Diálogo entre lo lírico y lo práctico
Un breve diálogo entre quien ensalza la poesía de la yerma llanura castellana y quien reclama de ella que fructifique.
Este texto forma parte del libro «Lunes Antes del Alba...».
Diálogo entre lo lírico y lo práctico
Un breve diálogo entre quien ensalza la poesía de la yerma llanura castellana y quien reclama de ella que fructifique.
Este texto forma parte del libro «Lunes Antes del Alba...».
Leer en línea «Bajo la Encina Grave...»
Descargar PDF «Bajo la Encina Grave...»
Descargar ePub «Bajo la Encina Grave...»
Descargar Kindle «Bajo la Encina Grave...»
Edición dislexia «Bajo la Encina Grave...»
Enviar a Kindle «Bajo la Encina Grave...»
Enviar a Pocketbook «Bajo la Encina Grave...»
Regalar ebook «Bajo la Encina Grave...»
Edición física «Bajo la Encina Grave...»
Denunciar libro «Bajo la Encina Grave...»
EL OTRO.—Paz de muerte, de sepulcro. En este campo no se percibe el rodar de la vida, porque nada vive en él! ¡ni el viento!... Es un paisaje mineral, infraorgánico. Ni aun en los meses húmedos del año logra cubrir la hierba con su manto las amarillas desnudeces de los cerros. Aquí contemplamos la bancarrota de la vegetación. Imagen de la caducidad para uso de poetas es en nuestras latitudes la “verdura de las eras”. ¡Oh, eterno verdor de otras comarcas!... ¡Y los árboles!... Tal palabra evoca en nuestra fantasía frescas frondas, susurros de follaje, trinos de aves, y ¿qué hay de todo ello en estas encinas secas y grises, como forjadas en metal, que no se estremecen bajo la caricia de la brisa, ni esconden nidos tibios entre el aspereza de sus hojas, foscas y trágicas, como fantasmas de árboles atormentados en un purgatorio?
EL UNO.—¡No maldigas de las encinas! Levántanse en desesperadas contorsiones casi humanas, como esculpidas, por un Miguel Angel, llevas razón en ello; nada poseen de esa sonríente placidez que atribuimos al reino vegetal. Pero considéralas un momento y verás qué noble tragedia es la suya: el suelo es pura arena; como bien dices, apenas logra la hierba arraigar entre ella, a causa de la escasez de principios nutritivos. Y de tanta miseria, la encina, con infatigable terquedad, crea su tronco robusto, sus recias ramas, que se tienden al cielo suplicantes o maldicientes. ¿No ves en ello una afirmación heroica de la voluntad de existir, vencedora de todas las adversas condiciones? ¿Sus violentas actitudes no son imagen de la victoria del querer fuerte, sobreponiéndose y domeñando a las propias ineluctables leyes de la necesidad? Cada ramillo es una estrofa del himno triunfal de la individualidad potente sobre el medio hostil... Y además, en la encina que se alza enérgica sobre la tierra yerma, ¿no ves un símbolo de la historia del alma de nuestra raza? Ambiente miserable, individualidades poderosas y estériles, que se yerguen solitarias sobre la colectiva vileza sin juntar jamás su esfuerzo; hay árboles, pero no logran entremezclar sus ramas, fundirse en selva, que dé humedad y fertilidad al terreno; al pie de los troncos próceres no crece nunca un retoñuelo que asegure la continuidad de lo ganado sobre la pobreza del medio. Nuestra vida nacional, ¿qué fue siempre sino esto?
3 págs. / 5 minutos.
20 visitas.
Publicado el 9 de diciembre de 2023 por Edu Robsy.
Este texto no ha recibido aún ninguna valoración.
Para valorar «Bajo la Encina Grave...» es necesario identificarse en textos.info.
12 libros publicados.