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Enviar a Pocketbook «La Visita»
Otra noche sintió ruido. Se levantó y se asomó. Un gran perro negro, de pie contra el portón, empujaba con las patas delanteras.
El poeta lo espantó, pero el animal volvió dos veces.
Aquella tarde, el poeta, con la frente apoyada en el vidrio de la ventana, se divertía en pensar.
Una mujer, vestida de luto, entró silenciosa y súbitamente, y se sentó. El velo que la cubría el rostro caía hasta el suelo.
El poeta había visto en el vidrio el vago reflejo de la intrusa, y se volvió sonriendo hacia ella.
—Hijo mío —dijo la mujer enlutada—, tienes demasiada fiebre. Mis brazos son frescos y puros como la sombra.
—Lo sé —dijo él—, y los deseo. Te deseo sanamente. No me lleva a ti, ¡oh consoladora!, el sufrimiento, sino la vida. Si yo fuera más fuerte, más joven, te desearía más. Tienes las llaves de la noche, del mar y del sueño.
—Ven conmigo.
Las ropas de la mujer, en la penumbra del ocaso, bajaban sus volutas tenebrosas, fluidas, a la obscuridad de la tierra, donde se hundían semejantes a las raíces de un tronco secular, y las ondas de la cabellera eran las de un río que temblaba.
2 págs. / 3 minutos.
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Publicado el 13 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.
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