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¡Oh engañada Aminta, precipitada en un mal tan grande, sin mirar los grandes inconvenientes que atropellas y en el peligro que te pones, caro te costará tu atrevimiento! ¡Oh engañoso don Jacinto, causa inremediable de la destruición desta pobre dama! ¡Oh falsa Flora, en quien el Cielo quiso criar la cifra de los engaños, castigo vendrá sobre ti!. De tu amante eres tercera, ¿habrá quien dé crédito a tal maldad? Sí, porque en siendo una mujer mala, lleva ventaja a todos los hombres.
Amaneció otro día (que debió de ser martes, si es cierto que tiene algún azar); ya Aminta con el sol estaba vestida, porque el suceso de sus cosas no la daban reposo, habiendo soñado mil impedimentos y disgustos en ellos. Vestida, en fin, aquí cayendo y acullá tropezando, y oyendo algunas palabras (pronósticos todos de sus desdichas, aunque ciega y sorda, sujeta a su amor y embebida toda en sus pensamientos), tomó todas cuantas joyas tenía y púsolas en un lienzo, y metiéndolas en la manga, y el manto en la otra, comió con sus tíos inquietamente, y apenas los vio rendidos al primer sueño cuando se bajó al portal, donde se puso el manto y se metió en la silla que estaba prevenida, encomendando de nuevo a doña Elena el secreto. Lleváronla en casa del vicario, porque los mozos de la silla, que eran criados de don Jacinto, estaban bien avisados de lo que habían de hacer, y hallando allí a su amante (que por no ser conocido en la ciudad y ser cada día frecuentada de pasajeros y mercaderes, podía salir y entrar por donde quería), llegaron a la presencia del vicario, encubriéndose Aminta por no ser conocida, donde, al tomarles las manos, un rico anillo de una esmeralda que la dama traía en el dedo se partió por medio, dando el pedazo que saltó en el rostro a don Jacinto; el cual, aunque vio a su dama turbada, no haciendo caso de agüeros se volvió con ella a su posada. Recibió Flora a su cuñada (que así la llamaremos) con los brazos, y para que don Jacinto, gozando, se arrepintiese y Aminta acabase de encadenarse en su desdicha, después de una bien ordenada cena los llevó a su cama, donde los dejó y se retiró a otro aposento en la misma posada, aguardando por premio destos engaños quedarse con su amante, dejando a Aminta con su deshonor y desventura.
327 págs. / 9 horas, 32 minutos.
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Publicado el 18 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.
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