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Aquí no es verdad que para la tierra cada siete años sea sábado. La naturaleza es judía y a la tierra, le exige. Todo el tiempo se está oliendo. ¡Huele a quinina, a fresno, a cedro, a albaricoques y a tierra! Pero también es cierto que aquí para ella todos los años son sábado, porque no queremos oler nada, nada, nada.
El viento se ha creído que entre los árboles hay tubos y silba.
La paja crece alta, seca, gris y desgarbada como señorita de provincias.
Con un poco más de frío, la nariz se le haría a usted un helado.
Bien lejos, dos ramas que rozan con fuerza chillan como condenados: una vez y otra; otra y una vez. Así, en balancín y con batuta.
¡Y usted aquí solo, sin tener un amigo para que le aconseje!
En la ciudad le habrían dicho:
—¿Por qué no te escribes un libro?
—¿Por qué no te enamoras de Adriana?
—¡Te hubieras levantado un poco más temprano!
—¿Por qué no ha venido usted a verme?
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Publicado el 17 de mayo de 2024 por Edu Robsy.
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