable, por no poner freno a la construcción, pero sobre todo al querer ocultar la burbuja inmobiliaria. Sé que muchos (interesados) achacan la crisis a las inversiones bancarias, pero eso solo atañía a los inversores. En fin dar explicaciones podría ocupar más sitio que este relato y mover un sinfín de discusiones, según el color del interlocutor.


Pero nuestra historia poco tiene que ver con la política y si con los tiempos y problemas, a los que tuvieron que hacer frente muchas empresas a consecuencia de la crisis.

Nuestra narración no es totalmente como la relato, ni por supuesto los protagonistas pero si muy parecida, solo he añadido un poco de imaginación propia y espero que con ella disfruten ustedes.


El autor

Fría venganza

El día era caluroso en la hermosa isla de Mallorca, el mes de junio imponía su ley debido al ambiente húmedo por la proximidad del mar, la ropa se pegaba al cuerpo con el sudor. Era natural por esas fechas, el verano irrumpía con fuerza.

Anabel salió a la calle desde el instituto donde había terminado un máster en economía, su madre enferma la esperaba en su casa. No podía perder tiempo ni distraerse, viendo la gran cantidad de jóvenes turistas, venidos de otros países, circulando por la calle e invadiendo las aceras si dejar sitio, la torre de babel de todos los años estaba servida, ataviada con sus camisetas y bañadores multicolores, buscando broncearse y divertirse como otros años.

Nada de su entorno distraía su mente Anabel estaba ocupada entre su madre y los estudios, como único fin. Debería atender a su madre enferma y a las seis de la tarde acudir a clase de Alemán, ya dominaba el francés y el Inglés. Su madre le había inculcado una y otra vez, que el saber no ocupaba lugar y que frente al desafío de la vida, debería estar preparada, como bien decía, “nadie sabe que te depara el futuro”. Solo quedaba una semana para terminar el curso de Alemán, el cual pensaba proseguir en Septiembre. Siempre había creído que dominar varios idiomas, le abriría las puertas a trabajar, en un sitio tan turístico como era su querida Mallorca.

Anabel se fundió entre la gente que invadía la calle y en menos de media hora estaría en su casa.

“Su casa” una antigua pensión reformada y reconvertida en apartamentos, en los cuales vivía Anabel y su madre. El inmueble constaba de cuatro alturas, con el ascensor y las viejas escaleras de mármol blanco, rodeándolo y dividiendo el inmueble en dos partes. A la parte derecha cuatro viviendas de ciento veinte metros las cuales estaban alquiladas todo el año, siendo la superior o cuarto piso, donde vivía Anabel y su madre. Esta disponía de una habitación de verano sobre la terraza, comunicada por una escalera de caracol a la vivienda, la cual les proporcionaba una habitación extra y una enorme terraza. La terraza del edificio dividida por medio de una pared de ladrillo de un metro de altura, le ofrecía la enorme terraza para su uso exclusivo.

En el primer piso vivía el hermano de su madre. El tío Paco muy querido por Anabel, pues se había comportado como un padre para ella. Padre al que no había conocido.

El tío Paco solo pagaba una cantidad simbólica ya que su esposa, la señora Cándida se encargaba de la limpieza del edificio y de los apartamentos con la ayuda de Paco.

A la izquierda de la escalera dos apartamentos por planta de sesenta metros, daban suficiente para cubrir sus necesidades. La mayoría del año estaban ocupados y en verano sus precios aumentaban según la demanda.

La planta baja era dedicada a garaje, con una puerta de entrada y una de salida para beneficio de los clientes.

Hacia unos años que su madre había adquirido, una pequeña casa al lado derecho de la pensión, con la intención de unirla al edificio. Pero había gastado todos sus ahorros en la compra y no podía abordar la construcción o reforma.

Con tirar los tabiques del interior y colocar una puerta enrollable se convirtió en el garaje particular de Anabel y su madre. Allí guardaba Anabel un viejo Seat Ibiza perteneciente a su madre, el cual utilizaba en contadas ocasiones; junto con todos los muebles y utensilios sobrantes de los apartamentos. En realidad se había convertido en almacén.

Anabel abrió la portería y subió al ascensor, al llegar a su rellano, la puerta de su casa estaba abierta, en su interior encontró a tía Cándida llorando amargamente, mientras otra vecina intentaba consolarla.

—¿Qué ocurre tía, dime que ocurre? Entro a la habitación directamente, su madre no estaba; se volvió sobre sus pasos.

Cándida pudo al fin decir.

—Se la han llevado al hospital; solo pudo llegar a la puerta y abrir. María la encontró en el suelo y nos llamó, tu tío está con ella.

Anabel no esperó mas bajó corriendo las escaleras y se dirigió al hospital. Notaba una fuerte opresión en el pecho. En su mente se agolpaban los más tristes augurios, mientras en sus adentros susurraba ¡Dios mío que no le pase nada a mi madre!

Su madre era toda su vida, amiga y consejera la unión entre las dos era más que el simple trato entre madre e hija. La ausencia de una figura paterna había unido con fuertes lazos a las dos mujeres.

Llegó al hospital y se dirigió a urgencias, preguntando con angustia en el mostrador, una voz la llamó a su espalda. Su tío Paco acudía en su busca.

—¿Cómo está? ¿Qué le ha pasado?

—Para, para; no sabemos nada todavía está el médico con ella. Solo puedo decirte que aquí ha llegado viva y rápidamente la han llevado dentro.

—¿Qué me puedes contar?

—Solo sé que María, la vecina de abajo escuchó un ruido, cuando iba a entrar en su casa y la encontró en el pasillo sin conocimiento. La cogí y me la traje con mi coche no quería perder tiempo llamando una ambulancia.

Anabel sabes que el corazón de tu madre está delicado y que según dijo el doctor su vida no será muy larga

—Sí, tienes razón, pero no parece que vaya a ocurrir nada cuando hablas con ella y la ves con esa lucidez. ¡Dios mío que no se muera!

Anabel se echó a llorar en los brazos de Paco. Al cabo de una hora apareció el médico e impulsados por la incógnita se levantaron veloces y se dirigieron hacia él doctor.

—¿Cómo está doctor?

—De momento la hemos estabilizado. Su madre ha tenido un ictus, o sea un desrame cerebral y se encuentra en coma, de momento no podemos hacer nada más, hay que esperar y ver como evoluciona.

—¿Su corazón? Estaba...enferma del corazón.

Anabel seguía preguntando con la voz temblorosa.

—¿Se pondrá bien?

—Eso, solo dios lo sabe. Nosotros hemos hecho todo cuanto estaba en nuestras manos, no puedo decirle más, de momento su corazón ha aguantado.

—¿La podemos ver?

—Se encuentra en la unidad de cuidados intensivos, solo la pueden ver a través del cristal, si quieren quedarse pueden hacerlo aquí en la sala. Aunque les aconsejo que vuelvan a casa. Aquí no pueden hacer gran cosa. Excepto dormir incómodos o velar, lo cual en nada mejora a la enferma.

—Gracias doctor.

Anabel y Paco se quedaron sentados, hasta que la enfermera les dejó entrar al pasillo desde donde se podía ver a su madre. Estaba inmóvil y con varias maquinas conectadas. Anabel no pudo aguantar mucho el espectáculo y decidió salir.

Al momento armándose de valor, se secó las lágrimas y le dijo a su tío.

—Deberías volver a casa yo me quedaré no pienso irme y tú siempre tienes trabajo. Como ha dicho el doctor aquí no hacemos nada.

Paco ante la firmeza de Anabel no pudo más que cumplir con los deseos de su sobrina y diciéndole.

—Bien pero mañana temprano estaré aquí— salió por la puerta dejando a Anabel en la sala.

Durante toda la tarde y la noche estuvo pendiente de las enfermeras, sin recibir noticias. Al amanecer estaba dormida sobre una silla, cuando entro Paco y no queriendo despertarla se sentó a su lado, ofreciendo su hombro para apoyar la cabeza.

No tardó en entrar el médico de guardia preguntando por Anabel Ferrer Nadal.

Paco y Anabel se acercaron al doctor.

—Yo soy Anabel. ¿Cómo está mi madre?

—Siento comunicarle que su madre ha fallecido. Su corazón se ha parado, no hemos podido hacer mas ¡lo siento! Ha sido llevada al depósito.

Anabel reaccionó con serenidad ni una sola lágrima brotó de sus ojos, con toda entereza le dijo a su tío.

—Vámonos; aquí ya no hacemos nada, hablaré con la compañía de decesos y que la trasladen a Valldemosa. Ella siempre tenía en mente su pueblo natal, le gustaba visitarlo y hablar con sus viejas amistades.

Paco no dijo palabra, rodeo con su brazo los hombros de Anabel y se la llevó a su casa.

Al día siguiente salían tras el coche de la funeraria en dirección a Valldemosa. Después de depositar a su madre en el nicho y despedirse en silencio de ella. Anabel depositó un ramo de claveles rojos en el nicho de su padre al que no conocía. Su padre o “marido real de su madre” había fallecido cuando ella tenía escasamente tres años, solo sabía de él, que su madre le ponía esas flores por todos los santos.


Paco disponía de una vieja casa en el pueblo, que utilizaban tanto él como su hermana y Anabel, cuando querían pasar unos días en Valldemosa.

Le aconsejó a Anabel pasar allí la noche y volver al día siguiente. A Anabel le pareció que sería la mejor opción, al fin y al cabo era viernes y no podía volver al instituto hasta el lunes.

Esa noche después de cenar. Mientras Cándida acostaba a sus hijos se quedó junto a su tío, tal vez por distraer su mente del recuerdo de su madre, le preguntó.

—Paco ¿nunca me habéis contado nada de mi padre?, ni tu ni mi madre.

—Si tienes razón, tal vez porque no era tu padre natural.

—¿Qué quieres decir?

—Ya creo que es hora de que lo sepas todo. Espera un momento.

Paco entró a su habitación y salió con una caja de zapatos. En su interior buscó ávidamente unas viejas fotografías.

—Mira esta foto, este es quien reza como tu padre, el mismo que está enterrado aquí en el cementerio. Siempre quiso a tu madre aunque ella no le hacía mucho caso. Era un hombre de poca salud, la prueba es que murió cuando tú tenías tres años.

Anabel miró la foto. Parece que estaba muy delgado. Pero si este no es mi padre que pasó. ¿Quién es mi padre?

—Tu verdadero padre fue el constructor que realizó las obras de la pensión. El y yo hicimos buenas amistades y salíamos juntos los fines de semana un día vino tu madre de Valldemosa a Mallorca y a los pocos días salían juntos; yo lo veía con buenos ojos, pues confiaba en él y además disponía de una buena posición, podría ser el mejor marido para mi hermana.

Cuando terminó la obra y cobró, desapareció de la noche a la mañana, nunca más volví a verlo.

Al mes siguiente me enteré de que tu madre estaba embarazada y decidí buscarlo; tal vez si le informaba del embarazo de tu madre volvería. Por medio de la empresa conseguí la dirección de su domicilio en Barcelona. Fui en su busca y encontré su casa, personándome en ella. Me abrió una señora y en su interior dos niños de corta edad jugaban el menor no tendría más de dos años. La señora que me abrió la puerta me preguntó.

—Buenos días ¿a quien busca?

—A don Jorge López de Castro.

—Si es mi marido no se encuentra en casa, actualmente se encuentra en Valencia realizando unas obras.

—¿Son sus hijos?

La señora contestó: Si no están quietos ni un momento.

—Decidí que la señora era una víctima como mi hermana y le pedí un bolígrafo para escribir; la señora me dio papel y lápiz. Le escribí mi nombre y el teléfono.

Dígale por favor que me llame, el ya me conoce.

Salí de la casa con la esperanza de que me llamara, pero con el corazón roto. Nunca se podría casar con tu madre, ella no había sido más que una diversión para él. Sentía rabia, me sentía engañado y estafado. Volví a casa con los nervios a flor de piel, no sabía cómo decírselo a tu madre, la cual esperaba con ansia que Jorge volviera.

Decidí que debería contarle toda la cruda realidad y evitarle falsas esperanzas. Y así lo hice en cuanto llegué; hable con tu madre, explicándole mi viaje a Barcelona y todo lo que había visto y hablado con la señora de Jorge.

Tu madre se encerró en su habitación, yo la oía llorar pero no podía hacer nada. Decidimos que unos días en Valldemosa podrían ser positivos para tu madre y allí nos fuimos.

Mis amigos se alegraron de vernos y pronto nos reunimos. Antonio amaba a tu madre en silencio y dio la casualidad, que después de una cena de amigos cuando volvíamos a casa le conté lo que sucedía. El me confesó que no tendría ningún reparo en casarse con ella, si ella le aceptaba, pero él no se atrevía a decírselo, debería ser yo el portavoz y no le daría la contestación si ella lo rechazaba, simplemente no diría nada. Según él no podría digerir una respuesta negativa.

Al cabo de una semana tu madre aceptó. En aquellos tiempos era muy mal visto una madre soltera y además estaban tus abuelos, a los que no sentaba nada bien verla en tal estado. Por otro lado a Antonio lo conocía de toda la vida y era un buen hombre. No hubo ceremonia solo se casaron y se fueron a vivir a Mallorca.

El resto ya lo sabes tu padre murió cuando tu recién cumplías tres años y yo he intentado ocupar su lugar no sé hasta qué punto lo conseguí. Ocho años después me casé con tu tía y no sé que más puedo contarte.

—Sí, sí que has sido un padre para mí o al menos el mejor tío que podría desear. Háblame de Jorge.

—Poco puedo decirte de él; era divertido, le gustaba la buena comida y pasarlo bien. Después comprendí cuando me llamó que no era una buena persona y que solo pensaba en si mismo “era egoísta”.

—¿Te llamó?

—Si casi un mes después de estar yo en su casa, cuando tu madre ya había aceptado a Antonio.

—¿Y qué te dijo?

—En principio se mostró contento y amable, preguntándome por toda la familia y estuvo divertido como siempre. La cosa cambió cuando le dije que mi hermana estaba embarazada de él, su respuesta fue “concreta” y aun recuerdo sus palabras textualmente dijo.

—Cada cual debe cargar con sus responsabilidades y yo no prometí nada. Además nadie sabe quién es el padre, yo no pienso cargar con el mochuelo.

Colgó el teléfono y nunca más supe de él. Nunca se interesó por vosotras, ni lo he vuelto a ver.

—O sea que yo soy un mochuelo.

Paco buscó en la caja y sacó otra foto. Mira estos somos Jorge y yo en una cena no tengo más fotos.

Anabel cogió la foto entre sus manos, observando detenidamente a Jorge y exclamando.

—No cabe duda que era un hombre atractivo. Entiendo que mi madre se enamorara de él.

—Si, tú te pareces mucho a él, afortunadamente solo en el exterior. En el interior eres como tu madre. Si quieres puedes romper la foto.

—No, quisiera guardarla pues como decía mi madre “no sabemos que nos depara el futuro”.

Anabel y su tío se retiraron a sus habitaciones. A Anabel le costó conciliar el sueño la imagen de su padre vagaba por sus neuronas, las ideas y las sensaciones se entremezclaban. De pronto pensaba en su madre y en la vida que había llevado con ella, sus consejos, su dulzura y sus cuidados. Tal vez le había dedicado su vida ¿y su padre? Se sentía abandonada por una parte de sí misma. Después de varias horas concilió el sueño.

Al día siguiente, su tío y la familia se fue. Ella se quedó era viernes y hasta el lunes no debería pasar por el instituto.

Paseó por los maravillosos jardines del monasterio, intentando poner en orden sus pensamientos, tal vez entre las rosas y los recuerdos de la niñez sus pensamientos llegarían a alguna conclusión. Ya no disponía de una madre protectora, a partir de ahora debería tomar sus propias decisiones y ser fuerte para afrontar la vida.

Después de unos días de sosiego y lloros en privado, el domingo por la tarde volvió a Mallorca. A partir de ahora se convertiría en una mujer fuerte, debería triunfar por sí misma, para ello había estudiado y ya era hora de trabajar, para lo cual dejaría momentáneamente el Alemán y se concentraría en buscar trabajo.

En primer lugar debería dirigirse al instituto donde había hecho el máster y después de recoger el titulo comprobaría las ofertas de trabajo que solían haber en el tablón de anuncios.

Llegó a su casa esta parecía vacía sin su madre, debería acostumbrarse su madre no volvería.

Al día siguiente después de un ligero desayuno (como tenía por costumbre) salió en dirección del instituto. Las aceras de la calle Aragón se hallaban llenas de gente andando en todas direcciones. Anabel no se percató del hombre que le precedía, simplemente caminaba tras él en la misma dirección, la casualidad quiso que un niño saliera corriendo tras la típica pelota, al intentar evitar al muchacho el camarero que salía con la Bandeja, empujó a Anabel y esta se precipitó sobre el caballero. Con tan mala suerte, que el señor al fallar el pié en el bordillo de la acera cayó de bruces sobre el asfalto, quedando tendido boca abajo e inmóvil.

Al levantarlo los transeúntes, tenía una brecha de unos cinco centímetros en la frente que llenaba su cara de sangre, Anabel sacó un pañuelo del bolso (de los que se anudan al cuello) y lo ató alrededor de su cabeza, posteriormente llamó un taxi y lo llevó al hospital Virgen del Consuelo donde había estado su madre. Al fin y al cabo era el más cercano.

Ya en el taxi se fijó en el caballero, este lucía una barba de al menos una semana, su mirada era ausente y al preguntarle cómo se llamaba o donde vivía, solo levantaba los hombros. Parecía no acordarse de nada.

Después se fijó en su ropa vestía un traje gris oscuro y una camisa blanca; era ropa cara de buena marca, pero debería llevarla varios días por el estado en que esta se encontraba.

No tardó mucho el taxi en llegar al hospital. Anabel le acompañó al interior. Al preguntarle la enfermera sobre su nombre y domicilio, no contestó parecía tener amnesia. Mientras Anabel pensaba que el golpe no podía ser tan grave, como para perder la memoria.

La enfermera se volvió hacia a Anabel. ¿Cómo se llama? ¿Lleva usted la cartilla?

—No; no solo lo he recogido de la calle, ha caído delante de mí y me ha dado lastima. No lo conozco de nada. En verdad no sé quién es.

Un medico salió a atenderlo y solo con mirarle los ojos le comentó a la enfermera.

—Este señor está ausente, quitémosle la chaqueta y sentémoslo en una silla.

Al quitarle la chaqueta se dieron cuenta que la manga de la camisa estaba manchada de sangre seca.

—Esta sangre no es de ahora. Apuntó el médico— lo sentaron en la silla y un enfermero lo pasó al interior.

Anabel se quedó sola con la enfermera de recepción.

—Bien; yo debo irme tengo cosas que hacer más tarde pasaré para informarme sobre el señor, al fin y al cabo yo he sido quien lo ha empujado.

La enfermera le pidió a Anabel su nombre y su teléfono ya que no tenía datos del señor.

Anabel no puso ningún impedimento y se los dio; no tenía nada que ocultar y en su interior se sentía culpable por ir distraída. Ahora debería retomar su camino en dirección del instituto.

Salió nuevamente a la calle; el sol abrasaba y se agradecía cualquier sombra o alguna nube suelta que lo ocultase.

En media hora se encontraba a las puertas del instituto. Cruzó la puerta y se dirigió al tablón de anuncios. Donde solían haber entre otras cosas ofertas de empleo y las listas de aprobados. Una nota escrita con rotulador rojo decía textualmente.

—Srta. Anabel Ferrer Nadal: Preséntese a la directora.

Anabel dirigió sus pasos a la oficina de la directora. Llamó a la puerta y una voz desde el interior la invitó a entrar.

—Buenos días, soy Anabel Ferrer Nadal.

—Sí, la estaba esperando, ¿sabe que debería haber recogido el diploma el viernes?

—Perdone me fue imposible, el viernes enterré a mi madre.

—Perdone usted Anabel no sabía nada. Reciba usted mis condolencias.

Anabel asintió con la cabeza, al nombrar a su madre su semblante había cambiado, la directora se dio cuenta y prosiguió, cogiendo el diploma de la mesa se lo ofreció.

—Aquí tiene usted su diploma. Pero quería decirle algo más. ¿Qué piensa hacer a partir de ahora? ¿Busca usted trabajo?

—Esa era mi idea preferente, quería ver las ofertas que hay en el tablón.

—Después de ver su expediente académico, los idiomas que domina y las notas obtenidas, he reservado para usted, “si lo acepta” un trabajo en la empresa — Trans-word – dedicada al transporte marítimo. De momento tiene dos o tres meses de trabajo sustituyendo por vacaciones a dos de sus contables es un puesto de mucha responsabilidad. Lo que ocurra después ya es cosa suya; creo que es una buena ocasión, sobre todo para ampliar horizontes y coger practica.

Anabel no quiso escuchar más; la interrumpió.

—¡Sí! Acepto. Perdón necesito empezar a trabajar y distraer mi mente cuanto antes.

—Lo entiendo. Bien debe dirigirse cuanto antes a esta dirección — La directora le entregó un folio de recomendación y otro con los datos de la persona a la que debería dirigirse.— Aquí tiene la carta de presentación que debe entregar y todos los datos que necesita, así como la persona a quien tiene que presentarse. Le deseo suerte.

—Muchas gracias, le estoy muy agradecida.

—Anabel salió reforzada de la visita a la directora, para ella encontrar un primer empleo era crucial, ya en la puerta no sabía si dirigirse al hospital o a la compañía naviera. Miró su reloj solo le daba tiempo de ir a un sitió y decidió ir en busca de trabajo, no sabía el horario. El edificio de las oficinas era enorme, imponía el gran recibidor que encontró solo con cruzar la puerta acristalada. Respiró profundamente y con el papel en la mano se dirigió al guardia jurado, que había sentado tras un mostrador a la derecha de la sala.

—Por favor debo entrevistarme con Soraya Martínez.

El guardia escuetamente, ojeó el papel y le indicó. Segundo piso a la derecha departamento contable, puede coger el ascensor.

—Gracias.— Anabel subió por un moderno ascensor transparente, las paredes de los diferentes departamentos eran de cristal, algunas transparentes y otras de cristal helado, solo al fondo los despachos eran de ladrillo, con algún cuadro colgando de ellas. Pensó que debería ser la oficina del director.

Llegó a la puerta que estaba buscando. A trabes del cristal una joven le hizo señas para que pasara.

—Buenos días busco a Soraya.

—Yo soy Soraya, tú debes ser Anabel.

—Si así es — Anabel se sintió, reconfortada la persona con la que se tenía que entrevistar era joven y muy amable, lucía una sonrisa que infundía seguridad.

—Yo también hice un máster en la misma Universidad, por eso cuando el director me pidió una persona para sustituirnos en vacaciones, me decidí por pedirla a la Universidad

—Mira Anabel si cumples seguramente seguirás aquí, no es fácil encontrar gente competente y aquí cada vez hay más trabajo.

—Puedo preguntarte ¿a qué os dedicáis?

—Si puedes; vas a trabajar aquí y por lo tanto debes de saber los más mínimos entresijos de la empresa. Primero te presentaré a tus compañeros.

Las mesas eran espaciosas, pero prácticamente sin papeles casi todo se hacía por ordenador, mandando la información a una unidad central, solo se imprimía cuando era necesario firmar los papeles. En la misma sala había otras tres personas y Soraya le fue presentando.

—Anabel esta es Carmen,

—Mucho gusto.

—El gusto es mío, gracias a ti puedo irme de vacaciones.

—Lorenzo, Anabel la nueva compañera.

—Eres muy guapa ojalá te quedes, yo entré de sustituto y me quedé. Suerte.

—Gracias señor Lorenzo.

—Ven Anabel pasa al despacho y hablaremos. A la izquierda de la puerta de entrada había un despacho que parecía vacío. Soraya se sentó en la mesa e hizo un ademán a Anabel para que se sentara a continuación comenzó a hablar.

—Lo mejor para entender que debes hacer, lo mejor es saber cómo funciona la empresa y el departamento. Te encuentras en una empresa dedicada a varios tipos de actividades cuyo fin es ganar dinero.

Dentro de la empresa hay más empresas, como inmobiliarias, financieras, especialistas en bolsa y prestamos, transporte marítimo de mercancías o construcción. Cada una de ellas independiente y a los mismos tiempos todos unidos. Las oficinas centrales y el departamento financiero se encuentran en Barcelona y la constructora e inmobiliaria tiene su sede en Valencia. En Madrid tenemos un pequeño departamento de inmobiliarias y construcción que depende directamente de Valencia.

El grupo no cotiza en bolsa, nuestros accionistas forman un núcleo privado donde es difícil entrar y por lo que nos afecta a nosotros, aunque nuestro sector es el naval tenemos acceso a la totalidad de los informes. Por lo cual el director puede en cualquier momento pedir los informes que desee a las oficinas centrales en Barcelona.

En pocas palabras estamos en la cúspide de la pirámide, somos una pirámide de tres picos unidos. ¿Entiendes?

—Si lo he entendido bien, creo que estáis en un departamento de mucha responsabilidad.

—No tanta, podríamos decir que trabajamos para nosotros o aquella parte que nos atañe directamente; solo unimos las cuentas de las diferentes oficinas que abras visto abajo. Allí es donde se hacen los contratos, se cobra y se paga. Y en la planta baja se atiende a la gente que viene a contratar.

Si mucha gente iba con papeles de un lado a otro. Y ¿qué hay en el piso superior?

El departamento de personal y los que nos facilitan el trabajo a nosotras dándonos solo cifras sin molestarnos en quien paga o con quien trabajamos.

—Ya lo entiendo estáis en la cima de una pirámide, o al menos de vuestro sector.

—Exacto lo has entendido, muchos quisieran entrar en tu sitio y pasarán toda la vida sentados en la misma silla. Yo soy quien ha apostado por una persona elegida por la directora del instituto, le pedí una persona responsable y dispuesta a viajar si fuera necesario, yo estoy casada y no me seduce la idea de un traslado.

—Entiendo. ¿Sobre Lorenzo…?

—Si es homosexual, pero es una bendición, la mejor amiga que puedes tener, de quien no debes fiarte es de Dioni “cuando venga” se cree el más guapo, el más listo, el más simpático y el que más derecho tiene a ascender.

—Según he entendido no podemos ascender más.

—Así es, Dioni es envidioso le gustaría ser el director, pero este suele ser un accionista elegido por ellos mismos. En fin no es de nuestra incumbencia. Antes de irte debes pasar por personal y darle tus datos. Empiezas el lunes.

—¿No empiezo el uno de Julio?

—Debes ponerte al día antes de que nos vayamos de vacaciones. Empiezas el lunes.

Anabel se sentía una privilegiada, daba gracias por conseguir un empleo que le gustaba sobre manera. Pensaba que su madre le ayudaba desde el más allá y que todo iría bien. Salió a la calle y miró su reloj era casi la una. Le vino en mente el señor, al que había llevado al hospital de buena mañana. Pasaría por el hospital y preguntaría por él. Poco se esperaba como se iban a desarrollar los acontecimientos.


Llegó al hospital y se dirigió a recepción.

—Buenos días quería preguntar por un señor que han traído esta mañana con amnesia.

—¿Es usted Anabel torres?

—Sí, yo soy. ¿Ocurre algo? ¿Le ha ocurrido alguna cosa al señor?

—No, no el señor está mejor, solo que la policía quería hablar con usted, por favor siéntese no tardarán en salir.

—Pero yo no...

—No tema no la acusan de nada, solo quieren hablar.

La enfermera hizo una llamada y en unos minutos salía el médico con dos policías.

—¿Anabel?

—Si díganme que ocurre.

El médico tomó la palabra.

—Señorita el señor Andrés ha sido víctima posiblemente de un robo o algo así, la policía podrá hablarle sobre el tema mejor que yo. Por lo que a mí respecta, al señor Andrés le inyectaron un combinado de drogas, entre las cuales hemos encontrado, Escopolamina, Burundanga y Rohypnol, entre otras; lo suficiente para afectarle el cerebro; con la posible intención de sacarle información o matarlo. Lo cual casi han conseguido. Está claro que quienes lo hicieron no eran profesionales, solo hay que ver el brazo. La combinación de drogas ha afectado el cerebro, provocándole amnesia afortunadamente creo que recobrará la memoria poco a poco. Mientras deberá llevar un tratamiento con unas pastillas y dentro de unos días lo volveríamos a ver.

—Bien y que pinto yo en todo esto.

El médico quedó mudo y un policía tomó el relevo.

—Señorita el señor Andrés no dispone de documentos ni de dinero, no se puede valer por sí mismo, al menos de momento. No se puede quedar aquí en el hospital, prácticamente en estas fechas no disponen de camas y no lo podemos encerrar en un calabozo, no es un delincuente, no nos cabe duda de que es una víctima. Lo que le pedimos es que se haga cargo de él unos días mientras se recupera y el Juez nos da permiso para identificarlo.

—¿Y cómo saben ustedes que se llama Andrés?

—No lo sabemos, es el único nombre que ha salido de su boca.


—En conclusión que ustedes lo que quieren es que me haga cargo de un hombre que no conozco de nada, simplemente porque lo he auxiliado esta mañana.

—Más o menos... pero si sabemos que tiene usted una pensión, una enfermera la conoce de cuando estuvo aquí su madre y él, por las ropas con que iba vestido debe tener dinero, creemos que podrá pagarle cuando se recupere.

—Si tengo una pensión pero está llena en estas fechas.

En ese momento una enfermera salía por el pasillo con Andrés y se dirigió hacia ellos. Andrés lucia un aparatoso vendaje que le cubría los puntos de sutura. El médico se dirigió al paciente.

—Señor Andrés; esta es la señorita Anabel quien lo recogió y lo trajo al hospital. Andrés alargó la mano diciendo.

—Muchas gracias. Su mirada había cambiado ya no tenía la mirada ausente.

—Anabel le estrechó la fría mano, mientras pensaba “al menos habla” después lo miró de arriba abajo. Le dio lastima. Iba vestido con el pijama del hospital y llevaba una bolsa en la mano, seguramente con su ropa. No podía salir del hospital con esa ropa. Por otro lado no parecía peligroso.

—Esperen que realice una llamada. Cogió el móvil y llamó a su tío.

—Si dime Anabel.

—¿Todavía está el viejo sofá en el garaje?

—Si ¿qué ocurre?

—Tengo la necesidad de que una persona ocupe por unos días el garaje.

—¿Si es un amigo tuyo? Podemos montar una cama y limpiar un poco.

—Sí, será lo mejor. Si puedes hazlo cuanto antes gracias tío y mira si funciona la nevera de abajo.

—Ahora lo aré. Adiós.

Anabel se volvió a los policías que la miraban intrigados.

—Está bien, pero no me lo puedo llevar con esa ropa esperen que le compre algunas prendas. ¿Qué tallas puede gastar?

—Es más o menos de mi talla. Dijo un guardia. Una cuarenta y cuatro de pantalón y un cincuenta de camisa o una XL.

Anabel salió a la calle en busca de una tienda próxima y volvió con una bolsa que contenía, unos pantalones vaqueros y unas camisetas de verano, en la tienda no disponían de calzones y le compró dos bañadores. Cuando entró en el hospital solo quedaba la enfermera y Andrés sentado donde antes estaba ella. La enfermera le acercó una bolsa con las medicinas que debería tomar y una hoja explicativa de como tomarlas.

Anabel le acercó la ropa a la enfermera diciendo, ¡no esperará que yo lo vista!

Andrés se levantó y cogió la ropa, con la mirada buscó un lugar donde cambiarse. La enfermera le indicó el aseo. No tardó en salir vestido y abandonaron el hospital.

A poco pasaron frente una cafetería, Andrés se quedó mirando y girando su mirada hacia Anabel dijo con voz entrecortada “comer”. Anabel entendió perfectamente que tenía hambre y pasaron al interior.

El señor Andrés se comió dos bocadillos de jamón y se bebió dos botellas pequeñas de agua, bajo la mirada serena de Anabel la cual se conformó con un sándwich y un café; empezaba a pensar que debería anotar todos los gastos; al pedir la cuenta se guardó el ticket, esperaba que el tal Andrés dispusiera de una cuenta saneada, en caso contrario estaría haciendo un flaco favor a su economía.

Nuevamente se dirigieron a su casa. Al llegar Anabel sacó el mando de la puerta enrollable y la subió. Una vez en el interior se volvió a Andrés. Este se quedó mirándola mientras Anabel le decía:

—Atiéndeme bien yo no puedo estar pendiente de ti, tendrás que decidir por ti mismo. Indicándole con el dedo una llave colgada de un clavo, prosiguió. Esa es la llave que abre la puerta pequeña, por donde puedes entrar o salir, aquí tienes una cama, la nevera y un pequeño aseo, no tienes ducha pero hay una manguera en el patio posterior.

Anabel abrió la nevera, solo había agua y algún refresco. Se volvió de nuevo a Andrés. Mira yo tengo que dejarte ¿lo has entendido todo?

Andrés asintió con la cabeza y un tímido ¡sí!


Antes de subir a su casa, Anabel visitó a su tío y a su señora Cándida.

Su tío la recibió con un…

—¿Qué ocurre? cuéntame. Tanto Paco como Cándida atendieron las explicaciones de Anabel respecto al accidente con Andrés y como tanto la policía como el hospital se habían desecho de él.

—En realidad me dio pena y me sentía culpable por lo sucedido.

—Ya entiendo.— Dijo Paco— Lo que está claro es que te han cargado el muerto.

—Sí, eso parece, de todas formas mientras esté aquí no quiero que le falte nada. Tía Cándida si puedes, le compras pan de molde, jamón y queso, por si quiere comer y alguna botella de leche.

—No pases pena que no le faltará nada mientras esté aquí.

—Gracias, Cándida. Debo daros una buena noticia.

—Sí, porque malas ya tenemos suficientes. Ves a saber lo que nos va a costar el tonto del haba. Dijo Paco

—Cállate deja que hable la niña. Contestó Cándida.

—Tengo trabajo y aunque oficialmente empiezo a trabajar el día uno, la semana próxima debo incorporarme para ponerme al corriente.

—¿Y es una buena empresa? preguntó Paco.

—Sí, creo que sí, es una multinacional se llama Trans – word. Tienen un gran edificio junto al puerto. He tenido mucha suerte y no pienso desaprovecharla.

Cándida se echó a llorar. Era una mujer de lágrima fácil y su nombre reflejaba fielmente su personalidad.

—¿Por qué lloras tía?

—Mi niña se ha hecho una mujer sin darnos cuenta. Sabes Anabel tú tío también ha encontrado trabajo, después de un año de paro. A su edad era difícil encontrar trabajo de albañil, pero el horno de Roque Jubila un trabajador y como tu tío conoce el oficio, de ayudarles en distintas ocasiones, le han ofrecido el trabajo.

—Tío es una buena noticia, al menos podrás cotizar para la jubilación.

—Sí, el único problema es levantarse a las cuatro de la mañana.

Cándida intervino. Eso será los primeros días, después no te darás ni cuenta. Cándida se dirigió a Anabel. Trabajará de cuatro a doce, tiene tiempo de sobra para dormir.

—Bien yo tengo trabajo quiero informarme por internet, de todo lo que pueda sobre la empresa. Dicho esto se despidió y cogió el ascensor.


El martes Anabel no salió de casa y el miércoles al salir a la calle, quiso visitar a Andrés. No estaba y pensó. Tal vez se esté recuperado y se haya ido a su casa.

Cogió el camino del supermercado tenia la necesidad de llenar su maltrecha nevera, al llegar al aparcamiento le pareció familiar un gorrilla que ayudaba a los conductores; se acercó. Dios mío, era Andrés.

—Andrés, Andrés; ¿Qué haces aquí?

—Andrés se acercó.— Estoy contribuyendo a mis gastos, tendré que disponer de dinero mientras me recupero.

Anabel pensó que tal vez se hubiera recuperado y le preguntó.

—¿Ha recobrado usted la memoria?

—No, no recuerdo quien soy ni donde vivo, solo veo la puerta de una vivienda con el numero cuatro y una calle.

—Sin embargo habla usted perfectamente. ¿Sabe en que trabajaba anteriormente? ¿O de donde es?

—No, no recuerdo nada, tengo imágenes que no puedo comprender.

—Bien Andrés dentro de una hora le espero en casa. Iremos a la policía no tiene usted DNI ni nada que lo identifique. Ellos sacaron su nombre y con sus huellas deben de proporcionarle documentos.

—Allí estaré.

Anabel entró al supermercado e hizo la compra. Pensando en Andrés le compro aquello que creía conveniente incluido un reloj de pulsera. Cuando llegó del mercado Andrés ya la esperaba. Esta vez sacó el coche, pues la comisaria se encontraba algo alejada. Al entrar en el coche Andrés dijo el mío es más grande.

—Como, ¿recuerda usted su coche?

—No lo sé, me ha venido de pronto como un fogonazo, no sé si tengo o no, ni como es, pero es más grande.

—Parece que va recobrando poco a poco la memoria.

Con el vehículo no tardaron en llegar a la comisaria, dos guardias atendían al personal que llegaba la mayoría hablaba, inglés o Alemán. Esperaron un momento tras una pareja; cuando entró un señor bajito, rechoncho y calvo, gritando en una lengua desconocida. El policía que estaba de puerta intentó tranquilizarlo.

—Déjalo. Dijo el del mostrador. Yo lo atenderé.

El policía lo intento hablando en inglés e italiano, siendo imposible la comunicación, mientras el señor cada vez gritaba más y se desesperaba, viendo que nadie le entendía. De pronto Andrés le dijo al policía.

—Dice que su mujer ha desaparecido.

—Pregúntele donde.

—Andrés cumplió el encargo dialogando con el señor.

—No sabe cómo se llama la calle, solo sabe que habían muchas tiendas conocidas.

¡Dios mío! dijo el policía, no se le ha perdido ha entrado en una tienda sin acordarse del marido. Por favor dígale que la espere donde la perdió que ella aparecerá.

Andrés cumplió el encargo y el señor salió gritando y cogiéndose la cabeza.

El policía preguntó. ¿Qué decía cuando ha salido?

—Decía que su mujer llevaba la tarjeta oro. Algo parecido a “Dios mío” y se cogía la cabeza.

—Con razón gritaba, le hará polvo la tarjeta. Dijo el policía y los asistentes se echaron a reír.


Anabel miró a Andrés y le preguntó, ¿en qué idioma hablaba? Yo hablo tres idiomas y no lo conocía.

—Ruso hablaba ruso, posiblemente es de Ucrania, tienen algunas variantes.

—No te acuerdas de quien eres ¿y sabes hablar ruso? No lo entiendo.

A continuación hablaron con el policía, este buscó el expediente, sin encontrarlo miró en las actuaciones del lunes.

—Si aquí está, su expediente debe tenerlo el comisario.

—¿Podemos hablar con él?

Un momento. El policía pasó al interior de la comisaria, volviendo en breve.

—Pueden pasar al fondo enfrente, la puerta está abierta.

—Gracias.

Anabel y Andrés recorrieron un ancho y corto pasillo y se encontraron con la puerta abierta del despacho del comisario, al verlos el comisario se levantó invitándoles a entrar y sentarse. Después abrió el expediente que tenia sobre la mesa diciendo.

—¿Es usted Tomás Navarro Asensi?

Andrés simplemente dijo “no lo sé”

—¿Cómo? No ha recobrado usted la memoria. Anabel intervino.

—No, no la ha recobrado, mañana tenemos visita con el médico. Según me dice Andrés tiene momentos en que le vienen imágenes o ideas a la mente sin saber que representan. Por ejemplo ve una puerta con el numero cuatro y una calle. Y hace un momento ha hablado con un señor en ruso.

El comisario leyó las explicaciones del médico, que obraban en el expediente. Según dice aquí el médico es cuestión de tiempo. En cuanto a lo que usted me dice de la puerta con el número cuatro. Debo decirles que según los datos de su ficha la cual hemos sacado con las huellas dactilares que tomamos en el hospital y con el consiguiente permiso del señor Juez; para sacarla de los archivos del DNI. Este señor tiene su domicilio en la calle San Antonio, número treinta y cuatro, puerta cuatro.

—¿De aquí de Mallorca?

—No, de Hospitalet de Llobregat; junto a Barcelona. Y como les he dicho antes se llama Tomás no Andrés.— Recalcó — Tomás Navarro Asensi.

Anabel se quedó un momento sorprendida, después reaccionó.

—Bien ya sabemos quién es y donde vive. Pero mientras se recupera y puede volver necesita documentos. Otra cosa según creo tiene un coche y no sé si lo tiene en garaje o en la calle donde puede ser un estorbo. ¿Qué podemos hacer?

—Le haré un certificado con sus datos de momento y me pondré en contacto con la comisaria de Hospitalet por el tema del coche. Si en una semana no tenemos noticias de sus documentos se los haremos nuevos. Mientras tanto necesito un teléfono por si hubieran novedades.

Anabel le facilitó su número de teléfono. En realidad aunque Tomás no le molestaba sí que deseaba librarse cuanto antes de su responsabilidad.

—El comisario se dirigió a Tomás. ¿Por qué dijo usted que se llamaba Andrés?

Tomas movió todas las facciones de su cara antes de responder.

—Es el único nombre que tengo en la cabeza y no sé si es el mío.

El comisario se dirigió a Anabel. Señorita seguramente a usted no le causara tantas molestias como a mí este caso, yo le sugeriría que intentara dialogar con él. Eso puede ayudarle a recuperar la memoria. Incluso hablándole en diferentes idiomas. Los músculos que se trabajan son los que más pronto se recuperan.

—Si tal vez tenga usted razón, pero el próximo lunes empiezo a trabajar y no creo disponer de mucho tiempo.

—En fin haga lo que pueda. El comisario se levantó invitándoles a marcharse. Al salir recogieron un justificante del mostrador con los datos del rebautizado Tomás.


Al día siguiente acudieron a la consulta del médico, después de un concienzudo reconocimiento con la consiguiente extracción de sangre; el médico les dijo:

No hubiera dado un céntimo por la recuperación de Tomás, ahora sé que su fortaleza le hará sanar por completo. Lo único que no puedo precisar es el tiempo, normalmente al principio cuesta más y a posteriori se avanza a pasos agigantados. Le pongo fecha para el próximo viernes. En cuanto a las pastillas las seguirá tomando hasta la próxima visita y según como lo encuentre se le irá disminuyendo la dosis.

Parecía que todo se iba arreglando, al menos se podía tener una conversación con Tomás y Anabel intentaba seguir las indicaciones del comisario, hablándole en los idiomas que conocía. Pronto tuvo claro que dominaba el inglés, el alemán y el griego. Y aunque no hablaba italiano lo entendía en parte, tal vez por su condición de catalán. Y no sabía francés.

Anabel sin estudiar italiano lo hablaba perfectamente, gracias a unos inquilinos italianos, con niños de su edad con los que pasó cuatro veranos jugando. Sus estudios de idiomas se reducían al francés e inglés, de alemán le quedaba un año de estudios, aunque se entendía perfectamente con los alemanes.

Por las tardes al volver del trabajo, buscaba a Tomás para tener conversaciones con él, estas pronto se fueron espaciando. Anabel se entregó por entero a su trabajo y al llegar a su casa apenas tenía tiempo para limpiar y cocinar, muchas noches se iba a la cama con un sándwich y un vaso de leche. Así llegó el viernes cuando debería ir al médico decidió hablar con Tomás, sobre la conveniencia de que le acompañara su tía Cándida. Tomás agradeció las intenciones de Anabel pero decidió ir solo. El día anterior Anabel había recibido un mensaje de la policía en el móvil, diciendo que la cartera de Tomás había sido encontrada en una papelera del puerto de Barcelona con los documentos y que en breve les avisarían para recogerla en la misma comisaría.

Anabel después de informar a Tomás partió al trabajo al cual había llegado Dioni, y como había dicho Soraya era un estúpido engreído. Lo cual comprobó Anabel rápidamente, Carmen y Lorenzo tomaron su turno, quedando con ella Soraya y Dioni.


Los días pasaban calurosamente, un nuevo mensaje hizo saber a Anabel que los papeles de Tomás habían llegado. Como la semana anterior Anabel se lo comunicó a Tomás y este pasó a recogerlos por la comisaria.

Cada día Tomás parecía más autosuficiente, incluso se había comprado ropa, Anabel no sabía de dónde sacaba el dinero (o tal vez el oficio de gorrilla daba mucho de sí). Un viernes después de trabajar entró en una cafetería cercana donde en ocasiones se reunía con los amigos, se sentó en una mesa y pidió un café con leche, mientras esperaba se percató de la presencia de Tomás en una mesa cercana Hablando con una señora, Tomás también la vio y cuando se despidió de esta, se sentó junto a Anabel.

—Buenas tardes Anabel, te preguntarás que hago aquí hablando con una señora.

—Así es aunque no tengo ningún derecho a inmiscuirme en tu vida.

—Te equivocas tienes todo el derecho del mundo, me has salvado la vida y me has ayudado sin conocerme. Bien para tu información estoy dando clases de idiomas a domicilio y esta señora ha venido a contratarme para que de clases a sus dos hijos.

Hablé con el dueño del bar y no puso ningún impedimento en recibir mis mensajes telefónicos al decirle que me hospedaba en tu casa.

—Si José es un buen hombre y me conoce desde que nací. Pero ¿Por qué no te compraste un móvil?

—No disponía de dinero; pero ya me lo he comprado esta mañana aunque los carteles que tengo repartidos por toda Mallorca tienen el teléfono del Bar. Yo a cambio ceno aquí todos los días.

—Bien parece que ya no te hago falta.

—Te equivocas, ahora es cuando más falta me haces, no he recuperado del todo la memoria. Recuerdo cosas de mi niñez incluso de mi etapa de estudiante, lo que no consigo recordar es el pasado más reciente, solo un nombre bulle en mi cabeza “Andrés” y no se quien es.

—Bien Tomás creo que es un gran adelanto y que pronto estarás bien ¿Qué mas necesitas?

—Quiero alquilarte un apartamento, te aseguro que te podré pagar y quiero pagarte todo lo que te debo. En la cartera tenía varias tarjetas. Una de ellas de La Caixa, he comprobado que tengo dinero, mas del que me podía imaginar, sé que tengo un futuro cuando me recupere por completo. Mientras tendré paciencia.

—Sabes, Tomás me gusta escuchar cómo te expresas y cómo te recuperas, nadie diría lo que te ha ocurrido. Hasta dentro de dos semanas no tendremos un apartamento libre. ¿Si quieres lo puedo mirar en otra pensión?

—No; me esperaré

—¿Por qué no te afeitas la barba?

Tomás bajó la mirada, y quedó en silencio; después poco a poco miró a Anabel.

—Tengo miedo y no sé de qué, con la barba me siento oculto, me da confianza igual que la ropa, el traje que llevaba lo he tirado al contenedor, es como si tuviera miedo a mi pasado más reciente.

—Y por eso no quieres recordarlo. Puede que haya una pelea en tu interior que te impide recordar.

—Pero hablemos de ti. ¿Cómo te va el trabajo?

—Muy bien si exceptuamos al Dioni, pero basta con no hacerle caso. Por lo demás Soraya es magnífica y muy eficiente yo la tengo como ejemplo e intento seguir sus pasos.

—¿Cómo dices que se llama la empresa?

—Trans-word.

—Tomás sintió una sacudida.

—Ese nombre me suena debo conocer la empresa.

—Se dedica al transporte de contenedores, está muy cerca del puerto sus oficinas son enormes.

—¿Cómo se llama el Director?

—¡Dios mío! No lo sé, todavía no lo conozco.

—¿Trabajas para una persona en la que no conoces al director?

—Si así es. Ambos se echaron a reír. No sabía Anabel que pronto lo conocería.


Entrada la primera semana de agosto, Soraya informó a Dioni y Anabel de la inminente llegada del director, Anabel preguntó a Soraya.

—¿Cómo se llama?

—Luis Conde Prieto, pero le gusta que le llamen “Señor Conde”, tenlo en cuenta no le digas nunca el nombre completo. Por lo demás no tendrás problemas con él. El próximo lunes se incorporan Carmen y Lorenzo, seguramente nos pedirá los resultados del primer semestre, debemos tenerlos apunto. Yo me quedaré hasta el quince de agosto antes de tomar las vacaciones. Soraya hacia las veces de jefa de sección y era ella quien preparaba los expedientes para el director y dialogaba directamente con él; incluso le acompañaba en las diferentes reuniones con accionistas y otros departamentos.

El director se presentó al día siguiente, era un hombre alto y seco con cara de mala uva, saludó y llamó a Soraya. Los dos se fueron a los despachos del fondo que no estaban acristalados. Al volver Soraya nos dijo:

—Como ya os advertí hay que cerrar el primer semestre y el mes de Julio la reunión será la primera semana de Septiembre.

Al poco tiempo salió el director y entró en su departamento, Soraya no tardó en presentarle a Anabel.

—Anabel, señor director es la nueva. El director la miró de arriba abajo y a continuación preguntó.

—¿Habla usted inglés?

—Sí señor, domino el inglés, el francés y hablo alemán e italiano.

—Bien nos será de utilidad. Después se dirigió a Soraya.

—Cuando toma usted las vacaciones.

—A partir del quince.

—Bien nombre un sustituto, recuerde todo a punto para la primera semana de septiembre, que pase unas buenas vacaciones.

El director se despidió y se marchó como había venido.

Aun no habría salido del edificio cuando Dioni dijo:

—Se le hacía tarde para seguir con sus vacaciones, seguro que tiene un yate lleno de pibas esperándole.

Soraya le increpó.

—Al señor Conde, no se le conocen amoríos escandalosos.

—Tú lo has dicho no se le conocen, eso no quiere decir que no los tenga.

Todos callaron, no dando más importancia a los comentarios de Dioni, que las palabras de un estúpido envidioso.



Una mañana cuando estaban todos trabajando se presento un señor de unos setenta años, saludando a todos los del departamento con una suave sonrisa y mucha amabilidad. Se dirigió a Anabel usted es nueva.

—Si señor me llamo Anabel.

El señor resultó ser el más viejo accionista de la empresa y cofundador de la misma. Disponía del quince por cien de las acciones una sustanciosa cantidad que Conde ya había intentado comprarle en alguna ocasión. A don Gustavo le gustaba sobre manera pasearse por las dependencias saludando a todo el mundo, con su amable sonrisa, como había hecho en etapas anteriores. El día que él iba de visita todo el mundo estaba contento, era un hombre que transmitía bondad. El señor Conde no lo quería ni ver. Decía que pertenecía al pasado y que él era el presente y el futuro.


Tomás había conseguido el apartamento en el cuarto piso, frente a la vivienda de Anabel y al llegar esta a casa vio como Tomás introducía unas cajas en el ascensor, al percatarse de la presencia de Anabel, se giró diciendo:

—Creo que cabemos los dos.

Anabel subió al ascensor, rodeada de cajas en ellas se podía ver que eran aparatos electrónicos, con una sonrisa preguntó.

—¿Qué es esto? Has recobrado la memoria y quieres imprimirla.

—No por desgracia, no la he recuperado por completo. Espero que al ponerme frente el ordenador mis manos recuerden lo que mi mente se niega a recordar, también me he comprado un televisor, quiero estar informado de lo que ocurre en el mundo o al menos en mi país.

—En todas las habitaciones hay televisor y conexión a internet puedes utilizarla es un servicio de la casa.

—Si lo sé, este televisor es especial, en cuanto al WI-FI me lo dijo tu tía Cándida, la cual se ha ofrecido a limpiarme el apartamento.

—Pues ya sabes puedes contratar sus servicios o coger la fregona. Bien si necesitas alguna cosa vivo en frente.

—He subido a la terraza, hay un recinto cerrado y lo que parece una habitación.

—Si es mi habitación de verano. Por las noches calurosas suelo, tumbarme en la hamaca hasta sentir el frío de la noche y a continuación me acuesto. Cuando vivía mi madre aprovechaba para contarme historias.

El recuerdo aun reciente de su madre la entristeció y decidió entrar en su casa, mientras Tomás se afanaba en instalar todos los aparatos que había comprado.


Soraya se fue de vacaciones quedando como encargada Carmen, por antigüedad, aunque Lorenzo y Carmen entraron juntos. Lorenzo despreciaba todo lo referente a Conde y evitaba hablar con él, por su parte Carmen era tímida, aunque su timidez no ocultaba su enorme inteligencia. Dioni iba a lo suyo envidiando a Carmen y hablando de forma despectiva de ella.

Por su parte Anabel se afanaba en terminar el trabajo lo antes posible. Se percató que el programa informático era anticuado y excesivamente complicado. El resultado era un exceso de casillas inútiles y paginas que se tenían que unir casi manualmente para conseguir un resultado.

Sin ser una experta en informática, aparte de unos cursos particulares y la ayuda de un amigo íntimo e informático; con él que había crecido desde los catorce años hasta los veinticuatro, en que él pasó de la isla a la península y decidieron de mutuo acuerdo seguir como amigos, no adquiriendo ningún compromiso que les pudiera atar y truncar su futuro incierto. No obstante Anabel lo recordaba con muchísimo cariño juntos habían explorado los caminos del amor por primera y única vez para Anabel. Desde que él se fue no encontró quien le sustituyera ni lo buscó.

Así una tarde después del trabajo, Anabel habló con Carmen.

—Carmen por favor, quería hablar contigo.

—¡Tú dirás!

—No sé si has observado que el sistema contable está anticuado y nos da trabajo extra, si se modernizase nuestro departamento, prácticamente tendría la mitad de trabajo y en algunos departamentos no se amontonarían los papeles.

—Eso es bueno y malo,— contestó Carmen— es bueno tener menos trabajo y es malo si despiden gente.

—Creo que es un problema de eficiencia, no de despidos.

—Tú puedes hacer lo que quieras, yo no pienso intervenir pero deberás hablar con el señor Conde y después ponerte de acuerdo con el informático. Te aviso que es un poco quisquilloso. Con estas palabras Carmen cogió el bolso y se alejó. Anabel dejó aparcado el tema de momento, solo una vez había visto al señor Conde y solo con nombrarlo le imponía respeto.

El primer lunes de septiembre se presentó con varios señores, abrió la puerta y sin ningún tipo de saludo, como alguien que se siente superior dijo:

—Soraya.

—Carmen se levantó como impulsada por un resorte. Soraya está de vacaciones señor Conde.

—Está todo como lo pedí.

—Sí señor.

—El viernes es la reunión, el jueves quiero revisar las cuentas.

—Si señor como usted mande.

Igual que había abierto, cerró la puerta y siguió hablando con sus acompañantes. Una hora más tarde estos abandonaban el despacho. Por el interfono se escuchó.

—Carmen necesito mandar unos correos, ven o mándame a alguien.

—A Carmen no le gustaba coger los encargos del director, solía ponerse nerviosa y cometía errores, por eso se quedó mirando a Dioni.

—¡No!— dijo Dioni— porque no mandas a la nueva y que nos demuestre su valía. En realidad lo que quería era poner en evidencia a Anabel.

—Carmen miró a Anabel.

Anabel cogió unos folios y un bolígrafo diciendo:

—Algún día debe ser el primero.

—No Anabel – le dijo Carmen— coge el portátil que está sobre la mesa de Soraya.


Con el portátil bajo el brazo y armada de valor llamó a la puerta del despacho de Conde.

—Pasé se escuchó del interior.

Anabel pasó, sentado tras una hermosa mesa de madera labrada con incrustaciones de nácar, posiblemente del siglo dieciocho, se encontraba el director. Anabel pronto se percató que nada tenía que ver el despacho del director, con el resto del edificio. Las paredes estaban forradas de madera. Unos grandes retratos de anteriores directores colgaban de la pared de la derecha, el de conde debería ser el cuarto. Entre ellos estaba el del viejo don Gustavo.

—Siéntese por favor, con un ademán le indicó una pequeña mesa cerca de la suya. Anabel se sentó en la silla y depositó el ordenador sobre la mesa conectándolo rápidamente, mientras el director abría lo que parecía una puerta y aparecía una nevera, sirviéndose un refresco de limón con algo de licor.

—¿Está preparada?

—Sí señor.

Durante poco más de media hora le estuvo dictando varios correos, cuando terminó solo dijo mientras miraba por la ventana:

—Carmen le dará las direcciones.

No fue la última vez que Anabel acudió al despacho del director lo cual se tradujo en un trauma para Dioni y una descarga para Carmen. Llegó el jueves y Carmen tubo que exponer las cuentas al señor Conde debería estar al corriente para la reunión del día siguiente.

Anabel preguntó a Carmen en cuanto pudo — ¿Cómo son las reuniones y cuanta gente viene?

—Aquí hacen la del verano, es obvio porque. Vienen casi todos los mayores accionistas para estar en la cumbre deben tener un mínimo del cinco por cien de las acciones y solo hay doce grandes accionistas que pasen del cinco, ellos deciden quién es el director y el camino a seguir, lo mismo ocurre con las otras empresas del grupo.

—¿Podemos saber cuántas tiene cada uno?

—Si lo tienes en el ordenador ya te diré como buscarlo.


El viernes sobre las diez y media empezaron a llegar señores con traje y corbata, solo dos señoras que parecían madre e hija ataviadas con sendos sombreros, parecían ser la atracción de los caballeros, conforme iban llegando pasaban a la sala de reuniones, hasta que llegado el momento entró el director acompañado por Carmen, las puertas se cerraron. Al cabo de una hora se escuchó por el interfono.

—Anabel trae el USB que hay sobre mi mesa.

—Anabel corrió solicita y llamó a la puerta.

—Pase, pase.

Anabel entró en silencio, parecía que nadie se daba cuenta de su presencia, todos hablaban con todos. Anabel entregó el PEN a Carmen que estaba de pie tras el director, esta la sujetó por la muñeca e inclinándose sobre el director le susurró.

—Le importa si la explicación de los resultados de Julio los da Anabel, ella es quien ha desarrollado el mes.

—Bien de acuerdo. Contestó escuetamente Conde sin dar más importancia.

Carmen introdujo el PEN en una gran pantalla y le entregó el mando a Anabel diciendo de aquí puedes cambiar las paginas. Después se inclinó de nuevo sobre el oído del director y le hizo saber que estaban preparadas.

Con dos palmadas del director se hizo el silencio.

—Ya les hemos presentado las cuentas del primer semestre, pero les he preparado una avanzadilla de lo que va a ser el segundo, aquí les presento las cuentas del mes de Julio. Señorita cuando quiera.

Anabel hubiera querido saltar por la ventana, pero tragó saliva e hizo la presentación, al finalizar dio los resultados del mes.

Todos los asistentes al terminar aplaudieron. Anabel no sabía si era a ella o a los resultados después siguieron hablando entre ellos e ignorándola. Carmen cogió los PENS y con un ademán, hizo saber a Anabel que su trabajo había terminado, saliendo a continuación de la sala.

Unos días más tarde revisando la lista de los asistentes un nombre le llamó su atención. ¡Jorge López de Castro!.

Una exclamación salió de Anabel. ¡Dios mío! Su semblante cambió, los compañeros levantaron la vista fijándola en Anabel, al darse cuenta…

—No, no pasa nada. Me he equivocado. Todos sonrieron y volvieron a su trabajo.

Anabel volvió a leer el nombre no se había equivocado, su padre había estado en la reunión; se acercó a Carmen.

—Carmen ¿conoces a don Jorge López de Castro?

—No personalmente, en realidad personalmente no conozco a nadie. Pero creo que es un señor gordito, bien parecido de aproximadamente un metro setenta, debe de estar cerca de los sesenta y lleva un fino y cuidado bigote. Es el que estaba frente al director.

—¿Sabes Carmen? Para no conocerlo lo describes muy bien.

—Simplemente me fijo en los hombres y este es muy guapo. ¡Como seria de joven!

Anabel volvió a su mesa, ella no se había fijado en nadie, posiblemente solo conociera al viejo y a las señoras.


Una tarde al volver del trabajo, Tomás llamó a su puerta.

—Hola Tomás ¿Qué se te ofrece?

—Mañana viernes ¿tienes algún plan para cenar?

—No pensaba cenar en casa y después estudiar un poco en la terraza.

—¿Estudiar? Creía que habías terminado.

—Si he terminado en parte, pero no el alemán. De vez en cuando cojo los libros y repaso.

—Bien yo me comprometo a enseñarte, pero mañana te invito a una barbacoa en la terraza, si estás de acuerdo. Al fin y al cabo, es viernes y el sábado no hay que levantarse temprano

—Si de acuerdo

—Pues no te ocupes de nada es cosa mía.


Aunque no debía encargarse de nada, Anabel compró una botella de vino aconsejada por su tío, el cual le preguntó si había algo entre los dos. Anabel le contestó que no era más que un hombre agradecido, y que la diferencia de edad era notoria el pasaría los cuarenta. De todas formas nada más lejos de sus pensamientos, ahora solo quería centrarse en el trabajo. No le hizo ningún comentario a su tío sobre su padre.

Empezaba a anochecer, cuando escuchó ruido procedente de la terraza; subió y Tomás saltando la valla, estaba preparando una barbacoa, a su lado un saco de carbón y una bolsa delataba sus intenciones. Anabel sacó una mesa de camping y dos sillas de la habitación, mientras Tomás encendía el carbón, puso un mantel y los cubiertos. Después se asomó en dirección al puerto, allí estaba la catedral iluminada, para Anabel la más bonita del mundo. Muchos domingos Había ido con su madre a misa, la majestuosidad del templo le imponía respeto y le daba un halo de protección y seguridad. Se propuso a si misma ir el próximo domingo. Mientras divisaba el puerto con ojos diferentes ha como lo había hecho hasta hoy, escuchó a Tomás que decía:

—Las chuletas están en marcha. Era el momento de sacar el vino y unos langostinos cocidos. La cena fue deliciosa, después a la tenue luz del único farol que colgaba de la puerta; Anabel sacó dos hamacas las mismas que utilizaban su madre y ella en las noches de verano, hacia un año que no las usaba.

Ya en la tranquilidad de la noche Anabel se interesó por los avances de Tomás.

—Dime Tomás ¿cómo va tu memoria?

—No sé qué decirte, se resiste en mi más inmediato pasado, no consigo saber dónde o en que trabajaba, ahora estoy recopilando datos de los bancos en que tengo dinero y espero saber en breve quien me pagaba, he estado en la sucursal de la Caixa y el lunes tendré una libreta con mi nueva dirección, he pedido un resumen de los últimos tres meses esta mañana, aunque no he tenido tiempo de verlo. Allí pienso encontrar datos de la empresa para la que trabajaba. También tengo una libreta de ahorros en el banco de Sabadell. Estoy cerca pero no tengo prisa, algo me dice que tenga cuidado. Y tú ¿cómo vas en el trabajo?

—Bien tuvimos hace poco una reunión de accionistas.— Anabel relató a Tomás todos los pormenores de la reunión. Después calló unos segundos para proseguir.

—Sabes Tomás; a mi padre oficial, no lo conocí pues murió cuando yo tenía dos años. Y esta semana he estado a punto de conocer a mi verdadero padre.

—Cómo es eso,— cuéntame—.

Anabel relató a Tomás todo cuanto le había contado su tío y como al mirar la lista de los asistentes había aparecido el nombre de su padre.

—¿Cómo dices qué se llama la empresa?

—Trans-word.— contestó Anabel.

—Me suena ese nombre es como si tuviera algo que ver conmigo. Me resulta familiar.

—La empresa extraoficialmente está unida a otras dos quienes tienen acciones en unas también las suelen tener en las otras aunque no es obligatorio.

—¿Cómo se llaman?

—Financial-broks y Constu-crem.

—¡Sí! Me suenan y mucho en realidad tengo una sensación de miedo. –Tomás quedó un momento pensativo, después reaccionó.

—Anabel podrías conseguir la lista de los directivos.

—Si solo tengo que copiarla en un PEN. Aunque no creo que te sirva de mucho y tampoco creo que sea un secreto que pueda dañar a la empresa.

—Hazlo por favor, algo me dice que estoy en el buen camino.

La conversación derivo, para hablar de cosas familiares, Anabel recordaba las palabras del Comisario e intentaba, sonsacarle información a Tomás. Pero tal vez impulsada por un recuerdo materno, terminó hablando de las estrellas.

—Sabes Tomás, cuando era pequeña en las noches sin luna mí madre, me explicaba donde se encontraban las constelaciones, aunque a mí me costaba encontrarlas entre la multitud de estrellas, así aprendí a observarlas y quedarme dormida mientras las miraba. Después me cogía en brazos y me acostaba.

Poco a poco la brisa del mar y la tranquilidad les indicó que era tiempo de retirarse.


A la semana siguiente Anabel copió la lista de los accionistas que acudieron a la reunión, pero antes de entregarla a Tomás la descargó en su ordenador. No sabía por qué lo hacía, pero tal vez la certeza de que su padre había estado en ella le impulsaba hacerlo.

Mientras tanto en la oficina Soraya y Lorenzo habían regresado. Soraya no puso ningún impedimento a que fuera Anabel quien siguiera escribiendo los correos del director, más bien se sentía liberada. Conde era un hombre al que no le gustaba que le interrumpieran mientras hablaba y consideraba que era harto difícil seguir su ritmo.

Esto creó un vínculo entre Conde y Anabel, el cual a la hora de redactar llamaba directamente a Anabel. Solo Dioni demostraba abiertamente su envidia.

Faltaban quince días para los tres meses su contrato terminaba. Y aprovechó la primera ocasión para hacer saber a Conde lo que opinaba del sistema de contabilidad y el diseño de los documentos, también la imagen que le daría el anagrama de la empresa en todos los documentos. De esa forma cualquiera que los tuviera en sus manos los identificaría inmediatamente. Añadiendo más vale una imagen que cien palabras.

El señor Conde se sentó mirándola fijamente, mientras digería lo que acababa de escuchar. Su pregunta escueta como siempre fue:

—Aparte de la imagen ¿en que nos beneficia su idea?

Anabel intentó ser tan escueta como él, estaba claro que era un hombre de pocas palabras.

—En una mayor producción y agilidad al desarrollo de la empresa.

—Quiere decir que podré despedir trabajadores.

—No, por Dios; quiero decir que serán más eficientes y no hará falta contratar más personal en administración. Al menos si no crece excesivamente la empresa.

—Bien se puede retirar.

A la media hora se escuchó por el interfono.

—Anabel pase usted al despacho.

Dioni murmuró. Ves plánchale el colchón.

Lorenzo se levantó como un rayo y cogiendo a Dioni por el cuello le puso la grapadora en la frente, diciendo:

—Es el último comentario despectivo que te escucho, o le pides perdón o te grapo toda la cabeza.

Dioni ante la perspectiva decidió hacer caso pidiendo perdón y añadiendo que no sabían aguantar una broma. Anabel por su parte no dio más importancia al asunto y se dirigió al despacho del director, llamó a la puerta y entró como siempre iba a sentarse para escribir cuando Conde le dijo:

—Sabe Anabel ¿Qué ocurre cuando alguien innova en una empresa como esta?

—No señor— contestó Anabel con firmeza—.

—Pues o triunfa o se va directamente a la calle. ¿Usted cree que su idea es buena?

—¡Sí señor! Anabel se mostró firme de todas maneras le quedaban quince días de contrato.

—Bien en ese caso póngase en contacto con el informático de la empresa y lleve a cabo sus ideas.

—Gracias.

—Puede retirarse.

Anabel salió del despacho como alma que lleva el diablo y llamó a Soraya al despacho del que disponían en su sala y que solía utilizar Soraya en contadas ocasiones. Allí temblando y fuera del oído de Dioni le explicó, lo que había pasado y que era un plan del que ya había informado a Carmen. Soraya después de escuchar los pormenores y pareciéndole una buena idea, la tranquilizó diciendo:

—Es una magnífica idea, hace tiempo nos hacía falta al informático que tenemos no le gusta innovar, tal vez debería ponerse al día. Ahora debes enfrentarte a él tienes todo mi apoyo. Es un poco quisquilloso debes mostrarte firme y no perder tiempo. Ves a buscarlo tiene una habitación junto al guardia de la entrada.

Anabel salió del despacho y respiró profundamente con la intención de tranquilizarse, después bajó por las escaleras, su subconsciente le decía que debería soltar adrenalina y mantener la calma.

Al llegar al guardia preguntó:

—¿Está el informático?

—Sí; hace como diez minutos que ha entrado.

—Gracias. Llamó a la puerta y pasó.

¿Es usted el informático? El hombre estaba sentado frente a tres pantallas.

—Si yo soy ¿Qué se le ofrece?

Anabel explicó todas las modificaciones que debería realizar así como el diseño de los documentos. Antes de terminar y en un tono jocoso el informático le dijo:

—¿Y todo esto lo ha pensado usted solita? ¿Qué se ha creído que puede usted cambiar una estructura de años a su antojo? Pero usted ¿quien “coño” es? Para darme ordenes.

Anabel lo miró fijamente diciendo:

—Soy Anabel del departamento de contabilidad, recibo las ordenes directamente del señor Conde y este proyecto debe estar en marcha el próximo lunes. Si quiere ayuda yo se la puedo prestar al terminar la jornada. Pero si el lunes cuando entre, el nuevo diseño no está en todos los ordenadores, su puesto de trabajo está en el aire. Tomé este es un boceto. Téngame al corriente y recuerde – el lunes.

Anabel salió de la habitación del informático, con la cara serena y una opresión en el pecho, dio los buenos días al guardia y cogió el ascensor, al entrar en la oficina, Soraya preguntó:

—¿Cómo te ha ido con el León?

—Creo que lo he domado. Ambas sonrieron y prosiguieron con su trabajo. Como siempre Dioni estaba intrigado y molesto por no saber lo que se llevaban entre manos. Cuando terminaron la jornada, el informático le esperaba a pie de la escalera.

—Por favor señorita Anabel.

—Si dígame.

—Necesito algunas aclaraciones.

—Bien podemos pasar a su despacho.

Más de media hora estuvieron debatiendo sobre la conveniencia de un u otro programa y su desarrollo, por fin estuvieron de acuerdo y el informático comprendió las ideas de Anabel. Primaban la sencillez y la inmediata identificación de los impresos, así como una buena dosis de Excel.

Al lunes siguiente cuando entraron a trabajar, todos los empleados quedaron sorprendidos por los nuevos impresos. El informático se multiplicó intentando dar explicaciones a todo el mundo. Anabel estaba satisfecha incluso fue felicitada por sus compañeros los cuales dispondrían de menos presión, traducida en más tiempo libre.

Incluso Dioni comento. “No era tan tonta la niña”.

No obstante no teniendo otras noticias sobre la prolongación de su contrato, a fin de mes se personó en “personal” donde se ocupaban de las nominas las altas y las bajas.

—Salvador sabes algo de lo mío.

—No me ha llegado ninguna orden, por lo tanto terminas el jueves, la liquidación como siempre, te será ingresada al banco si pudieras pasar el lunes a firmar te lo agradecería ya que a final de mes siempre vamos saturados. De acuerdo así lo aré.

Anabel salió de las oficinas, con una sensación amarga le dolía dejar aquella empresa donde creía haber cumplido con las expectativas respecto a ella. Pero por otro lado tenía la consciencia tranquila y al fin y al cabo solo era un trabajo de tres meses y estos habían cumplido por lo tanto no tenía nada que reprochar a nadie.

El jueves se despidió de todos los de la oficina, pero nadie lo asimiló como una despedida total. Al llegar a casa pensó que el viernes lo tendría libre y decidió invitar a Tomas a visitar Valldemosa y sus alrededores.

Llamó a la puerta, se escuchó una voz que decía:

—¡Voy! Aun tardó unos segundos en abrir.

—¡A! eres tu pasa, pasa.

Anabel observó como Tomás se sentaba de nuevo frente el ordenador, una gran cantidad de datos pasaban por la pantalla, de vez en cuando Tomás copiaba en un disco duro externo.

—¿Qué estás haciendo?

—Recopilando una gran cantidad de datos, en un disco duro externo no me cabrían en el ordenador, este disco duro tiene una Tera (mil gigas). He recobrado la memoria o al menos creo que el noventa por cien, gracias a ti. Al fin sé lo que ocurrió y voy a preparar mi venganza con tranquilidad sin prisas, no quiero precipitarme hay algunas lagunas; en algún sitio leí que la venganza se sirve en baso frío.

—¿Cómo te he ayudado?

—La lista; la lista Anabel en ella estaba el nombre clave, Andrés Sarrasate y Pla, ese era el nombre que me bloqueaba. Espera un poco que deje el ordenador copiando y hablamos… Ya está pasemos al sofá.

—Bien no te he preguntado que querías.

—¡A! casi lo había olvidado. Hoy he terminado mi contrato con la empresa y había pensado invitarte a un viaje por mi pueblo natal, Valldemosa y su monasterio donde componía Chopín, sus más famosas melodías. Es muy bonito.

—No lo dudo acepto ¿a qué hora nos vemos?

—A las nueve y media no hace falta madrugar ¿te parece bien?

—Si no tengo nada urgente, como tú quieras.

—De acuerdo. Ahora porque no me cuentas lo que pasó y ¿qué estás haciendo?

—Bien ponte cómoda y te lo contaré todo desde el principio.


—Yo soy experto en bolsa y en finanzas, como tú entré a trabajar para la empresa Financial-broks en Barcelona, poco a poco fui ascendiendo, durante algunos años colaboraba con Andrés en su afán de adquirir más acciones y más poder. Cuando llegó a presidente, era su mano derecha sabía todos los entresijos de la empresa y era cómplice de sus manipulaciones. ¿Qué sacaba yo de esto? “nada” simplemente un buen sueldo, mientras el acumulaba fortuna y poder. A punto de cumplir los cuarenta, decidí preocuparme por mi porvenir y compré acciones, poco a poco fui acumulando hasta tener un cuatro por cien de Financial-broks. Informado Andrés me pidió mis acciones. El solo tenía un paquete del cinco por cien; como era natural yo me negué, me hizo varias ofertas y me aumentó el sueldo, durante más de un año parecía un perrito pidiendo. Pero no podía enemistarse conmigo sabia todo sobre él y podría ser muy peligroso de cara a los otros socios.

Así las cosas decidió deshacerse de mí, con sus dos gorilas un día me invitó a una cena en su casa de campo. Esa fue mi perdición, los gorilas me ataron a una silla y me fueron inyectando productos hasta que creo que firmé la venta de las acciones. A partir de aquí no se qué pasó, Calculo que después me inyectarían una sobredosis, esperando que acabase conmigo o con mi memoria, debieron tirar mi cartera a alguna papelera o bien se saldría de mi bolsillo al meterme en un contenedor, rumbo a no sé dónde. Posiblemente abrieran aquí el contenedor y pude salir. El resto lo sabes tu mejor que yo. Está claro que no ha conseguido su objetivo, ahora me toca a mí y no tengo prisa, pues debe creer que he muerto o desaparecido y mientras lo crea y no me vea llevo ventaja.

—Cómo has conseguido conectar.

—Andrés no es tan listo como cree, el no conoce mi contraseña mientras que yo conozco la suya y no se ha molestado en cambiarla. Tengo acceso a todo.

—¿Por qué no has ido a la policía?

—La policía es lenta y la justicia ciega y lenta, yo le aré más daño.

—No es buena, la venganza.

—Anabel eres una incauta, es una lástima que no vuelvas al trabajo, pues pronto te darías cuenta de a donde lleva a los hombres “la avaricia” y las ansias de poder. El dinero es el fulminante que nos lleva a la lucha por ser el más fuerte. Nos ciega y nos convierte en delincuentes, aunque nos llamen “señor”

Si hubieras conocido a Andrés, era un figurín con don de gentes, simpático y divertido, yo he compartido toda su evolución, hasta convertirse en un monstruo sin corazón.

Pero tú no debes inmiscuirte en nada, tu vida te pertenece, busca un nuevo trabajo y deja que los lobos se maten entre ellos. No tomes nunca partido y mantente al margen.

—Me estas asustando.

—No era esa mi intención, solo quería hacerte comprender que una vida sencilla es mucho mejor que una vida llena de sobresaltos, envidias y lucha por el poder.

Anabel recordó las palabras de Soraya, solo quería seguir donde estaba no tenía más aspiraciones.

—Bien Tomás quedamos para mañana.

—Si a las nueve y media te llamo o me llamas.


Anabel entró en su casa pensando que si todo cuanto decía Tomás era real, debería tener mucho miedo y entendía por qué no se quitaba la barba. Pero no debería haber tanta gente contaminada con el dinero, al fin y al cabo no se escuchaban tantos casos como el de Tomás.


Al día siguiente llamó a la puerta de Tomas. Este salió diciendo estoy apunto e intrigado por conocer tu pueblo. Bajaron al garaje y abrieron la puerta para sacar el coche.

Mientras el señor Conde pasaba por la oficina y abriendo la puerta decía:

—Anabel necesito dictar. ¿Dónde está Anabel?

—No vino el viernes, ni ha venido hoy— contestó Soraya— de pronto comprendió.

¡O! Dios mío, se ha terminado su contrato.

—¿Qué se ha terminado su contrato? ¿Cómo no se me ha dicho nada?

—Perdone tal vez porque todos la veíamos como uno más.

—No ocurre nada que no se pueda enmendar. Llámela y hágale un contrato indefinido. Después que pase por mi despacho o pasa usted.


Anabel estaba sacando el vehículo del garaje, cuando escuchó una llamada al móvil,

—¿Quién es?

—Anabel soy yo Soraya, escúchame se te a echo un contrato indefinido, ven lo antes que puedas, sigues en tu puesto.

—¿Qué ocurre? Preguntó Tomás.

—Gracias ahora voy. Anabel cerró el móvil y con una sonrisa le dijo a Tomás:

Me han llamado del trabajo, no se ha terminado el contrato me lo han prorrogado indefinidamente.

—Y a qué esperas corre. Valldemosa puede esperar.

—Gracias Tomás. Cogió el coche y se alejó en busca del trabajo, subió veloz y entró en la oficina, rápidamente Carmen y Lorenzo se acercaron a ella sonrientes a darle la buena noticia.

—A mi casi me da un síncope— dijo Lorenzo— me alegro sobre manera. Carmen le explicó lo sucedido. Mientras Dioni decía:

—Me alegro de ver una cara guapa por aquí.

En realidad Anabel no sabía cómo coger las palabras de Dioni, si como un cumplido o como una idiotez más. De todas formas contestó:

—Gracias a todos; Soraya le indicó que cogiera el portátil y se presentara a Conde. Nuevamente seguía su vida donde la había dejado, no deseaba perder un empleo tan bueno como el que había conseguido y no le importaría seguir aquí el resto de su vida, pese a las palabras de Tomás.


Los días en la oficina pasaban velozmente de vez en cuando, el director la llamaba cuando tenía que dictar, para otros asuntos llamaba a Soraya. Un día le preguntó a Soraya:

—¿Qué aria usted para conseguir las acciones del viejo?

—Soraya sorprendida contestó, tal vez pagarlas a un precio que no pudiera rechazar.

—Es difícil que el viejo se deje seducir por el dinero. Retírese. Gracias Soraya.

—Al día siguiente llamó a Anabel para dictar. Cuando terminó y ya se iba Anabel, volvió a llamarla.

—Anabel por favor no se vaya, quería preguntarle ¿Qué haría usted para conseguir las acciones de otro socio de la empresa?

A Anabel le vino a la mente las palabras de Tomás. La avaricia y las ansias de poder. Debería ser muy cauta en su contestación y al mismo tiempo darle una solución, después de unos segundos larguísimos contestó:

—No creo que la solución sea pagarle bien las acciones, deduzco que no las querrá vender.

—Así es.

—Si la empresa tuviera pérdidas, la cosa cambiaría, bastaría con mandar un correo a China y Japón y que hicieran los pagos en la cuenta que tienen en Tokio y que no usan más que en contadas ocasiones; de esa forma no las contabilizaríamos a final de año y presentaríamos pérdidas. Después alguien que no sea de la empresa debería convencerlo de la necesidad de invertir en otras empresas más rentables si así no lo convence, es que da más importancia a la empresa que al dinero.

—Podría dar fruto su plan, es una buena idea. Me gustaría que la llevase usted a cabo.

—Anabel toda decidida preguntó:

—¿Y podría saber de quién se trata? ¿Y cuanto dinero estaría dispuesto a pagar?

—De don Gustavo, su hermana y su sobrina me gustaría eliminarlos de la empresa. El dinero no importa, compruebe a cuanto están las acciones y disponga en consecuencia.

—Le interesan solo las de Trans-word o las de las tres compañías.

—Me interesan todas.

—Bien veré lo que puedo hacer.

—Anabel esto es secreto entre usted y yo, pero lleva consigo una sustanciosa gratificación.

El resto del día Anabel lo dedicó a recopilar datos y cotizaciones en bolsa. Sus pasos iban encaminados a buscarle alternativas al viejo, que no pudiera rechazar; no obstante por la tarde se fue en busca de asesoramiento por parte de Tomás.

Anabel llamó a la puerta en unos segundos le abrió. Pasa, pasa Anabel ¿que se te ofrece? Mientras decía estas palabras se sentaba frente el ordenador, en el cual pasaba páginas a gran velocidad como quien sabe lo que busca y tiene prisa de pronto exclamó ¡si sigue allí! Y se tranquilizó.

—Bien Anabel dime ¿qué ronda por tu cabeza?

Anabel explicó con todo detalle a Tomás el plan que había urdido con el Director, para conseguir las acciones del viejo y la familia. Y sobre todo le pidió que no hablara con nadie del asunto.

—Yo Anabel solo puedo hablar contigo y pienso mantenerme en el anonimato por mucho tiempo, se trabaja mejor desde la sombra, ¿sabes quién tiene mis acciones? Andrés, por lo visto se las vendí antes de desaparecer. Ahora dispone del nueve por cien.

—¿Me vas a ayudar?

—Si ¿Que tenías pensado?

—Mi plan era ofrecerle una alternativa a sus acciones y no me gustaría que tuvieran pérdidas, mira esto es lo que creo que le puede interesar.

Tomás tomó el folio y lo miró detenidamente, según como está ahora la economía sería lo más correcto. Pero ay unos inconvenientes que debes valorar para invertir y es el futuro de las empresas.

—¿Qué quieres decir?

—Anabel tu eres el futuro, pero debes aprender del pasado, en tu corta vida no tienes pasado y por lo tanto solo puedes ver el presente. Cuando estudias no lo aprendes todo la vida es el mejor profesor.

Me explicaré de forma diferente y espero que lo entiendas:

—¿Cuál es el motor del país en la actualidad? Yo te lo diré “la construcción” y la construcción lo mueve todo el transporte, las fabricas de materiales, el hierro, la electricidad, la fontanería etc. Unos siete millones de habitantes trabajan directa o indirectamente en ella. Pero la construcción siempre ha sido cíclica según la demanda.

—¿A dónde quiere llegar a parar?

—A que la construcción está llegando a límites de saturación. Nos encontramos en el año dos mil seis, el próximo año tenemos elecciones; si el gobierno que entre no toma medidas urgentes, la crisis en que se puede ver envuelta la nación puede ser enorme no me atrevo ni a imaginarlo.

Lo que quiero decir es que debemos ver el futuro y prepararnos para lo que se avecina. En el caso de que yo tenga razón tanto Constu-crem como Financial-broks pueden desaparecer, solo se salvará Trans-word, aunque tendrá que buscar más destinos y tal vez reducir el servicio.

En tiempos de crisis las mejores inversiones suelen ser en oro y aquellas cosas imprescindibles como los víveres, tal vez la energía incluyendo el petróleo.

—¿Los bancos?

—¡NO! Pagaran las deudas de la construcción y no podrán digerir, la gran cantidad de viviendas impagadas. Aunque no sé cuándo ocurrirá, el sendero está hecho y empieza a abrirse una autopista.

—Esto limita las inversiones a muy pocos sectores.

—Así es, debes de saber aconsejar y no crearte enemigos. Un buen consejo puede convertir a las personas en clientes, “amigos” o viceversa.

—Parece imposible lo que me estás diciendo, estamos a muy buen nivel y todo progresa, la gente invierte… —no se— parece imposible que algo malo ocurra. Es difícil creerte.

—Ocurrirá ya lo veras, por eso no tengo prisa en vengarme. Quiero verlo caer y después si él no se suicida, es probable que lo maten.

—¿Qué estás diciendo? ¿Te atreverías a matar?

—Yo no es otra historia ya te la contaré, mas adelante. Ahora debes centrarte en tu trabajo.

Pero Tomás había abierto el tarro de la curiosidad en Anabel.

—Según tu qué ocurrirá después de la recesión.

Me imagino que el gobierno deberá recortar de todos lados, pedirá prestamos para rescatar bancos o los dejará caer, no estoy muy seguro, intentarán ayudar a crear empresas a base de préstamos a bajos intereses o intereses a fondo perdido esto proporcionará mas deuda y más tiempo para salir del bache. Sin embargo las empresas no responderán. Se marcharán a países donde la mano de obra es más barata y las leyes más permisivas, solo la pequeña empresa puede hacerse un hueco en el país y para ello no necesitan tanto el crédito como el que les bajen la enorme cantidad de normativas que les ahogan obligándoles a desembolsar más y más dinero en reglas improductivas. Se les deberían dar más facilidades. No obstante el gobierno tendrá que crear nuevas empresas si quiere sacar al país de la miseria. Empresa poco probable, debido según creo a las prohibiciones de la comunidad europea.

—Tomás me estas pintando un porvenir muy negro y yo veo un presente esplendoroso, nada hace presagiar todo cuanto dices.

—Para tu conocimiento te diré que no soy el único que lo piensa. Tú me has preguntado y yo te he contestado.

—Sí; tienes razón pensaré bien lo que hago.

—Anabel se retiró a su casa, tenía mucho que hacer y mucho en que pensar sobre las palabras de Tomás. Cuando volvió al trabajo se interesó, por el desarrollo y los resultados de las tres empresas en los últimos cuatro años, los cuales copió en un PEN para más tarde revisarlos en casa. Soraya la vio y la llamó al despacho.

—¿Que estás haciendo Anabel?, está prohibido sacar información del despacho.

—No es para mí, no me interesa, estoy realizando un trabajo para Conde y necesito datos, tranquilidad y que “otros no sepan lo que hago”. Por precaución.

—Bien, en ese caso te entiendo; cuando tengas cualquier necesidad, dímelo y no te arriesgues, puedes utilizar el despacho privado… ¿Puedo saber de qué se trata?

—Es un secreto no sé si decírtelo – contestó Anabel con seriedad — Conde me ha dicho que no diga nada a nadie.

—Ya conozco sus secretos— y antes de abandonar el despacho Soraya se volvió diciendo.

—Ya sé; las acciones del viejo.

—Anabel sonrió.

Soraya le dijo: no te metas en líos — y abandonó el despacho.

—Ahora tenía vía libre para investigar todo cuanto quisiera y no tardó en comprobar que los análisis de las cuentas, detectaban un principio de estancamiento, relacionándolas con años anteriores; Anabel pensó que tal vez Tomás tendría razón, pero no era alarmante. Preparó su entrevista con Don Gustavo y su hermana y les mandó un correo, pidiéndoles la fecha y el lugar para reunirse.

Pasaron los días sin recibir contestación, al cabo de una semana insistió, añadiendo “por favor es de su interés”. Como seguía sin tener contestación, decidió llamarlo por teléfono; al otro lado se escuchó.

—¡Sí! Con quien tengo el gusto.

—Don Gustavo; soy Anabel de la oficina de Trans-word, por favor no me cuelgue.

—Nunca cuelgo a las caras bonitas, ya sé quién es, la misma que me ha estado mandando correos.

—Sí señor y creo que puede ser interesante que hable conmigo.

—No me interesan los dimes y diretes de la empresa ni los secretos a espalda del director.

—El director es quien me manda hablar con usted y con su hermana.

—¡A! entonces la cosa es peor. Bien le concederé una reunión con mi hermana y conmigo. Yo le llamaré.

—Gracias Don Gustavo.

—Adiós Anabel, adiooos… —y colgó. Anabel tenía una sensación entre miedo y satisfacción a partes iguales, Don Gustavo le imponía más de lo que creía debería preparar bien todas las respuestas, pues se enfrentaba a un gato viejo (como hubiera dicho su madre).

A los dos días recibió un correo en la oficina, emplazándola al día siguiente en su residencia de Soller. Era sábado, pero poco le importaba a Anabel el día solo quería cumplir con su compromiso y mientras se dirigía a Soller con su viejo automóvil, intentaba tranquilizarse diciéndose a sí misma, que lo importante no era el resultado, más bien lo importante era haber cumplido un trabajo “dudoso”. Por lo tanto no debería mostrarse nerviosa ni demasiado comprometida con el resultado, que al fin y al cabo en poco o nada le beneficiaba.

Preguntó en un restaurante y le indicaron rápidamente, Don Gustavo era un hombre muy célebre y querido en Soller.

Aparcó el coche y llamó a la puerta de reja forjada, se escucho por el portero electrónico:

—¿Es usted Anabel?

—¡Sí! Soy yo.

—Pase el señor la está esperando – la puerta se abrió, unos perros salieron a recibirla dando saltos, mientras una señora en la puerta de la casa decía:

—Pase no hacen nada. En los ocho metros que separaban la casa de la reja Anabel tuvo tiempo de acariciar a los pequeños y escandalosos perros.

La sirvienta le indicó con la mano derecha mientras con la izquierda cerraba la puerta. Le están esperando en el salón.

Anabel cruzó la puerta, allí sentados estaban Don Gustavo su hermana y su sobrina, solo Don Gustavo se levantó dando la mano a Anabel; esta no sabía cómo dirigirse a las señoras con caras serias y optó con dar los buenos días con una suave inclinación de cabeza.

—Por favor siéntese – dijo el viejo.

—Anabel cogió una silla y se sentó frente a las tres personas, sentadas en sendos sillones.

Nuevamente el viejo rompió el hielo —. Bien usted dirá el motivo de esta reunión.

Anabel pensó que era el momento y que debería mostrarse con temple y seriedad.

—Bien iré al grano, el motivo de la reunión era porque hay un comprador para sus acciones –y apostilló — para todas.

—Don Gustavo demostró por qué le tenían respeto.

—Anabel ¿cree usted que no sabemos que el señor Conde quiere nuestras acciones y nuestro sector de poder dentro de la empresa?

—Sinceramente señor Gustavo pensaba que lo sabría y como yo no tengo nada que ganar en esto, me he permitido hacer un estudio para saber si podría ser interesante su oferta o no.

—Que se vaya, ya hemos oído demasiado – dijo la hermana.

—No mamá escuchemos lo que tiene que decir, aunque no pensemos vender tal vez sepamos algo más de la empresa; hasta hoy solo he visto los resultados.

—Tienes razón Cristina. Habla Anabel –dijo el viejo.

—Anabel respiró profundamente y sacando unos folios de la cartera los repartió. Después prosiguió hablando.

—En el primer folio tienen ustedes el resultado casi exacto de lo que serán las cuentas de Trans –Word a final de año. Como verán los resultados serán nulos, las perdidas vienen a consecuencia de unos clientes chinos. Por lo tanto el reparto de beneficios será nulo.

—¿Cómo puede usted saber eso?— Preguntó doña Teresa (hermana de don Gustavo).

—Solo, en mi departamento tenemos acceso a todos los datos. Por lo tanto me he permitido hacer un estudió y exponérselo. No quiero sentirme culpable de nada.

—Bien Anabel ya han habido otros años como este y eso no significa que el año próximo no repartan beneficios; bien esta o las demás empresas.

—Anabel prosiguió: En los dos siguientes dossiers, tienen ustedes la evolución de Financial-Broks y Constu-Crem en los últimos cuatro años. En ellos se ve una desaceleración en la compra de viviendas y un exceso de inversión. Si hubiera un parón en la construcción ambas se convertirían en una bomba de relojería, en las manos de quien tenga acciones.

—Don Gustavo, observó con detenimiento los informes; mientras su hermana decía.

—¿Dónde quiere usted llegar? Y ¿Qué pretende?

—No pretendo nada. No tengo nada que ganar solo quiero cumplir un encargo lo más eficientemente posible y no sería así si no les informara de los pormenores y del valor real de sus acciones en un futuro no muy lejano. Hace poco que trabajo en la empresa y no quiero crearme enemigos. En este caso creo que debo informar ¡No! Decidir.

—El viejo levantó la cabeza diciendo:

—He oído algún comentario sobre una burbuja inmobiliaria y sus informes parecen confirmarlo. ¿De dónde ha sacado los informes?

—De mi mesa de trabajo, es todo real, puede comprobarlo. Y también me he informado sobre la burbuja, cada año se hace más y más grande si no se toman medidas y se regulariza la construcción, puede ser el caos.

—Es usted lista Anabel. Don Gustavo respiró profundamente y la miró fijamente. Seguro que tiene un plan de escape si vendemos las acciones— ¿es así?

—Más bien, una lista donde se podría invertir con mucho menos riesgo, para confeccionarla he recibido apoyo de un experto en bolsa. No es solo idea mía.

—Anabel acercó la lista a don Gustavo.

—No pienso vender ni una acción, ya estamos perdiendo el tiempo –dijo con un tono agrio doña Teresa y añadió — no debería haber venido para intentar engañarnos.

—¡Calla! Teresa, puede que tenga razón – don Gustavo miraba una y otra vez los informes como queriendo memorizarlos en un segundo, después se dirigió a Anabel.

Comprenderá que no voy a decirle nada ahora, debo hacer unas comprobaciones, también quiero que sepa que mis simpatías por el señor Conde son nulas. Por lo tanto la respuesta se la daré a usted. De todas formas creo que ha llevado este asunto lo más lealmente posible para las dos partes. Tenga mi reconocimiento y apoyo.

—Gracias don Gustavo por atenderme, si no desea nada más desearía regresar. Todo cuanto tenía que decir está en el dosier.

—Yo te acompaño – dijo Cristina levantándose y las dos jóvenes salieron por la puerta. Cristina la acompañó hasta la puerta de forja.

—Anabel te agradezco el trabajo que te has tomado para informarnos, solo espero que todo sea cierto o que no tengas razón.

—Sabe, señorita Cristina, yo también quisiera no tener razón pero un buen amigo me abrió los ojos. Cuando hay exceso de un producto este cae en picado, para el resto no hace falta ser muy listo. Adiós.

—Adiós y suerte.


Anabel regresó a su casa con una sensación de fracaso y al mismo tiempo de tranquilidad. Al menos había cumplido su encargo, con la respuesta de don Gustavo positiva o negativa terminaría todo. Al llegar a su casa la puerta de Tomás estaba entreabierta, llamó a Tomás.

—Tomás ¿estás?

—Sí pasa.

—¿Tienes la puerta abierta?

—Sí así corre el aire ¿no ibas hoy a casa el viejo?

—Ya vengo de allí, la verdad no me ha gustado nada verme en medio de este “pollo” el viejo es una persona muy amable y es muy educado y responsable, no así su hermana, es una señorona cascarrabias. En fin ya he terminado y como te debo una visita a Valldemosa, te invito a comer allí tenemos el tiempo justo.

—Acepto estoy en un momento.

En cinco minutos salieron en dirección a Valldemosa. Por el camino Anabel iba informando de los pormenores del paisaje y la belleza de Valldemosa.

—Es un pueblo pequeño de no más de dos mil quinientos habitantes, su mayor tesoro es la Cartuja donde vivieron un idilio “según dicen” el compositor Chopin y la escritora George Sand. Además muchas otras personas celebres, encontraron aquí la tranquilidad para poder llevar a buen puerto su trabajo, como Jovellanos, Rubén Darío, Miguel de Unamuno y muchos más.

—Quieres mucho a este pueblo.

—Sí, no lo puedo ocultar. Aquí tengo muy buenos recuerdos de mi niñez y mi tío Paco todavía conserva una casa que utilizamos todos.

—Hay una cosa que no entiendo, tal vez peque de indiscreción si te lo pregunto.

—Puedes preguntar cuánto quieras.

—Si tu tío es hermano de tu madre ¿Cómo tu madre tiene una pensión y tu tío no tiene nada?

—Tomás cada familia tiene una historia. Te resumiré la mía.

Mi abuela vivía en lo que ahora es la pensión, mi abuelo era pescador, siendo mi madre de pocos meses. Un día mi abuelo no volvió, según tengo entendido en la barca iban cinco marineros; ninguno regresó a su casa. Así es el mar muy bonito pero muy traicionero.

Mi abuela tuvo que dejar de amamantar a mi madre a causa del disgusto y una prima suya de Valldemosa la amamantó. Al cabo de dos años mi segundo abuelo, cuñado de la nodriza, rondaba a mí abuela y después de un año consiguió casarse con ella. Pero antes de casarse mi abuela hizo firmar a mi abuelo un compromiso, por el cual la casa de Mallorca seria pasase lo que pasase para mi madre, como herencia de su padre.

Después vino al mundo mi tío Paco, cinco años más joven que mi madre. Mi abuelo tenía una pequeña carnicería donde hacia la típica— sobrasada mallorquina— venia a venderla a la capital ya cuando mi madre tenía veinticinco años y mi tío veinte, decidieron realizar la obra de la pensión poco tiempo después de terminar la obra mi tío ingresó en el ejercito. Cuando volvió se hizo cargo de la carnicería los animales y la casa de Valldemossa. A los veintinueve años se casaba pero antes vendió los animales cerró la carnicería y se vino a trabajar de albañil a la capital.

Mis abuelos vivían con mi madre una epidemia de gripe se los llevó por delante y en mi piso quedamos mi madre y yo. Como sabes mi madre faltó unos días antes de conocerte. Pero por favor no quiero hablar más de ella todavía me…

—¡Mira! ya se ve Valldemosa, iremos directos a comer y esta tarde te enseñaré la cartuja.

Anabel pasó una tarde maravillosa primero con la típica comida del lugar y después mostrando la Cartuja y enseñando sus dependencias a Tomás, los jardines con sus frondosos árboles y palmeras, las flores y el estanque repleto de peces esperando la visita de los turistas, accedieron a las habitaciones de Chopin exenta de lujos, con su viejo piano y unas partituras sobre él.

No necesitaba Tomás guía, nadie lo hubiera hecho mejor que Anabel. Volvieron a Mallorca antes del anochecer, mientras Tomás pensaba; como una muñeca tan dulce como Anabel podía mostrarse tan dura en ocasiones y con las ideas tan claras. Empezaba a tener un afecto real por ella, no como un amante sino como un hermano o protector, era consciente que la diferencia de edad era un abismo y que así debería verlo Anabel. En realidad era el inicio de una buena amistad.

Tres días después de la visita a casa del señor Gustavo. Soraya llamó a Anabel al despacho privado, Anabel se levantó y siguió a Soraya.

—Cierra por favor, se ha recibido un correo de don Gustavo para ti ¿puedo verlo?

—Si tú sabes tan bien como yo de que se trata, el sábado pasado estuve en Soller en su casa hablando con él y la bruja de su hermana y esta debe ser la contestación.

—En el correo ponía.


Asunto Ana y el todopoderoso:

Reunida la trinidad acuerda la venta de los tres elementos Agua, tierra y aire al completo. Excepto el cinco del agua que me reservo. A continuación detallo la cantidad y los costes. Si están de acuerdo confirmación de Ana y les indicaré lugar y hora para la descarga. Una posdata al final decía ¡espero que sea antes del fin del mundo!


Soraya y Anabel se rieron de la ocurrencia de don Gustavo y estuvieron de acuerdo en que era un viejo maravilloso.

—Bien imprime y enfréntate al todo poderoso como diría don Gustavo. Ahora está en su despacho.

Anabel imprimió el correo electrónico y con decisión se dirigió al despacho del director, llamó a la puerta y esperó la voz de “adelante”. El director estaba sentado frente su pantalla gigante a la cual transmitía datos desde su ordenador.

—¿Qué se te ofrece Anabel?

—Tengo el resultado de su encargo.

—¿Qué encargo?

—La venta de acciones.

Conde saltó de la silla y se dirigió a Anabel preguntando— ¿son buenas o malas noticias?

—Yo diría que buenas, bueno... según.

—¿Cómo qué según?

—Depende del precio que esté dispuesto a pagar.

—Haber trae.— cogió el papel y empezó a leer — como yo me imaginaba este hombre no está en sus cabales, vaya sarta de paparruchas que escribe ¿Lo ha leído usted?

—Si

—¿Y cual es la conclusión?

—Acepta vender todas las acciones de las tres compañías tanto las suyas como las de su hermana y sobrina. Solo se reserva el cinco por cien de Trans-Word para él.

Trans-Word es el agua, Constu-Crem es la tierra y Financial-Broks el aire.

—Si ya lo había deducido. No me negara usted que este hombre no chochea, no es digno de estar en esta empresa y sin embargo se reserva un cinco por ciento el mínimo para estar en las reuniones. En cuanto a la cantidad está al límite yo solo quería las acciones de Trans-word no puedo comprarlas todas. Conde hablaba en voz alta sin importarle la presencia de Anabel. De momento se quedó fijo mirándola. A Anabel le recorrió un escalofrío por la espalda. Después Conde con una voz más calmada le dijo:

—No puedo quedármelas todas ¿usted que aria?

Anabel enmudeció y se quedó fija mirándolo; después de unos segundos reaccionó y poco a poco empezó hablar.

—Son tres directores, tres empresas es normal que cada cual busque su espacio de poder en su empresa, las cosas se unen y se separan. Quiero decir que los directores de cada empresa pueden desear aumentar su cuota de poder dentro de la misma. Puede acudir a ellos.

El director volvió su mirada de nuevo a Anabel.

—Sí; tal vez sea lo mejor, puede retirarse.— cuando Anabel iba a salir de nuevo escuchó la voz de Conde—.

—¡Anabel! Me alegro que trabaje con nosotros.

—Gracias señor director.


Los días siguientes fueron frenéticos para Conde, las llamadas de teléfono se sucedían, por fin a las doce del día veintiuno de diciembre Anabel recibía el encargo de ponerse de acuerdo con don Gustavo para la venta de las acciones.

Con una llamada tubo suficiente, don Gustavo sabía que aceptaría y estaba preparado. La compra se haría en el despacho del Notario don Alejandro Faus amigo íntimo de don Gustavo, a las doce de la mañana y así lo comunicó Anabel al director.

Nuevamente tenía la oportunidad de ver a su padre, pero si no venia al despacho de Conde no lo vería ya que ella tenía que trabajar, no obstante se pasó la mañana inquieta y levantando la cabeza, al mínimo movimiento o sensación de que pudiera llegar Conde acompañado. Cosa que no sucedió. Lo que si sucedió es que después de la compra de las acciones los tres se fueron a celebrarlo a una marisquería muy conocida por Conde, durante la comida dialogaron sobre el buen funcionamiento de las tres empresas. Andrés (el director de Barcelona) comunicó a Conde y Jorge los problemas que tenia con la contabilidad en su despacho y la urgente necesidad de revisar las cuentas, pues según él algo andaba mal. Conde con un aire chulesco le respondió:

—Si estuvieras rodeado de gente competente como yo, no tendrías esos problemas. Mi departamento de contabilidad es el mejor de las tres empresas y la prueba es que una de mis empleadas, es quien ha conseguido que el viejo y su hermana nos vendieran las acciones.

Si tan bueno es tu equipo porque no me los prestas unos meses; te aseguro que es verdad que tengo problemas. Al menos déjame esa perla que te lo consigue todo. En realidad desde que se había deshecho de Tomás no había conseguido una persona de su total confianza.

Conde se quedó un momento pensativo. Después de recapacitar, y pensar que con Soraya tenía suficiente, le dijo en plan chulesco:

—Está bien te la mandaré si quiere ir, pero recuerda es mía “ y nada de sexo” solo tiene veintiocho años.

—Huy, huy, huy. Dijo Jaime.

—No; no es lo que creéis no estoy enamorado de ella, sabéis de sobra que estoy servido y pienso legalizar mi relación. Viene un hijo en camino. Así os invitaré a la boda y al bautizo.

—Andrés volvió a lo suyo: Bien y cuando me mandas a esa perla.

—Después de reyes, pienso darle una semana de vacaciones creo que se lo merece, pero esto te va a salir caro.

—Si ¿Cuánto?

—La cuenta del restaurante. Los tres se echaron a reír.

No tardaron en despedirse tanto Jorge como Andrés debían coger el avión de regreso a sus respectivos destinos.

Al día siguiente cuando llegó Conde al despacho, llamó a Anabel y Soraya.

Anabel cogió el portátil de los dictados y salió detrás de Soraya, al entrar al despacho de Conde se fue directamente a la pequeña mesa donde solía escribir.

—¡No! No voy a dictarte— dijo Conde y prosiguió— Anabel tiene usted algún problema en trasladarse un tiempo indeterminado a Barcelona.

—No, no tengo a nadie a quien dar cuentas.

—Pues bien Soraya: Consíguele los billetes de avión para después de reyes y todo lo que necesite; tiene vacaciones hasta que se incorpore a la oficina de Barcelona. Nada más pueden retirarse.

Las dos mujeres salieron del despacho perplejas, ninguna de las dos se imaginaba antes de entrar en el despacho, lo que iba a ocurrir; estuvieron un rato hablando de los pros y los contras; al final Anabel dijo:

—No creo que sea por mucho tiempo y pronto volveré; se despidió de sus compañeros de oficina, por un tiempo indeterminado.


Ya en la soledad de su casa, después de informar a sus tíos Paco y Cándida y hacerles responsables de la pensión, se tumbó en el sofá de su casa sin encender el televisor, empezó a recordar todo lo acontecido en los últimos seis meses, le habían pasado como un relámpago y sin embargo, habían sido muy intensos. De pronto alguien llamaba a la Puerta.

—¿Quién es?

—Una voz conocida respondió; soy yo Tomás— abrió la puerta invitándolo a pasar.

—Pasa ¿quieres una cerveza?

—Si no me vendría mal. Llevo todo el día hablando inglés, ay personas a las que es imposible cambiarles la fonética.

—Tomás debo darte una noticia y no sé si te va a gustar.

—¿De qué se trata?

—Me han destinado a Barcelona por un tiempo indeterminado, todos los gastos corren por cuenta de la empresa.

—Bien, tendré que decidirme a Volver.

—Tomás no quiero problemas ni nada que me pueda perjudicar, quiero crearme un puesto dentro de la empresa.

—Mira Anabel, cada vez estoy más convencido de lo que te dije, no obstante no debes tener miedo los acontecimientos se sucederán por si solos. ¿Te has preguntado lo que pasará cuando conozcas a tu padre? En Barcelona será más fácil verlo.

—No, no me lo he preguntado ni sé lo que sentiré cuando lo vea, creo que me será indiferente, lo más seguro es que no sepa en la vida que tiene una hija, yo no pienso decírselo, se portó muy mal con mi madre.

—¿Lo odias?

—No, creo que quepa el odio en mi corazón.

—Eso mismo pensaba yo. Ahora solo quiero vengarme de Andrés

—¿Y qué piensas hacer?

—Conozco todos los entresijos de la empresa y los suyos propios; primero pienso recuperar lo que me quitó y después lo arruinaré, me gustaría verlo pedir limosna.

—¿No era su amigo?

—¡Yo! Era el amigo; todo cuanto es, me lo debe a mí, el solo me utilizó para sus propósitos. Anabel ninguno de los tres es bueno ni tan solo tu padre. Todos tienen hambre de poder y para conseguirlo no tienen escrúpulos. También tu padre fue librándose de sus antiguos socios hasta hacerse dueño de su empresa y fusionarla con la actual.

Creo que me estoy pasando. Tú debes seguir tu camino sin que yo intervenga y si lo hago será para ayudarte. Y para que lo entiendas te voy a dar una dirección, donde tendrás vivienda gratis no muy lejos de tu trabajo podrás ir a pie.

—¿Dónde está?

—Casi frente al zoológico la empresa se encuentra un poco más al norte es un edificio relativamente nuevo. Construido con un préstamo de la Caixa D´estalvis

—No comprendo; ¿prestamos dinero y sacamos un préstamo de la Caixa?

—Si nosotros préstamos a más interés, que el préstamo que tenemos de la Caixa, “somos financiera”, no banco o caja. Aprovechamos el dinero de los bancos y de los inversores a los que cobramos una comisión; al final la mayor parte de las ganancias sirven para producir más ganancias. Bueno ya lo entenderás.

—¿De quién es la casa?

—De mí tía Celia hermana de mi madre: hasta hace poco trabajaba de profesora de Filosofía y Filología Catalana. Ahora es pensionista después de que un ciclomotor le partiese la cadera; pero ha quedado muy bien y no aparenta la edad que tiene te gustará es un sol y muy amable. En cuanto recuperé la memoria le mandé poderes notariales para vender mi piso, la plaza de garaje y mi Mercedes, el cual seguía en el garaje. Tiene una vivienda de ciento setenta metros y vive sola. Os vendrá bien a las dos y os aréis compañía mutuamente; Andrés no conoce su existencia. Yo por mi parte seguiré aquí por un tiempo tengo todavía mucho que aclarar.

—Por favor Tomás no te metas en mi trabajo.

—No tienes nada que temer, tu haz lo que tengas que hacer no tengo nada contra la empresa solo contra Andrés.

El dos de Enero Anabel acudió al banco para arreglar la cuenta y pedir la dirección de una sucursal en Barcelona donde poder acudir. Al comprobar el saldo se encontró con una prima de veinticinco mil euros, era la recompensa por conseguir las acciones del viejo y de su familia.


El siete de enero Anabel tomó el avión que le llevaría a Barcelona; al salir del aeropuerto un señor maduro con un cartel escrito con rotulador le esperaba; se acercó a él.

—Soy Anabel.

—La estaba esperando, tengo el coche en la puerta.— Una vez en el flamante Mercedes negro el conductor le dijo:

Tengo orden de llevarla donde quiera o buscarle hotel por cuenta de la empresa, hasta que usted se busque donde vivir.

—No hace falta lléveme a esta dirección – el señor sin pestañear la llevó y le descargó las maletas, después cerró el coche e hizo el ademán de cogerlas para llevarlas dentro.

—¡No! No hace falta ya me ocupo yo. Dígame donde se encuentran las oficinas de la empresa.

—Siguiendo la calle a quince o veinte minutos andando las encontrará, hay un gran cartel luminoso lo verá de lejos. ¡Ha! me ha dicho el director que la espera mañana a las once.

—Allí estaré, adiós. ¡A! está abierto por la tarde.

—Sí hay un servicio de atención al cliente. Adiós.

Al irse el chófer Anabel se percató de su leve cogerá.


Anabel llamó a la puerta cuatro del primer piso; una señora de muy buena presencia y disposición la recibió efusivamente.

—Usted debe ser Anabel.

—Si señora. ¿Es usted Celia?

—Sí, pase, pase no sé qué le habrá contado mi sobrino de mi, pero espero que nos llevemos bien.

—No lo dudo él tiene muy buena imagen de usted.

Después de mostrarle el resto de la casa e instalarse en su habitación. Ambas mujeres se sentaron a charlar en el salón.

—Bien Anabel, mientras se hace la comida cuénteme que le ocurrió a mi sobrino. Se lo que está pensando ¿se lo cuento todo o le quito importancia? Cuéntemelo todo por favor. Muchas veces le dije que no se fiase de Andrés y no me hacía caso.

—El ¿qué le ha contado?

—Simplemente, qué todo es culpa de Andrés y ya me contaría cuando viniese a Barcelona.

—Anabel decidió contárselo todo, incluida su nueva destinación, en la misma empresa en que él trabajaba.

—Dios mío Anabel ¿dónde se ha metido?

—Según su sobrino no tengo nada que temer, simplemente debo desarrollar mi trabajo lo mejor posible. Tomás cree que, la lucha está entre los accionistas y las áreas de poder.

—Ojalá sea así, por tu bien. La comida está a punto vamos a comer.

Por la tarde Anabel fue a visitar las oficinas. La primera impresión fue que parecía un banco con una gran cantidad de pequeñas oficinas. Se dirigió a la primera persona que vio sentada tras un mostrador; un cartel sobre el mismo decía “información”

—Por favor señorita me llamo Anabel, debo presentarme mañana al señor Andrés y me gustaría que alguien me enseñara las oficinas.

La recepcionista la miró de arriba abajo y al verla tan joven respondió:

—Yo llevo aquí cinco años y nadie me enseñó las instalaciones, márchese y si tiene que trabajar aquí mañana la persona que esté de turno ya le indicara su trabajo.

Anabel se dio cuenta que su juventud era el detonante de las palabras de la empleada. Después de un momento de confusión le dijo a la empleada:

—Por favor llame al chófer del señor Andrés.

A regañadientes la empleada llamó.

—Si señor Carvajal, tengo aquí una señorita llamada Anabel que quiere visitar las dependencias… ¡Cómo! Si sí Ya entiendo si sí gracias… Adiós, adiós.

Perdone, yo no puedo abandonar mi puesto ahora le busco a alguien. Salió un momento y volvió con un joven.

—Jordi le acompañará.

—Muchas gracias.

El tal Jordi como se suele decir, tenía más palabras que un abogado no solo le enseñó las dependencias, también le informó de todos los dimes y diretes de toda la oficina, pasaron por unos despachos en la primera planta eran despachos privados, los cuales presentaban una decoración barroca. Junto a ellos una gran sala con varias mesas en seis de ellas lucían sendas maquinas de escribir. Anabel callaba y escuchaba como Jordi le decía que las oficinas pertenecían a los pelotas y dinosaurios de la empresa.

—¿Dónde tiene el despacho el director? –Preguntó Anabel—.

—En el último piso, respondió Jordi.

—¿Podemos ir?

—Sí, todo el edificio es de oficinas, nosotros tenemos las tres primeras plantas y la ultima, ahora usaremos los ascensores generales.

En el último piso había una ancha sala y alrededor varias oficinas cerradas con llave.

—Aquí no podemos abrir ninguna puerta. Son despachos muy privados.

Anabel observó las puertas a una de ellas le habían retirado el letrero con el nombre era el despacho –A.


Al día siguiente Anabel se presentó en la oficina del director. La puerta estaba entreabierta llamó y el director rápidamente salió a recibirla.

—Soy Anabel.

—La estaba esperando, es usted mucho más joven de lo que me imaginaba y más bonita.

—Gracias, señor director, usted dirá lo que espera de mi.

—Solo que me sirvas como has servido a Conde, últimamente estoy detectando una reducción drásticas de ganancias. A más volumen de trabajo la respuesta se traduce en menos ganancias. En pocas palabras quiero saber por qué y tomar medidas.

—El señor Conde me dio plenos poderes y me apoyó en mis decisiones.

—¡Siempre!

—Después de informarle detalladamente de mis conclusiones, claro está. Quisiera saber cuáles son mis limitaciones.

—Veo que usted va directamente al grano. Pues bien no le impongo ninguna limitación, tiene usted vía libre para investigar y sacar conclusiones. Como es natural al final me las comunicará sin hablar antes con nadie.

—Me parece correcto, necesitaré un despacho.

—Ya lo tenía previsto, sobre la mesa tiene usted las llaves del despacho –A—. Es el suyo a partir de ahora, sobre la mesa dispone del ordenador. Si necesita las cuentas de la empresa puede pedirlas en administración.

—No los saldos contables ya los observé en Mallorca, necesito más los entresijos de la empresa y su funcionamiento.

—¿Me está diciendo que se informó de esta empresa en Mallorca?

—Sí ¿Cómo cree que convencí a don Gustavo de que les vendiera las acciones?

—Veo que tenía razón Conde, es usted muy lista y creo que nos llevaremos bien, coja las llaves y téngame al corriente de sus conclusiones.

—Así lo aré, gracias por darme esta oportunidad.

—Si no me equivoco, seré yo quien le tendrá que dar las gracias.

Anabel cogió las llaves y se despidió, su despacho estaba justo al lado del despacho del director, mas tarde supo que frente a su despacho estaba la sala de Juntas o reuniones.

Durante dos semanas estuvo comprobando las ventas, los ingresos por partidas el rendimiento de cada sección, los impagos etc.

Llamó a Jordi a su despacho.

—Jordi ya sabía el poder de que disponía Anabel y creía que el primer día con ella le iba a repercutir negativamente. Con miedo llamó a la puerta.

—Pase por favor.

—Jordi, pasó casi temblando y paró frente a su mesa. Mientras Anabel le daba a la tecla de imprimir del ordenador y se giraba hacia Jordi.

—Cierra la puerta y por favor siéntate.

Jordi obedeció, añadiendo: ¿Que desea de mí?

—Colaboración y amistad, un amigo y colaborador fiel. Al fin y a la postre usted y yo debemos tener la misma edad.

—Veintinueve, tengo veintinueve.

—Bien yo los hago en un mes. Quiero saber que trabajo desarrollas aquí y que me contestes a mis preguntas sin tapujos ¡quiero la verdad seca!

—Pues usted dirá.— Jordi se mostraba nervioso— ¡A! bueno. Mi trabajo aquí se reduce a recoger el correo, recibir los corriculums, en fin estoy adjunto a recepción.

—Dispone usted de los informes o corriculums de todos los trabajadores y en el caso de los más viejos de sus estudios.

—Lo podría conseguir.

—Consígalos. Ahora hábleme de los que llaman “dinosaurios” y como trabajan.

—Perdone por llamarlos dinosaurios. Ellos son los que trabajan directamente en la bolsa e invierten el capital de los clientes.

—He visto máquinas de escribir junto a sus despachos.

—Si sus secretarios las usan para los contratos por duplicado, como siempre se ha hecho con papel de calco. Después se encargan de archivar la copia en el semisótano, por fechas y por apellidos.

—O sea que la copia también se archiva por duplicado.

Así es.

—Sabes ¿si hay algún informático en la empresa?

—¡Sí y no! los trabajos de informática los realiza una empresa independiente.

—¿Y el sí?

—Yo soy informático y mi hermano es profesor de informática.

—¿Trabaja aquí?

—No él se dedica a dar clases. Es un crac se puede meter donde quiera, domina el ordenador como nadie, siempre está creando… Perdone creo que me paso.

—¿Admira usted mucho a su hermano?

—Si él fue mi profesor, todo lo que se, lo aprendí de él.

—Bien Jordi ¿puedo confiar en usted?

—No lo dude soy su mejor aliado.

—Pues consígueme lo que te he pedido. Y si tienes problemas yo te protegeré. –Anabel sonrió y Jordi quedó desarmado.

Salió sacando pecho, ya no estaba asustado Anabel parecía más una amiga que un jefe, no le fallaría.

Cuando Anabel tubo la lista de corriculums o de estudios en su despacho. Llamó a Jordi y le dijo que quería hablar con tres personas concretas, por favor llámalas. Cuando las tuvo en su despacho, las hizo sentarse y después sin tapujos les preguntó:

—¿Qué opinan ustedes de como se invierte el dinero en esta empresa? ¿Creen que se invierte bien o por el contrario somos demasiado conservadores?

Las tres personas dos hombres y una mujer, permanecieron calladas, al fin uno de los hombres dijo:

—Eso ¿en que nos puede afectar?

—Tal vez en un aumento de categoría o en un despido. La señora de unos cuarenta años abrió la boca.

—Si lo que quiere saber, es si estamos de acuerdo con las inversiones de los viejos creo que diferimos en muchas cosas, al menos yo. Pero queremos mantener el trabajo y para ello no debemos inmiscuirnos.

Otro de los señores añadió, Don José lleva tres años invirtiendo en las mismas compañías. Yo le aconsejé una nueva compañía que estaba creciendo y que ha duplicado el precio de sus acciones en un año y me dijo que yo no entendía nada de esto. Las palabras de la señora animaron a los dos hombres; todos querían hablar y descargar sus conciencias calladas bajo el despotismo de los viejos.

Los tres eran expertos en bolsa, con buenas ideas. Su problema era que estaban bajo el yugo de los dinosaurios los cuales los utilizaban como, secretarios a su servicio sin voz ni voto.

Anabel preguntó.— ¿Qué ocurre con las maquinas de escribir? ¿Creen ustedes que todos los de su departamento están preparados para trabajar con un ordenador?

—¡No! Dijo categóricamente Juan, el más joven de los tres. En nuestro departamento hay unas ocho personas que sobrepasan los cincuenta y que solo usan el ordenador ocasionalmente, como si usasen una máquina de escribir y siempre están preguntando, en ocasiones es mejor hacerles el trabajo, que aguantar sus preguntas.

—Lo que me imaginaba.— Comentó Anabel—.


A los quince días Anabel disponía de todos los datos que necesitaba. Confeccionó una serie de diapositivas para reproducir desde el ordenador a la pantalla que disponía en la sala de Juntas. Se personó en el despacho de Andrés, diciéndole que estaba preparada para cuando el creyese conveniente exponerle sus conclusiones.

Al día siguiente Andrés la llamó.— Anabel estoy dispuesto.

—¿Podemos pasar a la sala de reuniones?

—Sí por supuesto.

Anabel expuso sus observaciones y sus conclusiones al director con diapositivas, le mostró el estancamiento que se estaba produciendo en la empresa y que en relativo poco tiempo la podría llevar a la quiebra. La necesidad de “no” dar prestamos a la ligera, deberían asegurar más el cobro por impago y la posibilidad de que ante una hipotética parada de la construcción, podría haber una recesión con lo cual la empresa se vería con una gran cantidad de hipotecas impagadas.

En un nuevo gráfico, le expuso las casi nulas ganancias con las inversiones realizadas y como se estaban perdiendo clientes inversores, por la poca o nula rentabilidad. En un nuevo lote le expuso los gastos ocasionados por la duplicidad de funciones y el gasto innecesario de una gran cantidad de folios y papel de calco.

Una vez expuestos los problemas, pasó a las soluciones que según su criterio se deberían tomar para el buen funcionamiento de la empresa.

—Señor Andrés, como ya le he demostrado, no me explico el gasto en folios y papel de calco que se ocasiona por usar maquinas de escribir y más disponiendo de ordenadores e impresoras; además habría que añadir el trabajo por duplicado y el tener un archivo en el que también se guarda por duplicado y que está abarrotado. Tenemos un servidor central en la empresa para los ordenadores, del cual solo utilizamos el seis por cien.

El problema radica en los veteranos que dirigen la inversión y que siguen trabajando como hace veinte o treinta años.

Mi consejo seria despedir a los mayores de sesenta y llenar su hueco con gente competente, de la que disponemos en la empresa. Según he comprobado solo uno de los veteranos es menor de sesenta y a dos de ellos les falta un año para la jubilación.

—Mire Anabel, estos señores llegaron a la empresa, procedentes de la banca; eran los mejores en sus tiempos y reinvirtieron una parte de sus sueldos en acciones de la empresa. Son como parte de la misma.

—En la escuela aprendí que cuando una empresa fracasa no aprovecha para nadie y que más valen cuatro seguros que veinte en el aire.

—Sí puede que tenga razón ellos se sienten muy seguros, hay cláusulas anti despido y además como le he dicho son accionistas y don José los representa en las asambleas.

He estado comprobando los estatutos de la empresa y no tienen por qué tener representación, ninguno de ellos dispone de más del cinco por cien en acciones todos tienen el dos por cien y los estatutos son muy claros en ese aspecto.

—¿Qué más tiene qué decirme?

—Que hay una veintena de personas a las que abría que reciclar ya que apenas saben cómo funciona un ordenador o los programas de que dispone.

—¿Qué me sugiere que debemos hacer?

—Contratar un informático nos saldría más económico que las facturas que pagamos a empresas privadas. Podría reciclar a los trabajadores y lo tendríamos siempre a nuestra disposición, también podría trabajar en cualquier departamento.

—Bien señorita Anabel son muchas cosas y tengo que estudiarlas detalladamente y por sectores. Ahora puede retirarse.

Cuando Anabel iba a abrir la puerta, Andrés preguntó:

—Anabel ¿qué ocurre si los viejos nos tiran las acciones a la cara?

Anabel recordó las ansias de poder y lo que había llegado a hacer con Tomas por conseguir acciones y con estos pensamientos contestó.

—Se las queda usted o la empresa, usted debe acumular un buen paquete de acciones si quiere un buen sector de poder, solo estará seguro con el cincuenta y uno por cien de ellas. No obstante siempre se puede buscar alguna empresa o algún inversor, incluso un préstamo de un banco o financiera.

—Bien lo pensaré.


No cabía duda que las palabras de Anabel habían hecho mella en Andrés así a los dos días la llamó para informarla de que aceptaba todas y cada una de sus reformas pero ella debería lidiar con los viejos. Anabel le contestó que lo aria siempre que pudiera contar con su apoyo y Andrés aceptó. Se buscó el día oportuno y se llamó a los seis encargados de las inversiones al salón de juntas.

Anabel les hizo un detallado resumen de las ganancias de sus inversiones y como repercutían estas en la empresa.

Ante las palabras de Anabel, don José dijo a sus compañeros.

—¡Esta mocosa que se ha creído!

Anabel hizo oídos sordos y prosiguió exponiendo a cuanto ascendían los gastos ocasionados por no usar los ordenadores y la cantidad a que ascendían sus sueldos y gastos a la seguridad social.

Don Cosme se levantó de súbito mirando a Andrés.— Es que vas a hacer caso a esta mocosa, llevamos aquí toda la vida trabajando para la empresa y dejándonos la piel.

Andrés que conocía detalladamente cual era su trabajo respondió:

—No creo que como dice usted se hayan dejado la piel, más bien han vivido cómodamente a cuenta de la empresa y los tiempos han cambiado.

—No pueden bajarnos de categoría ni despedirnos nuestros contratos están blindados.

—Anabel cogió nuevamente la palabra.

—Sus contratos como usted bien dice están blindados en caso de despido pero no en caso de prejubilación.

—¿Qué quiere decir?

—Quiero decir que vamos a prejubilar a los mayores de sesenta.

—¡Eso no lo pueden hacer! Dijo don Cosme gritando.

—Si lo podemos hacer y les aseguro que lo aremos.— contestó Andrés – y más viendo el poco o nulo rendimiento que aportan a la empresa. Yo debo velar por el buen funcionamiento de la misma

Convocaremos una reunión de accionistas.— dijo don José con tono altivo y amenazante.

—No pueden – intervino Anabel— ninguno de ustedes tiene suficientes acciones para convocar una asamblea y si hasta hoy han participado en ellas ha sido por deferencia del señor director, no pueden unir sus acciones para tener derechos deberían saberlo; está en los estatutos.

Las seis personas de pie se miraban unas a otras, después de unos largos segundos. Anabel prosiguió:

—Vamos a ver. Usen su sentido común, a don José y don Justo les queda poco más de un año para jubilarse, a don Juan tres años y don Abel y don Rodolfo tres y medio, solo don salvador tiene cincuenta y seis años; por lo tanto seguiría en la empresa hasta los sesenta o cuando se pueda jubilar con la condición de aceptar las reglas y reciclarse; deberá aprender a llevar un ordenador junto con otros empleados. Se acabaron las maquinas de escribir. ¿Y qué miedo tienen? Una vez u otra se tendrían que jubilar; ahora tienen la ocasión y podrán disfrutar de la familia. La empresa Hará un “ere” por lo tanto ustedes cobraran Hasta la edad de jubilación sin la obligación de trabajar.

—¿Qué pasará con nuestras acciones?

—El que quiera las mantendrá y el que no las quiera podrá venderlas a la empresa.

—¿Es todo cuanto tienen que decir?

—Sí así es.

Los seis se levantaron y abandonaron la sala. Con cara de pocos amigos; Anabel pidió permiso y se retiró a su despacho. Se dejó caer sobre la silla y rodeó su cabeza con las manos, sentía temblar todo su cuerpo el aplomo que había demostrado en la sala la había dejado extenuada. Andrés abrió la puerta y Anabel levantó la cabeza.

—Anabel ha estado usted fantástica. Estoy orgulloso de usted.

Anabel sin levantarse contestó,— gracias señor Andrés.

—¿Le ocurre algo?

—No, cosa de mujeres.

—Ya entiendo, tómese el día libre.

—Gracias.


Los días siguientes se llevó a cabo el plan de Anabel. Como se debía contratar un joven por cada veterano que no llegaba a los sesenta y tres se despidió a Jordi que cumplía su contrato y lo volvieron a contratar junto con su hermano ellos se encargaron de reciclar a los trabajadores que no mostraban suficiente nivel, las tres personas seleccionadas ocuparon el puesto de los que abandonaron la empresa. En pocas semanas la empresa funcionaba de forma muy distinta.


Habían pasado dos meses desde la llegada de Anabel a Barcelona y un día al llegar a casa se encontró con Tomás; ambos se abrazaron como viejos amigos no tardaron en hablar de la empresa y de las mejoras que había introducido en la misma.

—O sea que has despedido a los viejos, ya era hora de que dejasen de chupar de la empresa.

—¿Y tú qué vas a hacer? Dijo Anabel con el rostro serio.

—De momento no pienso hacer nada que te perjudique, esperaré a que las cosas se caigan por su peso.

—¿Tan seguro estás? Y ¿tanto lo odias?

—Ponte en mi lugar. No obstante quiero que me ayudes en hacer una comprobación. Dime en que despacho estás.

—En el “A”

—Justo lo que yo pensaba. Me guardas un secreto.

—Sí como no.

—Ese despacho era el mío, estás trabajando con mi ordenador. Necesito que pulses USUARIO e introduzcas la contraseña A-sámoT. Recuerda la a mayúscula después el guion mi nombre al revés incluyendo el acento en la a y la "T" mayúscula al final un punto. Allí buscarás San Vicente Ferrer y mirarás la cantidad que te anotarás, junto al nombre habrá una sucesión de números como en la cartilla de la seguridad social; anótalos después lo borrarás todo y conectarás un programa que tiene el ordenador llamado “.aracnic blus” el se encargará en poco tiempo de que desaparezcan los restos.

—Puedo preguntar ¿por qué quieres destruirlo?

—Solo yo conozco su significado y no quiero que caiga en manos de nadie ¿lo harás? Créeme no tiene nada que ver con la empresa era cosa de Andrés y mía pero él no sabe dónde encontrarlo y posiblemente lo de por perdido conmigo.

—Está bien lo aré.

—Gracias Anabel.


Al día siguiente era viernes Anabel cumplió al pie de la letra las instrucciones de Tomás y apareció en la pantalla el programa deseado, siguió sus instrucciones anotando las cantidades que Tomás le había pedido y a continuación destruyó el programa. Casi a hora de irse a comer apareció por allí Andrés acompañado de un joven de unos veinticinco años, se asomó a la oficina de Anabel y los presentó. Anabel mi Hermano Daniel, como verás es mucho más joven que yo nos llevamos dieciséis años.

—Mucho gusto señorita mi hermano es como un padre para mí.

—Mucho gusto Daniel.

—Anabel nos vamos a comer mi hermano y yo y me gustaría invitarla, nunca nos hemos visto fuera del despacho. Y también quisiera un consejo u otra opinión diferente a la mía. Tal vez esté abusando de usted pero me gustaría que nos acompañase.

—Bien no tengo ningún compromiso. Pero recuerde mi vida privada es mía no se mezcla con el trabajo.

—Entendido. En media hora nos vemos en el garaje.


Cuando Anabel bajó al garaje se dio cuenta que el vigilante que ella creía que estaba de incógnito en las oficinas no era tal, en realidad era un guardaespaldas de Andrés. El guardaespaldas subió delante con el chófer y Anabel atrás con los dos hermanos. El chófer los llevó a un lujoso restaurante junto al puerto los dos hermanos y Anabel entraron en el restaurante; tenían una mesa reservada.

El maître que les atendía preguntó a Andrés— ¿cómo siempre señor?

—Espere un momento,— ¿Anabel le gusta el vino y el marisco?

—Suelo beber poco, aunque beba vino también quiero agua en cuanto al marisco que le voy a decir claro “soy mallorquina”

El maître asintió con la cabeza y se retiró. A continuación sacó vino blanco y agua seguida de diferentes platos de marisco.

La comida era deliciosa y la conversación amena, pero Andrés no la había invitado solo por la comida así una vez pidieron el postre, Andrés tomó la palabra.

—Anabel quería consultarle sobre una compra de acciones.

—Usted dirá.

Las cinco personas que despedimos quieren vender sus acciones a mi me gustaría comprarlas, pero el señor Conde me ha pedido dinero para realizar una compra de acciones de Trans-Word a un accionista. En estos momentos no dispongo de capital suficiente para afrontar las dos operaciones. Que puede decirme.

Anabel dejó el vaso que tenía en la mano y miró fijamente a Andrés.

—Sinceramente ¿no se ha dado cuenta de las intenciones de Conde?

—¿Qué quiere decir?

—Cuando compraron las acciones de don Gustavo ¿usted qué acciones compró?

—Las de mi empresa.

—Así es y don Jorge las de la suya y Conde las de Trans —Word.

—¿A dónde quiere llegar?

—En una ocasión se lo insinué. Conde quiere conseguir el cincuenta y uno por cien de las acciones a horas de hoy ya debe estar cerca del treinta por cien. Si consigue su propósito la empresa será prácticamente suya será su empresa y podrá separarse de las otras dos.

—Parece que tiene usted razón “es lista” y que propone

—No soy yo “quien” para dar consejos, usted debe decidir si le interesa ir contra Conde o más bien hacer como él y conseguir adueñarse de su empresa en cuyo caso, su interés debe centrarse en conseguir las acciones de su propia empresa.

No sabemos la opinión de Jorge. Pero tal vez quiera su parte de poder; si es así podrían intercambiarse acciones. O intentar frenar a Conde.

—Si creo que tiene razón. Las tres empresas se crearon con un mismo fin, pero este puede haber llegado.

—Don Andrés recuerde que le aconsejé tomar medidas sobre la facilidad que tienen para dar créditos.

—No debe preocuparse por eso, estamos en lo alto de la ola, el próximo mes habrá elecciones en el país, creo que saldrá el mismo presidente y tendremos otros cuatro años de prosperidad, seguiremos cabalgando sobre la ola y mientras tanto creceremos, en poco tiempo seremos tan potentes o más que un banco.

Anabel intuyó que Andrés bebía demasiado, acababa de pedir una botella de Cardú. Entre él y el hermano habían dado buena cuenta de dos botellas de vino de las cuales Anabel apenas había bebido un vaso. Era hora de alejarse.

—Bien señor Andrés la comida ha sido maravillosa pero ha llegado la hora de marcharme.

—Si quiere dígale al chófer que la lleve.

—No hace falta vivo cerca y me hará bien caminar un poco.

—Daniel que no había hablado mucho decidió acompañar a Anabel diciendo.

—Yo también me voy me vendrá bien tomar un poco el aire, nos veremos a la noche.

Sin mediar palabra Andrés sacó la cartera y le dio dinero a Daniel. Ambos jóvenes abandonaron el local.

Daniel tenía ganas de hablar e invitó a Anabel a dar un paseo por el puerto le gustaban los yates sobre todo si tenían buenos camarotes, según él le encantaba hacer el amor sobre las olas. Como detectó que la conversación no interesaba a Anabel cambió.

—¿Es usted de aquí?

—No soy mallorquina. Solo llevo en Barcelona desde reyes.

—¿Ya ha visitado la ciudad?

—No prácticamente no he llegado más que al puerto y al Zoo.

—Si quiere yo le puedo enseñar Barcelona de noche es muy diferente a Visitar monumentos, eso lo puede hacer cualquier día, puedo llevarla a bailar o de visita por varios sitios típicos donde se reúne la gente joven.

—¿Te conoces bien Barcelona?

—Me conozco más bien Madrid, allí paso el año estudiando.

—¿Y qué haces aquí?

—Me he tomado una semana de vacaciones, el domingo cogeré el coche y volveré a Madrid. ¿Qué dices me acompañas? Te aseguro que te gustará.

Anabel no había vuelto a salir desde que su madre cayó enferma, hacia más de un año y decidió aceptar la invitación de Daniel, la idea le gustaba, ya tendría tiempo de visitar sitios como la Sagrada Familia o el Tividabo.

—Bien ahora me voy a casa recógeme frente el zoo.

—A las once y vístete de sport.— dijo Daniel caminando de espaldas y sonriendo

—De acuerdo.

Anabel se fue a su casa y Daniel tomó el camino del restaurante donde podría estar su hermano.


Tomás estaba en el salón viendo la televisión, Anabel se acercó a él.

—Tomás te traigo lo que me pediste estos son los números y esta la cantidad son algo más de ocho millones de euros. Hice todo lo que me indicaste la información a quedado destruida. ¿Tienes algo más que contarme?

—Sí pero cuando tú me cuentes de dónde vienes que yo sepa los viernes por la tarde no trabajas.

Anabel sonrió.— He comido con Andrés y su hermano. Una comida deliciosa en un restaurante no muy lejos de aquí.

—Dime ha bebido mucho.

—Yo diría que sí.

—Como siempre, después de comer abra pedido una botella de Güisqui y se habrá quedado allí bebiendo al menos una hora. ¿De qué habéis hablado durante la comida?

—De las ansias de poder que albergan tanto el cómo Conde. Ambos quieren adueñarse de sus respectivas empresas; pero en este momento en que les venden acciones tienen poca solvencia debido en su mayoría a la compra de las acciones del señor Gustavo.

—¿Qué le has aconsejado?

—En realidad no le he dado ningún consejo, le he dejado la decisión a él o unirse a Jorge para frenar a Conde o intercambiar acciones y cada uno intentar hacerse con su empresa.

—Conociendo los escrúpulos de Andrés, ya se cual es la decisión, el ya la tiene tomada hace tiempo y tu le has dicho como. Esto Anabel es el principio del fin, ahora tendré que darme prisa.

—¿Qué quieres decir?

—Qué a partir de ahora no te mezclaré en mis asuntos. Debo mantenerte al margen. Y cuanto menos sepas mejor.

—Bien puedes contestarme a una pregunta ¿Por qué tiene un guardaespaldas por la mañana y otro por la tarde.

—Es una larga historia pero mejor que la sepas y ahora tenemos tiempo. Acomódate.

Andrés siempre se ha rodeado de gente fiel y de valía. Carvajal el chófer trabajaba de mecánico en el taller donde llevaba el coche Andrés. A reparar o realizar las revisiones; cuando ascendió a director contrató los servicios de Carvajal como chófer y de este modo se aseguraba el mantenimiento del coche. Con buen sueldo y poco trabajo Carvajal aceptó. Los acontecimientos se precipitaron a los pocos meses de trabajar como chófer Andrés se fue a comer “como hoy” por la tarde se puso a llover. Carvajal entró en el restaurante y le pidió permiso para recoger a su hija de cuatro años del colegio. Andrés se levantó y acompañó al chófer al colegio. Protegido con uno de los grandes paraguas que siempre lleva en el maletero Carvajal entró a por la niña, al volver al automóvil Andrés se había sentado al volante. A la niña la sentó detrás y Carvajal intentó persuadir a Andrés de la conveniencia de conducir él. Andrés se negó con rotundidad, no sé si fue el destino como decía Andrés o la borrachera que llevaba, pero el resultado fue que se saltó un semáforo y una furgoneta de reparto los embistió por la derecha. La niña salió despedida rompiendo un cristal y a la vez rompiéndose el cuello. Carvajal con las piernas rotas, Andrés solo un golpe en la cara y unas magulladuras, pero tuvo la suficiente sangre fría para salir del coche y antes de que nadie se diera cuenta colocar a Carvajal al volante. Después gritando fue en busca de la niña; la niña con el cuello roto había muerto.

Durante los más de seis meses que tardó Carvajal en recuperar sus piernas no hizo más que repetirse que mataría a Andrés. Cuando estuvo totalmente restablecido se presentó en las oficinas por entonces Andrés ya disponía de los dos guardaespaldas, le pidió perdón, le ofreció su antiguo puesto y una mejora de sueldo. Mucha gente le aconsejó entre ellos yo que aceptara, matarlo no le devolvería a su hija. No sé qué piensa actualmente, pero de momento sigue en su puesto.

Por su parte Andrés prefiere tenerlo cerca y poder vigilarlo.

—¿Qué opinas de Carvajal?

—Es un hombre fiel hasta la médula y de ideas fijas, si acaso un poco tosco. Pero es la persona a la que todos pediríamos ayuda en los momentos difíciles.

—¿Crees que será capaz de matarlo algún día?

—¡Sí! Si no lo ha hecho ya, es porque tiene otros dos hijos uno que era mayor que la niña e iba a otra escuela y una recién nacida. Ni que decir tiene que Carvajal cargó con todas las culpas en el accidente.

—En cuanto a lo que a mí me sucedió, puedo asegurarte que el chófer no tuvo nada que ver, salimos a cenar con su coche uno de los guardaespaldas conducía, estaban los dos. Durante la cena por enésima vez me pidió que le vendiera mis acciones, yo le contesté que solo pensaba crearme un sitio en la empresa y quería tener acceso a las juntas de accionistas. No sé si por avaricia o por qué tenía miedo de que consiguiera más poder y pudiera convertirme en un rival. La cosa fue que terminamos en mi despacho donde él sabía que guardaba las acciones. Debo reconocer que yo había bebido un poco y no me di cuenta de sus intenciones. Descorchamos otra botella de cava al beber perdí las fuerzas; me ataron a una silla y me inyectaron alguna droga lo que pasó después ya no lo sé; seguramente le firmaría algún documento por el cual se adueñaría de mis acciones.

Pero no consiguió sonsacarme nada más, tal vez por mi estado, algún día te contaré la historia de San Vicente Ferrer. O sea los datos que hoy me has traído.


Anabel se retiró a su habitación quería descansar para estar despierta por la noche.

Anabel, Anabel. Llamaban a la puerta de su habitación. Anabel se había quedado dormida sobre la cama.

—La cena está en la mesa— era la voz de Celia la tía de Tomás.

Pasó por el aseo y se fue directa al comedor, miró el reloj de pared que daba las nueve siempre puntualmente. Cenó y se retiró a arreglarse.

Una vez estuvo compuesta, al pasar por el salón Tomás extrañado (pues nunca la había visto salir por la noche) preguntó sonriendo.

—¿Tienes cita?

—No sé si se puede decir así, el hermano de Andrés me ha invitado a visitar Barcelona de noche y he aceptado hace mucho que no salgo y he pensado que me vendría bien distraerme un poco.

—No soy quién para decirte nada, pero por favor no te fíes de él se que es adicto a las drogas. O al menos lo era, ha hecho muchas travesuras en las que el hermano se ha tenido que involucrar e intentar tapar.

—No te preocupes no soy una niña. Buenas noches.


A las once recogió Daniel a Anabel, con su Renault Megane recién estrenado.

—¿Qué te parece si primero damos una vuelta por Barcelona?

—Lo que tú quieras, tú eres el guía.

Daniel condujo el coche hacia una de las partes más altas de la capital, desde allí observaron los edificios, el emplazamiento de los distintos monumentos de la ciudad; se mofaron de algunos edificios en particular, aunque Anabel en su interior reconociera las excelencias de su construcción, pero la noche era joven y solo pensaba en pasarlo bien.

Al bajar Daniel le dio un paseo por las ramblas. Estas estaban llenas de prostitutas y señores buscando consuelo a sus necesidades. Anabel se sintió molesta.

—Daniel por favor vámonos de aquí.

Daniel obedeció y decidió llevar a Anabel a algún lugar de diversión, hizo una llamada a un amigo y rápidamente puso rumbo a una concentración de Coches. La música salía de los maleteros y el alcohol aparecía por doquier, después de buscar unos minutos, Daniel encontró a sus amigos. Los saludos eran efusivos; chocaban las manos con mucho vigor, besaban a las chicas en las mejillas con fraternal cariño, los chicos y chicas bailaban, bebían y volvían a bailar las conversaciones eran cortas y a gritos la música lo envolvía todo, de vez en cuando apagaban la música de un coche y encendían la de otro. Daniel sacó dos botellas de güisqui del maletero no tardaron en mezclarlo con Coca y limón, la mezcla se desarrollaba en garrafas de agua de cinco litros de donde se iban sirviendo en vasos transparentes de plástico o en vasos de casi un litro tapados y con un tubo para beber aspirando.

La noche se fue calentando y de pronto en el capó de un coche apareció polvo blanco. No era suficiente con los canutos que se fumaban. Uno de los amigos de Daniel dividió el polvo en rayas y poco a poco empezando por Daniel, lo fueron aspirando, el polvo iba desapareciendo del capó y formando parte de los cuerpos de los allí presentes. Daniel invitó a Anabel a aspirar una raya; ante la negativa de esta le pasó el canuto a otra amiga. Cada vez Daniel estaba más y más alegre no dejaba de bailar y beber. Anabel ante semejante espectáculo decidió que era hora de irse.

—Daniel quiero irme.

—No la noche es joven, Baila, baila.

—No, en verdad quiero irme.

—Pero mujer ahora que lo estamos pasando bien.

—Si no te vienes me voy sola.

—Bueno nos vamos. Daniel se despidió de sus amigos y tocando el claxon salieron de la concentración no tardaron en ver los coches de la policía dirigiéndose a los concentrados. Daniel dijo hemos tenido suerte, estos gilipollas se la van a cargar. A continuación paró el coche en una zona oscura y se dirigió a Anabel.

—Bien ahora vamos a hacer el amor.

—No Daniel llévame a mi casa.

—Tenemos que terminar la noche bésame, — Daniel intentó rodear con sus brazos a Anabel.

—Anabel se apartó estirando sus brazos. La reacción de Daniel no se hizo esperar, al grito de “puta con mi hermano sí que lo harás”. Soltó su puño impactando en el ojo de Anabel; esta después de unos segundos recobró el aplomo y abriendo rápidamente la puerta salió del vehículo sin rumbo fijo. Daniel la seguía gritando “Puta” “Puta” te acordarás de mi. Los zapatos de tacón no son buenos para correr y Daniel la alcanzó tirándola al suelo. Anabel intentaba defenderse de los golpes que le lanzaba Daniel, en el momento que pudo clavó sus uñas en la cara de Daniel, por un momento pudo zafarse de él e intentar huir, nuevamente la alcanzó y después de un breve forcejeo la cogió por el cuello y la empujó contra la pared de la primera casa a la entrada de la capital diciendo “te mataré puta” te mataré.

Anabel sentía sus dedos como presionaban su cuello, pensaba que era su final pero entonces recordó cual era el punto débil de los hombres y armando su rodilla con todas las fuerzas de que disponía asestó semejante golpe en las partes blandas de Daniel que este se quedó sin fuerzas cayendo al suelo retorciéndose de dolor.

Era su ocasión se quitó los zapatos corrió con todas sus fuerzas, mirando hacia atrás de vez en cuando. Al ver unas luces procedentes de un vehículo se tumbó detrás de unos maceteros que habían en un portal, no tardó mucho en ver pasar el coche de Daniel sin muchas prisas ¿tal vez la estaba buscando? Cuando lo perdió de vista salió de su escondite y giró en la primera esquina más de quince minutos anduvo perdida hasta que salió a una avenida y buscó un taxi que la llevó a su casa.

Entró en silencio y busco algo frío que llevarse a la cara, un bote de cerveza frío fue lo primero que se llevó al ojo. Sin querer hizo el suficiente ruido para despertar a Celia; no tardó esta en aparecer y al ver a Anabel exclamó.

—¡Dios mío! ¿Qué te ha pasado?

—La noche entre alcohol y drogas termino mal ¡intento matarme!

—¿Quién intentó matarte?

—Daniel el hermano de Andrés.

—¡Sera hijo puta!

—Estaba bebido e inflado de droga, intentó violarme y me defendí, como pude, entonces intentó estrangularme, afortunadamente pude zafarme y huir.

—Tienes marcas en el cuello de sus dedos, incluso parece que te clavó la uña del pulgar. Esto hay que denunciarlo a la policía.

—¿Y cree usted que me creerán? ¿Perderé mi trabajo? Creo que si como dice su sobrino, la venganza hay que servirla en baso frío, yo ahora estoy muy indignada y nerviosa. Voy a ducharme e intentar dormir.

—Mientras yo te picaré hielo y te lo pondré en una bolsa. Dijo Celia la cual se esperó a que se duchara e intentó ayudar a Anabel.

Al día siguiente cuando salió a desayunar, Tomás la estaba esperando sin decir nada la observó, ella parecía esconder la cara con un tímido:

—Buenos días.

—Buenos días Anabel, mi tía me lo ha contado todo. Me imaginaba que podía ser peligroso, pero no que lo fuera tanto. Entiendes ahora porque quiero vengarme.

Anabel se volvió y miro fijamente a Tomás diciendo:

—Te ayudaré en tu venganza no sé si hago bien o mal pero es lo que ahora mismo siento.

—Bien Anabel y ¿que sientes por Jorge?

—Desprecio e indiferencia, con lo que le hizo a mi madre tengo suficiente, no me merece ningún respeto.

—¿No cambiarás de opinión?

—No, no puedo cambiar, quería demasiado a mi madre y no puedo perdonar a quien le ha hecho daño.

—Entonces estamos en la misma onda. Debes seguir trabajando con sangre fría en la empresa, yo ya he empezado a mover ficha vamos a precipitar los acontecimientos. Anabel ¿sabes si Conde tiene alguna cuenta secreta?

—No que yo sepa— contestó Anabel sentándose a la mesa con las tostadas y el café con leche, mientras comía le vino a la mente la cuenta donde habían ocultado el dinero procedente de algunos clientes chinos, de inmediato se lo comunicó a Tomás, contándole porque se había actuado así y cual había sido el resultado.

—¡Caray! Anabel eres muy lista, prefiero tenerte a mi lado que contra mí.

—Dime Tomás ¿en qué has movido ficha?

—Hace unos días me personé en hacienda para hablar con el director, diciendo que representaba a unos inversores con dinero en Sudamérica los cuales deseaban montar una financiera en España y necesitaba saber los pormenores para traer el dinero y crear una sociedad.

¿Cual fue el resultado? ¿Y con qué dinero vas a crear la sociedad?

En estos momentos tengo todas las facilidades del mundo para traer dinero al país, comunicándolo a hacienda y pagando mis impuestos y en cuanto al dinero. ¿Recuerdas a San Vicente Ferrer?

—Si habían ocho millones de euros en su cuenta pero.. ¿Ese dinero no era para la fundación Vicente Ferrer?

No una cosa es San y otra la fundación. Esa es la forma de hacer creer a todo el mundo que una pequeña parte de las ganancias van a parar a la fundación. En una ocasión Andrés me hizo diseñar un sistema por el cual pudiera evadir dinero en beneficio propio. Yo diseñé el proyecto y después de hablar con él lo puse en marcha, era otro de los motivos para deshacerse de mí, pero está claro que no sabía; si se había llevado a cabo la idea y por descontado desconoce el paradero del dinero y la cantidad que hay, solo yo conocía la clave, la forma de acceder a él y la firma electrónica para poder moverlo.

En estos momentos debe de ir camino de las islas caimán, de donde pasaran a una cuenta que abriré el lunes en un banco español.

He alquilado un bajo en la calle posterior a esta, el lunes lo limpiare y si hace falta lo pintaré serán las oficinas de la compañía. Formaremos la compañía o financiera mi tía tú y yo actuando mi tía como gerente. A ella no la conoce nadie y podrá firmar los contratos con Andrés. Ya tuvimos una conversación y está de acuerdo.

—No me cuentes más me estoy perdiendo, pretendes prestar su propio dinero a Andrés para la compra de acciones.

—Así es le ataremos bien y lo perderá todo, es más tonto de lo que se cree. Solo es un presumido ignorante necesita una persona en la que apoyarse, antes se apoyaba en mi y ahora se apoya en ti. Veras como te lo consulta. En cuanto tenga las tarjetas de la financiera deberás hacérselas llegar. Como lo hagas ya es cosa tuya.

—Bien Tomás ya me irás indicando y explicando el plan ahora mismo no estoy en condiciones, aún me duelen los golpes de Daniel y mi cabeza es un hervidero.


El lunes con unas grandes gafas de sol, propiedad de Tomás y un pañuelo al cuello se fue al trabajo. Se sentó en su mesa su concepción de la empresa había cambiado. Quería estudiar el desarrollo de la misma al milímetro y saber cuándo empezaría el declive que vaticinaba Tomás. De momento las medidas adoptadas estaban dando sus frutos y eso se notaba en la caja de la empresa. Pero serian suficientes para asumir un parón en la construcción.

De momento todo presagiaba que se iba a formar un nuevo gobierno, bajo el mismo presidente y todos se las prometían muy felices, como decía Andrés estaban en la cima de la cresta y creciendo.

En ello estaba cuando se abrió la puerta. Era Andrés.

—Buenos días Anabel ¿Ha visto usted a mi hermano?

—Anabel se puso en pie contestando: Ni lo he visto desde el viernes ni quiero verlo en mi vida.

Al presidente ajeno a lo sucedido, le dejaron fuera de contexto las palabras de Anabel, solo pudo decir:

—¿Ocurre algo?

—Su hermano intentó matarme el viernes – dijo Anabel mientras se quitaba las gafas.

—¿Le dio ese golpe mi hermano?

—Si harto de drogas y alcohol. Me atacó intentó violarme y matarme.

—Mujer, no creo que fuera para tanto y mucho menos que intentara matarte, un simple golpe no significa nada y más si como dices había drogas de por medio.

Anabel tiró del pañuelo que llevaba al cuello.

—Y esto no es una prueba de que intentó estrangularme, más los moretones que llevo por el cuerpo.

Andrés quedó blanco, no fue capaz de decir nada, por unos momentos quedaron los dos frente a frente sin mediar palabra, Anabel recuperó la calma y se desplomó sobre la silla — diciendo.

—No se preocupe no pienso acudir a la policía, pero no quiero volver a verlo en mi vida.

Andrés no era capaz de articular palabra, solo un murmullo salió de su boca.

—Puedo preguntar...— No mejor no.

—Anabel intuyó la pregunta: Si lo que quiere saber es como está su hermano, le diré que le clavé las uñas en la cara y recibió un golpe en ciertas partes, no sé nada más. Desearía seguir con mi trabajo no estoy de humor.

—Lo entiendo – dijo Andrés cerrando la puerta—. Más tarde ordenó al guardaespaldas buscar a su hermano, lo encontró en casa de un amigo y llamó a Andrés.

—Lo he encontrado.

—¿Y cómo está?

—Bien dentro de lo que cabe; tiene las dos mejillas marcadas por uñas y anda con las piernas abiertas, se ve que le dieron fuerte.

—Bien no digas nada y llévalo a casa. Ya hablaré con él.


Pasaron varios días sin que Andrés hablase con Anabel, un día cuando Anabel volvía a casa le salió al paso el chófer.

—Señorita por favor quisiera hablar con usted, podemos pasar a la cafetería.

—Si señor Carvajal, como usted quiera.

El chófer pidió una cerveza y Anabel un café Carvajal la condujo a una mesa apartada donde poder hablar.

—Bien señor Carvajal usted dirá.

—No sé cómo empezar ni la opinión que usted pueda tener de mi, solo quiero que sepa que si necesita mi ayuda estoy a su disposición incluso para hacer desaparecer al señor Andrés. – Carvajal bajó la cabeza y prosiguió – Andrés no es bueno, estoy seguro que tuvo mucho que ver con la desaparición de Tomás, una excelente persona y muy listo, era su mano derecha y quien en realidad le subió a la presidencia de la empresa. Un buen día Andrés se enteró que Tomás disponía de acciones de la compañía y se las quiso comprar no quería verlo sentado a su lado en las juntas de accionistas como un accionista más, en realidad le estaba cogiendo miedo. Un día como hoy en que yo tengo el día libre no volví a ver al señor Tomás, creo que los guardaespaldas tienen algo que ver en el asunto.

—¿Por qué me cuenta esto? Carvajal.

—En el coche se comenta todo con los guardaespaldas ellos son ahora sus confidentes y amigos. Desde que ocurrió lo de su hermano no sabe si fiarse de usted o no. Y eso no me gusta, si intenta hacerle daño tendrán que pasar por encima de mí.

Quería que lo supiera.

—Gracias señor Carvajal, no pasará nada pronto confiará en mi de nuevo. ¿Qué opinión tiene usted de Tomás?

—Tomás se portó excelentemente conmigo cuando tuve el accidente, en que murió mi hija.— la voz de Carvajal cambiaba cuando hablaba de la niña.

—Señor Carvajal conozco toda la historia no hace falta que la recuerde.

—El señor Tomás fue el único que me ayudó, pagó mis letras del piso y me visitaba muy a menudo, continuamente ayudaba a mi señora y él fue el responsable de que no matase a Andrés al recuperarme; pero el odio que siento por él no cabe en mi pecho, todos los días de mi vida tengo que verlo y pensar que como dijo Tomás vive gracias a mi.— Carvajal reaccionó ¿cómo sabia Anabel lo del accidente?

—¿Quién le contó lo del accidente?

—¡El propio Tomás!

—¿No ha muerto?

—No, está vivo, ya le contaré lo que pasó, es una larga historia. Quiero saber ¿hasta dónde piensa ayudarme? y colaborar conmigo y con Tomás.

—Si tienen algún plan para hacerle daño a Andrés soy su más fiel colaborador y si Tomás está aquí me gustaría verlo.

—Ahora iremos a mi casa y lo verá, necesitamos estar informados de todo lo que se hable en el coche. Anabel sacó del bolso un pequeño bloc, escribió su nombre y su teléfono tome quiero estar informada de todo lo referente a la empresa o a mí personalmente. En cuanto a Tomás creo que lo han dado por desaparecido; bien vámonos.


Anabel lo llevó a la casa de Celia. Celia estaba en la cocina. Y los presentó.

—¿Conoce a Celia la tía de Tomás?

—No, no la conocía, mucho gusto señora es un placer.

—Igualmente, si no me equivoco usted debe ser, “el chófer”

—Carvajal, para servirla.

—“Recuerde” Carvajal, a partir de ahora no la conoce de nada ¿está Tomás en casa?

—Si en su habitación.— respondió Celia.

Anabel llamó a la puerta, ¿estás visible?

—Si pasa. Anabel

—Tienes visita.

—Tomás estaba frente el ordenador y levantó la vista. ¡Carvajal! ¿Cómo tú por aquí? ¿Cómo has sabido…

—No, no lo sabía me lo ha dicho, la señorita Anabel. Me alegro que esté vivo, yo no sabía nada de usted.

—Bien os dejo solos tendréis muchas cosas de que hablar.— dijo Anabel cerrando la puerta tras de sí. Mientras los dos hombres quedaban hablando de sus cosas.

Tomás hizo un relato completo de sus peripecias y de cómo pensaba vengarse de Andrés, por su parte Carvajal, le contó su conversación con Anabel y le ratificó su oferta a ayudarles. A partir de ahora sería su vista y sus oídos.

Más tarde se reunieron todos en el salón incluida la tía Celia, Tomás aprovechó para hacer una exposición detallada de sus ideas. Recalcando que nadie que no estuviera en esos momentos en la habitación, debería saber nada de los planes, ni por asomo. La oficina estaba terminada y el cartel puesto, Tomás se encargaría de atender a la gente seria el único empleado, seguiría con su barba y las gafas oscuras, pero sería Celia quien aria los tratos a domicilio, a ella no la conocía nadie. Después les dio tarjetas a Anabel y a Celia y esa misma tarde fueron al notario a crear la escritura de la sociedad, actuando como gerente Celia con plenos poderes.

Anabel preguntó por el dinero y Tomás respondió:

—Mañana nos ingresarán una fuerte cantidad procedente de las islas Caimán y en breve algo más de seis millones de euros, procedentes de Tokio, con el mismo trayecto pasando por las islas Caimán viajarán rumbo a la península y serán ingresados en la misma cuenta.

—¿Cómo lo has conseguido?

—Anabel eres muy lista pero hay muchas cosas que no sabes y mejor que no las sepas. Yo llevo muchos años en la empresa y conozco todos los entresijos. A Partir de ahora está en tus manos convencer a Andrés de que nos contrate.

—Tengo preparado un plan para ganarme su confianza, el dinero abre muchas puertas y le he preparado un minucioso dossier, que pienso entregarle el próximo lunes si viene a la oficina.

—Bien pues adelante ya no hay vuelta atrás.


Al lunes siguiente Anabel dejó abierta la puerta del despacho, quería saber cuando llegaba el presidente.

Sobre las once Andrés pasó frente el despacho de Anabel, dijo Buenos días y siguió, Anabel se levantó y corrió hacia la puerta.

——Don Andrés, don Andrés – llamó— Andrés se giró—.

—Sí, dígame.

—Quisiera presentarle unos resultados.

—Pues pasé a mi despacho.

Anabel cogió los impresos y los esquemas que había confeccionado y pasó a la oficina de Andrés.

—Bien Anabel dígame de que quiere hablar conmigo.

—Quería exponerle los resultados de los cambios desde que hicimos la reconversión.

Mire aquí están las cifras de las dsiferencias que le he confeccionado sobre los resultados del departamento de inversiones –Anabel le alargó unos folios y prosiguió – aquí tiene un gráfico donde se puede ver a simple vista la evolución en los dos últimos meses. Mire en este gráfico tiene la evolución y el resultado de todo el año pasado y en este el de los dos meses que llevamos con el nuevo plan. Como verá en solo dos meses hemos conseguido más ganancia en las inversiones, que en la mitad del año anterior y la línea va ascendiendo. Si no cambian las previsiones, las ganancias del año en este sector pueden ser de más un trescientos por cien o superiores con respecto al año anterior. A lo que abría que añadir que los costes se han reducido casi a la mitad.

Sin embargo debo de reconocer que tal vez me excedí en querer proteger más los préstamos en vivienda. He comprobado que van a buen ritmo y no hay muchos impagados. Tal vez me equivoque aunque me gusta trabajar sobre seguro.

Andrés no sabía cómo reaccionar ni que decir, Había estado pensando en mandar nuevamente a Mallorca a Anabel y deshacerse de ella y sin embargo ella seguía trabajando y demostrando su eficiencia. No podía prescindir de una colaboradora como ella, ninguno de sus guardaespaldas entendía nada de finanzas, ni podían aconsejarlo. Debería ganarse nuevamente su confianza. Así decidió que lo mejor sería empezar por pedir perdón aunque fuera fingido, por algo había llegado tan lejos fingiendo.

—Anabel, se que estos días debe de haberlo pasado mal quisiera disculparme y en lo posible disculpar a mi hermano. Aunque reconozco que le hizo mucho daño la única disculpa que le encuentro es que estaba bajo los efectos de las drogas.

—No tiene que disculparse, la culpa fue mía por mezclar el trabajo con la diversión, siempre lo he tenido muy presente y esta vez me equivoqué no debí salir con su hermano. Solo quiero ser eficiente en mi trabajo y ganarme mi sueldo.

—¿Quiere decir que todo ha pasado?

—Así es por mi parte, el agua pasada no mueve molino.

—Me alegro de recuperar su confianza.

—Nunca la perdió, usted es el director y yo una empleada algo que tengo muy presente. Lo que ocurra fuera de la empresa no tiene porque interferir en ella.

—Gracias Anabel estudiaré sus informes.

Anabel salió del despacho con el convencimiento de haberse ganado nuevamente al director.

Una hora más tarde vio pasar a dos de los inversores jubilados al despacho de Andrés no tardaron más de quince minutos en salir con cara de satisfacción y escuchó un comentario mientras pasaban por la puerta.

—Le hemos dado fuerte.

—Sí lo vamos a “joder”

No pudo escuchar más pero sabía que no tardaría en contar con ella, como decía Tomás “no era tan listo”. Cuando Anabel se fue Andrés no había salido del despacho. Fue por la noche cuando sonó el teléfono.

—Señorita Anabel soy Carvajal, tengo noticias.

—Si dígame señor Carvajal.

—Esta tarde recogí a Andrés y escuché como le decía al guardaespaldas lo que había pasado entre ustedes y que necesitaba su ayuda en un asunto. El guardaespaldas Sancho por más señas, le dijo que no sabía si usted era de fiar. Andrés le contestó que era la única persona que le había hablado, con una sinceridad inusual y que además necesitaba una segunda opinión diferente a la suya propia. Pocas personas conocían sus intenciones además de usted y que por lo tanto se veía obligado a consultar con usted, aunque después haría lo que más le interesara.

—Eso nos viene como anillo al dedo gracias Carvajal.

—También le dijo que su hermano no debería acercarse a usted, ni a la empresa cuando viniera a Barcelona.

—Parece que las aguas vuelven a su cauce, gracias nuevamente. Adiós.

—Adiós.


A la mañana siguiente, Andrés estaba decidido a hablar con Anabel y dejar las cosas claras, le interesaba su opinión y su fidelidad. Por eso cuando llegó a la oficina la llamó inmediatamente.

Anabel llamó a la puerta— se puede.

—Pase Anabel, pase y siéntese –Anabel obedeció y Andrés prosiguió – quisiera saber hasta qué extremo me puede ser fiel.

—¿Se refiere en el trabajo?

—Sí, por supuesto. Debo reconocer que después de los acontecimientos estuve tentado de mandarla nuevamente a Mallorca. Después he recapacitado y reconozco que sus consejos han dado resultado, es usted una buena colaboradora y no quisiera prescindir de usted. Como sabe intento acumular acciones de esta empresa no importándome las otras dos. Y tal vez necesite su ayuda, necesito saber...

—No prosiga, usted quiere saber si puede confiar plenamente conmigo.

—Así es.

—Si no fuera así, habría denunciado a su hermano y no me preocuparía de la marcha de la empresa. A estas alturas en que llevo aquí tres meses con usted, siempre he estado a su disposición intentando cubrirle las espaldas. Sin saber cual es mi rol dentro de la empresa ni qué cargo ocupo, cogí el despacho y he trabajado en lo que he creído conveniente siempre en beneficio de la empresa, nunca me ha dicho claramente en que debo trabajar. Siempre he creído que aquí estaba de paso y que un día volvería a Mallorca. En cuanto a cómo soy le diré que no muerdo la mano que me da de comer y que lucho por la empresa o la persona para la que trabajo. Creo que soy una persona fiel y que se lo he demostrado; también añadiré que no me gustan las habladurías, me gusta estudiar las situaciones y buscar soluciones. No obstante si ha perdido la confianza en mí y en mi trabajo, puede mandarme a Mallorca, lo entenderé y posiblemente el señor Conde se alegre de verme.

El silencio se hizo en el despacho, Andrés no sabía cómo reaccionar a las palabras de Anabel, se levantó y le alargó la mano diciendo.

—Amigos incondicionales.— Anabel contestó—.

—Amigos incondicionales, pero mi vida privada es mía.

—Por supuesto. Bien creo que podemos pasar al asunto que tengo entre manos y que me corre prisa solucionar. Se trata de las acciones de los viejos, estos han conseguido que algunos amigos también quieran vender las acciones, por lo tanto me encuentro con el dieciséis por cien de las acciones que junto con el catorce por cien que ya poseo me colocaría con el treinta por cien. El problema es que no tengo suficiente dinero para afrontar la operación. Como usted sabe, no hace mucho compre el cinco por cien de las acciones, de la hermana del viejo. He pensado pedir un préstamo a la empresa aunque no sé si sería correcto.

—No, no es correcto los accionistas podrían acusarlo de aprovecharse de la empresa en beneficio propio.

—Sí eso había pensado.

—Hay otras soluciones como pedirlo a otra compañía. Hay que tener en cuenta que el montante de la operación es muy elevado y usted tendrá que aumentarse los emolumentos o bien quedarse un porcentaje sobre las ganancias.

—Alguna cosa así se intentó hacer en alguna ocasión, pero no se si se llevó a cabo busque en su ordenador si hay alguna cuenta oculta.

—Las cuentas secretas no sirven para nada todo está controlado por hacienda y usted tiene derecho a un sobresueldo o una prima sobre las ganancias, al fin y al cabo para eso es el presidente.

—Si quiere puedo buscarle una financiera de confianza a precio de banco podemos hablar con ella y si no interesa buscamos otra.

—Y si acudo a la Caixa d’estalvis.

—Ya le deben el edificio y es un montante muy elevado sigo creyendo que debe ser una cosa personal.

—Bien busque lo que crea conveniente y hablaremos; hay otra cosa los viejos me están pidiendo un veinte por cien más del valor de las acciones.

—No se preocupe por ellos creo que puedo convencerlos de que cobren el precio justo.

—Bien Anabel lo dejo en sus manos mañana vendrán para concretar la compra no quieren esperar más.

—¿Sobre a qué hora vendrán?

—Hemos quedado a las doce.

—Bien señor Andrés tengo su confianza.

—Si por descontado.

—Disponemos de veinticuatro horas, si me lo permite voy a trabajar.

—Adelante en usted confío.

Anabel recogió su bolso y se fue a su casa. El trabajo estaba hecho y solo faltaba concretar con Tomás la estrategia a seguir. Anabel contó todo lo sucedido a Tomás Y ambos se reunieron con su tía para trazar el plan.

Tomás mandó a su tía que sin tardar esa misma tarde, se comprara un traje de ejecutiva y todo lo que le hiciera falta incluida una cartera que aparentase. Después ensayó con ella y con Anabel como debería ser la entrevista con Andrés.

Tras tener todos los cabos atados. Tomas se dirigió a Anabel.

—Sabemos que no dispone de suficientes acciones de Trans-word que son las que nos interesan, después de la entrevista deberás convencerlo para que cambie sus acciones de Constu-crem con Jorge el cual dispone de un diez por ciento de Trans-word si lo conseguimos, todo el viernes por la tarde la Notaria Navalón estará a nuestra disposición.

—¿Cómo lo conseguirá?

—El Notario es mi primo.


Anabel siguiendo los planes llamó a Andrés.

—Señor Andrés ¿mañana puede estar a las nueve en la oficina?

—Sí, si es preciso.

—Lo es; puedo cerrar la entrevista con la financiera.

—Sí, adelante. Si lo cree conveniente

—Gracias. Lo creo.

—A usted, allí estaré.


Al día siguiente a las nueve en punto Andrés llamaba a la puerta de Anabel.

—Ha llegado.

—No todavía no ¿debo estar presente en la entrevista?

—Me gustaría, e intervenga si lo ve necesario, cuatro ojos ven más que dos.

—Gracias.

—Quince minutos más tarde llegó Celia acompañada por Jordi, que la atendía como un buen anfitrión.

—Señorita Anabel la señora busca al director.

—Bien yo la atenderé.— aprovechando que la puerta de Andrés estaba abierta Anabel añadió –no te vayas mira si en mi ordenador hay algún programa oculto.

—Señora me acompaña.

Llamó a la puerta de Andrés y este dio su permiso levantándose de la silla y saludando a Celia.

—Por favor siéntese.

Celia con un tono altivo y siguiendo el guion aprendido, comenzó a hablar.

—Según me han informado alguien de esta oficina, tiene necesidad de un préstamo,” la verdad no lo entiendo”, he estudiado su empresa sé que es solvente y que con otras dos forman un grupo bastante fuerte. Aunque no cotizan en bolsa.

—El préstamo no es para la empresa es para mí y como usted comprenderá, no quiero involucrar a la empresa en mis negocios particulares.

—Lo entiendo y eso le honra, concretamente ¿qué desea?

—Quisiera un préstamo avalado por mis propias acciones, si es posible.

—¿De qué cantidad estaríamos hablando?

—Nuestras acciones se venden entre nosotros de particular a particular. Disponemos en cada empresa de cien mil acciones a mil euros por acción, nunca han bajado de mil y no se suelen vender por más de esta cantidad. Tengo la oportunidad de comprar el quince por cien de mi propia empresa y ahí es donde entran ustedes. Acabo de invertir y necesito recuperarme. Esta oferta me ha llegado como diríamos “fuera de tiempo”.

—Bien señor Andrés, el dinero no es problema, pero tenemos información de las tres y solo aceptaríamos como aval acciones de Trans-word. Es obvio que en caso de impago es la única empresa que nos puede interesar. Financiera ya disponemos de una y construcción ya tenemos demasiado.

El trato sería el siguiente, las acciones las valoraríamos un veinticinco por cien por debajo, es un sistema que utilizamos por si bajan durante la operación, le daríamos el total del capital, siempre y cuando tenga las acciones necesarias, de lo contrario debería avalar con sus vienes particulares o la empresa

Anabel intervino para descargar a Celia.— ¿Cómo dijo usted que se llamaba?

—Celia—

—Pues Celia la duda ofende, el señor Andrés tiene acciones de sobra y si usted ha investigado nuestra empresa nosotros hemos investigado la suya. Son ustedes una empresa de origen sudamericano con base en Uruguay, con un capital social en nuestro país de catorce millones de euros. Usted solo es la gerente con plenos poderes en España.

—Así es veo que les gusta ver por donde andan.

—Si señora igual que ustedes y ahora podemos pasar a la forma de pago y los intereses.

—Por supuesto. Ustedes cobran el ocho por cien, siendo para usted lo dejaríamos en el seis por cien de interés anual que pagaría al semestre. Al año pagaría la mitad del préstamo y en el supuesto caso de no poder pagarlo, la parte restante, se refinanciaría doblando los intereses. A los dos años pagaría la totalidad rescindiendo el contrato, teniendo en cuenta que siempre se puede refinanciar o buscar el dinero en otro lado para su liquidación definitiva.

—O sea que el contrato en principio seria para dos años.

—Así es.

—Andrés se volvió cara a Anabel y esta reaccionó.

—Bien señora Celia, el señor director tiene otros compromisos. Le agradecemos su presencia y sus explicaciones; estudiaremos su propuesta y le daremos la confirmación mañana a más tardar.

—De acuerdo – Celia sacó un impreso de la cartera y se lo dio a Andrés diciendo— estas son las condiciones por si le interesa tenerlas por escrito o no ha entendido alguna de las condiciones.

Anabel y Celia salieron del despacho, Jordi seguía trasteando en el ordenador.

—Aquí no hay nada raro.

—Me alegro. Gracias Jordi acompaña a la señora a la salida.


Anabel volvió rápidamente a la oficina de Andrés.

—¿Qué le ha parecido?

—Bien, lo que ocurre es que yo no tengo suficientes acciones de Trans-word.

—Eso no es problema. Dispone de las acciones de Constu-crem y seguramente Jorge tiene acciones de Trans-word. Bastaría con hacer un intercambio y para ello tenemos que llamar inmediatamente y ponernos de acuerdo antes de que vengan los viejos.

—¿Le llama usted o le llamo yo?

—Creo que es usted quien debe de cerrar el trato con él, si lo consigue, cosa que les interesa a los dos, ambos tendrían más poder en sus respectivas empresas. Creo que le será fácil convencerlo. Si está de acuerdo cítelo para el viernes a las cuatro en esta Notaria –Anabel le acercó una tarjeta de la notaria— es donde trabaja la financiera.

—Bien lo mismo da una notaria que otra.

—Mientras yo voy a esperar a los viejos les haré pasar a la sala de juntas déjeme cinco minutos con ellos y después entre. Sobre todo manténgase en el precio normal de las acciones y dígales que no puede pagarles más y que no son solo ellos quienes quieren vender las acciones.

Anabel salió del despacho y dejó abierta tanto la sala de juntas como su despacho. No tardó más de una hora en escuchar la voz de don José jactándose del precio que iba a cobrar por las acciones. Anabel cerró la puerta de Andrés diciéndole ya están aquí. Don José iba acompañado por otros cuatro y vieron como Anabel cerraba la puerta del presidente y se dirigía a ellos por favor Síganme a la sala de juntas después de entrar Anabel cerró la puerta. Don José se dirigió a ella:

—¿Qué pasa somos delincuentes y se nos cierran las puertas?

—No don José es que no quiero que el señor Andrés oiga lo que tengo que decirles.

—Lo que usted tenga que decir poco puede importarnos a nosotros.

—Creo que se equivoca conmigo, yo solo soy una empleada que hace lo que le mandan y no creo que a usted le vaya mal. Cobra sin trabajar ni calentarse la cabeza y puede disfrutar de la familia.

—De todas formas, no me interesa lo que quiere decirnos.

—Don Justo intervino diciendo: tal vez a mi me interese escucharla, tenía razón en lo de disfrutar de la familia, el otro día llevé a mis nietos al Tividabo y no sé quien disfrutó más si ellos o yo. ¡Hable señorita!

—Ocurre que la empresa no va bien y no dispone de capital para comprar sus acciones, no son solo ustedes quien quiere venderlas al ver la poca rentabilidad de las mismas; quien va a comprar sus acciones es el señor Andrés el cual tiene un especial afecto por ustedes, pero no puede pagar más que su valor nominal y créanme ustedes que en el momento en que nos encontramos, es un excelente precio.

—Pero la empresa va boyante tiene mucho trabajo.

—Sí y muchos impagados que son quienes la están hundiendo. Para que creen ustedes que vine yo aquí y se tomaron medidas. Yo se lo diré para parar la hemorragia de perdidas.

—Va, paparruchas —dijo don José—

—No, no son paparruchas –intervino don Cosme – el otro día leí una crónica en un periódico de Estados Unidos, el cual hablaba de una burbuja inmobiliaria en nuestro país, que estaba apunto de estallar.

—Exacto don Cosme ya se está produciendo, pero ustedes tienen la última palabra.

—Parece difícil de creer no se ve ningún movimiento de lo que dicen— comentó don Justo.

—Bien, ustedes pueden creerme o no, a mi ni me beneficia ni me perjudica es su dinero. Veré si el señor Andrés está disponible.

Abrió la puerta de la sala de reuniones y Andrés estaba esperando de inmediato se dirigió a la sala.

—Buenos días señores siéntense por favor seré breve. Yo me comprometí a comprar sus acciones y ustedes las han sobrevalorado creyendo que valían más. Yo por mi parte quiero cumplir mi compromiso pero no a cualquier precio si no a su precio actual y créanme que les hago un favor en estos momentos hay mas vendedores que compradores.

—Don José insistió. Pero usted dijo que nos las pagaría…

—¡No! Lo dijo usted yo no prometí nada y créanme si no me las quieren vender se lo agradeceré. Discútanlo ustedes y lo que acuerden díganselo a Anabel. Sin más palabras salió como había entrado.

Los ex trabajadores se miraron unos a otros. Anabel decidió dejarlos solos con sus discusiones y tomó el camino de la puerta.

—Esté en mi despacho comuníquenme lo que decidan.

—No se vaya – dijo don Cosme— yo ya he decidido las vendo y creo que estos si no son tontos también lo harán al fin y al cabo es un precio justo.

—¿Están todos de acuerdo?

—Se miraron unos a otros y respondieron. Si estamos de acuerdo.

—Esperen un poco por favor.

Anabel fue en busca del presidente. Llamó a la puerta abierta Andrés estaba mirando por la ventana. Sin volverse preguntó ¿Qué han dicho?

—Han aceptado. ¿Cómo ha quedado usted con Jorge?

—Estará en el notario a las cuatro, ha quedado en venir a comer conmigo con la condición de que yo pague la cuenta.

—¿Sin güisqui señor Andrés?

—Sin güisqui Anabel yo también se cuando debo estar sereno.

—Entonces puedo informar a todos. Para el viernes, Don Jorge a las cuatro, la financiera a las cinco y los señores a las seis; tiene toda la tarde ocupada.

—Si pero creo que valdrá la pena.


Anabel informó a los accionistas del día, lugar y la hora de la transición y volvió a su despacho junto al ordenador había una nota plegada la abrió y la leyó era de Jordi y decía:

Anabel no todos en Barcelona somos iguales, te invito la tarde o el día que querrás a conocer mi ciudad “de día y a plena luz” es muy bonita y hay mucho por ver. Y añadía su teléfono después la firmaba.

Anabel sonrió y la guardó en un cajón. Al llegar a casa informó a Tomás y Celia de los acontecimientos para que estuvieran prevenidos y preparados.

El viernes preguntó a Andrés si lo tenía que acompañar a la notaria. Andrés le contestó que no hacía falta, que como ya estaba todo atado y planificado no abrían problemas. Anabel decidió llamar a Jordi la semana había sido intensa y necesitaba evadirse. Jordi le dijo que se pusiera vaqueros y se recogiera el pelo a las cuatro la recogería. Anabel salió a la calle y vio un motero parado y mirándola, cuando se levantó la visera vio a Jordi sonriendo.

Se acercó y Jordi le dijo:

—Este es el mejor vehículo para circular por la ciudad, ponte el casco y esta chupa. Anabel no lo dudó se puso la chupa y el casco y subió a la moto, no sería la última vez que lo aria, a partir de ese día salió muchas tardes y fines de semana con Jordi. Jordi era alegre y contagiaba su simpatía, era fácil acostumbrase a su compañía. Pero en la oficina la seguía tratando con un exquisito respeto.

Juntos visitaron los monumentos más emblemáticos de Barcelona. Y mientras en la oficina todo iba sobre ruedas. Andrés había conseguido lo que quería y Tomás también. Solo Anabel había perdido de nuevo la ocasión de conocer a su padre, aunque no parecía estar demasiado interesada; posiblemente en su interior albergase un conato de curiosidad.

Por otro lado Conde llamó de nuevo a Andrés y ante la sensación de que este le rehuía le mandó un fax reclamando hablar con él con urgencia.

Andrés decidió tomarse unas vacaciones y el lunes siguiente al recibir el fax se lo pasó a Anabel.

—Mira, Anabel yo voy a tomarme un descanso hasta el día veinte. Juan el jefe de contabilidad es quien me sustituye cuando yo no estoy. El otro día me preguntabas cual era tu rol. Pues bien podríamos decir que tú eres la secretaria adjunta a presidencia. Ayuda a Juan en mi ausencia. ¡Ha! Y contesta a Conde –Andrés le entregó el fax añadiendo – de dinero nada.

Anabel informó a Juan de las vacaciones de Andrés y de su nueva posición. Juan quedó perplejo diciendo a Anabel:

—Yo creía que tú eras... o habías ocupado la vicepresidencia.

—No yo solo soy la secretaria del presidente y tal vez consejera “no lo sé muy bien” mira Andrés ha recibido una carta de Conde — Anabel le entregó el fax añadiendo – y por el contrario Andrés me ha dicho que no hay dinero.

—Juan leyó el fax y respondió, esto no es cosa mía, tú sabrás que hacer con Conde, resuélvelo como puedas.


Conde quería dinero y Andrés no quería dárselo. Ella se encontraba sin quererlo de nuevo en medio. Se sentó en su mesa y pensó que Tomás tal vez podría prestarle el dinero. Si lo había hecho con Andrés por qué no con Conde. Llamó a Tomas y se lo comunicó.

En principio Tomás solo había pensado vengarse de Andrés; pero siendo que la única empresa que él consideraba que podía salvarse de las tres era Trans-Word por qué no quedarse con más acciones de la compañía o bien sacarle rendimiento al dinero así le dijo a Anabel:

—Dile lo que ha hecho Andrés y a quien le ha pedido ayuda, tal vez consigamos algunas acciones más o rentabilidad para nuestro dinero.

Anabel llamó a Soraya.

—Soraya soy yo Anabel.

—¡Anabel! Como estas.

—Muy bien Soraya, oye he recibido un fax dirigido a Andrés.

—Si yo lo mandé por que parecía que Andrés huía de hablar con Conde y este ya está desesperado.

—Mira, Andrés también ha comprado acciones y no ha recurrido a Financial-broks ha resuelto el problema con otra financiera.

—No sigas te paso con él y se lo explicas ¿vale?

—De acuerdo pásame y dales recuerdos a todos.

—Gracias te paso. Escuchó por el teléfono como Soraya le comunicaba a Conde que le llamaba Anabel y él le respondía, que se la pasara.


—Anabel, Anabel ¿eres tú?

—Sí, señor Conde soy Anabel, ¿cómo se encuentra?

—Bien de salud y un poco” jodido” por el cabrón de Andrés.

—Sobre eso quería hablarle.

—Pues diga, diga; soy todo oídos.

—El señor Andrés se encuentra de vacaciones hasta el día veinte. Pero debo decirle que hace poco ha comprado acciones de su propia empresa y no ha querido pedir un préstamo a la financiera pues dice que eso no es correcto y que los socios podrían acusarlo de aprovecharse en beneficio propio.

—Pensándolo bien puede tener un margen de razón. ¿Cómo lo ha resuelto?

—Con un préstamo de otra financiera. Si quiere puedo mandarle al gerente y si le convence tendrá el dinero de inmediato.

—Anabel explicó a Conde los pormenores del crédito y este aceptó una entrevista con la empresa. Preguntando a continuación cuando iba a volver a Mallorca y que allí la estaban esperando.

—No lo sé contestó Anabel, es cosa de ustedes por mi parte mañana mismo.

—Bien mandaré un correo a Andrés pidiendo tu regreso para el día uno de Mayo a más tardar.

—Gracias señor Conde, se lo agradezco.

—Hasta pronto.

—Adiós señor Conde.


Anabel, Tomás y Celia trazaron nuevamente el plan pero esta vez Tomás acompañaría a Celia y se alojarían en casa de Anabel, después acompañaría a Celia para visitar a Conde aunque no entraría en el edificio. Solo había estado dos veces con Conde pero tenía miedo a que lo reconociera. Quienes sí lo reconocieron fueron los tíos de Anabel los cuales saludaron efusivamente a Tomás y se alegraron de su total recuperación.

Por su parte Anabel llamó a Soraya poniéndola al corriente de la visita de Celia y describiéndole como era.

La visita a Mallorca fue todo un éxito, consiguiendo una nueva hipoteca sobre el veinte por cien de las acciones de Trans –Word.


Y mientras tanto Anabel seguía disfrutando de la compañía de Jordi. No se daba cuenta pero la compañía de Jordi era lo que más le complacía.

Ya casi a punto de volver Anabel le dijo.

—Sabes Jordi me han reclamado de Mallorca y seguramente me iré el treinta por la tarde después de trabajar he visto que salen varios aviones por la tarde y he conseguido un pasaje.

—¿Y si Andrés no quiere que te vayas?

—Entonces al menos visitaré unos días a la familia, hay un puente de cuatro días por el día del trabajo.

—No puedes irte sin visitar Montserrat el domingo nos vamos.

—De acuerdo

Así lo hicieron después de Comer volvieron a casa, los domingos por la tarde solía crearse caravana y aunque con la moto adelantaban no querían coger excesivo tráfico, Jordi convenció a Anabel para pasear por el parque del zoo, se hicieron fotos con los animales, las diferentes estatuas y fuentes del parque, después se sentaron en un banco era el momento esperado por Jordi.

—Anabel llevamos casi dos meses saliendo y me gustaría saber qué opinión tienes de mi.

—¿Cómo qué?

—No sé, tal vez cómo persona.

—Me pareces divertido, respetuoso, amable y el amigo que todos quisieran tener. Me alegro muchísimo de haberte conocido, me has ayudado en mi trabajo y me has hecho olvidar los malos ratos. ¿Qué más te puedo decir?

—Yo Anabel el primer día que te vi me pareciste una diosa, pensé Dios me la ha mandado para mí. Después te tomé miedo al ver el cargo que ocupabas y como despediste a los viejos; pero pronto comprendí lo maravillosa que eres. Sentí rabia e impotencia cuando me enteré de lo sucedido con Daniel. Si lo hubiera podido tener entre mis manos, no sé lo que hubiera ocurrido. Lo que quiero decirte es que me gustas desde el primer momento en que te vi y que me gustaría pasar toda la vida a tu lado. Te quiero Anabel como nunca he querido a nadie. Solo deseo estar a tu lado y ser el padre de tus hijos.

Anabel lo miró fijamente a los ojos su mirada no engañaba, la sinceridad en aquel hombre divertido y dicharachero, resultaba de lo más serena y convincente. Anabel respondió.

—Jordi eres una persona encantadora y esta creo que es la más bonita de las declaraciones de amor que una mujer puede desear. Pero quiero que entiendas una cosa. Tal vez yo no sea la persona que parezco, tal vez no sea tan buena ni tan sincera como crees. Esa era la persona que yo creía ser hace un año. No sé lo que va a ocurrir en los próximos años y como nos afectará solo sé que llevo un asunto entre manos y que no sé cual será el resultado. Mientras tanto no creo que deba comprometerme y más ahora que vuelvo a mi ciudad y estaremos separados.

—“Entiendo” dijo Jordi bajando la vista.

—No, no has entendido nada. ¡Yo también te quiero! solo te pido tiempo y saber si nuestro amor es verdadero o una simple atracción momentánea. No quisiera equivocarme; me crié sin padre y quisiera que mis hijos encontraran unos padres ejemplares.

—Anabel yo soy el hombre elegido para ti, te prometo que no te arrepentirás de haberme conocido, esperaré lo que haga falta pues el premio es el mayor que un hombre como yo puede pedir o desear.

—Anabel acercó sus labios a los de Jordi y se fundieron en un profundo beso, no hacían falta las palabras. Jordi susurró.

—¿Somos pareja?

—Si Jordi somos pareja; con condiciones.

—Jordi respondió — acepto las condiciones — y nuevamente se fundieron en un beso interminable.

En realidad los dos se amaban aunque Anabel era más calculadora y Jordi más impulsivo.


Andrés volvió de sus inusuales vacaciones después de hablar con Juan y con Anabel y comprobar que todo seguía su ritmo abrió su correo, encontrándose con que Conde ya no le pedía dinero, solo reclamaba a Anabel. Andrés la llamó.

—¿Qué desea señor Andrés?

—Conde le reclama, pero si usted quiere quedarse aquí hablaré con él y le subiré el sueldo.

—No señor Andrés no es cuestión de dinero, yo tengo la familia en Mallorca y la echo de menos, nunca había salido de la isla, excepto cuando estuve perfeccionando el inglés en la isla de Malta. Deseo volver.

—Bien no le pondré impedimentos a final de mes puede irse. Mi agradecimiento lo encontrará en su liquidación.

—Gracias don Andrés.

Anabel tenía la sensación de haber terminado una etapa de su vida y de su corta vida laboral.

Mientras tanto Tomás y Celia habían vuelto de Mallorca y Tomás se dedicaba a atender la oficina, con suficiente dinero para poder elegir los contratos que le interesaban, sin correr riesgos y de forma ventajosa para la empresa. Mientras Celia volvía a convertirse en ama de casa.

Esa misma tarde les comunicó sus intenciones de regresar a Mallorca. Tomás le dijo.

—Bien Anabel, pero recuerda que aquí tienes una empresa a tu disposición de la cual eres socia y dos amigos a los que puedes acudir cuando quieras.

—Si lo sé y a veces pienso que hace un año, solo quería alquilar los apartamentos y estudiar.

—¿Y ahora en que piensas?

—En lo rápida que va mi vida desde el verano pasado. Creo que debo seguir con mi trabajo sin tantos sobresaltos y conseguir un poco de tranquilidad, eso solo lo puedo conseguir en mi casa, con los míos.

—Tal vez tengas razón, para una persona como tú que acaba de desembarcar en el mundo de los negocios debe de ser muy estresante todo, lo que te ha ocurrido últimamente.

—Lo que más me ha costado es mentir, no me imaginé que actuaría y mentiría tanto en tan poco tiempo para convencer a la gente.

—Celia la cogió por los hombros y mirándola fijamente le dijo:

—En este mundo hay dos opciones, o te los comes o ellos te comen a ti. Pero siempre tienes que tener en cuenta que cuando dejes el trabajo, debes ser tu misma con tu entorno, las mentiras y falsedades, no deben existir más que en el trabajo. Pues eso terminaría con la confianza mutua. También tienes que saber elegir muy bien quien se sube a tu barca pues si no sabes elegir esta se puede hundir.

—Entiendo, seguiré sus consejos.

—¡Oye! y que tal con el motero.

A Anabel se le escapó una sonrisa que lo decía todo.

—“Somos pareja de momento”

—¿Lo quieres?

—Si, pero la distancia lo confirmará, le he pedido un tiempo prudencial.

—Pues si lo quieres no lo dilates mucho, pues yo quise dilatarlo, se cansó de mí y me quedé soltera.

—No creo que sea ese mi caso pero lo tendré en cuenta.


El jueves por la tarde Anabel hacia las maletas y Tomás la llevaba al aeropuerto, no había visto a Jordi en todo el día y por lo tanto no se había podido despedir de él. Un poco triste sacó la maleta del coche y se despidió de Tomás, facturó la maleta y pasó al recinto de salida no llevaba mucho tiempo sentada, leyendo una revista cuando escuchó una voz conocida:

—¿Es interesante lo que pone en la revista? Se giró de inmediato y se abrazó a Jordi.

—¿Qué haces aquí?

—Me voy contigo tenemos puente por el día del trabajo y pienso aprovecharlo contigo, me cuesta separarme de ti. Me hice pasar por tu marido y conseguí saber en qué vuelo te ibas, tuve la suerte de que quedarán cuatro plazas libres y aquí estoy. ¿Estás contenta?

—Si mucho; pensaba que no querías despedirte de mí.

El resto del viaje lo realizaron en asientos separados pero con satisfacción en el cuerpo pues tenían tres días a su disposición.

—Al llegar su tío les estaba esperando a la salida del aeropuerto, cargaron el equipaje y salieron rumbo a la pensión; Anabel iba en el asiento trasero cogida a Jordi. Al llegar a casa le presentó a Jordi como su pareja. Su tía Cándida lo observó de arriba abajo y parece que aprobó la idea. Aunque no le gustó que durmieran los dos en la misma vivienda.

Los días pasaron como un sueño y visitaron los sitios más emblemáticos de Mallorca. Y aunque no tuvieron tiempo de visitar las playas, el recuerdo que Jordi se llevó era excelente prometiéndole a Anabel que volvería en vacaciones. O en cualquier puente en que tuviera ocasión.


Pero la vida continuaba y Anabel debería incorporarse al trabajo. Así el lunes cogió el bolso y se dirigió a la oficina. Donde fue recibida efusivamente por sus antiguos compañeros; Soraya le dijo.

—Tú mesa esta como la dejaste.

Anabel después de recibir y responder a las preguntas de sus compañeros, se sentó en la mesa y le pidió trabajo a Yolanda para ponerse al día. Una hora más tarde hacia su entrada Conde, al ver por la cristalera sentada a Anabel abrió la puerta y entró diciendo:

—Buenos días. Anabel me complace que esté nuevamente entre nosotros. Anabel respondió añadiendo una sonrisa a sus palabras.

—Yo también me alegro de haber vuelto a mi casa señor Conde.

—Bien, sepa que es usted bien recibida. Y que sabemos que dejó nuestro pabellón a gran altura.

—Gracias.

—Conde se retiró a su despacho, no tardó más de media hora en llamar a Anabel, esta cogió el portátil por si quería dictar y se fue a la oficina de Conde.

—¿Se puede?

—Adelante Anabel. No hacía falta el portátil solo quería hablar con usted.

—Bien, usted dirá.

—En primer lugar, agradecerle que me mandase la financiera comprendo porque Andrés contrató con ellos, la señora que vino sabe muy bien por donde pisa y se expresa sin cartas ocultas y con claridad diáfana.

Por otro lado tengo un problema y solo lo conocemos usted y yo.

—¿Un problema? Usted dirá.

—¿Recuerda el dinero que mandamos ingresar en la cuenta que teníamos parada a Tokio.

—Si, ¿Qué ocurre?

—El dinero ha desaparecido de la cuenta solo quedan doscientos euros.

Anabel hubiera querido que la tierra se hundiera bajo sus pies, ella sabia donde estaba el dinero y en que se empleaba. Pero siguió la farsa nuevamente le tocaba mentir y ocultar la verdad. Se armó de valor y recordó que cuando no sabes que contestar lo mejor es preguntar y crear dudas. Así las cosas dijo a Conde.

—¿Y no es posible que no los ingresasen?

—No el dinero entró y salió.

—¿Y el banco que dice?

—Que el dinero se sacó con mi firma electrónica, que se pidió confirmación y se la dieron.

—Anabel interpretó a la perfección el papel de sorprendida.

—¡Dios mío! Eso quiere decir que si alguien se da cuenta podría acusarle de sacar el dinero para comprar las acciones.

—Exactamente. Solo usted lo sabe y en realidad no se qué hacer, no dispongo de suficiente dinero para tapar el agujero.

—Tal vez no haga falta que lo haga. El año pasado lo dimos como impagado y así ha pasado a las cuentas finales, dejémoslo como está y cancele la cuenta así nadie podrá investigarla. Pues aunque usted no tenga ninguna culpa ni sepa nada del dinero; en caso de una investigación las dudas pueden hacer más daño que la propia realidad.

—Tal vez tenga usted razón y aunque es una importante cantidad será mejor no mover nada. Será nuestro secreto.

—No lo dude señor Conde, no saldrá una palabra de mi boca.


Los días empezaron a pasar con la monotonía típica del trabajo de la empresa, de vez en cuando alguna tontería de Dioni, o alguna historia simpática de Lorenzo les rompía la monotonía de la oficina. Solo las vacaciones junto a Jordi alegraron el corazón de Anabel, durante estas viajaron a Barcelona, Jordi presentó a Anabel su familia, mas tarde visitaron a Tomás y Celia.

Tomás no tardó en hacer saber a Anabel lo bien que iban las cosas en la financiera pero no hablaron nada de la burbuja inmobiliaria. Anabel una vez terminadas las vacaciones volvió al trabajo. Este seguía sin altibajos y llegó la navidad, hubo que cerrar las cuentas del año. Sin ser buenas no eran malas y nada hacía presagiar los acontecimientos. Mientras tanto Anabel devoraba los periódicos que podían aportar datos sobre el desarrollo de la economía y cada vez estaba más de acuerdo con la tesis de Tomás. Parecía que la crisis estaba a punto de estallar.

Cuatro meses más Tarde, Andrés se puso en contacto con Jorge. La venta de inmuebles estaba descendiendo y por lo tanto la financiación también eso unido a un ligero aumento de impagados estaba dejando a la financiera sin recursos.

Por su parte Jorge desde Valencia, estaba inmerso en la compra de terrenos con la intención de crear un complejo con campo de golf incluido. Por otro lado la construcción de dos mil viviendas iba a buen ritmo y tenía otras quinientas en venta, en la inmobiliaria que tenia, sita en la avenida de Francia de la capital Valenciana.

Los terrenos que quería comprar Jorge formaban un pequeño valle entre montañas. Eran campos prácticamente improductivos de algarrobos, olivos y almendros. Con alguna cena de por medio y una buena subvención para el polideportivo se había ganado el favor tanto del alcalde como de la oposición los cuales lo consideraban poco menos que un dios pues confiaban con sus inversiones para subir el nivel de vida del pueblo y solo debían preocuparse de ganar las elecciones, las cuales solían dar la alcaldía a una u otra formación por un estrecho margen.

Así las cosas Jorge se apoyó en los bancos para seguir con su propósito y mientras tanto los bancos seguían inmersos en su escalada de préstamos sin ningún tipo de seguridad. El liberalismo salvaje estaba a punto de estallar, y mientras el gobierno empezó a reconocer que existía una pequeña desaceleración, sin consecuencias, que pronto se resolvería.

Jorge por su parte solo pensaba en su empresa, en la que sin llegar al cincuenta por cien de las acciones si unía las de su familia, si se había convertido en el mayor accionista de la empresa.

Andrés perdía contratos y capital por momentos era quien más estaba sufriendo solo el sector de inversiones seguía aportando capital debido a la huida de inversores de algunas otras compañías.

En el mes de Junio Andrés llamó a una reunión a sus socios, sin darse cuenta que prácticamente ya no lo eran las ansias de poder de cada uno de ellos los había separado y cada uno se ocupaba de su empresa al fin y al cabo ninguno de ellos poseía ya acciones de las otras compañías.

Tras la reunión en Barcelona. Entre los tres directores acordaron mandar a sus mejores economistas en ayuda de Andrés y junto con Juan, que se había convertido en la mano derecha de Andrés, intentarían tomar medidas para salvar la empresa. Andrés preguntó a Conde.

—¿Qué pasa con Anabel?

—¿Quieres que te la mande?

—Si ella me vaticinó que pasaría alguna cosa similar y no le hice caso, me gustaría tenerla a mi lado.

—Bien si así lo deseas te la mandaré — dijo Conde con un tono de resignación.

—Después del acuerdo entre los tres, Conde y Jorge abandonaron el edificio. Cuando salían por la puerta Jorge preguntó a Conde.

—¿Quién es esa Anabel?

—Una chica que tengo en mi oficina y está muy puesta en economía, hace un año se la dejé y por lo visto le solucionó algunos problemas y otros, le predijo que ocurrirían, también a mi me ayudó a introducir mejoras en mi empresa. Podemos decir que es una perla que me encontré por medio de Soraya.

Cuando Conde llegó de nuevo a su oficina entro, al departamento de sus ayudantes directos.

—Buenos días Soraya necesito que el lunes sin falta dos de vosotros se incorporen a la financiera de Barcelona. Anabel ya ha estado allí por lo tanto es fija el otro os ponéis de acuerdo.

Dioni se ofreció para acompañar a Anabel y ambos se pusieron de acuerdo para salir el domingo en el vuelo de las seis de la tarde la empresa compró los pasajes.

Dioni tenía dudas.

—Anabel ¿dónde nos alojaremos? Anabel contestó.

—Yo tengo casa particular, llamaré para que te busquen hotel cerca de la empresa.

Así lo hizo llamó a Celia y le informó de los acontecimientos. No tardó Celia en llamarla de nuevo e informarla que tenía la reserva del hotel y que este se encontraba a medio camino entre su casa y la empresa.

El domingo al salir del aeropuerto el coche del director estaba a la puerta, allí estaban Carvajal y Jordi esperando.

Anabel se abalanzó sobre Jordi, abrazándolo y besándolo, después le dio un fuerte abrazo a Carvajal preguntándole por la familia mientras Jordi ponía el equipaje en el maletero. No habían reparado en Dioni el cual observaba en silencio, Anabel hizo las presentaciones pertinentes y después le dijo a Carvajal que los llevase al hotel, una vez instalado Dioni fueron a casa de Celia que los estaba esperando con Tomás. Más tarde Jordi y Anabel salieron a cenar. Durante la cena Jordi preguntó a Anabel.

—¿Te molesta si te pregunto; quien es ese barbudo?

—No, no me molesta, pero es mejor que no sepas nada de el por el momento “no lo conoces y no sabes donde vive” ni a él ni a Celia a la que ya conoces. Escucha ellos no están metidos en nada turbio, pero su vida podría correr peligro si Andrés el director se entera de quienes son. O sea boca cerrada.

—Seré una tumba te lo prometo y ahora puedes decirme ¿a que habéis venido?

—Si eso no es ningún secreto ¡la empresa anda mal! y no saben cómo salvarla.

—¿Quieres decir que está en quiebra?

—Es posible. Pero cambiemos de tema tenemos unos días para nosotros y tenemos que aprovecharlos. El resto de la cena no hablaron de trabajo.

Al día siguiente Anabel recogía a Dioni del hotel y ambos se dirigían al edificio de la empresa, muchas personas al verla la saludaban en especial los del departamento de inversión. Un joven tras un mostrador saludó levantando la mano.

Dioni dijo a Anabel,— ¿ese no es el que…?

—Si es mi pareja, trabaja aquí. Pero nadie lo sabe excepto tu, aunque no es ningún secreto.

Cogieron el ascensor y subieron a la última planta. Anabel observó que Juan ocupaba el despacho “A” era natural él era la mano derecha de Andrés.

Juan tenía la puerta abierta y al verlos se levantó de inmediato a saludarlos. Anabel hizo las presentaciones.

—Juan este es Dioni, mi compañero en Mallorca estamos en el mismo departamento, Dioni este es Juan el vicepresidente de la compañía y hombre de confianza de Andrés, el presidente y director de la empresa.

—Ambos se saludaron y estrecharon sus manos.

—Bien Juan ponnos en antecedentes.

—Nos faltan los de Valencia que no tardarán en venir. A las diez tenemos una reunión con Andrés en la sala de reuniones y os pondremos en antecedentes.

—¿Cuál es nuestro despacho?

—Hemos habilitado el “B” para vosotros podéis trabajar juntos, o tu Anabel puedes estar conmigo en tu antiguo despacho hay sitio para los dos.

—Pues casi lo prefiero es como volver a un sitio conocido, sabes dónde está todo.— Anabel de dirigió a Dioni.— Bien Dioni mientras se hace la hora de la reunión te mostraré donde se encuentra la cafetería y el resto de las dependencias.

Cuando volvieron a Subir, un señor de unos treinta y cinco años estaba hablando con Juan en la sala de reuniones; pasaron al interior y Juan le presentó a Vicente de Valencia. No tardó mucho en aparecer Andrés quien después de saludarlos uno por uno y recriminar a Vicente, que su jefe se había comprometido a mandarle dos personas, empezó la reunión.

—Bien señores ustedes están aquí porque la empresa no puede asumir el déficit que arrastra y en estos momentos se encuentra en peligro, Juan les hará una exposición de los diferentes sectores, quiero que estudien el problema e intenten tomar medidas, no importa lo drásticas que sean. Adelante Juan muéstreles los datos.

Durante una media hora Juan estuvo dando cifras y mostrando gráficos. Lo que más llamó la atención fue que los impagos por préstamos de vivienda en el primer trimestre del año eran superiores a todo el año anterior. Antes de terminar la reunión volvió a tomar la palabra Andrés.

—Quiero que tengan en cuenta que la financiación sobre el edificio que tenemos en la Caixa d’estalvis, no hemos podido liquidar el primer trimestre y está a punto de caer el segundo lo cual en caso de impago; según el contrato que tenemos firmado nos metería en un compromiso. Bien señores todas las cuentas están a su disposición en cuanto estén listos comuníquenlo a Juan y tendremos una reunión y un cambio de impresiones.

Vicente y Dioni estaban en el mismo despacho. Vicente quería saber de Anabel y preguntó a Dioni.

¿Qué sabes tú de la chica?

—Poco solo sé que llegó a nuestro despacho, como una mosquita muerta y a los tres meses ya era la preferida del presidente, después tuvieron algo entre los dos, no sé que fue pero la cosa es que terminó mandándola aquí, a los cinco meses volvió a Mallorca y ahora ya sabes.

Crees que se acuesta con Conde. Es posible y yo no pondría la mano en el fuego en el caso de Andrés. Una mosquita muerta como esa no se gana los favores porque si. Tiene que haber algo más.

Hombre es guapa y tiene buena presencia. No sabemos si además es inteligente.

Hombre está buena pero no es inteligente, pudiendo aspirar a más sale con un empleado de la empresa. No sé con quién se consolará cuando esté en Mallorca.

La conversación no daba para más y cada uno siguió con lo suyo, Vicente se había dado cuenta del talante de Dioni, acordaron con Juan la reunión para el jueves por la tarde a las cuatro. Todos deberían tener claras sus conclusiones.

Vicente aprovechó para invitar a comer a Anabel. Era un hombre alto guapo y con un tufillo de conquistador. Anabel aceptó siempre y cuando les acompañara Dioni, a Vicente le pareció bien y los tres juntos fueron a comer a un restaurante próximo. Durante la comida Vicente hablaba de su Valencia el casco antiguo, y la Ciudad de las Ciencias. Con un conocimiento a nivel de buen Arquitecto, de las construcciones daba todo tipo de explicaciones. Tenéis que venir a conocer mi tierra, cuando queráis os invito tengo un piso de soltero cerca la Ciudad de las Ciencias desde mi ventana se ve todo el complejo y tengo cerca dos centros comerciales y unos grandes almacenes; tampoco tengo muy lejos el puerto en fin, si vais por allí os brindo mi casa.

Las invitaciones se hicieron mutuas, cada uno defendía su ciudad y casi se habían olvidado de la reunión, si Anabel no hubiera mirado su reloj.

A las cuatro en punto estaban todos sentados en la sala de juntas. Andrés abrió la sesión.

—Bien señores ¿quién empieza a mostrar sus conclusiones?

Parecía que nadie quería ser el primero todos se miraban sin atreverse a abrir la boca. Dioni creyó que era su momento de gloria y decidió empezar.

—Yo por mi parte reconozco que la empresa está en un momento crítico, los impagos son los causantes del problema y creo que hay que empezar a corregirlos. En principio potenciaría el departamento de abogados deben de ser más agresivos e incluso comprar “si se puede” algún juez para agilizar los embargos.

—Con la ley no se puede jugar –dijo Juan— se puede volver contra ti. Y el problema continúa.

—Si así es – intervino Vicente – tenemos más problemas de los que parecen, no sé si os habéis dado cuenta que el departamento de refinanciación, está obsoleto.

En pocas palabras no tiene trabajo el descenso ha sido radical y radicales deben ser las medidas hay que despedir a todos los del departamento y eliminarlo. En cuanto al resto si ha bajado el trabajo también abría que despedir.

Propongo un ere para los más viejos de la empresa, y despedir directamente a los que menos tiempo lleven en la empresa, así el despido es más barato.

—Para eso estáis aquí –dijo Andrés— para dar opiniones que como esta puedan ayudar. ¿Estáis todos de acuerdo? Anabel ¿no dices nada?

—Si estoy de acuerdo en las medidas, aunque me duelan; pero eso no evitará que La Caixa nos reclame el pago de la hipoteca. Y se necesita dinero para los despidos.

—Vicente intervino, tiene razón Anabel ¿de dónde sacaremos el dinero para poder continuar? Y una vez resuelto el problema necesitaremos tiempo y liquidez para seguir.

—Dioni quería más protagonismo, y tuvo una brillante idea. Deberíamos bajar el sueldo a los trabajadores que queden y hacer una ampliación de capital.

—Son puntos a tener en cuenta— respondió Juan – habrá que estudiarlo.

Con estas palabras de Juan, Dioni quedó muy satisfecho.

Andrés se quedó mirándolos antes de añadir necesito medidas rápidas todas estas son a largo plazo.

—Anabel dijo: tal vez… Y se calló.

—Sigue Anabel sigue— apuntó Andrés— ¿Qué ibas a decir?

—No sé si es buena idea. Se trata de hablar con otra empresa que se haga cargo de la hipoteca de La Caixa y nos dé tiempo y tal vez dinero. No sé donde escuché que a grandes males grandes remedios. Al menos nos quitaría el agobio. También deberíamos abaratar productos con la única razón de conseguir dinero rápido, por otra parte habría que reunirse con los trabajadores y darles alguna explicación. Que sepan al menos lo que ocurre.

—Tu Anabel siempre estas con los trabajadores, —dijo Andrés— y los trabajadores solo son eso trabajadores. Sin embargo la medida de conseguir dinero de otro sitio a cuenta de la hipoteca sí que nos resolvería de momento el problema de la financiación.

Vicente pensó que si se resolvía la necesidad del dinero inmediato, no haría falta bajar ningún producto. Pero si que empezaría de inmediato la reconversión de la empresa.

Andrés parecía estar satisfecho y se dirigió a los asistentes.

Hay alguna idea más o estamos todos de acuerdo. Se miraron unos a otros y Dioni dijo ¡si estamos de acuerdo!

Levantaron la sesión y cada uno se fue a su despacho, Juan miraba a Anabel y una vez solos en el despacho decidió hablar con ella.

—Anabel no pareces muy convencida, dime que te guardas.

—Por un lado estoy triste por los trabajadores.

—Lo entiendo.

—Y por otro lado creo que las medidas no servirán para nada la empresa caerá igual. Solo funciona el sector de inversiones en bolsa, gracias a que tenemos buenos profesionales, y la única entrada son los alquileres de las oficinas, por ellos mismos pueden pagar el préstamo, pero no pueden con las perdidas, yo crearía una empresa paralela con el sector de inversión, que no tuviera nada que ver con esta. Al menos salvaríamos una parte.

—¿Por qué dices que caerá de todas formas?

—Es bien sencillo mide la velocidad de los impagados y calcula a fin de año en que posición se encuentra la empresa. Pero no me hagas caso tal vez todo se solucione y la empresa vuelva a ser rentable.

—Sigues creyendo que debemos abaratar para vender.

—Si de lo contrario la empresa se encontrará con muchas viviendas procedentes de las hipotecas y a las demás empresas también les ocurrirá lo mismo, esto creará una batalla de precios y si tenemos en cuenta que ya hemos cobrado parte de algunas...se pueden abaratar o alargar las hipotecas. También deberíamos alargar la nuestra con la Caixa, antes de que se den cuenta.

—Gracias Anabel, intentaré aconsejar lo mejor posible a Andrés va en ello mi puesto de trabajo.


—Al salir del edificio le esperaba Jordi.

—No tienes buen semblante ¿te ocurre algo?

—No Jordi, ocurre que mi vida es una contradicción. Por un lado intento salvar la empresa y por otro. ¡Quiero que se hunda!

—Anabel no entiendo nada. Dijo Jordi extrañado.

—Te dije que necesitaba tiempo, pues bien el tiempo se termina y creo que es el momento para que lo sepas todo. Ya que dentro de poco serás despedido de la empresa y tendrás que irte a trabajar a la mía, con Tomás y Celia, a los que ya conoces pero de los que no sabes nada.

—¿Tienes una empresa?

—Más bien dos, también soy la dueña de la pensión donde te alojaste en Mallorca.

—Yo creía que era de tus tíos.

No es mía, pero atiéndeme y no me interrumpas mientras llegamos a casa de Celia, quiero contarte muchas cosas.

Para empezar te diré que Andrés intento hacer desaparecer a Tomás (el barbudo que vive con Celia y sobrino de esta). Este había sido hasta entonces su mano derecha, pero tomó miedo de que le quitara el protagonismo, lo drogó con una combinación de estupefacientes, se quedó con sus acciones y medio muerto lo introdujo en un contenedor o barco rumbo a no sé dónde, creyendo que había muerto. Solo sé que apareció por Mallorca y la casualidad hizo que yo lo encontrara y lo llevase al Hospital prácticamente el mismo día en que a mí me admitían en la empresa. Tomás tardo varios meses en recuperar la memoria que había perdido a consecuencia de las drogas. Juró vengarse de Andrés sin que yo interviniera en la venganza. El quería hundir a Andrés y tenía un plan lento pero efectivo, “caería por su propio peso”. Después su hermano del que tu sabes algo. Intentó violarme y matarme, la indignación y la rabia creció en mi interior y prometí ayudar a Tomás.

Me siento con una doble personalidad por un lado ayudo a la empresa y por otro solo deseo que se hunda para vengarme.

—¿Y has intervenido en su hundimiento?

No, yo ayudo a que no se hunda, aunque no me interese, pero Andrés es tan estúpido que no toma las medidas oportunas o cuando las toma ya es tarde, se hunde por sí mismo sin remisión. Yo he cumplido con la empresa y he intentado ayudar te doy mi palabra incluso ahora cuando ya no tiene remedio. En la última reunión recién terminada Andrés no me ha hecho caso y si a quienes piensan como él, que las cosas se resolverán solas con el tiempo. Ahora que ya sabes lo que ocurre ten en cuenta que los más jóvenes, seréis los primeros en ir al paro. Hablaré con Tomás y trabajaras para nosotros.

Cuando llegaron a la vivienda Tomás y Celia estaban en la casa, les presentó a Jordi como su novio y les informó que estaba al corriente de todo y que quería emplearlo en la financiera. A lo que Jordi añadió:

—Les prometo que no tendrán queja de mí.

—Lo sabemos si Anabel confía en ti, no tenemos motivo para dudar. Pero antes deberán despedirte. –dijo Tomás.


Anabel y Dioni se quedaron el fin de semana en Barcelona y el domingo por la tarde volaron rumbo a Mallorca. El lunes deberían incorporarse a su empresa.


Pocos meses después, Conde recibió una llamada de Vicente.

—Sí, con quien tengo el placer.

—Soy Vicente de Valencia.

—Hombre Vicente ¿Cómo van las cosas por ahí?

—Van bastante bien no podemos quejarnos. Quería pedirte un favor.

—Tú dirás.

—Podrías mandarme a tu secretaria una temporada aquí, no es que me haga falta es que me atrae. Vicente sabía cómo convencer a Conde.

—Ja, Ja, ja. Conde se echó a reír. No me iras a decir que te has enamorado.

—No, no es eso, solo que me ha causado buena impresión y me gustaría tenerla cerca una temporada.

—Bien me sobra gente y el trabajo ha decrecido, tendré que llevar a cabo algunos despidos. Te la mandaré pero tendrás que hacerte cargo de todo, no creo que la vuelva a necesitar.

—De acuerdo mándamela.

—Conde llamó a Anabel.

—Sí, ¿Qué desea señor Conde?

—La empresa va a despedir personal y he pensado que tú podrías irte a Valencia allí tienen sitio para ti y te serviría para ampliar tus conocimientos.

Había algo raro en las palabras de Conde y Anabel preguntó,

—¿Volveré?

—No lo sé, depende de las circunstancias.

—¿Cuándo debo incorporarme? – en las palabras de Anabel se intuía un halo de tristeza.

—El próximo lunes, tómese la semana de asuntos propios. Para buscar vivienda o arreglar sus cosas.

Contrariada Anabel se despidió de sus compañeros. No tardó en buscar por Internet un apartamento o una pensión no muy lejos de la Avenida de Francia donde estaban las oficinas de la empresa, por fin encontró un pequeño apartamento en la calle Islas Canarias, de donde podría ir a pie a la oficina. Después buscó el vuelo y confirmo el apartamento para el viernes. Ese mismo día por la tarde habló con Jordi el cual se alegro diciendo que así podrían pasar los fines de semana juntos.

Al día siguiente cuando salía, su tía salió tras ella llamándola insistentemente.

—Anabel, Anabel.

—Si tía— dijo Anabel volviéndose.

—Hace unos días estuvo aquí un señor de edad avanzada preguntando por ti, según me dijo le había dado tu dirección una tal Soraya.

—Sí ¿y qué te dijo?

—Me dejo esta tarjeta y me dijo que quería hablar contigo. Ya se me había olvidado, espero que no sea urgente.

—Gracias Tía. No debe de ser muy urgente.

Anabel reconoció inmediatamente la tarjeta de don Gustavo y no tardó en llamarlo.

—¿Quién es?

—Soy yo Anabel, me han dicho que me buscaba.

—Sí quiero hablar contigo.

—Bien ¿dónde nos vemos?

—¿Te sería muy costoso venir a Soller?

—¿Después de comer?

—De acuerdo hasta luego don Gustavo.


A las cinco en punto llamaba Anabel a la puerta de don Gustavo, este la estaba esperando en el salón. Se incorporó para recibirla.

—Por favor don Gustavo no se levante.

—Anabel, siéntese quiere tomar algo, ¿café?

—No por favor, dígame ¿que desea de mí?

—Bien iré al grano, se de buena tinta que desde que hablamos, han sucedido cosas y movimientos muy raros en la empresa, me gusta estar al corriente y saber por dónde piso y creo que usted lo sabe todo o casi todo. Por otro lado quiero felicitarla pues todo cuanto me dijo está ocurriendo. En pocas palabras me gustaría que me informase bien, como a un amigo de lo que ocurre.

—Está bien usted confió en mí y yo voy a confiar en usted y ser sincera. En realidad cuando nos vimos por primera vez, yo no estaba muy segura de nada ni de nadie. Sin embargó fingí serenidad delante de usted por el interés que Conde tenía por sus acciones. Estuve un tiempo sin saber si había hecho bien o mal, poco a poco fui entendiendo que en el mundo de los negocios hay pocas personas sinceras y que todos luchan por sí mismos. Dicho esto le diré que ahora me alegro de que vendiese las acciones y también de que se quedase el cinco por cien de Trans-word.

A continuación Anabel contó a don Gustavo todo lo sucedido a Tomás, con Andrés y a ella misma con el hermano de Andrés, incluso el montaje de la financiera por parte de Tomás, solo le ocultó la procedencia del dinero.

A siguiendo con la conversación, le explicó las ideas que pensaban llevar a cabo y como se estaban desarrollando. A continuación le hizo una exposición de cómo iban las empresas. Las palabras de Anabel le sonaron a una sinceridad inusual. Nadie le había hablado en su vida con tanta sinceridad e inmediatamente dedujo que ese era su bando. Pero había que eliminar dudas.

—Entonces usted cree que caerán las tres.

—No Trans-word se salvará, tenemos un plan de viabilidad, pero Conde no lo sabe y pronto habrá oferta de acciones. No solo no podrá comprar sino que perderá las que tiene embargadas por nosotros. Entre las de conde y las que nos quedaremos de Andrés conseguiremos aproximadamente el Cuarenta por cien. Con su ayuda y la de algún amigo suyo. Podremos destituir a Conde y reflotar la empresa.

—¿Qué ocurrirá con las otras dos?

—Caerán sin remisión el ladrillo las absorberá, no nos interesan, no tienen solución y además no disponemos de suficientes reservas para salvarlas. Si lo intentásemos caeríamos con ellas. Solo podemos hacernos cargo de la hipoteca sobre el edificio de Barcelona, si nos piden ayuda. Con lo cual les daríamos un año de respiro y después caerían quedándonos nosotros con el edificio.

—¿Y cómo piensan quedarse con el edificio? En una hipoteca hay que acudir a la justicia y esta es lenta, después vendrían las subastas etc. etc.

—Mi tío decía que para jugar con ventaja hay que poner normas y en nuestras normas hemos cambiado algunas palabras, como “quedarse en propiedad en caso de impago”.

—Bien, entiendo y comparto sus ideas, ”son listos o astutos” me han demostrado ser unas personas realistas, calculadoras y con ideas de futuro. No como esa serie de muñecos a los que hay que dárselo todo hecho y aún así no son capaces de defender sus negocios. “Solo saben presumir” Quiero ofrecerme para que cuenten conmigo y me tengan al corriente de todo. ¡Ah! y si necesitan dinero no lo duden cuenten conmigo y recuerden que tengo amigos muy poderosos.

—Lo tendremos en cuenta y usted tenga en cuenta las acciones de Trans-word y si puede compre. Le dejo una tarjeta sobre la mesa de mi empresa en Barcelona, si necesita alguna cosa no dude en llamar, ellos saben cómo localizarme. Ahora me han destinado a Valencia y no se por cuánto tiempo ni en qué condiciones.

—Allí estará bien es una ciudad muy bonita, aproveche para conocerla, yo nací allí y vuelvo todos los años.

—¿Por qué no vive allí?

—Valencia es bulliciosa y yo busco tranquilidad, además mi mujer era de aquí y aquí tengo mis recuerdos. Al recordar a su señora la nostalgia se reflejó en su rostro. Anabel se dio cuenta que la señora ya no estaba y cambió la conversación.

—Don Gustavo tenemos que colaborar para salvar la empresa que usted fundó.

—Por descontado Anabel usted dirige el barco, yo solo soy el armador y como le he dicho tengo buenos marineros.

—Se despidieron como dos viejos amigos y con un buen grado de satisfacción en Anabel, por haber dejado las cosas claras con él.

Al llegar a su domicilio no tardó en comunicarse con Tomás y darle cumplida información de su entrevista con don Gustavo y el ofrecimiento de este en caso de necesidad. Tomás le dijo a Anabel que deberían aceptar de buena gana el ofrecimiento de don Gustavo, pues disponía de capital y como él decía buenos y poderosos amigos.


El viernes a las ocho de la mañana salía el vuelo de Anabel, esta vez la maleta iba llena con la previsión de pasar una larga temporada fuera de casa. A la salida del aeropuerto cogió un taxi que la llevó directamente al apartamento. Una señora la estaba esperando para mostrárselo y darle las llaves. Tal vez el apartamento no reunía las condiciones que decía en el anuncio, pero no era el momento de buscar. Aceptó y se instaló, al menos estaba limpio. Salió a la calle con la intención de comprobar la distancia con la oficina y ver si el plano que había impreso le ayudaba a encontrarla. Mientras caminaba se encontró con varios bares y restaurantes que tenían el menú y el precio en la puerta, el estómago le hizo saber que era hora de comer.

Repuesta y con ganas de andar siguió su camino, la oficina estaba más cerca de lo que parecía en el plano. Después de observar la fachada y según el plano cerca habían unos grandes almacenes y un centro de ocio, pero al volver la esquina quedó sorprendida. La Ciudad de las Artes y las Ciencias se alzaba majestuosa frente a ella, nunca había visto algo parecido. El único monumento que le había impresionado había sido La Sagrada Familia obra cumbre de Gaudí, con sus agujas apuntando al cielo y desafiando la ley de la gravedad. Ahora tenía ante sí otro desafío, al diseño con ideas completamente diferentes pero igual de monumental y sorprendente.

Toda la tarde la pasó por el cauce del viejo Turia, pensaba que al día siguiente Jordi la visitaría y ambos harían una visita a la ciudad.

A las once de la mañana una moto paraba a la puerta y ojeaba un pequeño plano mandado por Internet. Jordi había llegado sin ningún contratiempo. Llamó al número seis y Anabel se asomó por la ventana. Jordi subió al encuentro de su amada y en poco tiempo los dos jóvenes salían a conocer la ciudad.

El domingo después de comer Jordi salía de nuevo hacia Barcelona con una carta de Anabel para Tomás en la cual explicaba los pormenores de su encuentro con don Gustavo y su ofrecimiento a invertir en su financiera o ayudar incluso con sus amigos o amistades.


El lunes se dirigió a su nuevo destino en la avenida de Francia. Entró en una sala y observó a la izquierda, tres personas trabajaban tras un mostrador, al fondo dos más estaban delante de un escritorio. A la derecha una gran mesa con maquetas de edificios, que se podían ver desde el exterior por la gran ventana acristalada. Detrás una gran sala con grandes mesas y a su lado una escalera. Se dirigió al mostrador.

—Buenos días, por favor tengo una cita con el señor Vicente. Una joven muy amable le atendió.

—Buenos días ¿es usted Anabel?

—Si yo soy.

—Sígame por favor, el señor Vicente tardará en venir. Me avisó de su llegada y me puso en antecedentes ahora le indicaré donde debe esperarle.

—¿Podría mientras enseñarme las dependencias?

—Si por supuesto, no tengo demasiado trabajo.

—¿Cuál es su trabajo en la empresa?

—Soy vendedora, en realidad somos tres vendedores; cuando estamos mostrando los inmuebles los dos oficinistas que están tras nosotras, atienden a la gente que viene. Pues en muchas ocasiones estamos más tiempo fuera enseñando viviendas que aquí en la oficina.

Se acercaron a la gran sala donde habían cuatro mesas alrededor de una más grande. La vendedora siguió explicando.

—Esta es la sala de los arquitectos y aparejadores.

—Solo una persona se encontraba en ella, una gran fotocopiadora presidía la sala y parecía la herramienta más usada.

—Buenos días Fabuel.

—Buenos días Teresa, siento no poder atenderte ni entretenerme, me están esperando con los planos.

Dejaron tranquilo a Fabuel y subieron por la escalera, Teresa siguió hablando.

A la izquierda, la oficina de don Vicente donde le han instalado una mesa para usted, en frente el despacho de don Jorge “su padre, no debo abrirlo” es muy quisquilloso. A su lado una sala de estar y después de la escalera, un pequeño archivo y una sala de reuniones. En realidad no se para que la sala, solo se ha hecho una reunión y hace más de dos años mientras el archivo está a tope, no caben más cajas y no quieren tirar nada.

—¿Llevas mucho tiempo en la empresa?

—Tres años, los que más tiempo llevan son los dos contables que están detrás de nosotras.

—¿Qué puedes decirme de Vicente?

—Que es guapo ¿no cree?

—Si es guapo.

—En realidad él es quien lleva la empresa, el señor Jorge no está nunca pasa mucho tiempo en Madrid. – en voz baja — Se dice que tiene una amante, aunque a sus años yo no lo creo. ¿Le parece bien que pasemos a su despacho?

—Por supuesto.

—Esta es su mesa y esa la de don Vicente, nos recalcó que no tocásemos nada de su mesa, cuando trajeron la suya, pues pese a lo que nosotros consideramos un desastre, él lo tiene todo ordenado según su criterio.

—Dime Teresa ¿Cómo van las ventas?

—En realidad están un poco paradas, hace un año a estas horas estábamos todos mostrando apartamentos incluso Vicente. Pero don Vicente dice que esto es puntual y que tenemos que ser más agresivos para convencer a los clientes. La realidad es que hay menos clientes. Bueno ¿Cómo debo llamarla?

—Anabel solo Anabel gracias.

—A usted; me retiro “Anabel” debo seguir trabajando.

—Adiós Teresa.

Anabel colgó el bolso y se sentó en su escritorio, miró alrededor y encendió el ordenador en realidad no sabía qué hacer. Al encenderse el ordenador un mensaje le daba la bienvenida y le decía que se pusiera cómoda.

Miró por la ventana pero sus pensamientos, se dirigían hacia el despacho que tenía en frente, ¿Cómo sería su padre? Ahora era seguro que lo vería y tendría que hablar con él ¿conseguiría guardar su secreto? Ella misma se respondía. Si debería guardarlo a todo el mundo y mostrarse indiferente. Jorge había abandonado a su madre y solo podía mostrar desprecio por él.

—Una voz la sacó de sus pensamientos. Vicente había llegado.

—Buenos días Anabel.

—Buenos días señor Vicente.

—Huy. Huy. Huy Anabel si vamos a pasar mucho tiempo juntos mejor nos tuteamos ¿vale?

—Como usted quiera. ¿Cual es mi trabajo?

—Te explico yo no tengo mucho tiempo que digamos entre reuniones y visitas; se me va el día necesito hacer un estudio de la empresa, pero las personas de las que dispongo no están acostumbradas a realizar estudios de viabilidad. En síntesis necesito alguien que me cubra las espaldas y realice un estudio de la empresa.

—¿Me puede poner en antecedentes? También me he dado cuenta que aquí trabaja poca gente.

—Si claro estás acostumbrada a trabajar en grandes oficinas; te explicaré:

—Nosotros proponemos, como promotores, el capital lo pone el Banco o la financiera, solo en contadas ocasiones invertimos y más que nada para comprar solares. Contratamos empresas para que construyan para nosotros y disponemos de una pequeña empresa para terminar y limpiar los edificios. Después vendemos las viviendas y el préstamo al banco se convierte en un préstamo a los clientes; todo son ganancias sin riesgos el capital pendiente es cosa de los bancos.

—Tendré que verlo sobre la mesa, no lo veo tan fácil.

—Vicente sonrió mientras decía: en el ordenador tienes todo lo que necesitas, si te falta algo pídelo abajo. Espero que tengas una feliz estancia en Valencia y recuerda si necesitas alguna cosa solo tienes que pedirla.

Anabel se sentó en su mesa con la intención de empezar. Una pregunta rondaba su cabeza. ¿Cuándo conocería al director? Los días siguientes Anabel recopilaba datos cifras compras ventas etc. Durante toda la semana Vicente entraba salía y en ocasiones no aparecía por el despacho. Anabel observó como la miraba con disimulo en muchas ocasiones lo cual la ponía incomoda, aunque aparentaba no darse cuenta. El viernes por la mañana de improviso se asomó Jorge a la puerta y sin mediar palabra dijo.

—Vicente ven.

—Vicente se levantó rápidamente.

—¿Quién es esa?

—Es Anabel la experta en contabilidad y economía, ya te hable de ella.

—¿No será un lío tuyo?

—No es economista y necesitamos un poco de orden para cuadrar las cuentas. Yo no puedo ocuparme de todo.

Mientras hablaban iban al despacho, Anabel no pudo escuchar más al cerrar la puerta tras de sí. Pero si pudo escuchar como levantaban la voz en el despacho.

Al cabo de media hora salieron del despacho por unos segundos pudo ver a su padre como discutía con Vicente y le decía que no se involucrara en sus asuntos, a continuación como había llegado se fue; Vicente entró contrariado y cogiendo unos papeles se despidió. Era la primera vez que veía a su padre y nunca hubiera imaginado que sería así, pero al menos ya lo conocía y ninguna sensación se había despertado en su interior, aunque analizando la escena… Anabel terminó la jornada y se fue a su casa. Esperaba a Jordi por la tarde. Al bajar la escalera se encontró con Teresa.

—Hola Anabel ¿cómo te ha ido la semana?

—Bien no me puedo quejar.

—¿Estás sola? Teresa sabía que era mallorquina y que por lo tanto no debería tener muchos conocidos en Valencia; e intentó ser amable.

—Si estoy sola durante la semana, pero esta tarde viene mi chico de Barcelona y me hace compañía.

—Mira si te sientes sola o quieres salir con tu amigo llámame podemos salir juntas.

—Hoy pensaba dar un paseo y después cenar en mi apartamento, una cena intima, pero mañana pensaba salir a cenar y ver algún monumento.

—Mira no te lo he dicho pero estoy casada, me case hace dos meses. Si quieres quedamos el sábado a las seis e iremos juntos a cenar; antes podemos visitar la zona antigua.

—Me parece muy bien.

—¿Dónde te recojo? Vendré con el coche.

—¿Te parece bien aquí? Vivo cerca.

—De acuerdo hasta mañana a las seis.


Jordi llegó sobre las siete con noticias de Tomás. Andrés había pedido ayuda a la financiera para que esta se hiciera cargo del impago y la hipoteca del edificio. El plan de Tomás seguía la directrices trazadas. Mientras el gobierno empezaba a aceptar que había una desaceleración persistente en la economía, como consecuencia de la inestabilidad del resto de las economías, en especial la de Estados Unidos.


Como había acordado con Teresa a las seis de la tarde del sábado estaban frente la oficina. No tardó en pasar Teresa y juntos se fueron a visitar el casco antiguo. Aparcaron detrás del mercado central y desde allí fueron visitando, toda la zona antigua, llegando a las torres de Serranos. Desde allí volvieron al coche para ir a cenar. Teresa les aconsejó un restaurante en la Malvarrosa donde ellos habían comido en alguna ocasión, la comida y el servicio era bueno y el precio no era excesivo. Cogieron el coche y se dirigieron al restaurante.

Apenas se habían sentado cuando Teresa vio aparecer por la puerta a Vicente, acompañado de una señorita (Ana) de excelente presencia; Teresa con una seña hizo volverse a Anabel. Vicente las vio y decidió acercarse.

Las presentaciones eran obligatorias, después Vicente viendo que aun no habían pedido añadió.

—¿Hay sitio para dos más?

—Sí no faltaría más— dijo Teresa.

Llamaron al camarero y les cambió de mesa. Durante toda la noche estuvieron dialogando sobre las ciudades de cada uno y de cosas intrascendentes (conversaciones de jóvenes) para nada se acordaban de la oficina. Después de cenar pasearon por la Malvarrosa, las tres mujeres iban delante hablando de sus cosas y los caballeros detrás hablando de fútbol. La opinión de Anabel sobre Vicente iba cambiando, parecía una persona amable y simpática. Los días siguientes le confirmaron la personalidad de Vicente, solamente alterada cuando el presidente pasaba por la oficina. Y solo le molestaba que la observara fijamente, como había comprobado en diferentes ocasiones.


Al cabo de un tiempo Anabel tenía todos los informes preparados para presentárselos a Vicente, pero Jorge contrariamente a Conde y Andrés que eran más o menos de la misma edad que Vicente o un poco mayores que este y gastaban el dinero como lo ganaban. En el caso de Andrés había gastado un dineral en construirse una mansión con su correspondiente jardín y piscina y mantenía chófer y guardaespaldas, mientras que Conde vivía en un yate de su propiedad, con todo el servicio donde solía organizar alguna que otra fiesta. Contrariamente Jorge había amasado una considerable fortuna cercana a los trescientos millones de euros entre los bienes y la saneada cuenta bancaria, superior a ciento sesenta millones de euros. Pero la empresa era una cosa y la cuenta del presidente otra por eso en cuanto llegó Vicente le presentó las cuentas y sus conclusiones. Vicente tenía que salir y en una hora volvería, cuando volvió dijo a Anabel:

—Estoy a tu disposición.

Anabel no perdió el tiempo, se sentaron frente a frente en una mesa y Anabel le fue pasando uno a uno los folios con las cifras de los cuatro últimos años y llegaron al año anterior donde había un notable descenso en las ventas y sin embargo no habían descendido las construcciones. Pero los meses del año en curso las ventas habían descendido un cuarenta por cien, era una señal inequívoca de que la burbuja inmobiliaria había estallado por completo y era momento de luchar y tomar medidas drásticas o abocarse directamente a la quiebra.

Vicente no esperaba un futuro tan negro, en ese momento entre las viviendas terminadas y las que tenía en construcción el volumen se elevaba a dos mil, mas unas doscientas en proyecto o a punto de empezar.

El aprecio de Anabel por Vicente había ido creciendo y le sabia mal que la empresa que él dirigía se encontrase en tan lamentable situación aunque no lo aparentaba por el dinero y la liquidez en los bancos.

Las pruebas eran concluyentes y por más que Vicente las miraba y remiraba la realidad era tan elocuente, qué o tomaban medidas drásticas o la empresa iba directamente a la quiebra o a la suspensión de pagos. Anabel ante el silencio de Vicente decidió darle unos folios con las medidas que ella creía más urgentes y aunque no podían evitar la quiebra si podrían aminorar sus daños. Vicente cogió los folios y miró a Anabel.

—¿Crees que hay algún modo de que esto remita?

—No Vicente hace algún tiempo una persona me dijo lo que iba a pasar, esta persona era un experto en finanzas, yo había terminado mi carrera y tenía una oferta de empleo en Trans-word para mí el mundo empezaba a abrirse y no me lo quería creer poco a poco observé que la realidad en ocasiones es más cruel que la ficción. Es como si comprases un gran cantidad de manzanas y te comieses una en cada comida, dentro de un tiempo el resto empezarían a pudrirse con el consiguiente mal olor, las que no te hubieras comido las tendrías que tirar, no te las podrías comer. Estarías saturado de manzanas y ahora el mercado está saturado de viviendas y sigues construyendo o comprando manzanas.

—Dime, cuando construyes calculas la cantidad de compradores, en disposición de adquirir una vivienda y de pagarla. O cuantos habitantes necesitan una vivienda en este país. Yo te contestaré ¡NO! El mercado está saturado y ahora no tenéis a quien vender. Hay que ser realistas, el que primero tome medidas se llevará los pocos compradores que quedan. En fin en esos folios tienes mi opinión y las medidas que yo tomaría.

—Te prometo que las estudiaré. Tú estuviste conmigo en Barcelona y le dimos unos consejos a Andrés ¿Qué crees que ocurrirá?

—No llegará a navidad.— Contestó escuetamente.

—¿Tan segura estás?

—Sí, al principio me pasaba como a ti era difícil de creer pero poco a poco me convencí y cada vez lo tengo más claro. Créeme Vicente esto no tiene marcha atrás, a partir de ahora cada día escucharas más noticias confirmándolo. Habla con el presidente y tomad medidas drásticas.

—No puedo hablar por él, pero te aseguro que leeré detenidamente el informe.

—Vicente estuvo dos días sin aparecer por la oficina y como suelen decir al tercer día apareció.

—Buenos días Anabel, he revisado tu informe y he llegado a las mismas conclusiones que tu, también me he informado por personas de confianza y coinciden contigo. Hoy vendrá el presidente y espero convencerlo, será difícil es muy terco y está acostumbrado a salirse con la suya. En fin espero tener suerte.

—Anabel, ante la sinceridad de Vicente, decidió que era el momento de hacerle una pregunta indiscreta.

—Bien Vicente, he observado que me miras mucho y muy fijamente, yo por mi parte tengo pareja estable y no mezclo mi vida privada con el trabajo…

—No sigas, no es lo que tú crees – Vicente sacó una fotografía de la mesa – mira esta foto nos la hizo mi padre, mi hermana pequeña cumplía veinte años, fíjate en ella.

—Dios mío, somos dos gotas de agua, nos parecemos mucho y ¿vive aquí en Valencia?

—No, murió con mi madre hace seis años, al meterse con el coche bajo de un camión – la cara de Vicente cambió por completo—.

—Ya entiendo, te recuerdo a tu hermana.

—Así es desde el primer momento en que te vi me sentí atraído quería disimular pero no podía me recordabas a “Kati”

—¿La querías mucho?

—Sí con la diferencia de edad ella era mi juguete y yo su protector, la defendía de mis padres, la cuidaba en el colegio en fin nos queríamos mucho.

Mientras hablaban Jorge subía por la escalera, en cuanto vio a Vicente sin mediar palabra le dijo.

—¿Querías verme?

—Si.

—Pasemos a mi despacho.—

Anabel se quedó sola sin llegar a dar los buenos días, los dos hombres se encerraron en el despacho. Durante dos largas horas estuvieron encerrados en el despacho, ante la expectativa de Anabel, la cual sacaba la cabeza de vez en cuando mirando la puerta. De pronto la puerta se abrió y salió Vicente dirigiéndose a Anabel.

—Puedes a ayudarme a convencerlo, ven.

—Anabel sin rechistar se levantó y siguió a Vicente al despacho de Jorge iba a hablar por primera vez con su padre.

Se quedaron de pie frente a Jorge, Anabel quedó muda mirando el rostro de su padre. Por primera vez estaba frente a él.

Jorge ojeaba los folios queriendo ver como desechar aquellos informes y al mismo tiempo seguir con su idea del campo de Golf, no le importaban las viviendas solo llevar a cabo su proyecto. Poco a poco levantó la cabeza momento que aprovechó Vicente para decirle:

—Pregúntale a Anabel lo que opina y cual es la solución.

—Jorge levantó la cabeza, los miró a ambos y se fijó en Anabel, su rostro le era familiar, por un momento pareció bajar el tono de voz, diciéndoles.

—Para que quieres que le pregunte me va a decir lo mismo que tu. No me vais a convencer mi proyecto seguirá adelante cueste lo que cueste.

—Anabel decidió que era el momento de intervenir y arriesgarlo todo a una carta si Jorge le escuchaba y se tomaban medidas tal vez podrían huir de la quiebra, en realidad quería ayudar a Vicente.

—Señor Jorge, usted confiaba lo suficiente en Vicente cuando le dio la dirección de la empresa. No comprendo que ahora no quiera atender su “realidad” pues todo cuanto dice es real, las cuentas y las estadísticas no mienten son reales y cuando más se tarde en tomar medidas, más grande será la caída.

Jorge no dejaba de mirar a aquella desvergonzada que quería enseñarle a llevar un negocio. Por otro lado había algo en ella que le tranquilizaba. Así bajó el tono de su voz para decirle:

—Escuche Jovencita llevo muchos años trabajando para fundar un pequeño imperio y ahora que lo he conseguido y tengo una saneada economía, ni usted ni mi hijo me van a hacer cambiar.

—¡Mi hijo! Anabel pensó ¡Vicente es mi hermano! Dios mío. Su cara palideció y se sintió indispuesta; Vicente se dio cuenta y la sujetó.

—¿Qué te ocurre?

—Necesito un poco de aire, cosa de mujeres.

—Vicente la sacó del despacho y la sentó junto a la ventana, Anabel miró fijamente a Vicente, ahora entendía por qué se parecía tanto a su hermana. Poco a poco le volvió el color de cara y su mente empezó a funcionar, Vicente no era culpable de lo que hizo su padre, no era su enemigo por lo tanto lo ayudaría a salir lo mejor posible del problema, pero a su padre no le debía nada. Debería de reaccionar con rapidez; miró fijamente a Vicente mientras le decía:

—Vicente quiero saber si confías en mí, lo suficiente para hacer lo que yo te diga, sea lo que sea.

—Creo que me has convencido con el informe que has presentado estoy de acuerdo contigo en todo.

—Sí hasta ahí es fácil; pero estarías dispuesto a ir contra tu padre, para minimizar los daños de la empresa e intentar salvar su buen nombre, ya que la empresa no tiene remedio. Ten en cuenta que con el proyecto de tu padre, no podremos huir de la quiebra más estrepitosa.

—Anabel ¡es mi padre! y aunque reconozco su falta de respeto hacia mí y su tozudez no deseo nada malo para él.

—Puedes elegir qué prefieres si caer con él o intentar salvar alguna parcela. Te aviso que también yo tengo amigos poderosos que nos pueden echar una mano. Si estoy aquí es por que tenia curiosidad. No necesito este empleo para vivir holgadamente.

Las palabras de Anabel eran muy sinceras y muy fuertes, Vicente dio una vuelta por el despacho tocándose la barbilla y se dirigió con la mano abierta a Anabel diciendo:

—De acuerdo estoy contigo, sea lo que sea.

Anabel le estrechó la mano — ya te explicaré los pormenores, ahora vamos a por el lobo. Ambos se presentaron en el despacho de Jorge y Anabel tomó la palabra.

—Señor Jorge, creo que usted tenía suficiente confianza con Vicente, cuando le dio la dirección de la empresa. Por otro lado a usted solo le quedan dos o tres años para su jubilación. Aunque sea meterme donde no me llaman ¿Por qué no nombra presidente de la empresa a Vicente y usted lleva a cabo su proyecto con su propio dinero? si es como usted dice no debe tener ningún impedimento para realizarlo y si la empresa se hunde usted se lavará las manos. ¿ No cree que ya es hora de que Vicente lleve las riendas de su empresa, sin dar cuentas a nadie? En realidad ¿Cuánto tiempo las lleva? Y las ha llevado bien. ¿Qué hacia usted a su edad? Y por otro lado usted tiene derecho a tener una ilusión antes de Jubilarse. Siempre y cuando no interfiera en el buen funcionamiento de la empresa.

Jorge miraba fijamente a aquella jovenzuela desvergonzada que se atrevía a darle consejos, pero admiraba su descaro, le recordaba las veces que él había tenido que poner las cartas sobre la mesa, para conseguir sus propósitos.

—¿Sabes que para eso hay que hacer una reunión de accionistas y eso lleva tiempo?

—No, no hace falta usted dispone del cuarenta y cinco por cien y su mujer disponía del siete por cien, tiene mayoría y puede hacer lo que le plazca.

—¿Cómo sabe usted tanto?

—He estado en las últimas transacciones que han habido, la primera en Mallorca y el año pasado en Barcelona. No estaría mal que una vez informados los accionistas, intentara vender algunas acciones y recuperar dinero.

—Bien señorita ¿Cómo ha dicho que se llama?

—Anabel señor Jorge.

—Pues Anabel ya puede retirarse. Largo, largo…

Anabel salió del despacho dejando a Vicente con su padre. Se sentó tras su mesa y respiró profundamente. Mientras Vicente escuchaba como su padre le decía:

—Esta chica es un hueso duro de roer ¿de dónde la has sacado?

—Estuvo en la reunión de Barcelona y parece ser que era la única que tenia las cosas claras. Después de la reunión escuché como le decía a Juan, que la empresa no tenía remedio y se hundiría. No sé si allí se calló muchas de las cosas que sabía o pensaba; tal vez por no menospreciar a los demás. Por ese motivo decidí contratarla y hacer un estudio de viabilidad, como pone en los papeles…

—Ya sé lo que pone en los papeles. De todos modos los estudiaré y en uno o dos días te diré que decido.

—Vicente salió satisfecho del despacho de Jorge, al menos había aceptado estudiar el informe y su respuesta no había sido un ¡No! Al entrar en el despacho Anabel le preguntó.

—¿Qué ha decidido?

—De momento, leerá el informe y te aseguro que eso ya es una muy buena señal, puede que lo hayas convencido. Debo decirte que no esperaba que le hablases como lo has hecho, ni que le propusieras que me dejase el cargo de presidente. ¿Sabes? Eres muy lista y me considero afortunado por tu ayuda desinteresada.

—Anabel sonrió y le dijo a Vicente:

—No sabes nada de mí y sin embargo yo sé mucho de ti, más de lo que tú crees. Ya me irás conociendo poco a poco. Hay tiempo para que me conozcas, para lo que no tenemos tiempo es para salvar la empresa, recuerda que quien da primero da dos veces.

—Mi padre ha dicho que en uno o dos días me dará una contestación. Espero que si llego a presidente no me dejes solo.

—No Vicente cuando me subo a un barco remo como el que más, aunque se hunda.


Esa misma semana su padre fue al notario con Vicente y le cedió la presidencia de la empresa y la mitad de las acciones. Acto seguido como quien se ha librado de un gran peso, se fue a Madrid donde tenía un apartamento que compartía con su actual pareja. Vicente y Anabel pudieron por fin ponerse manos a la obra, para salvar lo que parecía insalvable, para lo cual trazaron un plan de prioridades.

En primer lugar se reunirían con los arquitectos y los aparejadores, todos los proyectos quedaban anulados, no se empezaría obra nueva.

En segundo lugar se pararían las obras que estuvieran solo en la estructura, las cuales se estudiaría una por una su viabilidad.

Se aceleraría la terminación de las restantes y su venta en oferta sobre mínimos. Las que ya estaban en venta se rebajarían un veinticinco por cien.

Si con estas medidas el personal de ventas no vendía se recortaría el personal.

También los solares se pondrían en venta si aparecía algún comprador. Se informó a los vendedores de que si había un comprador se estudiaría su oferta.


Con este paquete de medidas se intentaba minimizar los efectos de la crisis y devolver al banco los créditos obtenidos, pues con el activo de la empresa solo podían sostenerse un año como máximo si no habían más entradas. Necesitaban desprenderse de un gran volumen de viviendas. En pocas palabras era mejor no ganar que aumentar las deudas ya que el préstamo bancario para construirlas se devolvía con la venta de estas.

Anabel opinaba que en cuanto se declarase la crisis, en todo el país se produciría una sicosis que se difundiría como una epidemia; afortunadamente el gobierno seguía con su desaceleración, lo cual les daba un margen de tiempo prudencial.

No había que perder de vista las medidas adoptadas, por eso al mes de adoptarlas, realizaron un estudio total de ventas que era el principal objetivo. Las medidas estaban dando sus frutos pero no era suficiente, seguían en cifras más bajas que a principio del año anterior y no sabían durante cuánto tiempo podrían vender a ese ritmo la mañana se les echó encima, los trabajadores salían a comer. Vicente decidió que podrían comer juntos en un restaurante cercano y tomarse un respiro.

Entraron al restaurante y el camarero creyendo que eran pareja, les ofreció una mesa en un rincón de la sala, en realidad era el mejor sitio para poder dialogar. Durante la comida a Anabel le vino a la mente la fotografía que le había mostrado Vicente.

—¿Vicente tienes un hermano? ¿Puedes decirme alguna cosa de él? Me gustaría saber algo más de tu familia.

—Si no hay problema, mi hermano y yo nos llevamos catorce meses, yo soy el mayor. En realidad soy arquitecto como quería mi padre. Por su parte mi hermano es ingeniero de telecomunicaciones una carrera que mi padre no quería. Desde la muerte de mi madre y mi hermana; mi hermano no aguantaba a mi padre y siempre estaban a la greña, ese fue el motivo de que aceptase una oferta de México y ya lleva cinco años allí sin venir; de vez en cuando lo llamo y hablamos. A él le pregunté sobre lo que decían los periódicos de la burbuja inmobiliaria en nuestro país, ya que suele estar al corriente de todo lo que sale sobre España tanto en los periódicos Mexicanos como en los norteamericanos. Entonces comprendí que tenías toda la razón. Por lo demás aunque hemos pasado la vida discutiendo nos queremos con locura.

—¿De tu padre que me puedes decir?

—Vicente se quedó un momento pensando.

—No sé qué decirte, es un hombre trabajador; creció de la nada, según me dijo mi abuelo, solo hizo el bachiller mi abuelo no podía ofrecerle una carrera y se dedicó a trabajar de albañil, al volver del servicio militar montó una empresa con otro compañero y poco a poco fueron creciendo según me dijo a los tres años llevaban más de treinta trabajadores, aprendió que el relacionarse con ciertas personas le daba trabajo y se dedicó a las relaciones publicas su socio (según me contó) le tenía envidia y decidieron romper más tarde le surgió la ocasión de formar esta sociedad y unirse al grupo de las tres empresas. Como me dijo en una ocasión la unión hace la fuerza y el riesgo hay que diversificarlo.

—¿Qué sabes de su vida privada?

—Ha sido un buen padre, aunque no estaba nunca en casa, siempre estaba ausente. Sé que tiene una amante en Madrid pero no me importa tiene derecho a rehacer su vida. En fin un hombre que se ha hecho a sí mismo.

—¿Y tú Anabel no me cuentas nada?

—Yo tengo poco que contar; me quedé sin padre a los dos años, entre mi madre y mi tío me cuidaron; afortunadamente mi madre no pasó nunca necesidades económicas y pude estudiar después hice dos másters. Coincidiendo el último con el fallecimiento de mi madre y mi primera oferta de trabajo, desde entonces el trabajo ha sido mi refugio. En Barcelona conocí a Jordi y me enamoré, ahora solo espero que llegue el fin de semana para estar con él.

—¿A qué aspiras Anabel?

Anabel se sonrió — mis aspiraciones son muy sencillas. Ser feliz, tener hijos y un matrimonio duradero.

—¿Crees en el amor?

—No como la gente lo interpreta, para mí el amor no es una atracción momentánea, que termina con el desgaste de la pareja y el sexo. Yo lo concibo como un proyecto a largo plazo en el que los dos debemos darlo todo sin esperar recibir; la recompensa al apoyo mutuo es una vejez con hijos y nietos alrededor. En este sentido soy muy clásica, tengo claro que el sexo no puede mandar en una relación a largo plazo, solo el apoyo mutuo y el cariño.

—Baya tienes las ideas más claras de lo que creía ¿y crees que Jordi es el elegido?

—Si aunque nos hemos dado unos años de tiempo.

—Sigues siendo calculadora. — Sonrió.

—¿Y tú qué planes tienes con Ana?

—Después de escucharte no sé qué decir, de momento estamos juntos, ya llevamos cinco meses de relación, pero no sé si estaríamos preparados para un proyecto como el tuyo.

—Eso es fácil de saber; en primer lugar ¿se lo has preguntado? Y en segundo ¿la quieres lo suficiente?

—No puedo contestarte lo pensaré. ¿Nos vamos?


Durante toda la tarde estuvieron estudiando la situación de la empresa. Al día siguiente Anabel habló con Vicente.

—Vicente quiero exponerte un plan para deshacernos de una buena cantidad de apartamentos.

Explícate.

Se trata de ofrecer unos edificios terminados de apartamentos los cuales una empresa podría poner en alquiler. Está claro que deberá ser a precio de coste o con un mínimo de ganancias. Pero teniendo en cuenta el volumen ahorraríamos una gran cantidad en intereses y nos daría un gran respiro para atacar el resto del problema incluso dispondríamos de dinero para terminar algunos inmuebles en los cuales ya has invertido.

—No sé, tu idea es buena pero ¿crees que encontraremos compradores?

—Lo que creo es que no te puedes quedar con dos mil viviendas construidas. Debo decirte que yo también tengo amigos poderosos y con dinero dispuesto para invertir y esta es la mejor ocasión para presentarles un buen proyecto de futuro.

—Bien, creo que por intentarlo no podemos perder nada. ¿Cómo lo haremos?

—Tú tienes que seguir al frente de la empresa ¿Qué te parece si me cedes a Teresa? un coche y me dedico a visitar los edificios para evaluar los que puedan ser interesantes para ofrecerlos.

—A partir de ahora haz lo que creas conveniente, ya me dirás como lo llevamos a cabo y que edificios te interesan “tu mandas” y me informas.


A partir de ese día Anabel asesorada por Teresa eligieron varios edificios de apartamentos y los visitaron algunos estaban por terminar y en otros se había vendido alguna vivienda. Al cabo de una semana habían confeccionado una lista divida por grupos. Teresa la preguntó a Anabel.

—¿Para qué es esta lista de apartamentos?

—Probablemente se conviertan en una cadena de apartamentos o hoteles, si lo consigo necesitaré una cadena de agencias de viajes que los oferten.

—Sobre eso puedo ayudar, la madre de mi marido tiene una agencia muchos años y nos puede informar.


No perdieron tiempo en hacer una visita a la suegra de Teresa, la cual las recibió con los brazos abiertos. Teresa rápidamente le explicó el caso a su madre política. La cual las hizo pasar al interior de la agencia.


—Bien, os explicaré esto como funciona; basta con pasar un buen dossier con fotos y todo tipo de detalles. Podéis enviarlo por PDF a las empresas dedicadas a tal fin a cambio de una pequeña comisión o asumir la promoción que nunca será igual ni tan extensa pero si mucho más cara.

—Ahora haremos una lista y solo tenéis que poneros en contacto con ellas, teniendo en cuenta que a final de año editan los nuevos folletos debéis hablar con ellas cuanto antes, para darles tiempo a emitir los folletos de cara al próximo año. Y ahora ¿queréis un café?

Se tomaron un café mientras la suegra de Teresa les confeccionaba la lista de turoperadores, con un problema más resuelto volvieron al trabajo, visitando unos edificios cerca de las universidades.

Al día siguiente cuando Vicente llegó a la oficina Anabel estaba sentada frente el ordenador.

—Buenos días Anabel ¿cómo llevas el proyecto?

—Buenos días Vicente hablamos en una hora.—contestó Anabel sin dejar de mirar la pantalla del ordenador.

—Vale— contestó Vicente con resignación

—Una hora más tarde Anabel hablaba con Vicente.

—Puedes atenderme.

—Sí. Estoy disponible

—Mira e confeccionado varias listas, la primera son apartamentos terminados en dos de los edificios hay alguna vivienda vendida, te las he marcado, en Gandía tenéis seis apartamentos vacíos, al lado en el siguiente edificio solo una vivienda vendida, sería interesante reubicarlos en el edificio anterior y dejar libre el edificio. Algo similar ocurre en la Malvarrosa.

—Bien esos problemas déjamelos a mí.

—Por cierto deberías vigilar a los trabajadores que tienes terminando los apartamentos en Cullera.

—¡Son los nuestros!

—Pues no estaría mal vigilarlos un poco.

—Bien, lo haré.

—El resto de los edificios los he dividido en grupos, un grupo es de los que no están terminados y el segundo y tercer grupo serian edificios que se podrían añadir al proyecto según el capital que consigamos. Creo que deberíamos poner al corriente a los accionistas de la empresa y después ya haríamos una reunión con mis empresarios.

—Sí creo que es lo correcto, deberé de preparar mi discurso y pensar como aminorar lo que se me viene encima.

—Vicente creo que no te debes andar por las ramas di la verdad, es el camino más corto, de todas maneras tendrás enemigos, que suelen ser los más necios.

—Tendré que avisar a Conde y a Andrés.

—¡No! mira quien tiene más del cinco por cien del accionariado y te llevarás una sorpresa. Tu padre ha acumulado las acciones de Andrés y Conde y por lo tanto ya no son accionistas de esta empresa y tu padre ya no tiene acciones de Trans-word ni de Financial-broks el tripartito o la pirámide prácticamente ha desaparecido.

—Vaya veo que estás más informada que yo; bien yo me ocuparé de la reunión de accionistas tu prepárate para la siguiente reunión. Yo la haré en una semana tú dentro de quince días.

—De acuerdo me prepararé.


—El jueves de la semana siguiente, Vicente se reunió con los accionistas como habían planeado. Solo quedaban ocho accionistas mayoritarios, pero como se imaginaba tuvo muchas preguntas y tuvo que explicar la situación de la empresa, como se había llegado a esa situación y porque. Después tuvo que explicar que las medidas adoptadas iban en beneficio de todos y que era mejor no ganar que tener que pagar o quebrar estrepitosamente con el deshonor que ello conlleva.

Exceptuando un accionista que abandonó la sala echando pestes por la boca, el resto entendió perfectamente lo que ocurría y que el mayor perdedor era el padre de Vicente pues era quien más acciones tenía. Después Vicente les invitó a la próxima reunión donde se iba a crear una nueva compañía.


Mientras tanto Anabel llamaba a Tomás y le mandaba un dossier por fax explicándole los pormenores de la operación y por ultimo su apoyo. También le informó que la reunión se celebraría en el hotel Meliá de Valencia y que tenía que reservar las habitaciones. Al día siguiente recibió un correo que decía:

—Estoy a tu lado para todo. Jordi ya está despedido y trabaja conmigo. Iremos los tres.

Anabel le mandó otro correo diciendo:

—Quítate la barba, ya no importa si te conocen y no tienes nada que ocultar; Jordi que se corte el pelo y cómprale algún traje tiene que causar buena impresión.

Con anterioridad Anabel había llamado a don Gustavo informándole del nuevo proyecto y de los pormenores de este, pidiéndole ayuda y amigos dispuestos a invertir. La contestación de don Gustavo no se hizo esperar le aseguró su presencia y en pocos días le confirmaría las plazas de las personas que le acompañarían. A los dos días le confirmó veintisiete plazas, Anabel hizo las pertinentes reservas de habitaciones y del salón de reuniones.

Por su parte Vicente invitó a su padre y este le contestó que él ya tenía su proyecto y que lo que hiciera a partir de ahora no le interesaba.

Vicente reunió a los trabajadores y los puso en antecedentes de todo, incluidos los planes para intentar salvar en lo posible parte de la empresa, ya que si quebraban ellos no cobrarían despido, la idea era que la empresa se salvara y pudiera continuar a baja escala con una reconversión.

Algunos empleados no estaban de acuerdo mirando por sus intereses, pero ante las pruebas aportadas por uno de los contables, no tuvieron más remedio que asumir su papel y dar su apoyo.

Uno de los arquitectos preguntó si ellos podían acudir a la reunión. La contestación de Vicente fue tajante.

—Todo aquel que quiera escuchar será bien recibido y quien disponga de dinero para invertir será bienvenido aunque no invierta.


El viernes era el día de la reunión por lo tanto el jueves empezaron a llegar los invitados. Vicente, Anabel y Teresa les iban recibiendo, cerca de la una llegaba el coche de Tomás, al entrar en recepción sin barba Anabel lo recibió con un abrazo y dos besos en las mejillas, tras el Celia con una grandísima sonrisa se arrojó en sus brazos, después de un fuerte abrazo la miró de arriba abajo.

—Estas guapísima – dijo Celia.

—Será la ropa— respondió Anabel y a continuación empezó a buscar no veía a Jordi. De pronto observó un señor con traje y corbata, que entraba seguido por el botones que empujaba una camilla con las maletas.

—¡Dios mío es Jordi!

Jordi la vio y se fue hacia Teresa que estaba al lado preguntando.

—¿Por favor señorita cual es mi habitación?

Los allí presentes se echaron a reír, mientras Anabel le recriminaba que no la visitara el anterior fin de semana. A continuación lo miró y le dio dos besos diciendo:

—Tú ya sabes donde tienes la habitación. – Tomás se ofreció a llevarlo en el coche y dejar las maletas. No tardaron mucho en volver, el apartamento de Anabel estaba relativamente cerca.

Anabel le presentó a Vicente como presidente de Constu-Crem. Y Tomás no tardó en empezar a hablar con el de negocios y de la situación actual de su empresa. Después en voz baja le dijo a Anabel:

—Oye este Vicente es un buen elemento está al corriente de la economía del país, no es fácil pillarlo en falso.

—Si tiene a quien parecerse, es hijo de Jorge.

Por la tarde siguieron llegando personajes, prácticamente no conocían a nadie. A las seis se presentó don Gustavo con su séquito, acompañado por su hermana y su inseparable Pamela, su sobrina y una veintena de personas procedentes de Mallorca.

Anabel, presentó a Vicente a don Gustavo y este se encargó de presentarlos al resto de los asistentes. Mención especial a la hermana de don Gustavo la cual se cogió del brazo de Anabel y hablaba con ella luciéndose a su lado y saludando a los asistentes. Al fin le presentó a Teresa y le dijo, que se ocupara de que a la señora no le faltara nada. A la hora de la cena Teresa pudo librarse de ella e irse a su casa. Después de cenar las señoras se retiraron y los hombres se sentaron en el salón. Dialogando sobre temas irrelevantes, dándose importancia como pavos reales.

Al día siguiente a las once tenían fijada la hora de la reunión, una media hora antes Anabel ayudada por Teresa se preparaba los papeles y repartía unas hojas informativas sobre la mesa. Un empleado del hotel les ayudaba a ubicar los nombres de los asistentes cuando Anabel cayó en la cuenta de...“Quien querría estar al lado de quien” y mandó retirar los nombres. Solo se reservó el sitio de la presidencia y en ella solo estarían. Vicente, Anabel y Teresa que le tenía que pasar las diapositivas de los edificios y su ubicación. La mesa dispuesta era completamente cuadrada con la pantalla a la espalda de la presidencia.

Los asistentes fueron puntuales y entre ellos incluido había un arquitecto de la empresa de Vicente acompañado por su padre. Se fueron sentando y “como no”, Don Gustavo y compañía se sentaron junto a la presidencia por lo que hubo que poner más sillas. A la hora oportuna Vicente agitó una pequeña campana cedida por el hotel y se creó el silencio; Vicente se incorporó y después de saludar y agradecer su presencia a todos los asistentes (cerca de Cuarenta) abrió el fuego diciendo:

—Señores creo que ninguno de ustedes ha venido aquí a perder el tiempo y por lo tanto intentaré ser breve. A nadie es extraña a estas alturas que la burbuja inmobiliaria ha hecho su aparición y ya no se trata de ganar dinero sino de mantenerlo en espera de mejores tiempos. Yo como presidente de Constu-crem me veo en la necesidad de vender inmuebles al precio de coste, pero al mismo tiempo buscar nuevos horizontes que me puedan aportar dividendos en el futuro. Dicen que ahora no es tiempo de invertir, pero después de hablar con cierta persona, esta me ha demostrado que estaba equivocado y que posiblemente sea el mejor momento para cambiar el chip “como se suele decir” y preparar el futuro. Les vamos a hacer una exposición del proyecto y les recuerdo que es a medio y largo plazo. No se puede perder pues siempre quedarían los inmuebles comprados a bajo coste para su venta, lo cual por si mismo ya es una garantía. Ahora la señorita Anabel nos dará una explicación del proyecto.

Anabel se levantó y agradeció la presencia y el silencio de que habían hecho gala durante la intervención de Vicente.

—Bien Señoras y Señores, el proyecto se basa en comprar una cantidad de apartamentos ubicados en sitios estratégicos de la costa desde Tarragona a la Manga del Mar menor, cerca de aquí podemos nombrar las playas de Almenara, Canet, puzol, malvarrosa, Perelló, Cullera, Gandía etc.

Uno de los asistentes interrumpió diciendo— ¿Benidorm?

—NO, ¡Benidorm no! está excesivamente saturado y no disponemos de inmuebles en sitios estratégicos, pero los tenemos muy cerca en El Campello.

Sigamos: Si se preguntan ¿para que los adquirimos? la respuesta es; para crear una cadena de apartamentos en el Mediterráneo. Tenemos estudios de las cadenas y agencias de viajes que ofrecerían nuestros apartamentos, también las inmobiliarias pueden ayudar; creemos que son las vacaciones del futuro.

Un señor del fondo levantó la mano.

—Si por favor.

—Tengo dos preguntas dijo el señor recreándose en su sillón, ¿en que se basa para decir que es el futuro? Y ¿El mantenimiento no será excesivamente caro?

—Contestaré primero a la segunda. Un apartamento no necesita una señora que haga las camas todos los días, cuando tu lo alquilas el cuidado del mismo pasa al inquilino, por lo tanto puedes ofrecerle un plus cobrando por cambiar las sabanas todas las semanas, o limpiar la habitación. No tiene el mantenimiento de un hotel, los costes se reducen a mínimos. En cuanto a su primera pregunta ¿Se han planteado ustedes cuánto vale un viaje de una semana por Europa? Yo se lo diré mil quinientos euros como mínimo por persona, imagínese un matrimonio con niños. Nosotros podemos ofrecer los apartamentos a un promedio de Cincuenta euros el día, al mes saldría a mil quinientos euros por familia, con la posibilidad de cambiar cada quince días de playa y de apartamento; compárenlo con un viaje de una semana. Solo tienen que gastarse la paga extra de Julio y cabe toda la familia.

Los asistentes sonrieron y se escuchó un murmullo.

Anabel prosiguió, todo depende de una buena y agresiva difusión. Ahora les mostraremos algunos de los edificios. Teresa empezó a pasar imágenes a la pantalla de unos veinte inmuebles y sus hubicaciones. Al finalizar Anabel siguió con su exposición.

—Como les he dicho se trata de comprar los inmuebles para convertirlos en una cadena de apartamentos, pero la cantidad o la posibilidad de llegar más lejos depende de las aportaciones que se consigan.

Se levantó una mano.

—Si dígame.

—La posibilidad de llegar más lejos ¿a qué se refiere?

Anabel se dirigió a Teresa,— Teresa por favor la veintidós — Teresa puso el edificio en la pantalla.

—Como verán en este edificio al fondo están las universidades. ¿Saben ustedes el problema que tienen los estudiantes para encontrar habitaciones baratas? Y ¿Saben ustedes cuantas habitaciones tiene un piso? Piensen un poco en la necesidad estudiantil. Es obvio que resolvemos problemas y al mismo tiempo obtenemos buenos ingresos pero sigo diciendo que depende de ustedes. También debo advertirles que habrá que adecuar los edificios, invertir en muebles, electrodomésticos, ropa de cama, cortinas en fin todo lo necesario para poder alquilar y hablando de los alquileres los bajos pueden aportar pingües beneficios alquilándolos a bancos, bares, oficinas, tiendas etc. Todo suma.

Se crearía una nueva sociedad, en la que cada cual podría aportar el capital que creyera oportuno, cuando conozcamos la cantidad de que disponemos podremos poner un precio a las acciones.

Pueden preguntar por aclarar sus dudas.

Un señor interrumpió.— Yo tengo dudas. Parece ser por lo que estoy viendo que la idea es suya y es usted muy joven ¿qué “coño” sabe usted de apartamentos?

—Señor yo he nacido en una pensión y tengo un edificio de apartamentos en Mallorca.

—Don Gustavo dijo: yo doy fe que eso es cierto.

—Tomás atestiguó. Yo me he alojado allí medio año.

—Bien solo preguntaba.

Otro señor dijo.— No sé si será rentable.

Un señor sentado al lado de la sobrina de don Gustavo, le contestó— ¿Y qué piensas hacer con tu dinero, ponerlo en conserva? Poco se puede perder como ha dicho, siempre quedan los edificios. La pregunta del millón es ¿Alguien piensa invertir?

—¿De dónde vamos a sacar los clientes? Preguntó don Gustavo.

—La mayoría del país, de la clase media, matrimonios con niños y como he dicho con la paga de uno de los cónyuges pasarán un mes de vacaciones; pues les vamos a dar las mejores opciones, todo el país no va a estar en paro, quienes sigan trabajando no notaran la crisis. Y la inestabilidad en los países Árabes nos beneficia.

Nuevamente se levantó una mano.— Señorita todo cuanto dice está muy bien, pero una cosa es exponer y otra muy distinta contribuir. ¿Usted con qué cantidad contribuye al proyecto? El silencio se hizo total en la sala y todo el mundo miraba a Anabel

Era el momento de Tomás; se levantó y les dijo:

—Señores se que vienen malos tiempos y también se intuir cuando hay un buen negocio. Solo quiero decir que mi empresa en la cual solo hay tres socios y uno de ellos es la señorita Anabel, aportará cuatro millones de euros al proyecto y puedo asegurarles que no tengo miedo al fracaso.

Al oír estas palabras el señor sentado al lado de la sobrina de don Gustavo, se levanto diciendo:

—Bueno por si ustedes no me conocen les diré que soy Don Carlos propietario del Banco exterior de Mallorca y mi banco colaborará con la misma cantidad que el señor ¿Cómo se llama usted?

—Tomás

—Bien pues igualo la cantidad del señor Tomás y pongo mi Banco a su disposición, se cuando un negocio puede ser rentable. Precisamente mi banco crece con el turismo.

—Don Gustavo se levanto colocándose junto a Anabel:

—Señores hace dos años me dejé aconsejar por la Señorita Anabel y me fue muy bien, aun no hace un año volví a confiar en ella y ahora la voy a apoyar e invertir en su proyecto ¿será usted la directora?

—No, como usted sabe hay otros proyectos por realizar; yo añadiría que la persona idónea es Vicente por experiencia y por qué ha demostrado que no se arredra ante las dificultades.

—Bien Vicente por mi parte ya es usted el presidente y tiene dinero a su disposición puede empezar a crear la empresa. Don Gustavo estaba eufórico y veía una salida bastante fiable en el proyecto en el cual quería participar activamente.

Vicente se levantó y se dirigió al respetable—. Señores hemos terminado es hora de que cada uno aclare sus dudas y reflexione sobre la conveniencia o no de unirse al grupo, ahora pasaremos al comedor, quienes quieran quedarse el fin de semana tienen los gastos pagados. En las hojas que les hemos entregado va nuestra dirección de correo y teléfono. Les agradezco su asistencia y espero que se lo piensen y se unan a nuestro proyecto. Dentro de quince días cerraremos la inscripción y realizaremos los calculos. Muchas gracias.

La comida fue animada y después la dirección del hotel habilitó una sala para tomar café o lo que deseasen así podrían intercambiar opiniones. El director del banco se acercó a Vicente.

—Seguramente será usted el más indicado para conseguirme unos locales, donde instalar una sucursal de mi banco en Valencia, quiero que trabajen conmigo, ya qué si voy a ser accionista merezco que trabajen en mi banco.

—Estoy de acuerdo con usted, dispongo de varios locales y de un equipo para acondicionarlos y realizar las reformas oportunas. ¿Cuánto tiempo va a quedarse?

—Tengo el pasaje de vuelta para esta noche a las nueve, mañana es la onomástica de mi señora y no puedo faltar.

Vicente llamó a Teresa.

—¿Que desea?

—Teresa ¿Dónde tenemos locales visibles para instalar un banco?

—Tenemos locales frente el Palacio de congresos y también los tenemos frente el Palau de la música, están cerca y podemos ir a pié aunque no llevo las llaves.

—No importa Teresa, si usted me acompaña me vendría bien un paseo para bajar la comida.

Teresa salió del hotel acompañada por Don Carlos, mientras Anabel y Vicente eran solicitados continuamente. El padre de Miguel Ángel (el arquitecto) se acercó a Vicente.

—Señor Vicente, no hace falta recordarle el tiempo que llevan juntos mi hijo y usted, desde la universidad creo.

—Así es.

—Y hasta ahora creo que han confiado el uno en el otro. Yo soy una persona que me gusta estar a las duras y a las maduras y quisiera que siguiera contando con mi hijo.

—Don Miguel no siga, su hijo más que mi empleado es mi amigo, en nuestra mente no está el destruir trabajo; más bien transformarlo y crear nuevos empleos. Siempre que él esté dispuesto y creo que lo está. También debo decirle que su hijo no necesita su apoyo se vale muy bien por sí mismo.

—Ya, pero comprenda que los padres siempre… en fin, también quiero colaborar con un millón de euros y siento no poder disponer de más dinero.

—Pues debo felicitarle y darle la bienvenida a la nueva empresa.

—Muchas gracias.

—A usted por confiar en nosotros.


Así la tarde fue discurriendo y la sala se fue vaciando, al fin Vicente pudo hablar con Anabel.

—¿Cómo estás?

—Agotada, los zapatos de tacón son nuevos y me tienen frita.

—¿Cómo lo ves?

—De momento tenemos empresa, y muchos con dudas aunque según don Gustavo las dudas son sobre la cantidad a invertir.

—¿Don Gustavo contribuye?

—Sí, entre el su hermana y su sobrina, aportarán doce millones.

—Vaya esto se pone bueno, el padre de Miguel Ángel aportará otro millón. Pero yo creo que mañana deberíamos tener una reunión de urgencia aunque la oficina no trabaje, deberíamos trazar un plan y empezar a desarrollarlo creo que el tiempo es importante. ¡Por cierto! Me he llevado una agradable sorpresa, tu empresa aporta cuatro millones, eres propietaria de un edificio de apartamentos y ¿tú trabajas para mí?

Una voz a su espalda le dijo.— Aun te sorprenderá más a mi me sorprende cada día. Era Jordi que al fin se había deshecho, de Doña Gertrudis (la hermana de don Gustavo).

Anabel llamó a Tomás y los cuatro empezaron a hablar del tema. Anabel preguntó a Jordi y Tomás.

—¿Cuánta gente han despedido en Barcelona? Y ¿Quién nos puede interesar?

—Han despedido unas veinte personas ¿pero que necesitas?

—Muy sencillo, a ti te quiero aquí y tienes que llamar a tu hermano lo necesitamos, Tomás deberá buscarse otro ayudante, no será un problema pues conoce a casi toda la gente que han despedido. De todas formas Tomás no te vayas mañana a las diez tenemos una reunión en las oficinas y quiero que estés presente.

—Bien Anabel debemos comunicarlo a quienes tengan que venir.— dijo Vicente— y creo que algunos empleados de Constu-crem deberían cambiar de compañía y ayudar en la nueva empresa como, Julián (uno de los contables) es muy bueno y es un apoyo, también Miguel Ángel. Tal vez Teresa, prácticamente está informada de todo y es muy eficiente.

Debo de añadir que es muy versátil y sabe conseguir buenos contratos.

—Bien avisémoslos y recordad, mañana a las diez.

Jordi llamó a su hermano el cual les confirmó que salía inmediatamente de Barcelona y llegaría sobre las once de la noche.

Teresa llegó con Don Carlos, confirmando que le gustaba la ubicación de los locales y se los quedaba para montar la sucursal, a la semana siguiente mandaría a su hija y ella se encargaría de los pormenores. La reunión no daba más de sí y decidieron abandonar el hotel.


Al día siguiente a la hora acordada iban llegando a la recepción de las oficinas, cuando estuvieron todos, Vicente decidió que lo mejor era subir a la sala de reuniones. Allí trazarían las líneas maestras para empezar con la nueva empresa repartiéndose el trabajo. Vicente como presidente fue el primero en hablar.

—Señores, tenemos un nuevo reto que afrontar, yo lo considero como un desafío y espero que entre todos podamos llevar la nave a buen puerto, dicho esto debemos repartirnos el trabajo.

—En primer lugar Anabel ¿con que capital podemos contar?

—En estos momentos “seguros” a falta de ingresar en la nueva cuenta que debemos abrir disponemos de una cantidad confirmada de veintiséis millones.

—Pues Anabel creo que ese es tu trabajo conseguir dinero, decidir que edificios debemos comprar y administrar el capital. La contabilidad la llevará Julián, de momento seguirás en tu mesa mientras te habilitamos un despacho.

—Miguel Ángel habrá que hacer modificaciones en los inmuebles elegidos por Anabel, coge la ayuda que necesites.

El hermano de Jordi levantó la mano.

—Adelante. No se tu nombre.

—Juan. Creo que puedo ayudar a Miguel Ángel, sería conveniente que todas las cerraduras funcionasen con tarjetas y claves son más practicas y dan un plus de seguridad y confianza, no solo conozco la informática he trabajado para una empresa experta en demótica. Y Jordi es publicista lo de informático es una consecuencia de sus estudios como publicista.

—De acuerdo, eso es lo que necesitamos que os involucréis en el proyecto. Jordi tú te encargas de emitir un buen dossier con fotos... En fin lo que creas conveniente. Necesitamos publicidad.

—No tienes nada que temer, soy capaz de convencer a cualquiera “convencí a Anabel”.

Todos sonrieron mientras Anabel sonriendo le daba un cariñoso golpe en el hombro. Momento que aprovechó para decir.

—Creo que habrá que vestir los apartamentos y buscar muebles económicos al mismo tiempo que aparenten. Para eso las mujeres tenemos un plus especial que no tienen los hombres. La persona indicada seria Teresa ayudada en la búsqueda por Internet de Jordi o juan.

Parecía que el proyecto empezaba a funcionar con buen pie y la implicación de los allí asistentes era total. Tomás y Celia casi se sentían desplazados Anabel se dio cuenta.

—Tomás no se en que nos puedes ayudar en realidad ya lo has hecho pero quiero que estemos en contacto, nos ayudes y aconsejes en lo que puedas.

—Celia y yo estamos a vuestra disposición “socia”.

—En cuanto a mí, respondió Celia yo ya he cumplido con mi papel y me auto jubilo para dedicarme a mi casa sin más aspiraciones que vivir feliz.

Anabel se abrazó a Celia, en algunos aspectos hablaba como su madre y se la recordaba continuamente cuando estaban juntas.

Julián puso el dedo en la llaga— ¿Cuándo alguien llame? ¿Cómo digo que se llama la empresa?

—Dios mío debemos ponerle un nombre.

Todos se pusieron a la labor, pero fue Celia quien dijo: porque no llamarla ¡Buenos horizontes! Con las siglas seria Cadena BH.

El nombre les pareció genial y Buenos horizontes empezaba su andadura.

Al salir de la reunión y con todo el proyecto en marcha. Anabel le dijo a Jordi y a su hermano.

—Ayer Don Gustavo me dio las llaves de su casa aquí en Valencia y me dijo que la utilizara mientras estuviera aquí, así al menos estaría aireada. Nos viene bien; Juan tú podrías quedarte en el apartamento y nosotros nos desplazaríamos a la vivienda de don Gustavo.

—Me interesa quiero traer a Rosa, está embarazada y no quiero dejarla sola.

—No me habías dicho nada – contestó Jordi.

—Me lo dijo antes de venir.

Los dos abrazaron a Juan.

—Más motivo para visitar la casa.

—De acuerdo vamos a verla.

La vivienda estaba ubicada al lado de la plaza Cánovas del Castillo, en un edificio del siglo diecinueve una vieja escalera de mármol blanco rodeaba un ascensor protegido por rejas de forja, subieron al primer piso la puerta uno de madera de nogal les esperaba; solo habían dos puertas por planta abrieron la puerta chirriante y buscaron la luz. Los caros muebles estaban cubiertos por telas, Anabel buscó las ventanas y las abrió, poco a poco quitó las telas la decoración era muy clásica pero con buen gusto, habían tres habitaciones, dos baños, una biblioteca, un salón-comedor y una gran cocina. Jordi exclamó.

—Esta es mi vivienda soñada.

—Pues aquí vamos a vivir, al menos mientras estemos en Valencia, mañana hablaré con Teresa y que mande un equipo de limpieza.

A los dos días se trasladaron al nuevo domicilio, dejándole el apartamento para Juan.


Las dos primeras semanas fueron frenéticas cada uno con su cometido, después de los quince días de cortesía que se les había dado a los futuros accionistas era el momento de hacer el recuento y comprobar la totalidad del capital con que contaban, los amigos de don Gustavo se habían portado e invertían a un promedio de cinco millones, que con los doce de don Gustavo y familia más los aportados por Tomás, el banco y adjuntando algunos accionistas menores, hacían un total de cuarenta y ocho millones; la cantidad excedía con creces las mejores previsiones. Esto solo significaba una cosa que no podían defraudar al accionariado y deberían actuar con diligencia.

Vicente y Anabel decidieron que en quince días se daría todo tipo de detalles a los accionistas y antes del quince de noviembre se haría la primera reunión; en la cual deberían tener desarrollada toda la información para los accionistas y en esa fecha, Jordi debería tener dispuestos los folletos informativos y colaborar, con las empresas a las que iban a ofrecer sus apartamentos. La empresa empezaría a funcionar a partir del uno de enero oficialmente.

Cada una de las personas del equipo se superaba diariamente en su cometido, formaban un buen grupo de personas, con un mismo fin. Pero faltaba la guinda del pastel. Vicente se reunió con Anabel.

—Anabel tal vez nos estamos olvidando de la contratación de personal y la dirección de los diferentes bloques de apartamentos. Nosotros no podemos asumir todas las funciones son muchos bloques y muchos apartamentos.

Si tienes razón, yo por mi parte estaba pensando que necesitamos separar por edificios, ciudades o comarcas y dirigirlo todo desde un centro, con almacén de avituallamiento. Podríamos habilitar los locales que hay, cerca a los que vendiste al banco de Mallorca incluso los podríamos comprar y te librabas de ellos. También podríamos llamar para nuestra causa a Lorenzo, de la oficina de Conde. Antes de trabajar con Trans-word, estuvo dos años trabajando en una cadena hotelera.

—Ya le pedí a Conde que vinieses tú; no sé si me haría otro favor.

—Déjamelo a mí hablaré con Soraya y le preguntaré.

—Anabel sacó el móvil y llamó a Soraya.

—Sí, si soy Anabel,... si estoy bien ¿y tu cómo estás?..Si, si oye quería preguntarte por Lorenzo… ¡No!, no me digas; de veras. No me digas —— ¿y podrías darme su teléfono? Si, gracias… Gracias besos para ti y para Carmen. Adiós

—¿Qué ocurre? Preguntó Vicente.

—Tú ya conoces al estúpido de Dioni, desde que volvió de Barcelona, le ha ido contando historias a Conde y se ha hecho con su favor; su estupidez ha llegado tan lejos que Lorenzo le grapó la frente, en realidad ya hace tiempo que no lo aguantaba y se la tenía jurada, como consecuencia Conde lo ha despedido.

—¿Es peligroso?

—Que va es un amor, creo que es homosexual pero no lo va pregonando, nadie sabe nada de su vida privada, además es muy eficiente en el trabajo. Es la persona ideal para estar al frente de los apartamentos y contratar la gente necesaria.

—Está bien llámalo.

Anabel se puso en contacto con Lorenzo y este aceptó a los dos días estaba en Valencia. Habilitaron el local que se hallaba al lado del banco y todos excepto Vicente y Anabel se trasladaron al nuevo edificio. Aunque tanto el uno como el otro visitaban asiduamente las oficinas. Vicente se centraba cada vez más en salvar la empresa de construcción con la inyección de capital y la descarga de inmuebles ya nada hacía presagiar que no pudieran superar la crisis, solo terminaría lo que estuviera en construcción y poco a poco según las ventas terminaría el resto de los edificios. Mientras tanto su padre apenas aparecía por su despacho, el cual seguía a su disposición nada habían cambiado en el. Anabel decidió que era momento de dar un paso.

Un día cuando no estaba Vicente sacó la foto en que estaban su tío y Jorge, hizo una ampliación tamaño folio y entrando en el despacho lo puso en el interior de la carpeta sobre la que escribía; por un momento se quedó observando el despacho, nunca se había fijado y pensándolo bien apenas había entrado en el. Los muebles eran clásicos y de buen gusto. Una gran biblioteca ocupaba toda la pared, una nevera incrustada en la pared tras un mueble bar y una vitrina con diferentes trofeos, algunos cuadros vestían las paredes, pero lo que más llamó su atención fueron las fotografías que habían sobre su mesa en un lado estaba toda la familia y al otro las fotos de su mujer y su hija. Salió del despacho cerrando la puerta tras de sí. El primer paso estaba dado.

A la semana siguiente llegó Jorge mientras Vicente y Anabel estaban en el despacho. Dio los buenos días y pidió un plano y un catastro que tenia Vicente en la estantería a continuación se encerró en su despacho. Aproximadamente una hora después salió dando un portazo y sin despedirse. Vicente giró su cabeza pero Anabel ni se inmutó esperó a que Vicente se fuera y entró en el despacho, quería comprobar si había visto la foto. Y allí estaba en la papelera rota en cuatro trozos; Anabel sintió un halo de satisfacción y respiró profundamente ¿Qué estaría pensando en esos momentos Jorge?, estaba claro que la broma no le había gustado por el estado del folio.

Los planes se desarrollaban según lo previsto, el uno de enero dieron de alta la empresa y empezaron a trabajar. Como suponía Anabel Lorenzo era la persona indicada para llevar la carga de los apartamentos, él contrató los trabajadores y se encargaba de que todo funcionase a la perfección y aconsejo en el precio a aplicar en cada bloque, pues todos no debían tener la misma categoría y habían apartamentos a los que se les podía sacar más rendimiento que a otros. Así el abanico de las ofertas oscilaba de mil doscientos al mes (cuarenta por día) a tres mil al mes (cien euros diarios) después habían una gran cantidad de ofertas, como poder pasar quince días en cada ciudad o una semana en cada sitio. Y mientras Jordi se ocupaba de la publicidad y de atender la página de Internet, ayudado en ocasiones por su hermano y por Teresa que era la encargada de las contrataciones con las empresas y las reservas. Como buenos informáticos no podías abrir ninguna página de viajes o alquileres, en la que no apareciera Buenos Horizontes. Entre fallas y semana santa se llegó al sesenta por cien de ocupación en la zona de Valencia y sus alrededores, lo mismo ocurrió en Castellón solo Alicante alcanzó el cuarenta y dos por cien. Pero conforme pasaban los días, el buen tiempo ayudaba a los alquileres llegando en los tres meses de verano a una ocupación del ochenta y nueve por cien, superando las mejores previsiones. En cuanto los edificios reservados a estudiantes estaban al completo. Las plantas bajas se alquilaron para negocios, bares, subvenir, tiendas de ropa etc.

No había duda que la idea estaba dando sus frutos. Pero mientras tanto ¿qué ocurría en Barcelona y en Mallorca? El gobierno empezaba a aceptar que estábamos en crisis ya no se hablaba tanto de desaceleración pero se decía que era una consecuencia de la crisis en otros países El Banco Lehman Brothers a final de año presentaba perdidas.

Anabel llamó a Tomás.

—Dime Anabel...

—Tomas he escuchado en las Noticias que el Lehman Brothers ha declarado perdidas. ¿En que puede afectarnos?

—En nada y en todo.

—Explícate por favor.

—Nosotros no tenemos inversiones en ese banco ni en ninguno. Es un banco de Inversión y afectará a los bancos que hayan invertido en él. Pero si que nos puede repercutir si los bancos se descapitalizan y frenan los prestamos.

El dinero que hayan invertido de sus clientes puede desaparecer y eso unido a la burbuja inmobiliaria será difícil de digerir por el gobierno. No quiero pensar que ocurrirá si llegara a cerrar. Teníamos un problema y se podría añadir otro.

—Eso quiere decir que debemos darnos prisa en vender ladrillo, hablaré con Vicente.


En septiembre Lehman Brothers cerró sus puertas presentando ¡Quiebra! Ya nada se podía hacer la burbuja había estallado por completo. Afortunadamente Vicente había dejado, parcelas sin construir y algunas fincas solo con el encofrado. Poco le quedaba por terminar y prácticamente todo estaba vendido para la cadena de apartamentos. La mayoría de los trabajadores habían sido reciclados y trabajaban para Buenos Horizontes ahora limpiaban o eran cocineros. Las oficinas no se terminaban el trabajo y todo trabajador sabía, que era una parte del engranaje, que intentaba salvar sus sueldos y el bienestar de su familia. La confianza en Vicente y Anabel era total.


La navidad estaba cerca hacia un año que habían montado Buenos horizontes (más conocida por cadena BH) deberían presentar resultados a los accionistas a principio de año. Anabel inmersa en que todo se desarrollase perfectamente y en su afán de ayudar a Vicente hacía tiempo que no hablaba con Tomás y decidió llamarlo.

Tomás le informó, de que Andrés cada vez bebía más la empresa no sabía si aguantaría hasta fin de año, los plazos del edificio no los había pagado y los de las acciones los había prorrogado, prácticamente era cosa de tiempo. Tomás había decidido quedarse con el personal de inversiones. Era la única área que todavía aportaba algún capital a la empresa, aparte de los alquileres, pero los impagos y los intereses de los bancos se los comían. Las demás secciones prácticamente habían desaparecido.

En Mallorca por su parte Conde estaba cerrando el año nuevamente sin repartir dividendos con unas ganancias de tan solo un punto con dos, casi inferior al IPC. Las previsiones para el año siguiente no eran nada halagüeñas, las importaciones habían descendido un veintiséis por cien. Lo cual iba a provocar a los accionistas en cuanto conocieran las cuentas.

Con estas premisas Anabel pensó, qué valía la pena pasar unas buenas navidades pues al año venidero se iban a precipitar los acontecimientos.


Un día que se presentó su padre, Vicente le preguntó si pasaría las navidades con él. No obtuvo respuesta solo le dijo:

—Pasa al despacho tenemos que hablar.

Una vez en el interior Vicente preguntó ¿de qué quieres que hablemos?

—Necesito vender el chalé de la Cañada y quiero que me lo compres tú, solo quiero quinientos mil euros.

—Papa no dispongo de tanto capital en este momento y además está mi hermano.

—Tu hermano no pinta nada en este entierro.

—Pero papa no dispongo más que de trescientos mil. ¿Qué has hecho con tu dinero?

—Lo he invertido en los terrenos pero hay dos hijos de puta que me piden mucho más del valor y sin sus terrenos no puedo hacer nada. Tienes un día para conseguir cuatrocientos mil, por el contrario lo venderé al mejor postor.

—Está bien mañana te contesto. ¿Pasarás la navidad conmigo?

—No lo sé. Como había venido se fue, solo dijo Adiós.

—Anabel preguntó a Vicente ¿Qué le ocurre a tu padre?

—No lo se está así desde que murió mi madre y mi hermana, aunque cuando sale de la oficina o de casa parece sobreponerse y estar más simpático. Me ha pedido que le compre el chalet de la cañada y no dispongo de suficiente capital me faltan cien mil euros.

—Yo puedo prestártelos. ¿Si quieres comprarlo?

—Lo que no quiero es que lo venda, hay allí muchos recuerdos, mi madre estaba en estado de mi hermana cuando nos trasladamos de Barcelona a la cañada mi padre acababa de construir nuestra nueva casa en un sitio privilegiado, allí jugamos y crecimos y allí vivíamos cuando ocurrió el accidente. Al año mi padre y yo nos vinimos a vivir a la capital en el piso que yo ocupo en la actualidad, desde entonces el viene y va como hace con la oficina. De vez en cuando voy al chalet un señor mayor cuida del jardín y de la casa; así siempre lo tenemos disponible. Sabes Anabel, creo que voy a aceptar tu dinero, quiero comprarlo.

Al día siguiente Vicente llamó a su padre y le compro el chalet. Después nos invitó a todos a comer el día de navidad. Incluidos los padres de Jordi que habían venido de Barcelona y vivían con Juan y Rosa en el antiguo apartamento de Anabel , esperando que Vicente les entregara el que habían comprado, financiado por Tomás.

Con la navidad parecía que Vicente estaba más locuaz y con ganas de sincerarse con Anabel aprovechó un momento, en que Anabel decidió tomar un café a media mañana para tomarlo con ella y hablar de cosas que nada tenían que ver con la empresa.

—Anabel te acuerdas de cuando hablamos sobre lo que tú opinabas del amor.

—Si lo recuerdo.

—Desde ese momento me hiciste pensar. Yo soy muy feliz con Ana y no me importaría pasar mi vida con ella, incluso he intentado imaginármela gorda y vieja, también he pensado que yo cambiare como ella y no sé que nos deparará el futuro pero la quiero y quiero tener hijos con ella, también creo que estamos en la edad adecuada. Quería saber que opinaría ella de mí y después de nuestra conversación decidí decirle que la empresa estaba en quiebra y que en breve me quedaría sin trabajo y sin dinero. ¿Sabes que me contesto?

—No dímelo.

—Que con su sueldo de enfermera podríamos vivir los dos, aunque sin muchos alardes y privándonos de algunos caprichos, cosa que a ella no le importaría.

—Vicente, si es verdad lo que me dices Ana es la mujer de tu vida, si la quieres no pierdas el tiempo.

—Si la quiero he decidido comprarle un anillo y entregárselo el día de navidad después de comer. Había pensado invitar también a sus padres a comer con nosotros. No sé si es buena idea.

—Sí, si es buena idea creo que la harías muy feliz.


El día antes de navidad cuando Anabel y Jordi iban a entrar en el portal de su vivienda Ana les salió al paso.

—Buenas tardes, Anabel quisiera hablar contigo.

Jordi decidió que era cosa de mujeres y se quitó de en medio diciendo.

—Yo subiré la compra. Cogiendo las bolsas entró en el portal.

—¿Te parece bien que tomemos un refresco?

—Si vamos y nos sentaremos en la cafetería de la plaza.

Las dos mujeres se sentaron frente a frente. ¿Qué te ocurre?— preguntó Anabel.

—Desde hace unos días Vicente está muy raro no parece el mismo, el año pasado me dijo que la empresa se iba a pique, yo intente quitarle importancia, le hice entender que nuestra relación no peligraba, todo pasó, pero desde hace unos días lo encuentro distante. No sé que opinar, incluso he llegado a pensar que se habría enamorado de ti. Ya sabes el roce hace el cariño.

—Anabel sonrió.— No Ana no está enamorado de mi aunque yo sé positivamente que me quiere su amor es muy diferente al que te tiene a ti. Yo le recuerdo a su hermana y tiene conmigo la confianza propia de los hermanos. A quien quiere verdaderamente es a ti y eso es lo que le ocurre.

—¿Qué debo hacer?

—¡Nada! Vicente lo hará todo.

—¿Sabes alguna cosa que yo no sé?

—Sí pero es un secreto y los secretos no se dicen. No pienses en malos augurios, por el contrario pasarás unas inolvidables Navidades. En cuanto a la empresa prácticamente está salvada aunque pasará unos años difíciles. Pero como decía Mario Moreno ¡no hay mal que cien años dure! ¡Ni cuerpo que lo resista!

Las dos mujeres terminaron riendo.

—Seguiré tu consejo y procuraré pasar unas felices navidades.

—Las pasarás no lo dudes.


El día de navidad comieron en el chalet de la Cañada. Vicente era un experto con la barbacoa y el cordero. Después de la comida ya con el turrón; Vicente sacó una especie de magdalena de merengue o nata con tres velas, todos nos quedamos en silencio; se lo puso delante a Ana diciéndole:

—Tres años hace que nos conocimos y han sido los años más felices de mi vida, pese a todo, por favor sopla las velas y comete la magdalena.

La ocurrencia de Vicente hizo que la sonrisa volviera a la cara de todos los asistentes y empezaron a animar la fiesta.

Ana después de soplar las velas mordió la rara madalena sorbiendo la nata y apareciendo algo duro en su interior, la limpió por encima encontrando una pequeña caja en su interior; después de limpiarla la abrió, en su interior un anillo con un pequeño papel enrollado, todos estaban expectantes diciéndole que lo leyera; por fin lo desenrolló y lo leyó decía escuetamente.

—Te quiero con toda mi alma ¿quieres casarte conmigo? Ana se levantó lanzándose en los brazos de Vicente y propinándole un profundo beso, como si la invitación la estuviera esperando una eternidad. Por sus mejillas rodaban las lágrimas de alegría; todos los asistentes aplaudían. Poco a poco las aguas volvieron a su cauce tomaron los turrones y el café. Ya en la sobremesa Vicente decidió llamar a su padre para felicitarlo y comunicarle la buena nueva.

Una voz de mujer contestó al teléfono de su padre.

—Sí, dígame ¿Quién es?

—Oiga ¿ese es el teléfono de Jorge López de Castro?

—Sí es este ¿Quién le llama?

—Soy su hijo Vicente.

—¡Oh! Perdone su padre está durmiendo.

—Podría despertarlo ya es hora de levantarse.— Vicente pensó que su padre había estado de juerga y era la causa de que durmiera; por eso su extrañeza cuando la señora le dijo...

—No es conveniente despertarlo, ha pasado mala noche y todavía está sondado.

—¡Sondado! Que le ocurre a mi padre.

—¡Cómo! ¿No se lo dijo?— contestó ella.

—¿Qué tenía que decirme?

—Su padre ha sido operado de Próstata, anteayer le han extirpado un tumor y mientras no le quiten la sonda no creo que lo manden a casa.

—Dios mío no sabía nada, ¿en qué hospital está?

—En La Esperanza, habitación doscientos nueve.

—Gracias señora…

—Pilar, me llamo Pilar.

—Gracias Pilar, hasta luego. Adiós.


—Mi padre está ingresado, lo han operado de próstata. Me voy a Madrid.

—Yo puedo ir contigo.— Dijo Ana— no entro hasta mañana a las ocho de la tarde.

—Pues vámonos.

La reunión terminó precipitadamente, Vicente y Ana salieron en dirección del hospital de Madrid ya eran cerca de siete y media cuando entraban en la habitación, una señora le incorporaba para que pudiera tomar agua.

—Buenas tardes Papá ¿Cómo te encuentras? ¿Por qué no has dicho nada?

—Para que, os hubiera dado unas malas navidades y no hubierais solucionado nada.

—Pero al menos hubiéramos estado contigo.

—Va, tonterías mañana o pasado saldré de aquí, en cuanto me quiten la sonda y el gotero.

—Sabes que tienes la bolsa llena.

Si Pilar ya ha llamado a las enfermeras.

Las enfermeras no tardaron en llegar e invitaron a los presentes a salir ya que le tenían que cambiar la sonda y las sabanas que había mojado. Momento que aprovechó Vicente para hablar con la señora Pilar, en una salita cercana. La señora tomó la iniciativa.

—Sé, que se estarán preguntando que pinto yo aquí; pues se lo diré sin tapujos.

Yo me dedicaba a la prostitución, solo trabajaba en hoteles caros y me iba muy bien. Hace unos quince años conocí a tu padre desde entonces tu padre tubo dos mujeres tu madre y yo, unos años más tarde tu padre decidió que no me quería compartir y me hizo dejar de trabajar. No crean que su padre me compró el piso; la vivienda donde vivo yo y su padre, desde hace diez años; es de mi propiedad y la pagué con mi trabajo, cuando conocí a tu padre ya estaba pagada él no me ha pagado nada. Hace cuatro años tu padre vino un día llorando fue cuando murió tu madre. Me costó mucho consolarlo y tardamos mucho tiempo en volver a acostarnos juntos, nunca he visto a un hombre llorar tanto a una mujer, yo fui su consuelo y seguimos viviendo juntos. Al menos mientras está en Madrid.

La semana pasada antes de ingresar hizo un contrato con un banco según el cual dentro de cinco años cuando yo cumpla los cincuenta y cinco empezaré a recibir dieciocho mil euros al año hasta que me muera.

—Ahora comprendo porque me vendió el chalet.

—Mire yo quiero a su padre y el sexo para mí no es importante, me conformo con su compañía y cuidarlo como se merece, créanme no me mueve el dinero yo también he cotizado y tengo mis ahorros.

—¿Lleva usted dos noches con él? – Dijo Ana—.

—Sí y no me pesa créanme que lo hago agusto.

—Le creo pero esta noche usted se va a su casa y mañana vuelve al menos descanse ya que estamos nosotros, yo soy enfermera y estará bien atendido. Y llévese a Vicente, los hombres estorban en estos casos.

Vicente no quiso abandonar a su padre y pasó la noche en el hospital con Ana, mientras Lucía se iba a su casa. Al día siguiente antes de comer ya estaba allí. Vicente había tenido tiempo de recapacitar durante la noche y llegó a la conclusión de que tal vez su padre necesitaba más el apoyo de Pilar que el suyo, tenía claro que su anterior trabajo no influía para nada en ser o no una bellísima persona, lo directa y clara que había sido al hablar era lo que más valoraba Vicente. Parecía una señora de la que te podías fiar y si además su padre era feliz con ella mucho mejor.

Cogieron el coche y regresaron a Valencia dejando a Jorge en las manos de Pilar, Ana debería entrar a trabajar a las ocho y no podían dilatar más la visita.

Pasado el mes de Enero Jorge volvió por el despacho. Entraba y salía y solo daba los buenos días. Anabel decidió que era hora de dar un nuevo paso, amplió la foto en la cual su madre la tenía en brazos con año y medio; la puso en la carpeta como la anterior, pero le pareció poco y se la puso junto a la de su mujer y su hija en la pantalla del ordenador.


Anabel recibió un correo de Don Gustavo en el cual le decía:

—Pronto tenemos reunión de accionistas en Trans— Word yo tengo el dominio pues todos me apoyan como anterior director. ¿Qué debemos hacer?

—La contestación de Anabel fue muy concreta.

—Deben nombrar presidente honorífico a Conde y nombrar un gerente. ( El presidente honorífico no cobra sueldo según los estatutos de la sociedad) si lo hacen así en Junio Conde perderá las acciones de que dispone y podremos recuperar el dominio por completo de Trans-word. Así podremos reflotar la empresa.

En el siguiente correo Don Gustavo le decía comprendido así lo haremos.

Anabel puso en antecedentes a Tomás y Tomás le avisó de lo cercano que estaba el cumplimiento de los plazos de Andrés y que le gustaría contar con ella en el desenlace final del caso.

Así las cosas después de fallas Anabel salió hacia Barcelona. Para ayudar a Tomás y tomar decisiones conjuntas sobre Andrés y sus circunstancias.

En los días en que estuvo en Barcelona tomaron decisiones sobre que trabajadores pasarían a su financiera, y confeccionaron cartas para los trabajadores y las empresas que estaban de alquiler en el edificio. Cartas que entregarían una vez la empresa se declarara en quiebra o en suspensión de pagos. Decidieron que era el momento de hablar con Juan el subdirector de Financial Broks. Para lo cual Anabel lo esperó a la salida del trabajo y lo llevó a la oficina de Tomás. Al entrar Juan reconoció a Tomás inmediatamente.

—Señor Tomás me alegro de verlo. Salió de la empresa y no sabía nada de usted. Repito me alegro de verlo no sabía que había montado una financiera.

—Yo también me alegro de verte y creo que te alegraras más cuando te diga lo que quiero de ti.

—Usted dirá.

—Mira Juan sé que Financial— Broks está en quiebra.

—Si así es.

—Lo sé porque yo soy quien tiene la hipoteca sobre el edificio. Eso quiere decir que si quieres trabajar lo puedes hacer conmigo, Andrés es agua pasada, a últimos de Abril cumple el plazo y estoy seguro que no podéis pagar.

—Así es. No podremos pagar.

—Eso quiere decir que cuanto antes termine Financial-Broks. Antes tendrás un trabajo seguro. También te entregaremos unas cartas que aras llegar a los empleados que tu consideres del departamento de inversiones, eso si, no más de cuatro.

—En cuanto a Andrés no debe saber nada y si me ves no me conoces. Quiero salvar lo que pueda de la empresa y que sea rentable.

—¿Y Andrés?

—No me importa se portó muy mal conmigo en el pasado y no quiero saber nada de él solo quiero intentar salvar lo que pueda de la empresa.

—Lo entiendo, últimamente no se porta bien con nadie deben ser los nervios, me da lástima.

—Yo necesito saber si estás conmigo o con Andrés.

—No le debo nada a nadie, ni a usted ni a él, pero ante las perspectivas, estoy con usted.

—Bien Anabel te dará las cuatro cartas no las entregue hasta que no se declare la quiebra. Pronto iré a visitar a Andrés, no me conoces y no hemos hablado.

—Entendido.

—Juan salió del despacho con las ideas claras debería preparar a la empresa para la quiebra. Mientras tanto al día siguiente Carvajal se pasaba por el despacho de Tomás.

—Señor Tomás Andrés cada vez bebe más y a despedido a los guardaespaldas.

—Tu ¿qué piensas hacer? –preguntó Tomás.

—No lo sé, quería matarlo pero con el tiempo me he enfriado aunque lo sigo odiando.

—Mira yo te aconsejaría que no te metieras en líos Andrés va de cabeza a la quiebra y a su perdición. Tal vez sea más castigo que viva a que muera. El mes de abril es crucial para él.

—Lo tendré en cuenta.

El día que cumplía el préstamo Tomás fue a visitar a Andrés con un machaca de discoteca amigo de Jordi como guardaespaldas. Juan por el interfono hizo saber a Andrés que el director de Nuevas finanzas estaba esperando.

Andrés contestó que lo hiciera pasar. Tomás abrió la puerta y se percató de que Andrés viera al guardaespaldas, después cerró dejándolo fuera.

—Andrés–dijo con asombro ¡Tomás!, dejando caer su trasero sobre la silla.

—Si Tomás como puedes comprobar de cuerpo entero, pero no tienes nada que temer de mí, no te voy a hacer lo mismo que tú me hiciste, simplemente vengo a decirte que mañana vence el plazo para pagar las acciones y no te voy a prorrogar el préstamo. Entiéndeme bien, es una forma de cobrar lo que me robaste.

Andrés escuchaba sin pestañear sentado en su silla.

—Sé lo que estás pensando. No quiero que nadie te haga daño. Ya te lo has hecho tu mismo, ahora conocerás lo que es la miseria. Ese es tu castigo.

Tomás salió sin mediar más palabras dejando a Andrés sentado y bañado en sudor frío. Al día siguiente presentó el contrato al Notario y se hizo con las acciones de Trans Word. El primer paso estaba dado.

Mientras tanto en Mallorca Conde había pasado a presidente honorífico sin sueldo lo cual hacía peligrar el pago de las acciones. La consecuencia fue el despido de la servidumbre y la puesta en venta del Yate. El cual no era fácil de vender debido al alto coste del mismo.

Cuando se lo comunicaron a Anabel esta se alegro de que los planes salieran bien solo un problema la dejó perpleja, habían nombrado a Dioni gerente de la empresa. No tardó Anabel en llamar a Soraya.

La voz de Soraya sonó al otro lado. ¿Quién es?

—Soy yo Anabel.

—¡Anabel! ¿Cómo estás? ¿Qué es de tu vida? ¿Vas a volver?

—Para, ¡para! Cada cosa a su tiempo. Si volveré en breve, mientras tanto quiero que vigiles al idiota de Dioni y me llames si ocurre alguna cosa o hace algún desmán. Escúchame dentro de un par de meses, estaré ahí para reflotar la empresa de acuerdo con la mayoría de accionistas. Mientras tanto no digas nada esto es un secreto, confío en ti.

—De acuerdo no diré nada y vigilaré, hasta pronto.

—Hasta pronto Soraya.


Dos días después de la visita de Tomás a Andrés. Como todos los Lunes Carvajal recogió a la señora que hacia la limpieza en casa de Andrés de su domicilio y la llevó a casa de Andrés. Aparcó su pequeño automóvil en el garaje a la izquierda de la puerta principal, mientras la señora bajaba y abría la puerta, el sacó el Mercedes como todos los días, la señora pasó al interior de la casa. Carvajal estaba limpiando los cristales cuando la señora salió corriendo con la cara sin blanca, sin decir palabra cogió a Carvajal del brazo y lo introdujo en la casa cruzaron el salón y salieron al jardín donde estaba la piscina, en su interior estaba el cadáver de Andrés. Inmediatamente Carvajal dijo a la señora que no tocase nada y llamó a la policía. Ambos fueron interrogados, la señora dijo que solo limpiaba los lunes y los jueves y que siempre la recogía el chófer a la misma hora, después explicó como había descubierto el cadáver. El caso de Carvajal fue peor, se llevaron el cuerpo al forense y a Carvajal a la comisaria para interrogarlo.

Dos policías le preguntaron ¿Cuándo había visto a Andrés por última vez?

Carvajal contestó que el sábado cuando lo dejó en su casa.

—Bien cuéntenos que pasó el sábado.

—El señor cenó muy poco y bebió mucho como hace últimamente. Tuve que sacarlo del restaurante e introducirlo en el coche lloviendo a mares, después lo llevé a casa, tuve que sacarlo a rastras del coche, seguía lloviendo y al sacar un paraguas del maletero lo arrojó al suelo rompiéndolo, dijo que el agua era sana se tambaleaba bajo la lluvia en el trayecto del garaje a la puerta nos pusimos chorreando de agua. No obstante entré un sillón de mimbre de la piscina y lo senté en el interior de la casa, no quería que mojase el sofá, después cogí una fregona y limpie el agua que habíamos dejado. Cuando volví estaba sentado junto a la piscina en el otro sillón empapándose, me pidió que le sacara el Cardú y así lo hice, le serví un vaso lleno, recuerdo que le dije que pasase dentro a dormir la mona, mientras seguía lloviendo, lo dejé sentado en el sillón de mimbre junto a la mesa de jardín. Bajé al garaje y me puse un mono por no mojar los asientos de mi coche y me fui a mi casa. No era la primera ocasión que ocurría el drama y he tenido que acostarlo, pueden preguntar en el restaurante. Solo que esta vez intervino la lluvia.

—Se llevó usted la ropa. Si excepto una chaqueta con botones dorados y la gorra que deje tendida en el garaje.

—¿Sabe si alguien quería matarlo?

—Puede que mucha gente, no era buena persona que se diga. Hace un mes que despidió los guardaespaldas. Los llevaba porque tenía miedo, no puedo decir mas ... no sé más.

—Bien creo que eso es todo firme aquí y de momento no se vaya a ningún lado. En el momento en que Carvajal abandonó la comisaria, el comisario pidió, que se analizara la chaqueta por si contenía cloro como el agua de la piscina y a continuación informes sobre si el cuerpo contenía marcas o lesiones.

Los informes sobre lesiones y cloro fueron negativos; pero si se apreciaba una gran ingesta de alcohol en el cuerpo de Andrés. Nadie fue culpado de su muerte.

En los días sucesivos se declaró la quiebra de Financial — Broks y a final de mes Nueva financiera tomó posesión del edificio.

Anabel mandó sendas cartas explicando quien era el nuevo propietario del edificio y después de una reunión con las empresas que tenían contratadas oficinas les hizo saber que todo seguía igual y solo deberían cambiar el número de la cuenta bancaria para realizar los pagos a fin de mes.

Por otro lado se contrataron dos abogados de oficio para ayudar a Juan con la liquidación de Financial— Broks y prestar su apoyo a los trabajadores. Su sede la mandaron a la antigua oficina de Nueva Financiera y esta ocupó las dependencias de Financial— Broks. Al cabo de un tiempo todo estaba atado y en funcionamiento. La crisis estaba en su estado más álgido ya nadie dudaba de ella las empresas de construcción caían una tras otra y mientras un grupo de personas se habían empeñado en cambiar criterios y crear o adaptar las empresas a los tiempos actuales.

Anabel recibió una llamada de Vicente.

—Dime Vicente.

—Anabel a mi padre ayer le entró taquicardia y lo tengo en el hospital. Creo que la causa fue una foto de una señora con un niño o niña en brazos. ¿Sabes alguna cosa de la foto?

—¿Le has preguntado a tu padre? Creo que si él tiene la foto también tiene la respuesta, yo esperaría a que le pasara la taquicardia y le preguntaría si quiere decir algo de la foto, al fin y al cabo tú eres su hijo y si hay alguna cosa turbia en su vida deberías saberlo.

—Si tienes razón tendré paciencia y le preguntaré.

—¿Se encuentra bien?

—Si el médico dice que no hay peligro y que solo ha sido un susto.

—Me alegro creo que pronto regresaré. Hasta pronto.

—Adiós Anabel.

—Anabel había capeado el temporal de la mejor manera posible sin comprometerse y sin mentir.


Era hora de volver a Mallorca y atacar de lleno el problema de Conde y de Trans-Word. Nada les había hecho Conde a ninguno de los dos y por lo tanto nada tenían contra él. Decidieron tener una reunión particular con Conde en su yate.

En la reunión Conde demostró una humildad impensable unos meses atrás, se había dado cuenta de todo lo que había perdido. En pocas palabras había aprendido la lección y aunque venía de una familia acomodada sus ingresos no eran suficientes para sufragar sus gastos y no había conseguido vender el yate. Así las cosas al cabo de una pequeña charla les dijo:

—En fin estoy en vuestras manos.

—¡No! Luis Conde Prieto, no estás en nuestras manos estás en las tuyas.— dijo Tomás.

—¿Qué quieres decir?

—Yo te conocí cuando eras un joven con ganas de trabajar y comerte el mundo y lo conseguiste hasta que llegaste a presidente de la compañía y te cegó la avaricia, descuidaste aquello que te había hecho subir y como se suele decir estiraste más la goma de lo que daba de sí y se rompió.

—Sí, es verdad. Me lo he repetido cientos de veces durante estos meses.

—Esta bien reconocer los errores y necesito a Luis “no a Conde” si estás dispuesto a trabajar para la compañía con un sueldo como el de Soraya y llevar las nuevas oficinas que vamos a abrir en Valencia; trabajando claro está no estando de figura decorativa.

—No me dejáis opción... creo que es la mejor oferta que me podrían hacer. He aprendido la lección y espero no defraudaros.

—También hemos pensado dejarte el cinco por cien de las acciones que es lo que tenias, de todas formas van a haber muchos cambios y esperamos que colabores y te integres en el proyecto.

—Podéis confiar conmigo.

—Bien Luis te esperamos en la próxima asamblea como accionista.

—Ese mismo jueves hubo reunión de accionistas como en los viejos tiempos. A Dioni como gerente le tocó iniciar la sesión. Tomó la palabra don Gustavo y fue destituido de inmediato. Acto seguido se le dio la palabra a Anabel.

—Señores accionista quiero darles las gracias por su asistencia algunos ya nos conocen y a quienes no nos conozcan, les diré que en estos momentos Nueva financiera a la que represento; con el cuarenta y cinco por cien de las acciones en estos momentos es el mayor accionista de esta empresa. Con respecto a Trans-Word en primer lugar les hago saber que nuestra intención es reflotarla y abrir nuevas oficinas tanto en Barcelona como en Valencia. No vamos a pedirles nuevas aportaciones lo haremos con nuestros propios medios y absorbiendo una pequeña empresa a cambio de acciones, que nos facilitará la introducción en ambos puertos también somos la empresa más económica de cuantas trabajan en Mallorca, pues llevamos siete años sin subir el precio, lo cual nos permite aumentar el precio sin dejar de ser competitivos, aun así podemos igualar otras ofertas y aumentar más el beneficio en dos euros por contenedor eso significa mucho dinero al finalizar el año; “aunque no he sacado las cuentas exactas”, junto con otras medidas referentes a los contenedores que vuelven vacíos, nos pueden dar unos beneficios de aproximadamente un millón doscientos mil euros anuales “de momento” a la espera de la evolución de las medidas adoptadas.

Un señor levantó la mano.

—Si por favor.

—¿Cuándo recogeremos beneficios?

—El labrador siembra a la espera de recoger la cosecha y después tiene que vender. Debemos ser un poco pacientes. La situación en que nos encontramos nos debe enseñar a ser cautos y aprender de los errores. Quienes han olvidado que tras un ciclo de bonanza suele venir otro de escasez lo están pagando muy caro y creo que a nadie de los asistentes le interesa comerse el pez antes de pescarlo. De todas formas habrán recibido todos una invitación, para la reunión que celebraremos en Barcelona el próximo viernes hoy en una semana, a la que hemos invitado a los antiguos accionistas de Financial-Broks y de Constu-Crem. Como ustedes saben una ha desaparecido y la otra está en horas bajas. Allí hablaremos también de los nuevos proyectos como Buenos Horizontes y Nueva financiera. Debo adelantarles que Nueva financiera es la actual propietaria del edificio de la desaparecida .Financial —Broks en cuya sala de juntas realizaremos la reunión, por ser la única en la que podemos caber todos.

Aunque esta reunión solo afecta a Trans-Word en la próxima aclararemos muchas más cosas. De todas formas si alguien tiene dudas puede preguntar.

El señor que había hablado apostilló. Si nos han de seguir informando en Barcelona, de momento no tengo más preguntas.

Anabel miro al resto de los asistentes y levantó la sesión.

Las felicitaciones se sucedían y la mayoría de los accionistas veían una tenue luz al final del túnel.

La reunión terminó y después de dejar claras las reformas en Mallorca regresaron a Barcelona donde Jordi esperaba ansioso a Anabel. Con los encargos resueltos que le había hecho. Ahora deberían preparar la próxima asamblea a la que acudirían Vicente y su Padre.


La sala sobre tener una gran capacidad se quedo con insuficientes sillas, algunos familiares y antiguos accionistas se habían unido a la reunión. Juan preguntó a Tomás. ¿Qué hacemos?

No podemos despreciar a nadie. Sube sillas y quitad las mesas nos sentaremos como en una sala de cine. Rápidamente habilitaron la sala. Antes de entrar Juan pidió silencio. Por favor atiéndanme, las dos primeras líneas de butacas estás reservadas a los mayores accionistas y presidentes, por favor los acompañantes que se sienten al final gracias, apelo a su cordura pues así todos podrán escuchar y ver lo que se exponga.

Las personas fueron ocupando las localidades. Cuando estaba todo lleno llegaron don Gustavo y familia con el director del banco. Juan lo comunicó a Tomás preguntándole que hacía solo quedaba una silla libre.

Que te ayuden saca sillones de los despachos y ponlos en la mesa presidencial a nuestro lado, procura llevarlos personalmente a su sitio.

Con todos los asistentes reunidos se cerró la puerta y tomó la palabra Tomás.

—Buenos días a todos, en especial a las señoras, que cada vez son mayor en número “cosa que me complace”. Espero que de esta reunión salgamos todos satisfechos, reforzados, con ilusión y sobre todo con las cosas claras. Para ello vamos a dejar la retórica y pasar a los hechos. Lo cual explicará Anabel a la que ya conocen la mayoría de ustedes, nos hará una exposición de donde nos encontramos y que esperamos del futuro. A nadie se le escapa que nos encontramos en recesión y les puedo asegurar que si no se toman medidas drásticas y rápidas la nación caerá en un precipicio del que no sabemos cuándo saldremos ni el coste del mismo. Si por el contrario se toman medidas acertadas, así y todo tardaremos un mínimo de cuatro años en empezar a crecer y casi diez en conseguir un equilibrio. Pero nunca llegaremos al estado en que nos encontrábamos hace escasamente unos años.

Un señor interrumpió.— Nos pone el futuro muy negro y no parece que pueda ser así.

—Los que como usted no ven el futuro, difícilmente pueden tomar medidas y les ocurre como a Financial— Broks y a tantas y tantas empresas que están presentando quiebras, suspensión de pagos o concurso de acreedores, en especial de la construcción y afines, estén atentos a los bancos el problema está servido. Bien dicho esto le paso la palabra a Anabel que es más agradable que un servidor.

Anabel se levantó y tomó la palabra.

—Sé que algunos se preguntaran, ante la exposición de mi compañero Tomás. ¿Qué hago yo aquí? ¿Cómo vamos a solucionar el Futuro? O también ¿Estos que quieren sacar de mí, de que me quieren convencer?

Intentaremos contestar a todos sus interrogantes y si Tomás les ha hablado del pasado y del presente yo les hablaré del futuro.

Ha quedado claro que el gobierno no va a resolver nuestros problemas, por lo tanto llevamos algún tiempo procurando tomar medidas y creando empresas que no por más o menos grandes nos puedan aportar más beneficios. Eso sí con los pies en el suelo. La semana pasada tuvimos una reunión en Mallorca y hablamos de Trans— Word y sus planes de futuro, hoy vamos a hablar de otras empresas. Desaparecida Financial —Broks. Nueva Financiera ha ocupado en propiedad su edificio. Pero no ha quedado ahí la adquisición ha acogido algunos trabajadores competentes y su departamento jurídico está ayudando desinteresadamente al resto de ellos. En Valencia ante los problemas de liquidez y financieros de Constu— Crem les ayudamos comprando una gran cantidad de inmuebles y creando el grupo, Nuevos Horizontes dedicado al alquiler de apartamentos e inmuebles les adelanto que el primer año hemos recuperado el seis por cien de la inversión y pensamos doblarlo el próximo año. Para lo cual nuestro departamento de informática, peinando el mercado y con ayuda de nuestro departamento jurídico, nos proporciona informes y datos de otras empresas a las que podemos absorber reciclar y sacar beneficios. Así hemos encontrado una cadena europea de turoperadores la cual absorberemos en breve. Nuestro interés se centra en Europa y Rusia con su ayuda podemos llenar nuestros apartamentos y podemos crecer.

Ustedes se preguntarán ¿y el dinero para llevar a cabo el proyecto de compra? Se lo explicaré. Cuando nos quedamos los edificios de Constu-Crem un edificio céntrico en Madrid quedó dividido entre las dos empresas, el cincuenta por cien de la venta de las viviendas iría a parar a los accionistas de Constu-Crem y el resto seria para los accionistas de Buenos Horizontes. Por su parte Buenos Horizontes se haría cargo de la finalización de las obras. En estos momentos les puedo decir que en quince días se entregarán las llaves de cincuenta y seis viviendas de las ochenta de que consta el edificio y el resto de las viviendas se venden a un ritmo relativamente rápido, debido al precio más bien económico de las mismas, de Ciento veinte mil euros. Digo relativamente económicas teniendo en cuenta el precio que corre por Madrid y el punto céntrico en que se encuentran ubicadas. Este capital se invertirá en la compra de la cadena dedicada al turismo.

Una mano se levantó. ¿De dónde piensa sacar más turistas?

—Si como pienso los precios bajan en la hostelería y en los países árabes encabezados por Egipto, sigue la inestabilidad; aumentará el interés por nuestro país. Esto unido a las nuevas tarifas para el invierno, o la posibilidad de alquilar todo el año los apartamentos como una segunda vivienda de fin de semana, nos hace albergar esperanzas de un futuro halagüeño.

Bien aclarado el punto sigamos. No me equivoco si digo que la codicia y la falta de previsión son las causas que nos han llevado hasta donde nos encontramos por lo tanto queremos unir, Trans— Word, Nueva financiera y Buenos Horizontes en un grupo al que queremos llamar “si nos lo autorizan” Grupo Mediterráneo, para lo cual nuestro departamento jurídico valorará las acciones de cada accionista y las cambiará por acciones del grupo. Después de año nuevo saldremos a cotizar en bolsa y allí es donde se venderán y compraran. Y una cosa está clara ¡no! serán privativas de una empresa sino del grupo así evitaremos la dispersión.

Nuestro equipo seguirá investigando nuevas adquisiciones o la creación de nuevas empresas, cuando todos estén en crisis nosotros estaremos estudiando el mercado y espero que en breve recojamos la cosecha.

Una nueva mano se levantó.

—Todo cuanto dice está muy bien, parece una novela con un final feliz. Yo quisiera saber ¿Quién es el presidente y si comparte sus ideas? Y ¿Quién lo ha nombrado? Parece ser que nos quieren meter las ideas con calzador.

—Tomás y Anabel se miraron en realidad el asistente parecía tener razón. Aparte de ellos los únicos de los asistentes que conocían como se habían desarrollado los hechos eran don Gustavo y Vicente.

Vicente se levantó diciendo.

—Para quien no lo sepa soy el actual presidente de Constu-Crem y puedo asegurar que mi empresa existe por la ayuda desinteresada de Anabel y Tomás si no les hubiera hecho caso a estas horas lo estaría lamentando. También fui testigo cuando Anabel propuso medidas extremas a Financial-Broks y no se tomaron en cuenta; vaticinó que quebraría, sinceramente para mí no necesito saber quién es o no el director yo siempre seguiré la batuta de Anabel.

Don Gustavo pidió la palabra.

—Como bien ha preguntado usted ¿Quién es el presidente? Creo que no hay presidente ni falta que hace una figura decorativa, pero ¡sí! nos estamos dejando dirigir o guiar por Tomás y Anabel.

Si alguien de esta sala cree que trabajan en beneficio propio, creo que se equivoca ellos son en la actualidad los mayores accionistas de Trans-Word y junto conmigo tienen la mayoría por lo tanto no dependen de nadie, en cuanto a Nueva financiera que está creciendo a pasos agigantados desde que se creó, les diré que solo tiene dos accionistas Tomás y Anabel, podemos estar muy satisfechos si nos hacen participes de su empresa, pues no tienen ninguna obligación para con nosotros. En cuanto a Buenos horizontes si unimos sus acciones a las de mi familia y las del banco poseemos el veinte por cien de las mismas y es una empresa creada por ellos. Y concluyo, a ellos no les hacemos falta nosotros pero a nosotros si nos hacen falta ellos. Y a quien le importa el cargo que ostenten, para mí como ha dicho el joven Vicente son los directores de la orquesta y una orquesta que afina. Gracias Anabel, Tomas y Vicente.

La sala entera aplaudió a las palabras de don Gustavo.

Tomás se levantó diciendo—: Señores la transparencia ha de ser el signo de nuestro grupo por lo tanto, Juan “aquí presente” es a partir de hoy el director de Nueva financiera; él les pondrá al corriente de todas las dudas que tengan los accionistas y del estado o desarrollo del grupo. Ahora atenderemos los pormenores pasamos a ruegos y preguntas.

Durante más de una hora contestaron a todas las dudas de los accionistas y no accionistas.

Conde había estado callado durante toda reunión y decidió hablar.

—Yo quisiera hacer una pregunta a Anabel.

—Dígame señor Conde.

—Luis por favor. Yo le di su primer empleo hace más de tres años y desde entonces usted no ha hecho más que crecer y crecer hasta que se a echo imprescindible para nuestros intereses; en los últimos meses me han sorprendido sus dotes de liderazgo y como crea y diversifica las empresas, yo sé cuál es mi futuro, pero mi pregunta es la siguiente ¿Cuál es su próximo proyecto?

El silencio se hizo sepulcral en la sala. Anabel miró las caras de los asistentes durante unos segundos y por fin contestó con una sonrisa.

—Casarme señor Luis, casarme y fundar una familia con el hombre que quiero.

Las risas y las felicitaciones acapararon el resto de la reunión. Pero alguien estaba esperándola para hablar con ella en privado.

Vicente la llamó.

—Anabel tengo mi coche en la puerta ¿puedo llevarte a casa?

—Si por favor ¿y tu padre cómo está? ¿Se encuentra bien? Anabel solo había visto a su padre sentado al lado de Vicente mientras hablaba.

—Ya se ha ido— contestó Vicente escuetamente— Subieron al coche y partieron a casa de Celia. Anabel se extrañó de que Vicente supiera donde vivía y aún lo hizo más cuando Vicente la acompañó al piso y llamó a la puerta. Celia abrió la puerta y con cara seria le dijo un caballero te espera en el salón. Celia y Vicente se quedaron en la puerta, mientras Anabel se dirigía al salón allí encontró a Jorge, este se levantó y con un ademán la invitó a sentarse. Después empezó pausadamente a hablar.

—Sé que estarás pensando, este señor de mal carácter y gruñón ¿qué querrá de mí? Bien si quieres atenderme quisiera contarte una historia.

Anabel con cara de pocos amigos le contestó.

—Usted dirá.

—Hace mucho tiempo me casé y tuve dos hijos vivía aquí en Barcelona. Después me fui a trabajar a Mallorca, allí conocí una chica preciosa y me enamoré de ella, durante un tiempo fui muy feliz y ella también, al volver de Mallorca me di cuenta de lo irresponsable que había sido. No podía tener dos familias ¿y mis hijos? No podía seguir engañándome y engañando a Isabel Nadal que es como se llamaba la chica, una noche le dije que me iba y que seguramente no volvería, como respuesta Isabel salió corriendo y nunca más la vi. Unas semanas más tarde su hermano Juan estuvo en mi casa y dejó un teléfono le llamé y no fui lo suficientemente hombre para aceptar mi responsabilidad. No obstante la sombra y las dudas me han perseguido durante toda mi vida, hasta que una Jovencita puso su foto en mi escritorio demostrando tener más valor que yo, esa joven es mi hija y sé que nunca podrá perdonarme, pero si consigo que sea feliz con sus hermanos me sentiré complacido. Nada merezco y nada quiero, pero creo que ella debe conocer a su familia y disfrutar de ella, para que no se encuentre sola en este mundo.

Jorge calló las lágrimas brotaban de sus ojos y rodaban por sus mejillas, su voz entrecortada se había detenido; por su parte Anabel se secaba las lágrimas sin poder decir nada. Anabel se levantó y entre sollozos le dijo:

—Ya te he perdonado nunca me hiciste falta, en cuanto a que te quiera dejemos pasar el tiempo.

—¿Puedo abrazar a mi hija?

—Por supuesto. Padre e hija se abrazaron por primera vez; la cantidad de lagrimas los separo, cuando pudo calmarse, su padre dijo.

—Ya podéis salir y por la puerta apareció Vicente con su hermano recién llegado de América.

—Esta es tu hermana Anabel y este tu hermano Héctor. Ambos se abrazaron y miraron por primera vez. A continuación salió Juan y Cándida de la habitación de Tomás seguidos por Jordi, Ana y Pilar. El final no se lo cuento mejor que se lo imaginen. Solo puedo decirles que Anabel es feliz y sigue trabajando para unir nuevos proyectos a su grupo.

Epílogo

¿Qué hubiera sucedido si la policía hubiera analizado las ropas que Carvajal se llevó a casa? Tal vez hubiesen encontrado, restos de cloro del agua de la piscina ¿o no?

¿Qué ocurre cuando alguien se cae a una piscina? Si alguien intenta salvarlo se quita la chaqueta y la gorra, rápidamente.

¿Y si una vez dentro del agua cambia de parecer? y agarrando a la víctima por las hombreras de la chaqueta, para no dejar huellas le mantiene la cabeza bajo el agua. Después la ropa que estuvo en contacto con el cloro sería lavada.

¿Tal vez quedaría algún residuo de cloro en el asiento de su coche?

Mejor dejemos las cosas como están. Tal vez solo se cayó al agua. Lo importante es ser feliz.


Publicado el 20 de julio de 2022 por Edu Robsy.
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