Otra vez á mi amigo Félix Méndez.
A usted, amigo Méndez, le pasa lo que á monsieur Jourdain, el personaje de Moliére—ya ve usted que también yo soy herudito—y
es que escribía en prosa sin saberlo. Pues usted al declinar el honor
de escribir un pequeño ensayo filosófico sobre la ingenuidad pública, lo
ha escrito, ¡y tan filosófico! ¡Y tan pequeño!
No he de
detenerme á enumerar y celebrar los singulares aciertos de ese ensayo
que me congratulo haber provocado, porque no quiero que aparezcamos
conchabados para damos mutuamente importancia; pero hay una cosa que no
puedo pasar en silencio, y es aquello de que «toda obra de ingenio se
escribe en colaboración con el lector; si el lector no tiene ingenio
también el del escritor es nulo». ¡Lo cual explica muchas cosas, muchas!
Me dice usted que cuando le explique por qué escribo Kultura con K mayúscula me explicará usted por qué escribe herudito con hache. Voy á satisfacerle para que usted me satisfaga.
Ya sabrá usted,
claro está, que en alemán, lengua misteriosa, en que el sol es femenino,
la luna masculino, y la señorita neutro—¡figúrese usted, la Sol, el
Luna y lo señorita! ¡Y luego dirán de nosotros los vizcaínos!
Ya sabrá usted,
digo, que en alemán todos los nombres sustantivos se escriben con
mayúscula. Esto se debe á que en Alemania todas las sustancias son
mayúsculas, ó si usted quiere, todos los nombres son propios. Porque el
pueblo alemán es un pueblo esencialmente filosófico. Además, apenas si
usan la c, que es una letra latina, y por lo tanto, superficial,
inconstante, y nada filosófica. Y he aquí por qué en mi tierra escriben
también Baskonia, Biskaia, Euskera, etc., etcétera.
La k da autoridad é importancia á un escrito. Si el kilo no pesara lo
que pesa, lo escribiríamos con q, ó acaso por escribirlo con k pesa lo
que pesa. El quilo con q, es el que se suda, y no el que se pesa.
En Alemania, pues, donde las señoritas son neutras, la cultura se convierte en Kultur,
y cuando yo escribo Kultura con k mayúscula, quiero decir, cultura á la
alemana; y cuando la escribo con una modesta c minúscula, es una
culturilla latina, superficial, inconstante, como la que por acá nos
permitimos.
La diferencia es poco más ó menos la que va de Cant á Kant. Pues cant,
con c minúscula, es una palabra inglesa que significa, primeramente, el
tono gangoso de los puritanos sermoneadores, y luego la hipocresía
puritana. Y Kant... ya habrá llegado á sus oídos quién es Kant, á quien
acaba de inventársele en España. Kant, con K mayúscula, es el cant mayúsculo y germanizado.
Y, ¿en qué
consiste la Kultura y en qué se diferencia de la cultura?—me preguntará
usted—. Pero eso es muy arduo de responder, y exige una preparación de
que usted y yo, y todos los que en España pasamos ya de los cuarenta
años, carecemos.
La Kultura se basa en la definición; esto es, es definitiva, y es idealista. Sobre todo idealista. ¡Oh, el idealismo!
Estoy leyendo un
libro divertidísimo, casi tan divertido como los artículos de usted, que
es de un judío sadúceo alemán, y se titula Lógica del conocimiento puro;
del puro, ¿eh?, no sirve confundir; del puro. Y este libro amenísimo
termina por el Concepto, del Hombre. Y luego, ante este Concepto del
Hombre, se nos coge á todos los hombres con la minúscula, como usted y
como yo, y se nos degüella. Porque lo interesante, amigo Méndez, no es
usted, el que yo conocí en Espinho, sino és la idea de usted, usted como
concepto—¡Oh, el concepto de Félix Méndez, del puro Félix Méndez!
(Ándese usted, por si acaso, con mucho cuidado con él.)—¿lo va usted
entendiendo? Pues esto es Kultura.
Y, sobre todo, la definición. Hay que definirlo todo. Dos ejemplos lo aclararán.
1.° ¿Qué es
joven, y qué es viejo? Pues bien; teniendo en cuenta que el 29 de
Septiembre de este año haré mis 49, es joven todo el que para entonces
tenga menos de cuarenta y nueve años, y viejo el que tenga más.
Y cuando dentro
de once años cumpla yo sesenta, serán jóvenes los que tengan menos de
sesenta, y viejos los que pasen de esa edad. ¿No está bien claro?
2.° ¿Qué
diferencia va de opinión á conocimiento? Pues bien; los conocimientos en
usted no son más que opiniones, y en mí, hasta las opiniones son
conocimientos. Conocimiento es lo que pienso yo; opinión es lo que
piensa usted. Y esto porque yo estoy en el secreto de las cosas, y usted
no; yo me entero y usted no se entera.
Como que el
mundo, no sé si lo sabía usted, empezó conmigo, y yo he traído, no ya
las gallinas, sino los huevos, que son, dígase lo que se quiera, antes
que las gallinas.
Y todo esto es Kultura.
Siga usted, amigo
Méndez, siga haciendo experimentos sobre la ingenuidad pública, y es
posible que de aquí á cien años, cuando se historie el Renacimiento
español que empieza ahora, con nosotros,—en especial con usted y
conmigo—reconozcan que es usted uno de los más activos obreros de este
maravilloso resurgimiento á que estamos asistiendo, de esta
transformación de nuestra vieja y caduca cultura con c minúscula en una
juvenil y rozagante Kultura con K mayúscula. Y dentro de poco, no lo
dude usted, nuestro Sol, este Sol que era nuestro consuelo y que tantas
brumas nos disipaba, se afeminará, se convertirá en la Sol; la Luna se nos virilizará en cambio; será el
Luna, que suena á torero, y nuestras señoritas se harán neutras y
usarán todas antiparras. Y entonces estaremos salvados. Gracias sobre
todo á usted y á mí. Y ahora explíqueme la h de herudito.
Le lee con verdadero deleite para desquitarse de otras cosas, su amigo